El brujo en México se nacionalizó con el nombre de nahual. La imaginación popular lo representaba bajo figuras espantosas y extravagantes... Se dice que era un indio viejo transformado en animal por los años, un anciano de ojos escoriados y sin pestañas, de rostro despellejado, dientes blanquísimos, sonrisa diabólica, grandes uñas y cubierto de plumas (la gente vulgar afirmaba que le salían en lugar de cabello).
Los nahuales se transforman en serpiente, lobos o coyotes, se esconden en matorrales o en la espesura del bosque para acometer a sus víctimas... Atacan a los viajeros solitarios, cuando se distrae, se ve asaltado por una bestia que lo hiere y es despedazado sin piedad. Si se es enemigo de éstos, nunca se saldrá librado. El nahual deposita en ellos un tiesto una angulosa y cortante guija debajo de la piel de su adversario, nadie lo percibe cuando actúa. La guija o tiesto se transformará en una dolorosa llaga incurable y eterna.
El nahual dirige miradas terribles y espantosas a quien desea hacer el daño, en seguida, se dirige en el suelo o en un muro delinea los perfiles del rostro de su víctima y en el lugar correspondiente a las sienes fija una espina, en el mismo instante, la persona sentirá un intenso dolor en la cabeza, éste no desaparecerá a no ser que el brujo lo extraiga por conjuros y ensalmos.
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