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Ronda sobre marina por la montaña

 

Almamarina... almamarina...
Eso me dijo el viento cuando le di la mano en la montaña.

--Si yo me llamo... no sé como me llamo.
¿No ves allá mi nombre colgando de los pétalos,
pronunciado en los frescos "buenos días" del arroyo,
o abriéndose en el vuelo de alguna golondrina?

--Almamarina...
Eso me dijo el viento ruborizándose en mis ojos,
nervioso,
enamorándome.

--Pero si soy de la montaña...
---Almamarina...
---Pero si ya le di mi corazón al río...
--Almamarina...

Y me tomó en los brazos,
anegando de océanos mi nombre.

--Almamarina...
--¿Por qué has parado el orbe?
--Almamarina...
--¿Por qué has retado al risco salvaje?
--¡Déjame verde!

Y me rasgó la risa de los bosques.
--Almamarina...

Hubo luego, en silencio, como un desplazamiento
de una niña de agua en la sed de los valles.
La voz sobremarina se irguió sobre los cerros,
y partió para siempre con la niña en el talle.

Julia de Burgos