FRAUDES DE LA CIENCIA Y SU RELACIÓN CON EL OCULTISMO
La columna vertebral de la ciencia pura es la especulación. La teoría de la evolución, la teoría de la relatividad, y tantas otras teorías emanadas del templo de la ciencia no son más que cuadros especulativos, como bien lo expresa Isaac Asimov, en la pág 25 de su Introducción a la ciencia:
Y aunque millones de observadores tiendan a afirmar una generalización, una sola observación que contradijera o mostrase su inconsistencia, debería inducir a modificarla. Y sin que importe las veces que una teoría haya resistido las pruebas de forma satisfactoria, no puede existir ninguna certeza de que no será destruida por la observación siguiente.
Muchas supuestas leyes nunca fueron tales, sino escenarios y datos forzados para simular verdades; pero que en el tiempo se demostrarían ser fraudes. Einstein demostró la mentira de la ley de la gravedad de Newton, y a su vez Dicke demostró inconsistencia en la teoría de Einstein, según lo leemos en Introducción a la Ciencia de Isaac Asimov, pág 329:
En la teoría especial de la relatividad, Einstein no abordó la gravitación. Trató ese tema en su Teoría general de la relatividad, publicada el año 1915. Esta Teoría general presentó un panorama insólito de la gravitación. Allí se le conceptuó como una propiedad del espacio más bien que una fuerza actuando entre los cuerpos. La presencia de materia hace curvarse al espacio, por así decirlo, y los cuerpos siguen la línea de menor resistencia entre las curvas. Aunque la idea de Einstein parecía sobremanera extraña, sirvió para explicar lo que no había logrado esclarecer la ley newtoniana de gravedad.
La ley de gravedad de Newton se apuntó su mayor triunfo en 1846. El planeta Urano, descubierto el año 1781, tenía una órbita ligeramente errática alrededor del sol. Medio siglo de observaciones lo certificaban así inequívocamente. Entonces los astrónomos se dijeron que algún planeta todavía incógnito más allá de él debía ejercer una fuerza gravitatoria sobre su masa. El astrónomo británico John Couch Adams y el francés Urbain-Jean -Joseph Leverrier calcularon la posición de este planeta hipotético recurriendo a las teorías newtonianas. En 1846, el astrónomo alemán Johann Gottfried Galle apuntó un telescopio hacia el lugar señalado por Leverrier, y efectivamente... ¡Allí estaba un nuevo planeta, llamado desde entonces Neptuno!.
Tras aquel hallazgo, la ley newtoniana de gravedad pareció irrefutable. ¡Nada podría desvirtuarla. Sin embargo, quedó sin explicación cierto movimiento planetario. El punto más cercano al sol ("perihelio") del planeta Mercurio cambiaba de un paso al siguiente: no ocupaba nunca dos veces seguidas el mismo lugar en sus revoluciones "anuales" alrededor del sol. Los astrónomos sólo pudieron atribuir esa irregularidad a las "perturbaciones" causadas en su órbita por la atracción de los planetas vecinos.
Ciertamente, durante los primeros trabajos con la ley de gravitación se había temido hasta cierto punto que las perturbaciones ocasionadas por la atracción de un planeta sobre otro pudiera desequilibrar algún día el delicado mecanismo del sistema solar. Sin embargo, en las primeras décadas del siglo xix el astrónomo francés Pierre-Simón Laplace demostró que el sistema solar no era tan delicado como todo eso. Las perturbaciones eran sin excepción cíclicas, y las irregularidades orbitales no sobrepasan nunca ciertos márgenes en cualquier dirección. El sistema solar parecía ser estable a largo plazo y los astrónomos estaban cada vez más convencidos de que sería posible analizar todas las irregularidades específicas tomando en cuenta dichas perturbaciones.
Sin embargo, esto no fue aplicable a Mercurio. Una vez presupuesta todas las perturbaciones quedó todavía sin explicar la desviación del perihelio de Mercurio en una cantidad equivalente a 43 segundos de arco cada siglo. Este movimiento, descubierto por Leverrier en 1845, no representó gran cosa: dentro de 4.000 años será igual a la anchura de la Luna. Pero sí fue suficiente para causar inquietud en los astrónomos.
Leverrier opinó que tal desviación podría ser ocasionada por algún planeta pequeño e ignoto más próximo al Sol que Mercurio. Durante varias décadas, los astrónomos buscaron el supuesto planeta (llamado "Vulcano"), y se presentaron numerosos informes anunciando su descubrimiento. Pero Todos los informes resultaron ser erróneos. Finalmente se acordó que Vulcano era inexistente.
Entonces la Teoría general de la relatividad aportó la respuesta. Einstein demostró que el perihelio de un cuerpo rotatorio debe tener cierto movimiento adicional aparte del predicho por la ley newtoniana. Cuando se aplicó ese nuevo cálculo a Mercurio, la desviación de su perihelio concordó exactamente con la fórmula general. Otros planetas más distantes del Sol que Mercurio mostrarían una desviación de perihelio progresivamente menor. El año 1960 se descubrió, estudiando la órbita de Venus, que el perihelio avanzaba 8 segundos de arco por siglo aproximadamente; esta desviación concuerda casi exactamente con la teoría de Einstein.
Pero aún fueron más impresionantes dos fenómenos insospechados que sólo habían sido previstos por la teoría einsteniana. Primero, Einstein sostuvo que un campo gravitatorio intenso debe refrenar las vibraciones de los átomos. Este refinamiento se manifestaría mediante una desviación de las rayas espectrales hacia el rojo ("desviación de Einstein"). Escudriñando el firmamento en busca de un campo gravitatorio intenso suficientemente potente para ejercer tal efecto, los astrónomos pensaron en las densas y blancas estrellas enanas. Analizaron el espectro de las enanas blancas y encontraron esa desviación de las rayas espectrales.
La verificación del segundo pronóstico einsteniano fue todavía más espectacular. Su teoría decía que un campo gravitatorio hace curvarse los rayos luminosos. Einstein calculaba que si un rayo de luz rozase la superficie solar se desviaría en línea recta 1,75 segundo de arco. ¿Cómo comprobarlo?. Pues bien, si se observaran durante un eclipse solar las estrellas situadas más allá del Sol, enfiladas con su borde, y se compararan sus posiciones con las que ocupaban al fondo cuando el sol no se interponía, se evidenciaría cualquier desviación por la curvatura de su luz. El ensayo se aplazó desde 1915, es decir, cuando Einstein publicara su tesis sobre relatividad general, hasta el fin de la Primera Guerra Mundial. En 1919, La British Royal Astronomical Society organizó una expedición para proceder al ensayo observando un eclipse total visible desde la isla del Príncipe, una pequeña posesión portuguesa frente a la costa de Africa Occidental. Y, en efecto, las estrellas se desviaron de su posición. Una vez más se acreditó Einstein.
Pese a todo, las protestas reclamando validez para la teoría general de Einstein siguen atenuándose. Las confirmaciones permanecen en una divisoria difusa. Allá por 1961, el físico norteamericano Robert Henry Dicke desarrolló un concepto más complejo denominado por él mismo "teoría escalartensor" que trata de gravitación no como un efecto geométrico, según la teoría de Einstein, sino cual una combinación de dos campos cuyas propiedades difieren entre sí. En el verano de 1966 Dicke midió la esferecidad del Sol, y tras unas mediciones muy alambicadas, aseguró haber detectado un leve abombamiento ecuatorial. Este abultamiento explicaría en un 8% el avance observado por el perihelio de Mercurio y
Lo triste de esto es que en nuestros liceos y universidades se enseñan la gravitación de Newton y la Teoría de la relatividad como si fueran leyes verdaderas. No olvide el lector que la potencia del fraude es insertar mentiras entre verdades para que pasen inadvertidas, y en esto son maestros muchos científicos, como ya citamos de la página 90 del primer tomo de Grandes Enigmas:
El fraude científico no es nuevo. De treinta y una observaciones atribuidas a sí mismo por el propio Claudio Ptolomeo en Alejandría el siglo II de nuestra era, veintiséis resultaron falsas. Galileo confesaba no haber llevado a cabo jamás algunas de las experiencias que había descrito. Isaac Newton acomodó los resultados de algunos experimentos a las hipótesis que pretendía demostrar. El monje Juan Gregorio Mendel, quien formuló antes que nadie las leyes de la herencia genética, algunos datos obtenidos en apoyo de su teoría sobre la transmisión de los factores hereditarios. Robert Milikan, quien obtuvo en 1923 el premio Nobel de Física por sus trabajos sobre la carga del Electrón y los rayos cósmicos, omitió considerar los resultados que se oponían a sus conclusiones.
El Doctor John Roland Darsee, investigador de la Escuela de Medicina de Harvard, publicó en sólo dos años 200 artículos que firmó en colaboración con el cardiólogo Eugene Braunweld, director de los laboratorios de investigación. El Dr. Braunweld recibió tres millones de dólares del Instituto Nacional de la Salud, que selecciona anualmente los mejores proyectos médicos. Catorce años más tarde se vino a describir la verdad: todos los proyectos eran una farsa.
La Doctora Helena Wachslicht-Rodbard realizó una investigación sobre las moléculas de insulina y su relación con las células sanguíneas de los diabéticos. Sometió su trabajo al New England Journal of Medicine, de donde pasó a manos de un experto. Era éste el Doctor Philip Felig, jefe de investigaciones en endocrinología de la universidad de Yale. Como no disponía de tiempo para leer el trabajo, se lo pasó a su ayudante Vijay R. Soman, quien sacó copia y devolvió el original diciendo que no servía para nada. Un mes más tarde terminó de escribir un artículo que era un plagio del que leyó y se lo envió al American Journal of Medicine. Su director, el Doctor J. Roth, sabedor de que la Doctora Wachslicht-Rodbard se interesaba en el tema, se lo entregó para su lectura y opinión. También en esta ocasión salió a la luz la verdad.
Robert J. Gullis estuvo investigando, en 1976, en el Instituto Max Planck de Bioquímica, en Alemania, sobre las propiedades especiales de las células neuroblastomas y las células híbridas. Sus conclusiones fueron publicadas en la revista británica Nature. En septiembre del mismo año abandonó el Instituto. Sus colegas intentaron repetir sus experiencias, pero terminaron en fracaso. Pidieron entonces a Gullis que regresara para realizarlas de nuevo, en su presencia, pero el científico se negó. Declaró que no lo haría, por una sencilla razón: había inventado los resultados.
Estos no son los únicos científicos fraudulentos, me faltaría espacio para detallar a otros como Charles Darwin y todos sus hijos. El lector puede consultar en Internet bajo temas Fraud in Science: A B o bajo el título "Science & frauds", frauds in science, misconducts in science.
¿Existe, acaso, una logia de hombres de ciencia que persiguen oscuros intereses?. Presentaré al lector algunas pistas. Por el testimonio de historiadores antiguos como Heródoto, Beroso y otros, sabemos que Babilonia, Egipto y la India eran centros de misterios y brujerías. Los grandes matemáticos antiguos eran poderosos astrólogos y conocedores de fuerzas ocultas. Por eso los sabios griegos viajaban necesariamente a estos centros para hacer sus iniciaciones a algunos de estos ritos, hasta que con el tiempo muchos templos fueron trasladados a Grecia. Comenzaré con el Matemático Pitágoras de Samos, que vivió entre el 580-500 antes de Cristo, según la cita que hacen los investigadores Boyer y Merzbach en su obra A History of Math. Pitágoras era sacerdote del culto a Dionisio y Orfeo, espíritus de demonios que promovían las borracheras, las orgías y las irresponsabilidades. En los siguientes párrafos citados en inglés, se nos dice que para Pitágoras el pentágono de 5 estrellas era sagrado. Este pentágono representa a Bafomet el diablo, el cual también adoran los masones.
Pitágoras
Sacerdote de Dionisio y Orfeo
Pag 54Some similarity in their interests can readily be accounted for by the fact that Pythagoras also traveled to Egypt and Babylon - possibly even to India. During his peregrinations he evidently absorbed no only mathematical and astronomical information, but also much religious lore. Pythagoras was, incidentally, virtually a contemporary of Budha, of Confucius, and of Lao-Tze, so that the century was a critical time in the development of religion as well as of mathematics. When he returned to the Greek world, Pythagoras settled at Croton on the southeastern coast of what is now Italy, but at time was known as Magna Graecia. There he estabished a secret society which somewhat resembled and Orphic cult except for its mathematical and philosophical basis.
That Pithagoras remains a very obscure figure is due in part to the loss of documents from that age. Several biographies of Pythagoras were written in antiquity, including one by Aristotle, but these have not survived. A further difficulty in identifying clearly the figure of Pythagoras lies in the fact that the order he established was communal as well as secret. Knowlegde and property were held in common, hence attribution of discoveries was no to be made to a specific member of the school. It is best, consequently, not to speak of the work of Pythagoras, but rather the contributions of the Pythagoreans, although in antiquity it was customary to give all credit to the master.
The Pythagorean school of thought was politically conservative and with a strict code of conduct. Vegetarianism was enjoined upon the members, apparently because Pythagoreanism accepted the doctrine of metempsychosis, or the transmigration of souls, with the resulting concern that an animal to be slaughtered might be the new abode of a friend who had died. Among other taboos of the school was eating of beans (more properly lentils). Perhaps the most striking characteristic of the Pythagorean order was the confidence it maintained in the pursuit of philosophical and mathematical studies as a moral basis for the conduct of life. The very words "philosophy" (or "love of wisdom") and "mathematics" (or "which is learned") are supposed to have been coined by Pythagoras himself to describe his intellectual activities. He is said to have given two categories of lectures, one for the members of the scholl or order only, and the other for those in the larger community. It is presumed that it was in the lecture of the first category that Pythagoras presented whatever contributions to mathematics he have made.
Having described, in the quotation above, the work in geometry done by Thales, Proclus went to say:
Pythagoras, who came after him, transformed this science into a liberal form of education, examining its principles form the beginning and probing the theorems in an inmaterial and intellectual manner. He discovered the theory of proportionals and the construccion of the cosmic figures [Thomas 1939, p.149]
Even if we do not accept this statement at it face, it is evident that the Pythagoreans played an important role -possibly the crucial role - in the history of mathematic. In Egypt and Mesopotamia the elements of mathematic and geometry were primarily exercises in the application of numerical procedures to specific problems, whether concern with beer or pyramids or the inheritance of land. There had been little in the way of intellectua; structure and perhaps nothing resembling philosofical discussion of principles. Thales is generally regarded as having made a beginnig in this direccion, although tradition supports the view of Eudemus and Proclus that the new emphasis in mathematic was due primary to a love of wisdom than to the exigencies of practical life, and it has had this tendency ever since. How far the Pythagoreans went in this direction is not clear, and at least one eminent scholar regards all reports of important mathematical contributions by Pythagoras as unhistorical. It is indeed difficult to separate history and legend concerning the man, for he meant so many things to the populace -the philosopher, the astronomer, the mathematician, the abhorres of beans, the saint, the prophet, the performer of miracles, the magician, the charlatan. That he was one of the most influential figure in history is dificult to deny, for his followers, whther deluded or inspired, spread their beliefs over most of the Greek world. The Pythagorean puriphication of the soul was accomplished in part through a strict physical regimen and in part through cultist rites reminiscent of worshippers of Orpheus and Dionysus; but the harmonics and misteries of philosophy and mathematics also were essential parts in the rituals. Never before or since has mathematics played so large a role in life and religion as it did among the Pythagoreans. If, then, it is impossible to ascribe specific discoveries to Pythagoras himself, or even collectively to the Pythagoreans, it is nevertheless important to understand the type of activity with which, according to tradition, the school was associated.
The motto of the Pythagorean school is said to have been "All is number". Recalling that Babylonians had attached numerical measures to things around them, from the motions of heavens to the values of their slaves, we may perceive in the Pythagorean motto a strong Mesopotamia affinity. The very theorem to which the name of Pythagoras still clings quite likely was derived from Babylonians ... Legends that Pythagoras sacrified an ox (a hundred oxen, according to some version) upon discovering the theorem - or its proof- are implausible in view of the vegetarian rules of the school. Moreover, ..The figure of a five-pointed star (which is formed by drawing the five diagonals of a pentagonal face of a regular dodecahedron) is said to have been the special symbol of the Pythagoreans school. The star pentagon had appeard earlier in Babylonian art, and it is possible that here, too, we find a connecting link between pre-Hellenistic and Pythagorean mathematics.
pag 63 Pythagoras is reputed to have noticed that when the lengths of vibrating strings are expressible as ratios of simple whole numbers, such as two to three (for the fifth) or as three to four (for the fourth), the tones will be armonious. If, in other words, a string sound the note C an octave below; and the tones between these two notes are emitted by strings whose lengths are given by intermediate ratios: 16:9 for D, 8:5 for E, 3:2 for F, 4:3 for G, 6:5 for A, and 16:15 to B, in ascending order. Here we have perhaps the earliest quantitative laws of acoustics- possibly the oldest of all quantitative physical laws. So boldly imaginative were the early Pythagoreans that they extrapolated hastily to conclude that the heavenly bodies in their motions similarly emitted harmonious tones, the «harmony of the sphere». Pythagorean sciencie, like Pythagorean mathematics, seems to have been an odd congeries of sober thought and fanciful speculation. The doctrine of a spherical earth often is ascribed to Pythagoras, but is not known whether this conclusion was based on observation or on imagination. The very idea that universeis a «cosmos», or a harmoniously ordered whole, seems to be a related Pythagorean contribution - one which at the time had litte basis in direct observation but which has been enormously fruitful in the development of astronomy.
La misma fuente cita al astrónomo Ptolomeo y a Eudocio de Cnidus, aliado con los demonios para que les enseñasen, a cualquier precio, los misterios de los cuerpos celestes:
PTOLOMEO,
Usa la proyección astral para estudiar los astros
pag 179 When I trace at my pleasure the windings to an fro of the haevenly bodies, I no longer touch the earth with my feet: I stand in the presence of Zeus himself and take my fill of ambrosia, food of the gods. Ptolemy
[
EUDOXUS DE CNIDUS
Invoca fuerzas ocultas para alcanzar la proyección astral
pag 95 Willingly would I burn to death like Phaeton, were this the price for reachimg the sun and learning its shape, its size, and its subtance. Eudoxus of Cnidus 408-335?.
[
Si son las llamas el precio de elevarse hasta el sol para aprender de su forma, tamaño y substancia, gustamente lo acepto]Platón en su obra Diálogo de Sócrates, publicada por W.M. Jacson, Inc. en su serie Los Clásicos, nos dice que su maestro era un activista de un rito ocultista, según leemos:
SOCRATES
pág 342Sócrates.-Sin embargo, ¡oh, hijo de Alexidemo!, en mi opinión no es ésta la mejor, sino la otra. Y creo que llegarías a pensar lo mismo, sino te vieras obligado a partir antes de los misterios, como anunciabas ayer, y pudieras permanecer y hacerte iniciar en ellos.
Pág 96- En efecto, continúo Sócrates, lo que digo parece un contrasentido, pero quizás en ello hay buena dosis de fundamento. Escucha: el precepto que siempre se enseña sobre esto a los que se inician en los misterios, que el hombre está como en un puesto de guardia y no le es lícito separarse ni huir de él, me parece algo muy grande, aunque no fácil de penetrar...
Los investigadores Michael Baigh, Henry Lincoln, en su obra El Enigma Sagrado, en la página 120, presentan la siguiente lista de grandes maestres de la sociedad satánica Prieuré de Sion:
En los Dossiers Secrets aparece una lista de los siguientes individuos como sucesivos grandes maestres de la Prieuré de Sion o, para utilizar una designación oficial, "Nautonnier", antigua palabra francesa que quiere decir "navegante" o "timonel":
ROBERT BOYLE, QUíMICO. pág 390
Robert Boyle nació en 1627, hijo menor del conde de Cork. Más adelante le sería ofrecido un título nobiliario propio que él rechazaría. Se educó en Etón, donde su director, sir Henry Wotton, estaba estrechamente relacionado con el séquito "rosacruz" de Federico de Palatinado.
En 1639 Boyle inició una prolongada gira por Europa. Pasó cierto tiempo en Florencia, donde los Medici, resistiéndose a las presiones del papa, seguían prestando apoyo a los esoteristas y científicos, entre los cuales se encontraba Galileo. Y pasó veintiún años en Ginebra, donde se interesó por diversas disciplinas esotéricas, incluyendo la demonología. Durante su estancia en Ginebra obtuvo una obra, El diablo de Mascon, que hizo traducir por un tal Pierre du Moulin, que sería amigo suyo durante el resto de su vida. El padre de Du Moulin era capellán personal de Catherine de Bar, esposa de Henri de Lorena, duque de Bar.
A su regreso a Inglaterra en 1645, Boyle estableció inmediatamente contacto con el círculo de Samel Hartlib, amigo íntimo y corresponsal de Andrea. En una serie de cartas fechadas entre 1646 1647 habla repentinamente del "colegio invisible". Declara, por ejemplo, que "las piedras angulares del Invisible o (como se llaman a sí mismos) del Colegio Filosófico, de vez en cuando me honran con su compañía".
En 1654 Boyle ya estaba en Oxford, donde se asoció con John Wilkin, ex capellán de Federico del Palatinado. En 1660 Boyle estuvo entre las primeras figuras públicas que ofrecieron lealtad a los Estuardo, que acababan de ser restaurados, y Carlos II se convirtió en protector de la Royal Society. En 1668 se instaló en Londres, donde vivió con su hermana, que estaba emparentada matrimonialmente con John Dury, otro amigo y corresponsal de Andrea. En su domicilio de Londres, Boyle recibió a numerosos visitantes distinguidos, incluyendo a Cosimo III de Medici, que más adelante gobernaría Florencia y sería gran duque de la Toscana.
Durante estos años los dos amigos de Boyle fueron Isaac Newton y Jonh Locke. Se dice que Boyle enseñó a Newton los secretos de la alquimia. En todo caso, los dos se reunían regularmente para hablar del tema y estudiar obras alquímicas. Mientras tanto, Locke, poco después de tratar conocimiento con Boyle, fue a pasar una larga temporada en el sur de Francia. Se sabe que visitó especialmente las tumbas de Nostradamus y de René de Anjou. También se sabe que estuvo en los alrededores de Toulose, Carcasona, Narbona, y, muy posiblemente, Rennes-le-Chateau...
Mientras Locke exploraba el Languedoc, Boyle mantuvo una voluminosa correspondencia con el continente. Entre sus papeles hay cartas que representan la mitad de una correspondencia sostenida con un individuo elusivo, y por lo demás desconocido, de Francia: un tal Georges Pierre, que muy posiblemente es un seudónimo. Estas cartas se ocupan extensamente de la alquimia y de la experimentación alquímica. Sin embargo, aún es más importante el hecho de que hablen de que Boyle era miembro de una sociedad hermética, a la cual también pertenecían el duque de Saboya y Du Moullin.
Entre 1675 y 1677 Boyle publicó dos ambiciosos tratados de alquimia: Incalescence of quicksilver with gold y A historical account of a degradation of Gold. En 1689 publicó una declaración oficial en el sentido de que no podía recibir visitas en ciertos días que había reservado para la experimentación alquímica. Según escribió:
Esta experimentación cumpliría con mi antigua intención de dejar una especie de legado hermético a los discípulos estudiosos de ese arte y entregar sinceramente en el papel adjunto algunos procesos, químicos y médicos, que son menos simples y sencillos que aquellos apenas lucíferos que he solido seguir y de un tipo más difícil y complejo que los que hasta ahora he publicado y más en consonancia con los más nobles secretos herméticos, o, como los denomina Helmont, "arcana majora".
Añade que piensa hablar tan claramente como pueda, "aunque los usos plenos y completos no se mencionan, en parte porque, a pesar de mi filantropía, me comprometí a guardar el secreto".
El "papel adjunto" al que alude Boyle nunca fue encontrado. Es posible que pasara a manos de Locke, o más probablemente, de Newton. En el momento de su muerte en 1691, Boyle entregó todos sus demás papeles a estos dos confidentes, así como muestras de un misterioso "polvo rojo" que figuraba de modo muy prominente en gran parte de la correspondencia de Boyle y sus experimentos alquímicos.
ISAAC NEWTON, Físico. pág 392
Isaac Newton nació en Lincolnshire en 1642. Era descendiente de la "antigua nobleza escocesa", según él mismo insistía, aunque, al parecer, nadie se tomó muy en serio tal afirmación. Se educó en Cambridge, fue elegido miembro de la Royal Society en 1672 y tuvo su primer encuentro con Boyle al año siguiente. En 1689-1690 se asoció con John Locke, y con un individuo elusivo y enigmático que se llamaba Nichola Fatio de Duillier. Al parecer, Fatio de Duilier, que descendía de la aristocracía ginebrina, paseó su altiva insolencia por toda la Europa de su tiempo. A veces, según parece, trabajó como espía, normalmente contra Luis XIV de Francia. También parece que fue íntimo amigo de todos los científicos importantes de la época. Y desde el momento de su aparición en Inglaterra, fue el amigo más íntimo de Newton. Durante por lo menos el decenio siguiente sus nombres estuvieron inextrincablemente vinculados.
En 1696 Newton fue nombrado director de la ceca real y más adelante participó en la fijación del patrón oro. En 1703 fue elegido presidente de la Royal Society. Más o menos por aquel entonces también hizo amistad con un joven refugiado protestante francés llamado Jean Desaguliers, que era uno de los dos encargados de experimentos de la Royal Society. En los años siguientes Desaguliers se convirtió en una de las principales figuras de la asombrosa proliferación de la francmasonería en toda Europa. Estuvo asociado con destacadas figuras masónicas como James Andersón, el Chevalier Ramsay y Charles Radclyffe. Y en 1731, en su calidad de maestre de la logia masónica de La Haya, presidió la iniciación del primer príncipe europeo que se hizo masón. El primer en cuestión era Francois, duque de Lorena, quien, tras su matrimonio con María Teresa de Austria, se convirtió en Sacro emperador Romano.
No hay ningún testimonio de que el propio Newton fuera masón. Al mismo tiempo, sin embargo, era miembro de una institución semimasónica, el "Club de Caballeros de Spalding", que incluía figuras tan notables como Alexander Pope. Así mismo, ciertas actitudes y obras suyas reflejan inquietudes compartidas por figuras masónicas del período. Al igual que muchos autores masónicos, por ejemplo, estimaba a Noé, más que a Moisés, como fuente esencial de sabiduría esotérica. Ya en 1689 había iniciado lo que el consideraba como una de sus obras más importantes: un estudio de las monarquías antiguas. Esta obra, The cronology of ancient kingdoms amended, trataba de establecer los orígenes de la institución monárquica, así como la primacía de Israel sobre otras culturas de la antigüedad. Según Newton, el judaísmo antiguo había sido depositario del conocimiento divino, que posteriormente se había diluido, corrompido y perdido en gran parte. Sin embargo, él creía que parte de dicho conocimiento se había hasta Pitágoras, cuya "música de las esferas" era, a juicio de Newton, una metáfora de la ley de gravedad. En su intento de formular una metodología científica precisa para la datación de los acontecimientos, tanto de las Escrituras como de los clásicos, utilizó la búsqueda del Vellocino de Oro por parte de Jasón como acontecimiento fundamental; y, al igual que otros escritores masónicos y esotéricos, interpretó dicha búsqueda como una metáfora alquímica. También trató de discernir "correspondencias" o correlaciones herméticas entre la música y la arquitectura. Y, al igual que muchos masones, atribuyó gran importancia a la configuración y las dimensiones del Templo Salomón. A su modo de ver, dichas dimensiones y configuración ocultaban fórmulas alquímicas; y él creía que las antiguas ceremonias que se celebraban en el templo llevaban aparejados procesos alquímicos.
Para nosotros fue una revelación el hecho de que Newton se preocupara por estas cosas. Ciertamente, no concuerdan con la imagen de Newton que se promulga en nuestro propio siglo, la imagen de un científico que estableció de modo definitivo la separación entre la filosofía de la naturaleza y la teología. En realidad, sin embargo, Newton más que cualquier otro científico de su época, estaba empapado de textos herméticos y en sus propias actitudes reflejaba la tradición hermética. Persona profundamente religiosa, le obsesionaba la búsqueda de una unidad divina y de una red de correspondencias inherentes a la naturaleza. Esta búsqueda le llevó a la exploración de la geometría y la numerología sagrada, el estudio de las propiedades intrínsecas de la forma y el número. En virtud de su asociación con Boyle, era también un alquimista practicante que, de hecho, atribuía una importancia primordial a su obra alquímica. Además de los ejemplares anotados personalmente de los manifiestos "rosacruces", en su biblioteca había más de cien obras alquímicas. Una de ellas, un volumen de Nicolas Flamel, la había copiado laboriosamente a mano. La preocupación de Newton por la alquimia continuó durante toda su vida. Mantuvo una correspondencia voluminoso y críptica sobre el tema con Boyle, Locke, Fatio de Duillier y otros. Era una de las cartas incluso aparecen borradas ciertas palabras clave.
Si las inquietudes científicas de Newton eran menos ortodoxas de lo que habíamos al principio, lo mismo ocurría con sus opiniones religiosas. Era fanáticamente hostil, aunque de un modo callado, a la idea de la Trinidad. También repudiaba el deísmo que estaba de moda en su tiempo y que reducía el cosmos a una vasta máquina mecánica construida por el Ingeniero Celestial. Puso en duda la divinidad de Jesús y coleccionaba ávidamente todos los manuscritos que trataban de ella. Dudaba de la autenticidad completa del Nuevo Testamento y creía que ciertos pasajes del mismo eran corrupciones interpoladas del siglo V. Se sentía profundamente intrigado por algunas de las primeras herejías gnósticas y escribió un estudio sobre una de ellas.
Alentado por Fatio Duillier, Newton mostró también una simpatía notable y sorprendente por los comisardos o Profetas de Cévendes, los cuales, poco después de 1705, empezaron a aparecer en Londres. Llamados así a causa de sus túnicas blancas, los comisardos, como los cátaros antes que ellos, habían surgido en el sur de Francia. Al igual que los cátaros, se oponían con vehemencia a Roma y recalcaban la supremacía de la gnosis o conocimiento directo de la fe. Al igual que los cátaros antes que ellos, ponían en entredicho la "divinidad" de Jesús y habían sido suprimidos brutalmente por la fuerza militar: de hecho, fue como una versión del siglo XVIII de la cruzada contra los albigenses. Expulsados del Languedoc, los herejes encontraron refugio en Ginebra y en Londres.
Pocas semanas antes de morir, Newton, ayudado por unos cuantos amigos íntimos, quemó sistemáticamente las numerosas cajas de manuscritos y papeles personales.
JOHANNES KEPLER
En la obra Grandes Enigmas de la editorial Océano se nos dice de Johannes Kepler lo siguiente:
Nacido en 1571 en la población alemana de Weil, Johannes Kepler se convirtió a la edad de 23 años en profesor de astronomía en la universidad de Gratz. Las tareas de cualquier astrónomo tenían todavía mucho de astrólogo y al joven no le costó trabajo aceptar el puesto, ya que en su familia había curiosos antecedentes. Su madre era una auténtica bruja, echadora de cartas y pitonisa que tuvo serios problemas con la Inquisición y permaneció largo tiempo encerrada. Kepler tuvo que vivir largo tiempo de practicar la interpretación de los astros y de preparar horóscopos...
A pesar de sus aciertos, se ha venido acusando a Kepler de haber cometido el error de creer en la música celestial emitida por los planetas al trasladarse en torno al Sol, la cual no puede ser captada por el oído humano. No era el primero en afirmar tal cosa. Veinte siglos antes, Pitágora había hablado ya de esa música de los planetas.
En su autobiografía el mismo Kepler afirma: "un benevolente demonio me tomó y me llevó a la luna donde me mostró las leyes del cosmo"
ALBERT EINSTEIN, FíSICO
Promotor de la teoría de los Brujos
La revista más allá de la Ciencia, en su mográfico nº 18 /10/1996, "Fenómenos Paranormales que Cambiaron la Historia", página 62, nos dice:
Su búsqueda de nuevas explicaciones para las inquietudes del alma le llevaron a leer- quizá por "casualidad"- el libro La Doctrina Secreta de la ocultista Helena Petrovna Blavatsky, fundadora en 1875 de la Sociedad Teosófica. Blavatsky fue una orientalista que, a pesar de no tener estudios, escribió todo un tratado sobre el mundo y los conocimienots ocultos y filosóficos reservados a unos pocos. Entre otras cosas, la autora custionaba los conocimientos heredads de los filósofos griegos Demócrito y Leucipo, cuando afirmaban que los átomos eran "la ultérrima parte de la materia y, por lo tanto, indivisibles; al unirse provocan el llegar a ser y, al separarse, el llegar a desaparecer".
Einstein, lector asidio y fascinado de la obra de Blavatsky, según lo informó el periodista especializado en física nuclear Jack Brown, declaró en cierta ocasión a este reportero: "Es un libro muy extraño y le he dicho al profesor Heisenberg, mi compañero en los estudios de Física, que adquiera una copia y la tenga en su escritorio". Einstein llegó a aconsejar a su colega que se sumergiera en la lectura de dicha obra cuando estuviera abrumado por algún problema, con el fin de relajarse e inspirarse.
Intrigado por las enseñanzas de Blavatsky, Einstein comentó al periodista: "Por ejemplo, he aquí algo que me intriga. Yo estoy asombrado de cuánto puede significar esto en Física moderna". Y, cogiendo el libro, leyó con voz suave, pero con cierta emoción: "Basta esto para mostrar cuán absurdas son las admisiones simultáneas de la no divisibilidad y de la elasticidad del átomo. El átomo es elástico, luego el átomo es indivisible y debe estar compuesto de partículas o subátomos". Mientras cerraba el libro- concluye Brown-, Einstein agregó: "Hay dos afirmaciones significativas de ella que encuentro muy interesantes".
Después de éste y de otros comentarios sobre la Doctrina Secreta, se puede concluir, sin caer en una afirmació gratuita, que el insigne científico, sencillamente tradujo los conocimientos de la Filosofía y la Metafísica del libro a puras fórmulas matemáticas.
El investigador John Keel nos declara que las ideas de Teoría de la relatividad de Einstein las recogió de los defensores de extraterrestres, según lo leemos en la página 119:
Long before Albert Einstein published his famous theory of relativity in 1905, Einsteinian ideas were being expounded by the ultraterrestrials and published by enthused percipients. The Big Bang Theory currently in favor with leading astronomers is that the universe began when all matter condensed into a single enormous body, which then exploted. The fragments of that explosion, including our own solar system, are now hurling outwards from the center al tremendous velocity, but eventually they will follow the curvature of space as envisioned by Einstein and return to reform a new central body. Then the whole cycle will start over again. Cyrus Teed and his ilk have been talking about this same thing in their own peculiar way for centuries.