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(Éstas son reflexiones azarosas, ambiguas y más poéticas que prácticas,
como las que surgen después de un día duro y en una noche de insomnio luego de
que el cansancio vence a las energías del sufrimiento. Queden los lectores advertidos.)
Palabras clave: felicidad, estoicismo, filosofía, meta, destino,
oportunidad, casualidad, fatalidad, propósito, sentido, Buda, Marco Aurelio, Meditaciones,
Stoa.
El que busca la felicidad intentando cumplir sus sueños casi siempre fracasa. Los sueños más materiales dejan de serlo pronto y no satisfacen, justamente por ser materiales; los más sublimes no se cumplen o funcionan mal luego de un corto período de ilusión. Muchos jamás tendremos oportunidad de plantearnos estas disquisiciones. Tenemos que seguir adelante con sueños imposibles como inspiración, pero no como fuente de felicidad.
Buda descubrió que la fuente del dolor es el deseo; el deseo de alcanzar un objetivo como prerrequisito sine qua non para ser felices (o para suprimir el dolor) es un contrasentido. Marco Aurelio escribió: "Todo es mezquino, efímero y está a punto de perecer" (Meditaciones, VI, 36). Y aun así reafirmó el valor de la voluntad humana en un mundo que no está hecho para satisfacerla. En el medio de esta devastación que es el mundo, en el medio de la desesperación, de la indiferencia, de la muerte sin sentido, tenemos que encontrar felicidad y sentido, que serán momentáneos, efímeros, preciosos como pequeñas gemas únicas entre el barro.
Dicen que el que busca encuentra, pero ¿encuentra algo más de lo que buscaba? La verdadera felicidad es casual, un pez que nos cae en la mano al meterla al agua de un arroyo. ¿Cuánto más valor tiene un hecho feliz cuando ocurre por casualidad? No está mal mendigarle al universo un toque de sorpresa, de emoción, de amor, pero el mendigo debe conservar su dignidad y tener siempre presente que el mundo no le debe nada. Es sabido que podemos trabajar hasta la extenuación, soportar agravios sin chistar, sofocar odios y amores, ir en contra de nuestro genio mil veces, y aun así no ganar felicidad, ni siquiera un sustituto de ella. Cuántas veces hemos reflexionado, después de estos trabajos, que vale más algo por lo que costó obtenerlo, como si a alguien le pagásemos ese costo. ¡Como si el momento pasado existiera todavía! Reflexionemos mejor y veremos que la felicidad mejor es la que brota de nuestro propio ser, ahora, y no la que se arranca de otro suelo o se conquista con sufrimiento.
Estoicismo es contemplar el mundo y extender la mano sin propósito, sin sentido, sin intención de retenerlo. El tiempo corre hacia la aniquilación; las cosas se deshacen; las personas mueren; todo está verdaderamente a punto de perecer. Estoicismo es ver a la cara del mundo y levemente sonreírle, bajar los ojos y disfrutar lo que es sin lamentarse por lo que podría ser... ni buscarlo.
Pablo D. Flores, enero de 2003
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