Andre Breton




Y entre el primer acto y el segundo...


Y entre el primer acto y el segundo, porque era pedir demasiado esperar el tercero, ¿volveré a ver, con estos ojos que lo han visto, el bar del primer piso, tan sombrío él también, con sus impenetrables cenadores, “una sala al fondo de un lago”, sí, verdaderamente? Debido al hecho de haber vuelto ahí a menudo, he logrado, a costa de tantos horrores, imaginados los peores, recordar un fragmento de canción perfectamente puro. Era una mujer extraordinariamente bonita, que cantaba:

Esta es la casa de mi alma,
Y sólo se abre al porvenir.
Puesto que en ella nada falta,
Bello esposo, puedes venir.

Siempre he deseado increíblemente encontrar de noche, en un bosque, a una hermosa mujer desnuda, o mejor dicho, no significando ya nada tal deseo una ves expresado, lamento increíblemente no haberla encontrado. Suponer un encuentro así, después de todo, es algo que no puede tacharse de extravío: podría ocurrir. Me parece que si todo se hubiese detenido en seco, ¡ah!, no me vería en el caso de escribir lo que escribo. Adoro esta situación, que es, entre todas, aquella en que es probable que me hubiera faltado presencia de espíritu. Creo que ni siquiera hubiera tenido la de huir. (Los que se rían de esta última frase son unos cerdor). Una tarde, el año pasado, en las galerías que se encuentran junto al Electric-Palace, una mujer desnuda, que para mostrarse así no tuvo más que despojarse de una capa, iba de una hilera a otra, muy blanca. Era ya inquietante.
Desgraciadamente, lejos de ser extraordinario, ese rincón del Electric era un lugar de libertinaje carente de interés.

Breton nació en 1896. Libros principales: Manifiestos del Surrealismo, El amor loco, Los vasos comunicantes y Nadja.


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