MUJERES SOBRESALIENTES

GRANDES MUJERES HONDUREÑAS

Profesora Visitación Padilla
Antes del 25 de enero de 1954, la mujer hondureña tenía un espacio muy limitado en el accionar de la vida nacional. Sus participaciones no tenían la trascendencia que ameritaba su intelecto y su decisión por contribuir al engrandecimiento del país, pasaba desapercibida.

Durante el siglo XIX y gran parte de la mitad del siglo XX, sus nombres no brillaban con todo el resplandor que esparcían sus valiosos en las letras, de su pensamiento político, en la noble misión de la enseñanza, en la contribución para forjar los valores cívicos y morales, en las tareas construir la nueva sociedad hondureña.

Novelista Lucila Gamero de Medina
Exponente de la intelectualidad femenina de Honduras, nació en Danlí en 1873 dedicándose desde muy joven a escribir ya que apenas contaba con 23 años cuando publicó su novela “Adriana y Margarita”. La obra que selló su nombre en la literatura hondureña “Blanca Olmedo” refleja como lo define Julio Escoto “el poder seductivo del verbo”.

Pese a esas barreras levantadas por la marginalidad de la que eran víctimas, las mujeres hondureñas no desfallecían en sus propósitos para que se les otorgaran sus derechos de participación y con estoicismo muchas de ellas se lanzaron a la lucha para incursionar en los campos que los hombres habían tomado en ostensible discriminación al género femenino.

Figuraron así, decididas mujeres que comenzaron a romper los velos de la desigualdad, a escribir para que se les tomara en cuenta, a pintar para que conocieran su arte, a participar con muchas reservas en los movimientos políticos donde únicamente se les tomaba en cuenta como elementos de apoyo.

Surgen entonces con valentía y decisión una Visitación Padilla, maestra y enjundiosa escritora cuyas obras contenían altos conceptos políticos y firmes propósitos de obtener para la mujer hondureña el derecho a participar como ciudadanas en la vida de la nación. Mujer de origen humilde, nacida en Talanga organizó en 1923 la primera agrupación femenina y emprendió con grandes esfuerzos obras a favor de la niñez.

Teresita Fortín
Nació en Yuscarán en 1885, comenzó a pintar como un pasatiempo, pero el arte que fluía de sus prodigiosas manos se consagró con las enseñanzas de sus grandes maestros Pablo Zelaya Sierra y Max Euceda. Teresita plasmaba en sus lienzos situaciones y personajes sin el abuso de los colores, con el dominio de luces y sombras en cada una de sus obras. Sus ojos cansados de pintar se cerraron cuando arribó a los 97 años dejando su nombre en la galería de los grandes artistas del pincel en nuestro país.

Argentina Dias Lozano
Novelista y periodista copaneca, orgullo de las letras hondureñas, nació en 1912 y la mayor parte de su vida literaria tuvo como escenario la tierra guatemalteca. Con su novela “Peregrinaje” ganó en 1943 el concurso latinoamericano patrocinado por la Unión Latinoamericana y en 1968 el Estado de Honduras le reconoció sus méritos al otorgarle el Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa.

Francisca Raquel Navas Gardela
Más conocida en el ámbito de las letras hondureñas como Paca Navas de Miralda. Nació en Juticalpa en 1900 pero muy joven dejó las pampas olanchanas y emigró con sus padres al puerto de La Ceiba. Fina escritora e inspirada poetisa vivió unos años en Guatemala donde editó su más reconocida obra, la novela “Barro” falleciendo en Estados Unidos en un condado de Washington donde había fijado su residencial en 1971.

Clementina Suárez
La poeta olanchana que vio la luz del mundo en 1906, representó una época de gran significación en la poesía hondureña. Poseedora de una gran sensibilidad, Clementina hizo vagar su espíritu entre el danzar de las musas con su primera gran inspiración “Corazón Sangrante” en 1930. Su vida fue cegada por criminales que se aprovecharon de su soledad para ensangrentar sus manos y arrebatarle a la patria a una de sus más inspiradas hijas.

Serafina Cruz de Milla
Inspirada compositora nacional originaria de Nueva Ocotepeque, autora de muchas canciones con sabor hondureño siendo una de las más conocidas “Maizales”. Doña Serafina nació en 1914 y dedicó toda su vida al arte como igual lo hizo la sampedrana Lydia Handal compositora del Bananero y Jamás.

A estas distinguidas hondureñas a las que hoy les rendimos tributo al avecinarse el Día de la Mujer hondureña, hay que sumar los nombres de otras valiosas exponentes del feminismo que a finales de los años cuarenta y en los primeros de la década de los cincuenta, emprendieron la gran lucha para obtener sus derechos políticos y ciudadanos como María Trinidad del Cid, Carmelina de Moncada, Olimpia Varela y Varela, Elvira de Díaz Medina, Juanita de López Pineda, Estela de Pineda Uguarte, Alma de Salgado, Alba Alonzo de Quezada, Corina Fálope, María Luisa Soto, Antonia Suazo, Victoria Buchard, Natalia Mazier y tantas otras que alzaron sus voces y trabajaron arduamente para lograr que el 25 de enero de 1954 se emitiera el Decreto que dio paso a su gran conquista, igualdad con el hombre en sus derechos civiles.

Novelista y periodista Argentina Díaz Lozano
Mujeres excepcionales lo fueron aquellas que a la muerte de sus esposos se convirtieron en exitosas empresarias como doña Enriqueta Girón de Lázarus que mantuvo por muchos años la más fuerte cadena de cinematógrafos en Honduras y doña Rosario Sagastume de Ferrari al frente de la primera emisora comercial del país, HRN.

Esta semblanza quedaría inconclusa si no le hiciéramos un reconocimiento a las primeras mujeres que incursionaron en la política para obtener el respaldo del pueblo a través de los votos y llegar en 1957 por primera vez en la historia de Honduras al Congreso Nacional en condición de diputadas, Carmen Griffin de Lefebre, Carmen Meléndez de Cálix Oliva y Erlinda Landa Blanco de Bonilla.

Nuestro saludo a todas las mujeres hondureñas, a las profesionales, a las obreras, las campesinas, a todas, jóvenes y ancianas que el próximo viernes 25 celebrarán el día que en el calendario cívico se les ha consagrado.