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La revolución soñada
Rocío Castro Morgado


Palabras de Presentación de la novela ¿Por qué lloras, Candelaria?
en la Feria Internacional del Libro . Lima, sábado 5 de julio del 2003



Se podría afirmar que uno de los asuntos que asedia esta novela es la revolución.

Como prueba, podríamos esgrimir la cuidadosa documentación histórica de los acontecimientos que desencadenaron la protesta del pueblo puneño por los vejámenes del 27 de junio.

Sus causas, desarrollo y consecuencias son descritos con una claridad y fluidez no exentas de emoción .

Una vibración épica impulsa las marchas, le presta alas a los volantes, hace flamear banderolas, enronquece la voz de los jóvenes y propicia, en el fragor de la batalla, el sacrificio heroico.

Me pregunto si Candelaria, la humilde vendedora del mercado, esa madre de nueve niños que “olvida su gordura, sus várices, sus riñones maltratados” y, en vez de ponerse a buen recaudo, acude a ayudar a los jóvenes que se ahogan con el humo de las bombas, hasta que una bala perfora sus intestinos, no es un paradigma visible de la maternidad.

Existe una imagen detrás, de índole subliminal, emparentada con lo sagrado, que subyace en el imaginario colectivo y se sitúa tras bambalinas en esta historia: la virgen de la Candelaria, uno de los rostros de la pachamama, la madre universal, que llora por sus hijos.

A ella, el pueblo puneño le tributa cada año un espléndido homenaje. El título de la novela parece sugerir tal filiación.

Si así fuera, la estructura argumental exige oponentes o contrarios. En esta historia son femeninos : la señora Emperatriz una dama cargada de prejuicios que se impone a sus hijas y, en cierta medida, la Primera dama de la nación, doña Consuelo de Velasco.

La primera rige los destinos de la protagonista desde la dimensión doméstica, familiar. La segunda, se impone al colectivo ciudadano. Ambas actúan como detonantes de los sucesos en dos planos: el público y el privado.

En el escenario público se movilizan las masas en un brote de insubordinación política. El ámbito privado es la arena donde se librarán las arduas batallas de la pasión amorosa y se destejerá la trama del inesperado desenlace.

En el primero notaremos que los personajes se expondrán a balas y bombas. En el segundo, cuando la mentira esté a punto de imponerse, la esperanza despertará con el mágico fulgor de las caricias, para enfrentar nuevamente un entorno social adverso, por las obligaciones adquiridas.


Volvamos a las oponentes: son semejantes y diferentes. Ambas ejercen un manejo despótico del poder que detentan y reflejan una posición ideológica .

Sus actitudes son incoherentes porque plantean un divorcio entre el lenguaje y los referentes .

La madre y la primera dama de la Nación se amparan en los más altos principios en el plano del discurso: el amor y la felicidad en el primer caso; el bienestar del pueblo , en el segundo.

Pero ambas renuncian al diálogo. Ninguna es capaz de someter sus supuestos a las consideraciones del otro. Y el otro solicita protección y amparo, no sólo a la persona sino al rol que ellas personifican. En un caso es la hija adolescente ante la madre; en el otro, el pueblo ante su primera Dama. Pero ellas, arbitrariamente, decididen la suerte de los demás.

Lo curioso es que la hija no tiene la posibilidad de optar ni rebelarse. La madre miente u oculta hechos .Y ante la brutalidad de la muerte del amado, sólo le queda acatar sus suerte como un destino trágico.

El pueblo sí se rebela. A pesar del temor por la feroz represión. Hay espacio para el homenaje a las víctimas, el duelo y la reivindicación arrancada con sangre y sacrificio.

Después de 20 años, María Teresa regresa a la ciudad de la que huyó. Era una adolescente idealista y enamorada. Se arma de valor para culminar el duelo y cerrar el más doloroso capítulo de su vida. Busca una lápida y encuentra el andamiaje de un engaño.

Experimenta que es posible continuar la historia trunca, cuando reúne piezas de un rompecabezas de vestigios y sospechas, con cartas que no llegan a su destino, silencios culpables y una maraña de mentiras.

María Teresa, sorprendida, advierte los cambios en su anatomía debidos al paso inexorable de los años, justo cuando experimenta que el tiempo parece haberse detenido.

Es posible sentir que la piel envejece mientras que los sentimientos que iluminaron su alma permanecen. Parece que el espejo que da cuenta pormenorizada de las arrugas y los kilos de más alcanza a reflejar su inalterada pasión adolescente. La María Teresa que es vibra con la misma intensidad de la que fue.

Transfigurar el tiempo y el espacio e instaurar un orden nuevo es revolucionario. Que seres humanos efímeros, eventuales, alcancen mediante la accesis del dolor atisbos de la eternidad es subversivo. Ésa es la propuesta de una revolución erótica.


No quisiera insistir en algunas característica que hacen que esta pasión adolescente y madura se asemeje a la fabulada por moldes clásicos. El drama en el que se ven envueltos los Capuleto y los Montesco podrá atestiguar - como sugiere la protagonista- las trabas sociales que sortea una Eduardo de Amat para unirse a un Huanca Pari.

Y tal vez, Otelo, el guerrero moro, en su Venecia del siglo XVI podría rendir testimonio del estigma de este joven rebelde de tez cobriza y cabello lacio cuando eligió a su huallatita. Por citar a Shakespeare.

Además de constatar que la literatura vuelve a cuestionar prejuicios vigentes, esta novela es un acicate para exigir un acto revolucionario desde lo cotidiano.

En la contraportada del libro, Dorian Espezúa señala que en la obra intervienen circunstancias reales, históricas, verificables y otras ficticias. Insiste en que la historia de Pavel y María Teresa “pertenece plenamente a la ficción”.

Con el riesgo de que se considere que éste es un desafuero lírico quisiera defender la existencia “real” de Pavel y María Teresa.

No sólo proponiendo -como afirma Vargas Llosa- que un novelista en cada acto de escritura perpetra una suerte de “streap tease” al revés. Es decir vela espacios, acciones e individuos que nacen de su fuero íntimo, de sus inconfesados deseos, de sus secretas obsesiones, sus más recónditos sueños.

Tales fantasmas encubiertos proponen al mundo real, un desenlace distinto y quizá “más justo” que el que alguna vez padecieron en los fueros de la realidad.

Mi intención es , más bien, insistir en que la verosimilitud de esta historia ficcional; esa amalgama de atributos que ubica a los personajes en la dimensión clásica de la literatura y en nuestro imaginario personal, es la columna que sostiene la historia épica. Por ello, la novela de Zelideth es literaria .

A su influjo, nosotros, lectores -por obra y gracia de la existencia de los personajes y por intercesión del final abierto que propone la autora- sentimos con María Teresa y Pavel que aún en medio de los vientos adversos y las aspiraciones frustradas tenemos el derecho de hacer realidad nuestra revolución soñada.


Rocío Castro Morgado

Feria Internacional del Libro . Lima, sábado 5 de julio del 2003