Biblioteca de Referencias
Herencia Cristiana
LOS CRIPTOJUDIOS Y LA INQUISICIÓN
Por Matilde Gini de Barnatán
Solemne
Auto de Fe celebrado en Mexico en 1649
Auto da Fe
del 8 de diciembre de 1596.
Francisco Rodríguez,
portugués, mozo soltero, natural de San Vicente de Abeorou en el reino de
Portugal, por sospechoso y encubridor en la guarda y observancia de la Ley de
Moisés y por fautor de herejes.
Cien azotes
y destierro de México por dos años precisos.
Auto
de Fe del 8 de diciembre de 1596 – Relajados en persona (Muerte en la
hoguera).
Doña
Francisca de Carvajal, viuda, mujer que fue de Francisco Rodríguez de Matos,
natural de Benavente en los Reinos de Castilla, que fue quemada en estatua y
huesos, de casta y generación de judíos, fue reconciliada por este Santo
Oficio en año noventa por la guarda de la Ley de Moisés, relapsa en ella,
impenitente ficta simulada, confitente, fue condenada a auto, coroza y hábito
con insignias de fuego y relajada en persona y entregada a la justicia y brazo
seglar y con confiscación de bienes.
Mezcla
de ceremonia religiosa y festejo popular, los autos de fe eran el castigo público
de los penitenciados por el tribunal de inquisición: aquello que el pueblo
conocía de los “Archivos Secretos”: sumarios, procesos, y actuaciones de
los condenados por el Santo Oficio. Los autos de fe, junto con los Estatutos de
Limpieza de Sangre, la vigilancia a través de comisarios y familiares y la
quema de libros, fueron algunos de los métodos que para combatir la herejía
utilizó la Santa Inquisición. José Ingenieros en su libro “La Evolución de las Ideas Argentinas”, señala un elemento decisivo en la constitución de la sociedad rioplatense: la abundante inmigración de judíos portugueses. |
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Bula del Papa Inocencio VIII en la que se nombra Inquisidor General a Fray Juan de Torquemada |
“En 1600 –dice- eran ya numerosos y
fueron vanas las persecuciones intentadas por la autoridad civil y eclesiástica
de Buenos Aires. Adquirirían la calidad de vecinos desposados con mozas de la
ciudad y muy luego ocupaban posiciones de primera fila en el comercio o las
estancias. A pesar de las dificultades opuestas por los españoles, un siglo
después eran descendientes de judíos portugueses buena parte de la gente
“gente principal”, según puede inferirse del análisis de los apellidos
porteños de la época.
A
través del estudio de documentación hallada relacionada fundamentalmente con
el desarrollo de casos individuales, el presente trabajo intenta reconstruir un
pedazo quizás desconocido – precisamente por la falta de testimonios – de
la actuación de la Inquisición Española
en América. Proyecta su foco de atención en la persecución que sufrieron los
judíos españoles y portugueses, su venida a América, y el fenómeno del
criptojudaísmo y su importancia en la genealogía de la sociedad americana.
Dos
etapas bien diferenciadas delimitan la historia del judaísmo español. Una es
la convivencia pacífica de las tres religiones – cristiana, musulmana,
mosaica – y la otra, la intolerancia religiosa con la implantación de la
Inquisición y la expulsión de los judíos de la península.
La
presencia de los sefardíes, sin embargo, es anterior a la Era Visigódica. Su
existencia se adaptó a la política que emplearon los monarcas en los diversos
reinos y en tiempos diferentes. Vivían en barrios separados llamados juderías
o aljamas y desarrollaban la actividad de un pueblo industrioso: en su mayoría
eran artesanos, pequeños comerciantes, otros cultivaban viñas y además
algunas familias eran integrantes de la aristocracia vinculada a la Corte.
A
partir del siglo XIV, siendo mayor su incorporación social, comienzan a
producirse cambios, ya que aparecen tensiones, tanto en el orden religioso como
en el político y social, que culminan con las persecuciones que estallan en el
año 1391. Se producen verdaderas masacres en Castilla, Aragón, Navarra, y
desaparecen importantes juderías como las de Barcelona y Mallorca.
Una
de las consecuencias más significativas fue el surgimiento de un fenómeno
socio-cultural muy particular, el criptojudaísmo. El terror llevó a los judíos
a convertirse al catolicismo masivamente; como no eran sinceros, continuaban
profesando en secreto su fe. Esta doble actitud hacia lo religioso produjo
algunos cambios en lo social. Cambiados sus apellidos, los conversos accedieron
a elevados cargos de carrera o eclesiásticos, o se enlazaron a través del
matrimonio con altos linajes de la nobleza en Castilla y Aragón.
Pero
estos cristianos nuevos, sospechosos de prácticas judías secretas, fueron
despertando recelo y pronto fueron objeto de controles que junto a factores de
orden político culminaron con la decisión de los Reyes Católicos de implantar
la Inquisición, caracterizada por la intolerancia religiosa y la violencia de
sus métodos.
El
Consejo de la Suprema y General Inquisición extendió todo su poder por toda
España y Portugal, con su secuela de procesos, persecuciones y castigos.
Finalmente, en el año 1492, después de la toma de Granada, último baluarte de
los moros, los Reyes Católicos firman el decreto de expulsión de todos los judíos
que habitaban sus reinos. Ante la opción del destierro o la conversión, muchos
partieron y otros permanecieron ; estos últimos – convertidos – se
incorporaron a la sociedad española en todos los estratos sociales. Años más
tarde, idéntica medida era tomada con los moros.
En
cuanto a los métodos los tribunales del Santo Oficio, actuaban a través de una
red de inquisidores, fiscales y funcionarios, engranajes de una perfecta
organización de vigilancia. Aún a distancia, por medio de familiares y
comisionarios el castigo llegaba a los herejes. Para instruir al pueblo se
publicaban edictos que señalaban indicios que debían denunciarse de inmediato.
Para reconocer la adhesión secreta al judaísmo fueron señalados 36 puntos,
desde el cumplimiento de festividades y ayunos hasta los ritos con los difuntos.
Los sumarios y procesos, las actuaciones y las sentencias, estaban sujetos al más
absoluto secreto y era denominado por ellos “Archivos Secretos”. Sólo
transcendían al pueblo los autos de fe.
La
tortura fue empleada para obtener la confesión y el testimonio que involucrara
a otros sospechosos.
Las penas iban desde azotes, vergüenza, destierro, galera, prisión, uso del sambenito, cárcel perpetua hasta muerte en la hoguera o estrangulamiento como “gracia” si se lograba la conversión a último momento. Los acusados privados de sus derechos de defensa y sometidos a juicios que se extendían largos años, soportaban el castigo de la confiscación de bienes, con lo cual la familia del mismo sólo esperaban el desamparo y la ruina total.
La introducción de los Estatutos de Limpieza de Sangre dividió a España en una lucha de clases. Por medio de estos estatutos debía demostrarse que no se descendía de judío, moro o penitenciado por la Inquisición, pero todos ellos formaban parte de esa sociedad. Se impusieron en la nobleza, órdenes militares y religiosas, colegios mayores, gremios, cofradías y todo modo de vida, de manera tal que los excluía de empleos, cargos, y posición social. Por medio de la censura y quema de extensos índices de obras y escritos, incluyendo Biblia en romance por considerarla herética, la vigilancia llegó a las bibliotecas privadas, las universidades y aduanas. Posteriormente la persecución de los temidos tribunales alcanzó a alumbrados, luteranos y protestantes, aumentando en tiempos de la Contrarreforma para declinar en el período borbónico. Superstición, brujería, magia, prácticas ocultas, también fueron consideradas herejías. | |
Sellos del Santo Oficio |
Hebraístas,
filósofos, intelectuales y humanistas sufrieron procesos o anatemas: entre los
más destacados se encuentra el famosos y prolongado proceso contra Don Bartolomé
de Carranza, arzobispo de Toledo, la censura a la obra de Santa Teresa y la
persecución a Fray Luis de León y sus cinco años de encierro en la cárcel de
Valladolid.
Desde
su retiro en Brujas, ciudad de mercaderes conversos, Juan Luis Vives, cuya
familia sufrió múltiples procesos, en la última carta a Erasmo dice:
“Vivimos en tiempos difíciles, en los que no podemos hablar ni callar sin
peligro...”
Luego
de la expulsión de España, los judíos se dispersaron en corrientes bien
definidas. Una de ellas, la que se instaló en el Imperio Otomano y el Asia
Menor, fue acogida con benevolencia. Otra, la asentada en Portugal, no corrió
igual suerte. Más de treinta mil familias se refugiaron en el país lusitano,
no sólo por su proximidad, sino también por las promesas de sus monarcas Don
Juan II y Manuel; les ofrecían amparo y protección a su fe. Pero esos acuerdos
no fueron respetados y los judíos fueron sometidos a conversiones forzosas.
A
esta nueva expresión de criptojudaísmo se la llamó Christaos novos
(cristianos nuevos). Marginados socialmente, se les impide abandonar Portugal y
comienzan a desarrollar una doble vida, ejerciendo en secreto su antigua fe.
Dado que la Inquisición se introdujo en Portugal cincuenta años más tarde que
en España, esta tradición secreta se transmitió de padres a hijos. En muchos
casos, los hijos de estos cristianos nuevos ingresaban al clero, como los de
Manuel Pereira Coutinho, cuyas hijas eran monjas en el Convento de la Esperanza
en Lisboa y sus hijos como judíos en Hamburgo, bajo el nombre de Avendaña. |
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Es
importante destacar la influencia que los Christaos – novos tuvieron en el
desarrollo mercantil- comercial de Portugal hasta las tierras de ultramar y el
norte de Europa. Estos “hombres de negocios” tenían corresponsales
comerciales en Flandes y otras regiones de Europa. Se movían en un mundo de
intrigas, a lo cual la Inquisición no permanecía ajena, desviviéndose por
conocer la secreta identidad de muchos de ellos. |
Abraham Israel Suasso (1643-1693) de una famillia aristocratica de judios conversos y vueltos al judaismo, residente en Ansterdam |
En el
orden social, estas acaudaladas familias conversas portuguesas se emparentaron
con otras de origen converso y español, y también con destacadas familias
castellanas antiguas.
Ya
establecida la Inquisición, las persecuciones del Santo Oficio provocaron la huída
de los asentistas portugueses hacia Castilla, debido a las condiciones
favorables del momento. El conde-duque de Olivares – que valoraba la
influencia financiera de estos grupos- les dio protección. Pero su caída en
1643 provocó profundos cambios y los portugueses, acusados en us mayoría
de judaizantes, fueron objeto de represalias por lo cual fueron obligados a huir
hacia distintos puntos del mapa. En Turquía, Salónica y Holanda se conectaron
con otros asentamientos criptojudíos de las zonas de Biarritz, Bayona, San Juan
de Luz y Peyrehorade. También se establecieron en distintas partes de Europa y
América; en un caso pudieron retornar abiertamente a su fe, en el otro las
circunstancias no fueron tan favorables.
La Inquisición en América: Lima, México y Cartagena de Indias
Casa del Judio (Mexico). A pesar de las prohibiciones, hubo comunidades clandestinas de judios en los reinos de Indias
Durante los
dominios holandés e inglés en diversas islas y territorios americanos,
protestantes y judios vivieron libremente; llegaron a Barbados, Curacao,
Jamaica, Surinam,,, En tanto en los extensos territorios hispanosamericanos, los
fugitivos se reencontraban con la presencia inquisicional que extendía su poder
a través de los tres tribunales
inquisitoriales que se instalaron para vigilancia y control de las Colonias en
Lima, México ycartagena de Indias.
Al
primer tribunal fundado en Lima por Real Cédula de Felipe II en 1570 le fue
asignado como distrito sometido toda América del Sur. Y en 1610 se sumó
éste y al de México, e de Cartagena de Indias que comprendía el reino
de Nueva Granada, Tierra Firme, La Isla Española, las Islas del Barlovento,
provincias dependientes de la
Audiencia de Santo Domingo (El Arzobispado de esa ciudad y el de Santa Fe de
Bogotá) y los obispados de Cartagena, Panamá, Santa María, Puerto Rico, Popayán,
Venezuela y Santiago de Cuba.
La
Inquisición actuó en América tan severamente como en Europa. Las Torturas,
delaciones anónimas, las condenas sin derecho a defensa, los autos de fe de
Lima y México y, los obsesivos procesos, reflejan uno de los períodos más
dolorosos y desconocidos de a historia americana. Efectivamente, las actuaciones
de la Inquisición fueron cuidadosamente ocultas y sólo a fines dl siglo pasado
el historiador y el polígrafo chileno José Toribio Medina descubre los
archivos en el Castillo de Simancas en España. De esos archivos, saqueados e
incompleto, han desaparecido originales de autos de fe en Lima y se desconoce si
su pérdida es total. Una de las principales dificultades en América es de
orden genealógico, debido a que había personas con idéntico nombre y apellido
o familias de las cuales algunos usaban el apellido materno y grupos de una
misma familia o hermanos que portaban apellidos diferentes.
Cabe
destacar, sin embargo, que en el Río de la Plata, La Inquisición tuvo un matiz
diferencial en cuanto a la rigurosidad o intolerancia religiosa; fenómenos
tales como el criptojudaísmo y la inmigración portuguesa son factores que
influyeron, como se verá más adelante.
Las
persecuciones desatadas por el Santo Oficio en Lima, conocidas con el nombre de
la “Complicidad Grande”, en 1627, - que tuvo, además, un cariz político-
logró apresar un importante número de criptojudíos portugueses que integraban
un núcleo muy rico e importante, lo que acarreó graves daños al sector
comercial de esa ciudad. Ejemplo de ello es el caso del acaudalado Manuel
Bautista Pérez, comerciante esclavista dueño de minas de plata y conceptuado
como un buen cristiano que educaba a sus hijos en esa religión, se lo conocía
entre los criptojudíos con el nombre de “Capitán Grande”, por su gran
fervor religioso. Con el fin de lograr su confesión fue sometido a torturas y
hasta intentó poner fin a su vida en la prisión, sin lograrlo. Finalmente,
condenado a la hoguera “oyó su sentencia con serenidad y majestad rogando al
verdugo al tiempo de morir, que hiciese d oficio...” No menos trágica fue la
suerte de Doña Mencia de Luna, de cuyo proceso se ha extraído el relato de la
sesión de tortura, como ejemplo de la práctica habitual de los inquisidores.
A
través de testimonio de otros casos individuales, se intentará reconstruir
algunas de las características de la sociedad de la época y su accionar frente
al poder inquisitorial.
Corría
el año 1627. Francisco Maldonado de Silva era un médico tucumano residente en
Chile. Su padre, Don Diego Núñez de Silva, uno de nuestros primeros médicos
de la colonia – que ejercía su profesión en la provincia de Córdoba – había
sido ya procesado junto a otro hijo suyo y cumplido ambos condena (habían sido
acusados de judaísmo y admitidos a “reconciliación”, término para
aquellos que habían sido descubiertos por primera vez prometían formalmente
“enmendarse”). Don Diego que continuaba secretamente fiel a la fe judía,
instruyó a su hijo Francisco desde muy joven en la misma, exigiéndole
conservar el secreto ante su madre y hermanas. Francisco, casado con cristiana
– vieja y padre de una niña, se transforma a través del Antiguo Testamento y
otras lecturas en ferviente judío y cumple – en la medida que puede – con
tradiciones, legando en ausencia de su esposa a practicarse la circuncisión por
sí mismo. Pero al tratar de transmitir a sus hermanas la secreta fe, una de
ellas, Felipe Maldonado, lo denuncia al Santo Oficio. Es entonces, apresado en
secreto, confiscados sus bienes y trasladado a la cárcel de Valladolid. |
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Portada del libro de Luis de Páramo sobre la Inquisicion Imnpreso eb Madrid 1598 |
Constan
por escrito las palabras de su primera declaración. Negándose al juramento,
con la mano sobre la cruz dice: “Yo soy judío, señor, y profeso la Ley de
Moisés, y por ella he de vivir y he de morir. Y si he de jurar, juraré por
Dios vivo que hizo el cielo y la tierra y es el Dios de Israel”. A pesar de
los intentos de disuadirlo, Maldonado Silva – que se hizo llamar “Heli
nazareo” – mantuvo inmodificable su actitud. |
Después
de doce años de encierro, aparece en el auto de fe a cumplir su pena de muerte
en la hoguera. “Flaco – dice el documento – encanecido, con la barba y
cabellos largos, con los libros que había escrito atados al cuello”. A las
tres de la tarde un viento que se levanta con furia, agita y destruye el toldo
del tablado preparado para la ceremonia. Maldonado eleva los ojos y exclama: “
Esto lo ha dispuesto Dios de Israel para verme cara a cara en el cielo...”. Un
dato importante que revelaron los documentos de Maldonado fue la conexión de
los criptojudíos americanos. El occiso había dado cartas a otros prisioneros
con el fin de que fueran entregadas en la sinagoga de Roma.
La
maquinaria inquisitorial – paciente y tenaz
– atravesaba continentes y océanos en su persecución hasta encontrar a los
herejes y a os familiares y sospechosos. Como el caso de la familia Henríquez.
El 30
de agosto de 1656, un navío arribaba al puerto de Callao en Perú. En él
llegaban como prisioneros del Santo oficio el médico español Don Rodrigo Henríquez
de Fonseca con su esposa Leonor Andrade, una hija de ambos de ocho meses y el
hermano de Leonor, Don Luis de Rivero, quienes luego de una tormenta
arribaron solamente con lo puesto siendo inmediatamente encerrados en las
cárceles secretas de la Inquisición. Ignoraban que sus bienes, que creían
perdidos en la tormenta – tres petacas cerradas, un baúl y un negro de su
propiedad – habían sido confiscados por El Santo Oficio.
Los
Henríquez eran consideradas personas de las “prohibidas” por su adhesión
secreta al judaísmo. Las primeras denuncias provenían de Málaga, España,
donde debido a ciertas palabras y actitudes, el doctor Henríquez despertó las
sospechas que pusieron en marcha el proceso de seguimiento.
Hacía
ya varios años que huellas de estos personajes se habían perdido, cuando la
Inquisición de Lima recibe nuevos datos. En una carta del Consejo, fechada en
1655, se informa que el doctor Henríquez y su esposa habían llegado por Buenos
Aires hasta Paraguay y Tucumán”. El 30 de Octubre de ese mismo año, se
despacha el mandamiento de presión contra ambos y se ordena el secuestro de sus
bienes. Nuevos informes agregan que, desde Tucumán se habían trasladado a
Chile, donde un sacerdote los acompaña y se establecen en Santiago. Allí
deciden cambiar sus nombres por los de Diego y Francisca de Sotelo; pero a pesar
de eso son apresados, secustrados sus bienes y trasladados a Lima.
En
una carta del 1° de septiembre de ese mismo año dirigida al Consejo de la
Inquisición, el Inquisidor Alvaro de Ibarra testimonia que al matrimonio Henríquez
de Fonseca y Luis de Rivero se encontraban ya en las cárceles y negaban la
acusación de fidelidad a la fe judía. Pero la confesión no tarda en llegar.
Poco después, Doña Leonor declara que sus familiares y además, Andrés de
Fonseca y su esposa Isabel Henríquez y Luis Henríquez y su esposa, se
encontraban presos en las cárceles de España por el mismo delito.
Don
Luis de Rivero, por su parte, confiesa que toda su familia cumplía con os ritos
y ceremonias propios de la Ley de Moisés. Al día siguiente, debía continuar
con las declaraciones y ratificar contra su hermana (lo que significaba una
segura y mortal sentencia para ella). Fue hallado muerto en su celda; una
profunda herida surcaba la vena de su brazo izquierdo.
En una carta de 1660 los
inquisidores informan que los acusados continuaban negando os cargos.
Paralelamente comprueban la circuncisión del doctor Henríquez. En
enero de 1661 someten a doña Leonor a la tortura del potro “obligándola
a la primera vuelta a confesar lo que quisieron”. Un mes más tarde,
ante la misma prueba, Henríquez resiste cuatro vueltas sin confesar. Al
ser sometido a tormento, tiempo después, concluye confesando. En el
auto de fe celebrado el 23 de enero de 1664 en la plaza de Acho,
finalizan las atormentadas vidas de Don Rodrigo Henríquez de Fonseca y
su esposa Doña Leonor de Andrade, siendo quemados en la hoguera.
Como
tantos otros niños en la misma circunstancia o aún familias enteras,
se desconoce la suerte corrida por la pequeña hija del matrimonio. Los documentos hallados sobre las actuaciones en México permiten reconstruir la doble vida que llevaban los criptojudíos mexicanos. |
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Juan de Muñozca, inquisidor y obispo de Mexico |
La
familia Carvajal llego a la Nueva España con Don Luis de carvajal el
viejo, cuyas funciones de pacificador y gobernador de un extenso
territorio fueron importantes históricamente. Salvo éste y su sobrino
Fray Gaspar de Carvajal, toda esta familia era criptojudía. Don Luis de
Carvajal el mozo, otro sobrino del gobernador, uno de os primeros místicos
mexicanos, se destacaba por su fervor religioso, poesías y conocimiento
de las sagradas escrituras. Se producen intrigas contra el gobernador,
se desatan denuncias y en mayo de 1589 los funcionarios de Santo Oficio
apresan a Don Luis de Carvajal el mozo, su madre y hermanas. En a soledad de la prisión, una mañana Luis pudo ver a través de un orificio de la puerta a los inquisidores que llevaban a su madre a la cámara de tormento y sin poder moverse, lívido, oyó “aquel día de mayor amargura y aflicción que todos los pasados, los dolorosísimos gemidos de su querida madre cuando era atormentada. |
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Pedro Moya de Contreras, virreey arzobispo e inquisidor general de Mexico |
También
los reos encerrados en las prisiones secretas y privados de toda comunicación
exterior eran sometidos a una sutil vigilancia.
Un espía acompañó a Don Luis en su celda para ganarse su confianza. En
las conversaciones mantenidas con el supuesto amigo, Luis fue implicando en sus
confidencias a gran número de judíos secretos. Estos datos y el contenido de
la autobiografía de Luis fueron entregados a los inquisidores, lo que
comprometió a su familia y a los denunciados.
Inútiles fueron los ruegos por su madre y sus hermanas, cuando Luis tuvo
la certidumbre de la deslealtad.
El
8 de diciembre de 1596 cuando la Plaza Mayor de México hervía de gente y se
lucía el tablado - los doseles de terciopelo negro, los almohadones, las
alfombras, y las armas reales de seda y oro - se celebró uno de los más
solemnes autos de fe. Una procesión de sesenta y ocho penitenciarios, entre los
que se contaba Don Luis de Carvajal el mozo, la anciana Doña Francisca, sus
hijas Doña Isabel Rodríguez de Andrade, Doña Catalina de León y de la Cueva
y Doña Leonor de Carvajal, fueron condenados a muerte en la hoguera.
Seymour
Liebman, autor de varios trabajos sobre la Inquisición en México, arroja luz
sobre los subterráneos métodos de los "negados" para comunicarse y
sobrevivir, y cómo aquellas costumbres son determinantes de algunos rasgos
culturales actuales. El comerciante Alvarez de Arellano estaba encargado de
encontrar posibles maridos para las jóvenes judías mexicanas, entre las
comunidades de Pisa, Livorno, Ferrara y Amsterdan.
Los lugares de entierro más comunes eran la Catedral, las Iglesias y el
convento de Nuestra Señora del Carmen.
En la zona de Yucatán algunos panaderos conservan aún hoy el hábito de
arrojar al fuego un trozo de masa con la cual han de preparar el pan; ignoran
que esa costumbre proviene del pasado en que familias criptojudías cumplían el
precepto llamado "jala" por el cual se separa un trozo de pan en la
bendición tradicional.
También
desde México, muchos fugitivos llegaron nada menos que a las Islas Filipinas,
que estando bajo la jurisdicción del Santo Oficio mexicano no se ocupó en los
primeros tiempos de ellas. El
principal motivo de atracción lo constituyó la intervención en empresas
mercantiles, no sólo a través del comercio de especias, si no, en este caso,
la posibilidad que ofrecía la proximidad de uno de los centros mercantiles más
importantes del Sudeste de Asia que entregaba sedas, porcelanas o marfiles a
cambio de la preciada plata novohispana.
Instalados
y funcionando los dos primeros tribunales en Lima y México, las autoridades
reclamaban insistentemente la instalación de un tercero para un mayor control.
El
virrey Francisco de Toledo en una carta fechada en 1577 señalaba los
inconvenientes que ocasionaban los traslados a raíz de las enormes distancias.
Por su parte, el inquisidor Antonio Ordóñez, dos años después,
expresaba la misma opinión solicitando el establecimiento de dos tribunales del
Santo Oficio, en particular, para controlar la entrada de extranjeros y
judaizantes señalando que "están todas las provincias muy pobladas y
llenas de gente y a la opinión
de ricas acuden todas las naciones y por esos puertos gran cantidad de
extranjeros y portugueses, a los que creemos, los extranjeros inficionados de
errores que hay en sus tierras y los portugueses que son todos judíos y como la
gente va creciendo y los nacidos acá es gente fácil y ocasionada para
novedades, tenemos alguna sospecha no venga a sembrarse en estas provincias
alguna mala doctrina, que se podría temer por la libertad de la tierra".
Ya instalado el Tribunal en Cartagena de Indias, sus actuaciones
fueron complementarias de las Lima.
Los detenidos en el proceso de la Complicidad Grande iban
descubriendo en sus declaraciones arrancadas con torturas, a gran cantidad de
conocidos o familiares residentes en diversos puntos. A raíz de las denuncias
provenientes de Lima fue apresado Juan Rodríguez Mesa y muchos otros
sospechosos acusados de adhesión al judaísmo.
Otro de los datos destacados y esclarecedores que aparece a través de este Tribunal es la causa seguida contra el precursor Francisco de Miranda. Las denuncias en su contra, el pedido de captura y su posterior huida muestran la faz política de las persecuciones; se trataba en este caso de las ideas de emancipación americana.
Escudo de Armas del Tribunal de la Santa Inquisición de Mexico |
La
Inquisición
en
el Río de la Plata
La Inquisición en el Río de la Plata - como ya lo anticipáramos
- tuvo características diferentes a de los otros procesos de América.
Dos hechos resultan importantes para realizar esté análisis.
Uno es la importante inmigración de judíos portugueses y la otra el
rescate de la genealogía como uno de los métodos para reconstruir el pasado, a
causa de la escasez de información.
En la época de la instalación de los Tribunales en Lima, México y
Cartagena de Indias, en los extensos territorios del Río de la Plata apenas si
habían sido fundadas las ciudades de Mendoza, San Miguel de Tucumán y la
Asunción. Buenos Aires, que no había
sido fundada por segunda vez, era poco más que una aldea.
Los pobladores estaban apartados unos de otros y era constante la amenaza
de los indios.
¿Qué motivaciones podrían existir para instalar un tribunal
inquisitorial en esta región? Según Marcel Bataillon “la Inquisición no
vino a América a vigilar la pureza de la fe de los neófitos indios.
La razón de ser de la Inquisición en el Nuevo Mundo fue con el
permanente peligro del judaísmo, el riesgo que se enfriase o degradase la
religión tradicional entre los pobladores españoles o europeos desgarrados de
la vieja cristiandad.
En los finales del siglo XVI y durante todo XVII tuvo lugar la
primera inmigración judía clandestina. Los judíos portugueses, huyendo desde
Brasil, ingresaron al Río de la Plata a pesar de las prohibiciones. Lo hacían
de diversas maneras: en las mismas naves en que llegaban los esclavos de los señores:
protegidos por quienes realizaban excelentes negocios o con licencias
falsificadas o directamente sin licencia como el caso extraído de la Revista
del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas. "Don Bernabé González Filiano, nacido en la isla de
Tenerife, acusado de ser pasajero que entró sin licencia de su Majestad y no
tener ningún oficio, antes debe ser castigado por el delito que cometió y vuéltolo
a embarcar en la costa. Pero al casarse con mujer castellana, vecina y
descendiente de conquistadores (nieta de Irala) se le perdona pues las leyes lo
protegen. Luego, fue condenado a destierro perpetuo. Este, no fue llevado a
cabo, dado que figura con posteridad su testamento”.
Efectivamente, los portugueses de esas primeras infiltraciones se
refugiaban en el interior de las provincias y formaban prolíficas familias.
Contando a veces con la protección de los sacerdotes, que los asilaban en los
conventos negándose a entregarlos a las autoridades, llegaban de noche hasta la
prisión y desposaban a muchos de ellos con hijas de vecinos de la ciudad o bien
ofrecían una fianza por estos detenidos hasta probar que no eran personas
"prohibidas". Los
portugueses, obtenida su libertad, huían internándose en Asunción, Corrientes
o Santiago del Estero, donde contaban con la protección de sus compatriotas.
En crónicas y descripciones de la época aparecen los lusitanos
ejerciendo oficios de boticarios, médicos y artesanos, la gran mayoría
dedicados al comercio, con tal impulso que los castellanos se asociaban a ellos
con el deseo de mayor progreso.
En ese sentido, la sociedad colonia adoptó medidas contradictorias: aún cuando uno de los objetivos del Consejo de Indias y la Casa de Contratación de Sevilla era evitar la introducción de extranjeros en el Río de la Plata, se acordaron licencias especiales a los portugueses en los años 1662 y 1669 cuya duración fue de varios años. Pellicer de Ossau, en su obra Comercio Impedido, destaca un documento de 1608 que afirma que "estos hombres de negocios aprovecharon muy bien la licencia y estaban asentados en gran cantidad en Sevilla, Cádiz, San Lúcar, Países Bajos y puertos alemanes." Y agrega que "los mismos se extendieron desde Brasil a la India Oriental, a La Habana, a Cartagena de Indias, a Portobelo, Charcas, Buenos Aires y puertos del Perú y Nueva España".
Varios
documentos dan cuenta de estos sucesos. Vicente Fidel López transcribe un
documento de 1664 en el cual el gobernador eleva una solicitud en nombre del
vecindario pidiendo franquicias y solicitando que no se lleve adelante la
expulsión de los vecinos portugueses en atención a la decadencia y pobreza en
que se halla la colonia". Otro testimonio señala: "más como no sólo
eran ricos sino que se habían casado y avecinado en la ciudad, la medida,
aunque ruidosa al principio, quedó al fin, en mero aparato". Es importante tener en cuenta para valorizar estos hechos que en tiempos coloniales portugués era sinónimo de judíoero la preocupación por el constante ingreso de estos extranjeros se reflejaba, especialmente en los funcionarios de los puertos que solicitaban la instalación de un Tribunal de la Inquisición en el mismo puerto del Río de la Plata. El licenciado Francisco de Trejo, en detallada carta al Santo Oficio en Lima, en 1620, señalaba: "Tenemos por cierto que ha de venir mucha gente huida, judíos de España y de Brasil... que cierto pide remedio la facilidad con que entran y salen judíos en este puerto sin que se pueda remediar; que como son todos portugueses, se encubren unos a otros". |
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Años después esta situación
continuaba igual. El fiscal de Charcas, Don Sebastián de Alarcón, en una carta
enviada al soberano en 1636, le manifestaba inconvenientes por el hecho que
hubiese "tantos innumerables hebreos que han entrado y de nuevo entran por
mayor crecimiento por aquellas partes". |
Prisión llevada a cabo por orden del Santo Tribunal |
Efectivamente,
el Estatuto de Limpieza de Sangre que imponía que "ni judíos, ni moros,
ni herejes, ni hijo o nieto de quemado, reconciliado o sambenitado podrá
ingresar a las Indias", fue burlado, incluso a través de farsas de los
expedientes de limpieza.
Un
caso esclarecedor es el del proceso de Francisco de Antonio.
"Y abló - se lee en el documento- el dicho hombre de dibersas cosas
que en el discurso de su bida le abian sucedido en las yndias y en florencia
avia comunicado a un portugues que era grande judío y muy rico y que se llamaba
enriquillo, que en el tiempo que alla estubo sus cossas sino con el, y que para
pasar a las yndias abia echo informaciones falsas de xpiano (cristiano) viejo,
que en aquellas partes avia grandes judíos".
Otro
documento que ayuda a elucidar la cuestión de la permisibilidad de la Inquisición
en el Río de la Plata, se encuentra en los Archivos Sevillanos donde se dan
detalles de uno de los primeros grupos de personas que se establecieron en esta
región: Ia expedición de Ortiz de Zárate.
Luego
de diversas dificultades, el explorador obtuvo "cédulas reales" cuyo
requisito señalaban a cada pasajero "el no tener deudas, ser honesto, si
casado dejar mujer e hijos en condiciones favorables" Es decir que la
intención era seleccionar gente "noble, pacífica e industriosa" para
formar una población de “hasta doscientos hombres y todos los que más de
ello fuera posible casados y que lleven sus mujeres y procuren que los que
fueren sea gente honrada, quieta y pacífica para que entre ellos se pueda
proveer los oficios de la gobernación de la república y que asimismo haya
labradores para la labor y beneficio de las tierras.”
Es
importante remarcar que a estas personas -
llegaron a destino unas 280 - se les relevaba de la licencia de información de
limpieza de sangre que debían presentar a la Casa de Contratación. "Sin
que a ninguno de ellos -afirma el documento- le pidáis ni demandéis información
alguna. Esta expedición se transforma en pieza-clave de investigación, en
relación al fenómeno de criptojudaísmo, que se introduce en nuestras tierras.
En
lo concreto, el caso de la familia Leon Pinelo, hijos del converso portugués
Diego López de Lisboa, es ilustrativo. Ni siquiera fueron molestados por la
Inquisición a pesar que se conocía y había trascendido el origen judío de
todos ellos. Por su parte la familia había tomado la precaución de evitar
sospechas al ingresar por el puerto de Buenos Aires, mediante la compra de
información de "cristianosviejos" a un tal Navarro.
Sin
embargo, un incidente muy sugestivo, desató denuncias por sospechas de prácticas
heréticas en la misma casa de Don Diego de Lisboa. A los funcionarios del Santo
Oficio no pasó desapercibida la reunión de Don Diego y otros portugueses un
jueves santo, en una habitación a puerta cerrada vigilada por un criado. Lo
cierto es que no era noche propicia para el juego de naipes, pues seguramente se
hallaban celebrando en secreto la festividad de la pascua judía, en general
coincidente con la semana santa. Don Diego de Lisboa, posteriormente clérigo-presbítero
y mayordomo del arzobispo Diego de Ugarte de Perú, debió soportar, a pesar de
todo, las bromas del vulgo y los jóvenes que "voceaban y clamaban: venga
el judío de Diego de Lisboa" o "eche V.S. ese judío de su
casa..." Evidentemente la protección del prelado, como tantos otros casos,
salvó a Don Diego y su familia de las garras de la Inquisición; lo demuestra
el desarrollo que tuvieron sus hijos: Don Juan Rodríguez de León, el hijo
mayor, fue canónigo de Puebla de Los Angeles, el segundo, el conocido
Licenciado Antonio de León Pinelo se desempeñó como relator del Consejo de
Indias y el tercero Don Diego de León Pinelo fue notable literato en Lima y
también abogado de la Real Audiencia.
La
integración de los portugueses a la sociedad porteña colonial fue intensa; se
desempeñará como plateros, orfebres, artesanos y comerciantes. Entre los
artesanos cabe destacar el caso del notable escultor Manuel de Coyto en cuyo
taller se formaron otros artistas y él fue el creador de un Cristo de gran
belleza que tallara entonces para la catedral de Buenos Aires. A pesar de ser
condenado, por ciertas heréticas expresiones a cuatro años de prisión en
Valdivia, Chile, es evidente que el afamado escultor logró eludir la pena,
pues, continuó trabajando en su taller en la creación de una estatua de San
Miguel, destinada al fuerte de Buenos Aires.
Debido
al fenómeno del criptojudaísmo muchas familias se cambiaban los apellidos para
ingresar en la "legalidad"; por ese motivo el estudio genealógico
puede revelar hechos oscurecidos por la falta de información. En ese sentido
uno de los procesos de fe más interesantes del siglo XVII es el del alférez
Juan Rodríguez Estela, portugués que penitenciado en Lisboa y huyendo desde
Brasil estaba afincado con su familia desde muchos años atrás en Buenos Aires.
Ante la testificación procedente de España fue preso con secuestro de
bienes en 1673, para luego de un viaje por Tucumán y Potosí ingresar a las cárceles
secretas un año más tarde. Allí declara ser cristianonuevo por parte materna
y paterna y bautizado en Lisboa, desempeñándose durante 20 años como Prefecto
de la Compañía de Jesús de dicho Puerto. Presionado por los funcionarios del
Santo Oficio y al no saber rezar las oraciones de la Iglesia "concluyó
confesando que era judío de profesión y puestas las manos y con lágrimas pidió
misericordia y que su padre le enseñó a judaizar y las ceremonias de la Ley de
Moisés hasta edad de 15 años que salió de Lisboa y en cuanto pasó a Río
Geneiro lo olvidó totalmente". No aparecen datos de lo que sucedió
posteriormente con el alférez Estela, pero la aparición del testamento de su
esposa aporta algunos valiosos elementos g gicos. En el testamento de Doña
Catalina de Aguilar constan los bienes y la dote entregada en ocasión de su
boda y los hijos habidos en el matrimonio: Juan Francisco Duarte Rodríguez
Estela y Francisco Pérez de Burgos. Según el profesor Boleslao Lewin,
Rodriguez Estela fue antepasado de Juan Martín de Pueyrredón.
Los
grupos familiares que emigraron desde ciertas regiones de España en pleno siglo
XVI despiertan la curiosidad de los genealogistas, quienes no aciertan en
explicarse estas emigraciones. "Si bien no todos los enumerados -dicen- serían
parientes entre sí, algunos sí lo fueron según hemos podido establecerlo y
esto, además, de la circunstancia de provenir de determinadas zonas del mapa
español, nos induce a considerar que se trataba de migraciones familiares
estrechamente vinculadas con parientes radicados en el lejano Perú o Chile.
Produciéndose el traslado una vez consolidado el afincamiento de quienes como
cabeza de grupo habián ya asegurado la posibilidad de éxito a nuevos
pobladores".
Puede
presumiese que también se produjera el desplazamiento sin necesidad de llamado
alguno del pariente ausente, radicado en Indias, sino también por invitación
provocada por las noticias venidas del Nuevo Mundo, Prometedoras de un halagüeño
porvenir.
Sea
por una causa o la otra, "resulta extraño y no puede ser casual este
afluir de personas de mismos apellidos, parientes entre sí, provenientes de una
misma legión y a veces de un mismo lugar -ciudad, aldea, villorrio, villa-
cuyos habitantes no debían ser numerosos a juzgar por la escasa intensidad de
población en esos tiempos y cuando aún España no se había repuesto de la
guerra de la Reconquista, cuyo término fue contemporáneo del
Descubriento". La no debió haber sido hecha a tontas ni a 1ocas, sino
organizada y dirigida.
El
investigador Torre Revello en su obra "La Sociedad
Colonial" responde de alguna manera a estos interrogantes. "Se
advierte -dice- como desde los comienzos de la dominación española, los
componentes de las expediciones destinadas al Río de la Plata, gozaron de un
privilegio quizá destinado a favorecerlas, cual fue la no investigación de su
pasado y familia y la eximición de nacionalidad”. “Por otro lado –explica
Torre Revello- la venta de licencias para viajar e inclusosu falsificación fue
otras de las puestas que utilizaron muchos
desheredados para arribar a nuestras playas”.
Es decir que pese al flagelo de la persecución religiosa, los judíos de Portugal y España, arribaron a nuestras tierras por diferentes maneras y pasaron a formar parte activa de la sociedad de la época – debido, entre otras tantas cosas, a ciertas condiciones socioeconómicas diferenciales-. Además, introdujeron el criptojudaísmo como defensa ante el poder dictatorial que los perseguía y que impuso un estilo de comportamiento – la doble vida – que dejó huellas culturales que son posibles rastrear merced, fundamentalmente a los estudios genealógicos. Fuentes importantes de investigación son hoy: el Archivo General de la Nación en México, en Lima y en Chile la prisión del Santo Oficio y especialmente, los Fondos existentes en Archivo Histórico de Madrid, y la Biblioteca Nacional, España, y el archivo Torre da Tombo en Lisboa, Portugal, así también innumerables docuementos dispersos en Archivos de Europa, y archivos familiares privados. En el Río de la Plata – a falta de testimonios – se pueden buscar rastros, por ejemplo, en la comunidad “Israelita del Nuevo Pacto”, comunidad criptojudía que ha sobrevivido hasta nuestros días. Sus miembros son descendientes de aquellos perseguidos y conservan casi todas las tradiciones comunes a la fe judía, aunque en algunos ritos religiosos, se observa una marcada simbiosis judeocristiana; o también se vislumbra aquella otra realidad a través de los apellidos conversos que Jorge Luis Borges rescata en su poema:"
Arbanel,
Farías o Pinedo, arrojado de España por impía persecución, conservan todavía
la llave de una casa de Toledo...”
Tomado del proceso Perteneciente
a “La Complicídad Grande”. Lima, Septiembre de 1648 Se
le dió tormento al marido, Y como se mantuvo negativo, se la condenó a ella a
tortura. "Indicios
y sospechas contra Dña. Mencía de
Luna, la debemos condenar y condenamos estar y persevere por tanto tiempo cuanto
a nos bien visto fuere, para que en él diga la verdad de lo que está
testificada y apressada, con protestación que le hacemos que si en el dicho
tormento muriese o fuese lisiada o se siguiere efusión de sangre o mutilación
de miembros, sea a su culpa y cargo y no a la nuestra, por no haber querido
decir la verdad”. Fué
llevada a la cámara del tormento a las 9 de la mañana; Estando presentes los
Inquisidores, y Ordinarios, y estando en la cámara, amonestada que diga la
verdad. Dijo que no devía
nada". Mandada
desnudar. Puesta en la cincha,
atados los dedos de los pies, pies y espinillos un cordel, y los brazos y por
los molledos para la mancuerda. Desnuda
decía que no debía nada, y lo que dijera no sería válido, porque lo dirá
del miedo del tormento. Atada y
puesta en cincha fué amonestada que dixese la verdad.
La primera vuelta de mancuerda. Dijo
que no debía nada contra la fé. Fué
mandado dar y apretar la primera vuelta, y estándosela apretando decía: judía
soy, judía soy, yo lo diré, y no cesó de decirlo. |
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Suplicio en la hoguera de doña Mariana de Carvajal y de otras victimas | |
Preguntada
como es judía, quién le enseñó, y de qué tiempo a esta parte.
"Dijo
que Jorge de Silba le enseñó a ser judía y le mandó que ayunase el martes y
que no comiese, y que su madre y su hermana son judías".
Preguntada
como se llaman su madre y hermana, que dice que son judías.
"Dijo
que su madre se llama Doña Isabel, y su hermana se llama Doña Mayor."
Preguntada
como son judíos su madre y hermana.
"Dijo
que lo que quisieran pongan ahí, y decía jesús que me muero, miren que me
sale mucha sangre, porque tengo sangre judía." Amonestada que diga la
verdad, donde no se mandará apretar la segunda vuelta.
"Dijo
que ha de decir que no debe nada". Fuele
mandado dar y apretar la segunda vuelta y estandosela apretando se quejaba
diciendo: "ay, ay," y se estaba callando, y en este estado, que serían
las diez de la mañana, se quedó desmayada; y se le echó un poco de agua; y
aunque estuvo un rato de esta suerte, no bolbió en sí por lo cual los dichos
inquisidores y ordinarios, dijo que suspendían, y suspendieron el dicho
tormento, para repetirle cada y cuanto que les pareciese.
En
la misma cámara del tormento y ya a las once,: "no bolbió en sí, antes
estaba sin pulso alguno, los ojos quebrados, los labios de la boca cárdenos, el
rrostro y pies fríos de todo punto, y aunque se le puso la luna de un espejo
por tres veces encima del rostro, que tenía la dicha Doña Mencía de Luna, era
al parecer de estar naturalmente muerta, de que doy fee. Que todas las señales
de muerta eran según eran referidas, y el resto del cuerpo se le iba ensimismo
enfriando, y el lado de] corazón no hacia movimiento alguno, aunque le puse la
mano sobre él, estaba antes frío, según que todo pasó ante mí.
Joan
Castillo Benavides.
Los
inquisidores, sin embargo, no se dieron por satisfechos con ésto, sino que
siguiendo la causa contra la memoria y fama de la víctima, el 14 de Enero de
1689, la votaban a ser relajada en estatua, con confiscación de bienes.
Hístoria de la Inquisición en Lima
Tomo II Pág. 96 - José Toribio Medina
ALCALA,
Angel. Citado en el catálogo de la
Exposición "La Inquisición" organizada por el Ministerio de Cultura.
Palacio de Velázquez. Madrid.
1982.
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BATAILLON,
Marcel. Prólogo a la Historia del
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