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¿Ateísmo y panteísmo, en la misma persona?
¿Cómo es posible que estas dos características filosóficas aparentemente contrapuestas (de hecho, contrapuestas en su misma etimología) puedan ser compatibles? (Me parece escuchar voces airadas que dicen que no lo son...) Una prueba de la compatibilidad de ateísmo y panteísmo, en formas más o menos comunes, se encuentra en mi persona. Sin embargo, tales ideas subjetivas son muy poco útiles, así que tendré que explicarlas; trataré así de justificarme, y de vindicarlas en el proceso. Hablemos claro, en principio. Mi definición de ateísmo es la compartida por la mayoría de los ateos, es decir, la no creencia en la existencia de Dios (una fuerza sobrenatural, personal, eterna, omnisciente, bondadosa, creadora y trascendente), pero no porque se nos antoje, si no porque tal idea es la más consistente con la realidad que observamos. Bajo esta definición, un ateo que comprobara evidencias de la acción divina en el mundo debería en principio suspender su presunción (efectuada en interés de la economía de hipótesis) de que Dios no existe, y examinar lo que tiene. Una evidencia convincente transformaría a un ateo de esta clase (que llamamos ateísmo negativo) en un teísta, aunque no en un creyente, porque la fe/creencia no estaría involucrada. De todas formas, hay algunas cosas que el ateo debe creer sin pruebas: el tipo de cosas sin las cuales no se puede construir ningún sistema lógico que pueda sobrevivir al mundo. Es decir, axiomas. Uno de los axiomas del ateo (de la clase que tengo en mente, al menos) es el de naturalismo o materialismo, que postula que todo lo que existe es por definición parte de la naturaleza material, y por lo tanto sujeto a leyes naturales. Esto elimina toda posibilidad de creer en un Dios trascendente, que sea más grande que el universo o pueda romper las leyes físicas. Un ateo que encontrara evidencia de Dios debería, por este axioma, examinarla como lo haría con evidencia de cualquier otro fenómeno material, y buscar una explicación en las leyes naturales. No cabe la posibilidad de la trascendencia; si Dios existe, puede ser una entidad poderosa que utilice las leyes físicas para producir lo que nosotros llamaríamos milagros, pero no puede estar fuera del universo, porque éste es por definición todo y lo único que existe. (Esto no significa que lo inexplicable, como las remisiones "espontáneas" de enfermedades, o el amor, o las visiones místicas, no existan. Simplemente supone que todas estas cosas tienen, a fin de cuentas, una explicación material y susceptible de ser aprehendida por el intelecto, si bien no la hemos encontrado.) Ahora bien, si el ateo supone que el universo es todo y lo único que existe, entonces cualquier Dios que tenga oportunidad de encontrar debe estar incluido en el universo. Esto no nos deja muchas alternativas. Un ser estrictamente incluido en el universo sería menor que éste y susceptible de ser sobrepasado por otro. El Dios que el ateo puede encontrar debería, por lo tanto, coincidir con el universo. Y aquí tenemos nuestro puente, el que nos lleva del ateísmo al panteísmo. Esta visión del mundo implica la divinidad del universo: pan-theos, "todo-[es]-Dios" (y por supuesto los términos pueden invertirse). El panteísmo postula que Dios y el mundo son la misma cosa; al hacerlo, el universo se vuelve sagrado y digno de adoración. Es posible que ciertas personas encuentren difícil esta proposición. La mayoría de las religiones postulan que Dios es superior al universo y lo dirige, al menos en parte; el mundo visible es una manifestación de la gloria de Dios, o de su poder, y depende de su voluntad para sostenerse. El ateísmo per se no emite juicios sobre los orígenes del universo, aunque muchos de los que los buscan sean ateos. En general, el ateo considera que Dios es una creación del hombre, un concepto sin existencia real justificado por la desesperación o la imposibilidad de comprender todo lo que nos rodea. (Así lo creo yo también, al menos sobre los dioses de todas las religiones teístas tradicionales.) Así pues, en esta visión opuesta al teísmo, Dios es producto del hombre en vez de al revés, y por lo tanto es mayor que él sólo en teoría, y mucho menor (una mera proyección) en realidad. El panteísmo compatible con el ateísmo, del que hablo desde el comienzo de este artículo, es una visión del mundo que toma en cuenta los supuestos del ateísmo pero se resiste (comprensiblemente) a abandonar las ideas de lo sagrado. Es una tarea difícil, puesto que en primer lugar la coincidencia del universo con Dios es una paradoja para cualquier persona con una definición más o menos tradicional de Dios como ser trascendente. Buscando causas y efectos, como Tomás de Aquino en una de sus Cinco Vías, nos parece que, o bien el universo produjo a Dios (es decir, la complejidad del mundo hizo que los hombres creáramos a un dios para explicarla), o bien (y ésta es la visión de la inmensa mayoría de los seres humanos) Dios creó el universo; un universo autocontenido, autocausado, que no tuvo un creador, se nos antoja ridículo (y de hecho es una crítica frecuente entre los apologistas menos iluminados). El que el Dios de ellos tenga estas características no parece importante... Así pues, el panteísmo resuelve la paradoja llamando Dios al universo. Y esto no es sólo una operación de poner una etiqueta divina al mundo. El universo que vemos es asombroso en muchos sentidos. No es casual que los que buscan demostrar a Dios recurran, si no a la lógica, a la dinámica del mundo, con sus leyes y sus cambios, sus sorpresas, su diversidad: lo que muchos llaman la Creación, y donde ven reflejadas sus ideas sobre Dios: la ubicuidad, el permanente "estar allí", el poder de muchas clases de furia y de muchas clases de amor, la vida. El panteísmo actúa en dos niveles: en el nivel filosófico, elimina los problemas de la causalidad y de la trascendencia; en el nivel religioso, sacraliza el Todo, eliminando la necesidad de admirar las cosas como reflejos de algo más, y haciendo del asombro adoración y plegaria. Claro está que esta "solución" no sirve para todos. El teísta menos perspicaz quizá proteste que este materialismo religioso simplemente transfiere la adoración desde Dios hacia las cosas creadas, es decir, se reduce a idolatría. Otro puede opinar que conduce al relativismo; si todo es Dios y sagrado, ¿qué significados tienen estas palabras? ¿No es cierto que "los que no creen en nada terminan creyéndose todo? ¿No será esta ingenuidad la única vía del ateísmo al panteísmo? Ante eso debo decir no, y explicar por qué no lo creo así. Parto de la base de que "relativismo" no es una mala palabra.[1] No es lo mismo tener una visión relativista de la moral, lo cual quiere decir que la moral es variable según personas y circunstancias, que tener una visión completamente amoral. El teísta deriva su moral de su concepto de Dios, y por lo tanto la asume como absoluta e invariable. El ateo la deriva de las necesidades humanas, de los imperativos de su biología y su ambiente, y de su visión filosófica, entre otras cosas; ésta es de hecho la elección por defecto y la más sensata cuando no se posee la creencia en absolutos. El panteísta no tiene, que yo sepa, una moral específica de su creencia, aunque sin duda ésta debe incluir en casi todos los casos una idea de respeto a la diversidad, tanto entre los seres humanos (en lo que se refiere no sólo a tolerar, sino también a disfrutar y enriquecerse con las variadas formas de la religión, el amor o el arte), como en la Naturaleza (donde seguramente estará consciente de la posición del hombre en el conflicto ecológico, y atento a no perjudicar la gran trama de la vida). Ésta es la parte "activa" de la creencia panteísta. La parte "pasiva" (nótense las comillas) incluye la meditación y el puro asombro sobre las infinitas, inagotables formas del Todo. Vale la pena aclarar algunas confusiones aquí. El panteísmo no debe confundirse con el panenteísmo, que es típico de algunas corrientes progresistas cristianas. El panenteísmo ve a Dios en todas las cosas, pero también más allá. Una frase panenteísta muy común es "admirar la gloria de Dios en su Creación". Si éste es un pensamiento sincero, es loable, pero desgraciadamente suele ser poco más que un disfraz, y aun entre los creyentes honestos puede dejar paso rápidamente a una mera admiración física, natural pero superficial. El neopaganismo, que es por lo que sé bastante panenteísta (además de politeísta en algunos casos), me parece un enfoque más auténtico, ya que parte de lo opuesto que el monoteísmo tradicional, aunque de hecho es posible que termine, entre sus practicantes menos profundos, en un punto muerto, con una personalización exagerada de las fuerzas de la naturaleza que se reduce a la fabricación de ídolos de escaso poder y ninguna trascendencia. El panteísmo moderno y científico tiene las herramientas para ser compatible con una visión por defecto atea del mundo,[2] y a la vez tanto científica como religiosa. Porque nadie puede protestar ante la idea del Dios/Universo panteísta en cuanto a su consistencia. No se está presuponiendo nada nuevo excepto que el asombro ante el mundo pueda ser más que una emoción ingenua. Tampoco se presentan los problemas del Dios que es Bondad y Amor y que sin embargo no impide el mal a pesar de su omnipotencia. No se pide al practicante ninguna "suspensión del descreimiento". Desde luego, existe el problema de la ambigüedad moral, pero el panteísta que además es ateo ha reconocido que la moral no es absoluta ni proviene de una fuente externa, perfecta e incambiable; el ateo sabe esto sin más, pero el panteísta puede añadir una idea: que la moral puede ser derivada de los efectos que las acciones producen sobre la trama del mundo; que todo lo que hay en él tiene un lugar y la acción moral debe intentar preservarlo, si es el correcto, o cambiarlo, si no lo es (y para reconocerlo, desde luego, debe estudiar el contexto antes). Esto, claro, no es prerrogativa del panteísta sino que está al alcance de cualquier persona consciente; el panteísta simplemente ha reconocido su consciencia por lo que es en el gran esquema de las cosas. Así pues, el ateísmo (no-Dios) es casi un paso previo al panteísmo (todo-Dios); el salto es meramente conceptual y de auto-reconocimiento, no de fe. El ateo que rechaza esta idea sólo porque no desea ser asociado con movimientos religiosos o místicos de ninguna clase debería reexaminar los supuestos increíblemente sencillos del panteísmo. El panteísta es religioso en el sentido etimológico de re-ligatio, reunión o reconexión; el ateo puede aprender mucho de una unión que todos los seres humanos necesitamos (la aceptación del mundo y de nuestra total inmersión en él) y que el panteísta admira con una pasión plena, sin añadir axiomas ni absolutos. Notas[1] Para las religiones teístas dogmáticas, el relativismo es malo en sí, porque transfiere la validación de las leyes y la moral al hombre, en vez de tomarlas de Dios. Desde luego, en realidad los que aprueban la moral religiosa son los que se han autoelegido para representarlo y dicen estar inspirados por Él. [Volver] [2] Sostengo que la visión del mundo de alguien nacido y criado fuera de un ambiente teísta debe ser atea, porque es consistente con todo lo visible. Algunos estudiosos dirán que la creencia en lo sobrenatural es innata, o que Dios es un arquetipo inescapable; reconozco que esto es posible, pero eso no implica el mantenimiento de la creencia en la madurez, ni que estemos predestinados a creer y sostener una doctrina, no importa cuán amplia. En todo caso, el Dios arquetipal puede ser el Dios/Universo panteísta... [Volver]
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