El finés está relacionado solo con el estonio, el
húngaro y otras lenguas minoritarias cuyos hablantes se encuentran esparcidos
por todo el norte de Rusia. Pero según Kalevi Wiik, las lenguas finougrias
pudieran haberse hablado originalmente por todo el norte de Europa.
Hay actualmente tres grandes familias de lenguas
habladas en Europa: las Indo-Europeas, las Fino-ugrias y las Vascas. El número
de hablantes es claramente desproporcionado: existen unos 700 millones de
hablantes de lenguas indo-europeas (aproximadamente el 97 por ciento de
europeos), unos 22 millones de fino-ugrios (incluyendo húngaros, finlandeses y
estonios, el 3 por ciento de los europeos), y unos 1,7 millones de vascos (el
0,2 por cierto de europeos).
Las relaciones entre las familias de lenguas llevan tiempo cambiando en lo que
se refiere a la proporción de hablantes de lenguas indo-europeas a costa de los
hablantes de finougrio y vasco. El mismo desarrollo se ha observado en las zonas
en las que se habla: las áreas indo-europeas han crecido mientras que las del
fino-ugrio y el vasco han retrocedido. Las lenguas indo-europeas han retraído al
finougrio y al vasco hacia zonas más periféricas, las lenguas finougrias hacia
el Océano Ártico y el vasco hacia los Pirineos.
A lo largo de los milenios, en otras palabras, las áreas en las que el finougrio
y el Vasco se hablan han disminuido, con lo que se han transferido zonas de
cultivo a manos de hablantes de lenguas indo-europeas. Los cambios siempre han
tenido lugar (al menos en gran medida) de la misma forma que lo hace hoy en día:
hablantes de finougrio y vasco han cambiado a una lengua indo-europea; en el
proceso, la frontera entre lenguas finougrias y las lenguas indo-europeas se ha
movido, poco a poco, hacia el norte, mientras que la frontera entre las lenguas
vascas y las indo-europeas se ha reducido cada vez más hacia los Pirineos
occidentales. Estos movimientos en las fronteras lingüísticas no ha sido el
resultado de diásporas poblacionales, o de migraciones. Más bien, las
poblaciones del norte y oeste de Europa han permanecido bastante inmóviles,
basándose más en la difusión cultural y lingüística que en una difusión démica.
Los primeros cambios en las áreas de influencia entre el finougrio y el
indo-europeo y entre el vasco y el indo-europeo fue debido al desarrollo de la
agricultura y el pastoreo del ganado. La agricultura y el pastoreo fueron
siempre tan efectivos en términos de subsistencia que la caza, la pesca y la
recolección que los cazadores-pescadores-recolectores cambiaron sin dudarlo su
sistema de vida al agrícola y ganadero, al tiempo que cambiaron sus propias
lenguas hacia formas indo-europeas propias de agricultores.
Presentaré mi teoría del desarrollo de las gentes y de las lenguas del norte de
Europa en los milenios que siguieron a la Edad del Hielo con la ayuda de cuatro
mapas.
MAPA 1 representa el
apogeo de la Edad de Hielo y el periodo que siguió, entre el 23.000 y el 8.000
A. de C. Durante el periodo glacial y postglacial, la zona periglacial contenía
abundante biomasa y alimentos, ya que permitía el sustento de muchos animales en
manada, incluidos mamuts, bisontes, osos, arces y caballos salvajes. Debido a su
facilidad para la subsistencia, las gentes de la zona periglacial fueron los más
agraciados de Europa. Como suele ocurrir con las poblaciones en condiciones
favorables, crecieron en número y sus áreas de influencia se expandieron hasta
llegar a amontonarse. El resultado más importante en el periodo fue la
integración ocurrida en la zona periglacial. Esto aplicaba a todos los niveles,
cultural, genético y lingüístico. Las antaño relativamente pequeñas y separadas
culturas, grupos genéticos y lenguas se hicieron cada vez más homogéneos y sus
áreas se fusionaron en una zona periglacial más o menos uniforme. Lo básico
desde el punto de vista lingüístico fue que, como resultado de la integración,
las zonas periglaciales se desarrollaron en una zona lingüística en las que las
poblaciones vecinas fueron capaces de comunicarse entre sí indistintamente de lo
diferente que habían sido sus lenguas: una cadena de lenguas o dialectos se
desarrollaron y que algunos llamaron urálicas. Es posible que un crecimiento y
unificación similar ocurriera por el oeste de Europa. El resultado fue el área
de lenguas vascas.
Sin embargo no se dio una unificación correlativa de poblaciones y lenguas en
las zonas sur y centro europeas: las gentes de este área representaban, en la
Edad del Hielo, poco afortunados cazadores de especies menores. Este área
permaneció tan variada como siempre, con más pequeñas áreas culturales,
genéticas y lingüísticas que en las zonas periglaciales.
De este modo, para el año 8.000 A. de C., Europa tenía al menos tres grandes
áreas lingüísticas: la relativamente unificada área de la lenguas urálicas (U),
el área occidental de lenguas Vascas (B) y , en el centro y sur del continente,
un área de pequeñas y desconocidas lenguas (X).
Hay que aclarar que las genéticamente diferenciadas poblaciones Sami (laponas)
del norte de Escandinavia (que durante la Edad del Hielo, vivieron mucho más al
sur hacia el Mar del Norte), pertenecían, de acuerdo a mi hipótesis, a la zona
periglacial cuyas lenguas, al menos parcialmente, se unificaron. La inusual
variante genética de estos Sami se basa en el hecho de que han permanecido
durante largo tiempo (quizás entre el 10.000 y 3.000 A. de C.) aislados en zonas
del oeste y norte de Escandinavia del resto de europeos del norte, y una serie
de mutaciones genéticas sucedieron en ellos.
Para el 5.500 A. de C., la
agricultura y el pastoreo y, en sus balbuceos, las lenguas Indo-Europeas, se
habían extendido en dirección a Grecia por toda la parte sur y central de Europa
(ver MAPA 2). Es entonces, en otras palabras, que los hablantes de las
pequeñas lenguas de Europa central y del sur habían adoptado la agricultura y el
pastoreo del ganado y con ello la lengua indo-europea. Hablaban una serie de
dialectos indo-europeos conteniendo substratos de lenguas más antiguas y
pequeñas; en otras palabras, los dialectos indo-europeos se hablaron con
diferentes acentos en diferentes partes del sur y centro de Europa, y las
diferencias en las lenguas indo-europeas contemporáneas (por ejemplo Griego y
Albano) se basan principalmente en este hecho. Por ejemplo, las lenguas
Germánicas, Bálticas, Eslavas, Célticas y Romances aun no existían en este
estadio, sus futuras áreas de influencia lo ocupaban las lenguas Urálicas y
Vascas.
Europa se encontró así dividida de nuevo en tres áreas (aunque las fronteras
eran en gran parte las mismas que en el MAPA 1). Las gentes del área nórdica
eran cazadores-pescadores-recolectores que hablaban lenguas finougrias y
representaban un tipo humano homogéneo. Habían sido antaño pueblos exitosos que
ahora (entre otras cosas, debido a la extinción de muchas manadas de animales)
se encontraban entre los más desafortunados. Eran poblaciones descendientes de
los que habían vivido en ese área en la Edad del Hielo. Los pueblos del área
occidental eran cazadores de piezas menores que hablaban lenguas vascas y quizás
formaban, genéticamente, su propio grupo. La subsistencia de estas gentes no
eran tan óptima como la de los agricultores y ganaderos. Las gentes del centro y
sur de Europa se hicieron agricultores-ganaderos que hablaban lenguas
indo-europeas y representaban un grupo genético propio y se había desarrollado
con la mezcla entre pueblos del sur-este con poblaciones locales. La
subsistencia en este área que antes había consistido en caza de piezas menores,
ahora se había suplantado (en parte debido a la llegada de nuevas poblaciones,
en parte debido al cambio cultural) por otra forma de subsistencia, agrícola y
ganadera. Las gentes de este área se habían convertido en los afortunados del
continente, cuya forma de vida y lenguas indo-europeas eran ansiosamente
imitadas en las áreas nórdicas y occidentales de Europa.
La frontera entre agricultores-ganaderos y los cazadores-pescadores-recolectores
era significativa en muchos aspectos. Era una frontera entre sistemas de
subsistencia completamente diferentes, ya que los agricultores eran productores
de alimentos capaces de regular su provisión de alimentos, mientras que los
cazadores eran apropiadores de alimentos que estaban mucho más al albur de la
naturaleza. Era una frontera lingüística que dividía a los hablantes de lenguas
indo-europeas del centro y sur del Europa de los hablantes de lenguas urálicas
del norte y de lenguas Vascas del oeste. Finalmente era una frontera que
delimitaba grandes diferencias en densidad de población, ya que entre los
productores de alimentos era entre 100 y 150 veces más densa que entre los
apropiadores de alimentos.
MAPA 3 representa el
periodo entre el 5500 y el 3000 a. de C. cuando la agricultura y la ganadería y
con ellas las lenguas indo-europeas se habían extendido entre los
cazadores-pescadores-recolectores del norte de Europa. Una nueva zona intermedia
se había desarrollado entre la antigua división central y nórdica. Esta se formó
en áreas cuyos habitantes habían adoptado la agricultura y la ganadería y las
lenguas indo-europeas. Había tres de estas áreas, G, B y S, o las áreas de
lenguas originarias germánicas, bálticas y eslavas. De forma similar se formó un
área entre el oeste y el centro-sur de Europa: aquí, las lenguas indo-europeas y
Vascas se mezclaron, y como resultado dieron lugar a las lenguas célticas y
celtibéricas (de las que más tarde nacerían las lenguas romances). El mapa no
muestra de forma separada las lenguas indo-europeas que se desarrollaron en el
centro y sur de Europa entre el periodo anterior al 5.500 A. de C.
MAPA 4 muestra las
áreas de los siete grupos lingüísticos contemporáneos. Estos son el finougrio,
el vasco, el germánico, el báltico, el eslavo, el céltico y el romance. De
estos, cuatro (germánico, báltico, eslavo y romance) se han extendido más allá
de las áreas en las que se originaron, mientras que tres de ellos (finougrio,
vasco y céltico) han retrocedido. De las lenguas Germánicas, una de ellas, el
inglés, se ha extendido por muchos continentes (incluyendo Norteamérica y
Australia); de las lenguas romances, el español y el portugués se han expandido
por Sudamérica, y el francés por África, entre otros sitios.
Desde el punto de vista de Europa del Norte, las rutas por las que las lenguas
germánicas, bálticas y eslavas se han extendido hacia el norte tienen cierta
importancia; son los canales de Escandinavia, los Países Bálticos y Rusia. Las
siguientes características son típicas del las actuales lenguas indo-europeas
contemporáneas de los tres canales: las principales divisiones dialectales son
horizontales, de forma que las lenguas se dividen a menudo en variantes
dialectales del norte y del sur. Cuanto más al norte se encuentra un dialecto,
más importante es su substrato finougrio. La toponimia pre-indo-europea
sobrevive en muchos más sitios en estas áreas (aunque el sur de Escandinavia,
Dinamarca y el norte de Alemania no han sido apenas estudiados al respecto). De
esta forma el área de pervivencia de nombres finougrios se extiende, en Rusia,
desde al menos el área de las antiguas Merians hasta el área del sur de Moscú, y
posiblemente incluso hasta Ucrania. En el área báltica, la toponimia finougria
se extiende por todo el centro de Lituania y posiblemente Polonia.
Los húngaros son un pueblo peculiar que vive en el centro de Europa pero que
hablan una lengua ugro-finesa. Su peculiaridad está basada en el hecho de que
son los únicos hablantes de ugro-finés que participaron en la gran migración del
primer milenio. El hogar original de los Húngaros son los Urales centrales (y
por tanto toda la amplia franja periglacial de habla urálica) y los húngaros
emigraron de allí a través del Mar Negro hasta la actual Hungría; la fecha de su
llegada se sitúa en torno al año 896 d. de C.
Lo que he intentado explicar es el nacimiento y el desarrollo de los pueblos de
Europa y de sus lenguas de forma lo más gráfica y sucinta posible. Toda la
historia puede de hecho ser condensada en una sola frase:
Hubo una vez unos cazadores de piezas mayores en el norte de Europa que se
unificaron en torno a las lenguas urálicas; les siguieron los agricultores del
centro y sur de Europa que se unificaron en el área de lenguas indo-europeas y
que empezaron a expandirse por todo el norte de Europa, dando lugar a una "zona
intermedia" (las áreas originarias de las lenguas Germánicas, Bálticas y
Eslavas).
Mi aproximación es novedosa en cuanto que no explico el nacimiento de los
pueblos y lenguas reclamando que, hubo un tiempo en los milenios pasados, en los
que migraron hacia el este hasta su localización actual. No sigo, dicho en otros
palabras, el viejo principio de "ex oriente lux" o la idea Bíblica de la
dirección divina de un pueblo elegido hacia una tierra prometida. He intentado
dar una explicación mucho más inmóvil y, en mi opinión, más simple y natural,
sobre el nacimiento de los pueblos y lenguas del norte de Europa: los pueblos
del norte de Europa, ya hablen lenguas indo-europeas, finougrias o vascas, son
en gran medida descendientes de pueblos que han vivido allí "desde el comienzo
de los tiempos" (al menos desde la Edad del Hielo o poco después). El fundamento
de mi tesis es la pervivencia de sistemas (particularmente la caza mayor que
garantizaba la supervivencia durante la Edad de Hielo, así como la agricultura y
ganadería a partir del 5.500 a. de C.) y lo cambios del finougrio al
indo-europeo en toda la zona más septentrional de influencia indo-europea (en la
zona intermedia entre el norte y centro de Europa). Mi hipótesis también explica
por qué las actuales poblaciones del norte de Europa son tan genéticamente
homogéneas, aunque lenguas de dos ramas distintas se hablen en la misma región.
Lo novedoso de mi propuesta, en particular, es que no veo las influencias entre
las lenguas del norte de Europa como algo uni-direccional, o indo-europeocentrista
en el sentido de preguntarme solo como las lenguas indo-europeas han
influenciado a las finougrias. También me pregunto como y cuando las lenguas
finougrias han influenciado a las indo-europeas. Llego incluso a reivindicar que
las lenguas germánicas, bálticas y eslavas nacieron bajo la influencia de las
lenguas finougrias en el contexto de un cambio lingüístico del finougrio al
indo-europeo.