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La música vallenata en Colombia.

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Son harto conocidas las acciones de violencia que perpetran día con día las diferentes facciones enfrentadas en el conflicto armado colombiano. Este conflicto que desangra al país ha llegado hasta semejante punto debido a la incapacidad de los diferentes habitantes de verse como una unidad y trazar propósitos comunes. Colombia hasta la fecha es más una conformación de diversos países que una unidad homogénea; se integra por diversas regiones socioculturales que nunca han encontrado un punto de unidad, se encuentra formada por culturas caribeñas, andinas, llaneras, selváticas y del pacífico por sólo mencionar las más sobresalientes. Colombia nunca se ha podido concebir como país, como unidad y desde la independencia de España hasta la fecha se libran sangrientas guerras civiles, sin poder encontrar una tregua.

 

Los dirigentes políticos, líderes, los medios masivos de comunicación que han entendido esta carencia, han buscado un elemento de cohesión cultural, actualmente esta búsqueda de unión se realiza por intermedio de diversos medios entre los que destacan el deporte, la música, las telenovelas y los reinados de belleza. Es de esta manera que a través de los medios masivos de comunicación se intenta unificar al país por intermedio de  estos elementos. En el caso que nos ocupa el vallenato se comercializa como la música colombiana, se escucha a lo largo y ancho del país e incluso se utiliza diplomáticamente como el sonido de Colombia para el mundo. Se busca desesperadamente un elemento de unión para los conacionales  que les permita entenderse como semejantes y no como antagonistas. La manipulación del poder simbólico que posee esta música se encuentra encaminada hacia esa dirección.

 

Este conflicto en su generalidad no es exclusivo de Colombia, por ejemplo encontramos que Araujo (2000:115) trabaja esta misma problemática pero en el caso de Brasil y cómo se ha utilizado la música en la representación de identidades sociales. Brasil es una nación con una gran diversidad y grandes inequidades, que copta diferentes modelos culturales y jerarquías sociales, por lo cual es necesaria una continua búsqueda de unidad nacional dentro de la cual la música ha jugado un papel prominente al igual que en Colombia.

 

Durante el año 2002 el Ministerio de Cultura colombiano realizó ‘La Gran Encuesta Nacional de Cultura’, con un universo de 1000 personas de 28 diferentes municipios del país y como ‘sorpresa’ ésta muestra que existe una hegemonía cultural de la costa Atlántica, aun cuando históricamente la zona central Andina ha ocupado este lugar. Las actividades artísticas o culturales consideradas más importantes son en este orden: ‘el Reinado Nacional de la Belleza’, ‘el Carnaval de Barranquilla’ y el ‘Festival de la Leyenda Vallenata’. Los personajes más admirados son en este orden: Gabriel García Márquez, Shakira y Carlos Vives, al mismo tiempo la manifestación cultural que hace sentir más patriotas a los colombianos que sirve de mejor manera como aglutinante nacional resultó ser el vallenato, con un tercer lugar para el bambuco del interior andino, según el resultado de esta encuesta. Otros datos relevantes: 13 de los 29 personajes más admirados son músicos, escuchar música es la principal actividad cultural pasiva del país, ‘danza’ es la primera actividad que se les viene a la cabeza cuando piensan en la palabra ‘cultura’ y la música es la principal herencia cultural que se desea dejar a los hijos. También se considera a la radio como el principal motor de la cultura por encima de la prensa o la televisión (Bejarano,2002). Algunas hipótesis que se pueden inferir de esta muestra son que los colombianos se aferran a la cultura como prueba de vida, como mecanismo de salvación, de convivencia, de entendimiento y se piensa en ella como una garantía de un futuro (El Tiempo,2002). Esta encuesta confirma plenamente la idea expuesta anteriormente de que a través de la música se busca, se intenta, unificar el país y lograr que la población se sienta parte del ‘artefacto cultural de la comunidad política colombiana imaginada’, (parafraseando a Anderson,1993[1991]:21), ya que precisamente es esta idea de comunidad imaginada la que se encuentra inoperante dentro del concepto de colombianeidad. Los estudios sobre este fenómeno deben señalar la importancia del papel jugado por la música dentro del imaginario de cohesión nacional y la preeminencia que debe tener ésta al pensar en políticas que busquen detener la fragmentación social y encontrar la solución pacífica de las diferencias

 

            El género vallenato ha sido utilizado como herramienta identitaria en diversas geografías y temporalidades en su corta historia por diversos grupos sociales. Ha tenido que transformarse, cambiar parte de sus elementos constitutivos en un proceso de eugenesia cultural al que se ve sometido con el fin de poder ser aceptado en nuevos nichos sociales y desarrollarse en los mismos, después de que es resignificado de acuerdo a los propios parámetros de la cultura receptora.

 

La música vallenata es un producto masificado por las disqueras del país y tiene actualmente una fuerte presencia en los medios de comunicación masiva.  En ella se conjuga la música con la poesía popular, con fuerte influencia de la oralidad de  donde recibe su fuerza; posee una amplia aceptación popular en toda la costa Atlántica rural y pueblerina.  En los últimos años la aceptación de esta música se ha ampliado superando las fronteras de la costa Atlántica e inclusive las fronteras nacionales.

 

El vallenato actual es un producto comercial que se ve regulado por las leyes del mercado y queda expuesto al juicio valorativo de los consumidores del mismo; debido a esto cambia sus parámetros constantemente, de acuerdo principalmente a las exigencias comerciales impuestas principalmente por las disqueras y estaciones de radio.

 

En el interior del país, se rechazó por mucho tiempo a el vallenato por considerarlo una música básicamente de ‘negros’, inscritos en una clase social baja.  Hoy en día esta misma música que no tenía la posibilidad de emerger de su grupo productor, incluso en la misma costa Atlántica, es la música que el mercado discográfico, que el imperio comercial ha instituido como la ‘música colombiana’. Se encuentran inscritos en este proceso claros intereses políticos, tanto regionales como nacionales.  Esto nos lleva a que en los últimos años el vallenato se ha extendido a todo el país y ha cruzado las fronteras erigiéndose como la música colombiana más representativa.

 

 El Festival de la Leyenda Vallenata es creado (en 1968) por un grupo reducido de personalidades que se apropian de un folclor de dimensiones regionales, y así se crea y confiere un concepto de identidad a una región nueva, necesitada de esta construcción identitaria. El separarse del Magdalena Grande lleva al nuevo Departamento del Cesar y a su primer gobernador Alfonso López Michelsen en una  búsqueda desesperada por un elemento que los uniera como departamento y los diferenciara de la antigua división geográfica  a la cual estaban adscritos.

 

Gilard (1993:34) plantea que con el vallenato se buscó ocultar los orígenes del género, claramente enraizados en la música negra. Así que en el discurso parece haber nacido de sí mismo, en una región bendecida por el destino. Aunque es claro que existe un elemento común a este tipo de música que es la poesía oral hispánica, que se da en toda América Latina. Pero esta unidad histórica ha sido ignorada por diversas modalidades de nacionalismo y de regionalismo, que simplemente hacen juego de los antiguos particularismos y en el caso de esta música ‘costeña’ de acordeón se convirtió en el juego de la élite de Valledupar.

 

El vallenato como folclor hacía parte de toda la región de la costa Atlántica, pero con la necesidad de Valledupar de crear un elemento cultural propio, que los diferenciara de las demás regiones se fue creando una nueva historia en torno al vallenato. Esta nueva historia distorsiona el origen del mismo para ser montado un nuevo y definitivo epicentro de este folclor, es así que Valledupar con su festival comienza a ser el nuevo dueño del género musical. Como plantea Martín Barbero, (1998:279): “...la apropiación y reelaboración musical se liga o responde a movimientos de constitución de nuevas identidades sociales”. En torno a éste se da identidad cultural y un elemento cohesionador a toda la cultura del Valle de Upar, recreando los orígenes y haciéndole creer al país y a sus propios habitantes que son los dueños y creadores del vallenato.

 

Una prueba clara de este movimiento estratégico, de esta apropiación es el hecho de que Valledupar le haya dado su propio gentilicio a esta música, lo llamaron vallenato, es decir, nato del valle de Upar, cuando es evidente que ésta es nata de toda la costa Atlántica. Otras regiones de la costa Atlántica se rehúsan a usar este nombre, y hablan de ‘música de acordeón’, en una clara protesta en contra de la apropiación y hegemonización del folclor, por parte de Valledupar.

 

Una de las personas más importantes dentro de este proceso de desarraigo zonal de este folclor, para su posterior restablecimiento en Valledupar y reinvención de la historia del mismo dándole un carácter mítico, fue Gabriel García Márquez y su novela Cien Años de Soledad. Esta novela se ha convertido en el paradigma de la cultura colombiana, y gracias a ella se le da una nueva historia al vallenato.

 

Es importante resaltar cómo el primer gobernador del Cesar hace énfasis en la pertenencia de Márquez a Valledupar, donde el Nóbel adquiere su inspiración, de donde toma las historias y las recrea en su particular estilo literario. López (1999:2) plantea que es en Escalona y no en ningún otro lugar donde se debe buscar la fuente de donde bebe Márquez para crear su más importante obra Cien Años de Soledad; precisamente en Escalona, quien es pieza fundamental en la creación del Festival de la Leyenda Vallenata.

 

Conjugados estos tres grandes personajes se consolida políticamente el Cesar como departamento, se adopta un cohesionador cultural como lo es la música y a este montaje político-musical se le da fundamento, piso donde asentarse y echar raíces, por medio de la literatura garcía-marquiana que le brinda  un hálito mítico ancestral inexistente. Solo tres décadas después de la época de éxito musical de Rafael Escalona, de la aparición del festival de López y de Cien años de soledad (nótese la coincidencia de las fechas), el país entero cree que la música de acordeón es de Valledupar, que el Cesar es una región culturalmente distinta al resto del país; y que todo esto viene de una historia remota, mítica, donde el ancestro común se ha desvanecido por el accionar del tiempo.

 

Pero el éxito rotundo de la creación de estos tres hombres en particular y de la élite valduparense en general no paró en darle fuerza y cohesión cultural a una región como el Cesar. Actualmente todo el país se siente parte y componente del estilo macondiano de García Márquez; ninguna persona ha sido izada como el estandarte de Colombia como se ha hecho con García Márquez, ‘nuestro Nóbel’, ‘nuestro embajador ante el mundo’, ‘el colombiano del siglo’.

 

La música de Colombia es el vallenato. Es la más oída, la más vendida, la que mayor difusión comercial y de medios audiovisuales posee, “...pero el punto es que la música vallenata- de origen regional particular- es aceptada un representante legítimo del sentimiento nacional”, (Wade, 1997(2): 24,25). El vallenato es la música que se exporta al exterior y con la cual nos identifican en el resto del mundo, y esta nacionalización e internacionalización del género se da con la música de Escalona.

 

Finalmente lo que ellos logran es “Estabilizar una expresión musical de base popular como forma de conquistar un lenguaje que concilie el país en la horizontalidad del territorio y en la verticalidad de las clases sociales, (Barbero, 1998: 234)”. Esta labor es realmente admirable y de esfuerzos colosales si se tiene en cuenta la división cultural y política que mostraba Colombia antes de estos hechos: “Colombia podía llamarse antes de 1940 más un país de países que una nación”, (Op.cit.:225).

 

Es innegable la audacia y la inteligencia demostrada por los artífices que se encuentran detrás de esta obra, de esta novela- política- cantada y en la que en solo 33 años se ha convertido en una verdad irrefutable para toda Colombia. El Festival de la Leyenda Vallenata así mismo es un gran evento ritual donde se valida y renueva periódicamente  esta construcción y hegemonía cultural y simbólica.

 

Es igualmente importante resaltar nuevamente que dentro del proceso de nacionalización y principalmente de aceptación del vallenato al interior del país y el posterior desplazamiento del bambuco como la música colombiana, tiene gran influencia y relación la pugna por el poder político de los dos partidos más importantes del país y los únicos que han accedido a la presidencia de la república desde la independencia de España. Por una parte encontramos al vallenato asociado al partido Liberal colombiano, con el cual llegó al poder López Michelsen y que su fortín electoral se encuentra, en las zonas de provincia, principalmente en la costa Atlántica, que por la época  de expansión vallenata al interior, adquiría mayor poder y representatividad. Por el otro lado vemos que al mismo tiempo que el partido Conservador se veía desplazado de esta posición privilegiada, donde llevaba hasta ese momento una histórica hegemonía. Coincidencialmente el grueso de los electores y la zona de mayor influencia de este partido es el ‘interior’ del país, la llamada zona Andina, que históricamente ha sido representada musicalmente por el bambuco que anteriormente era llamado simplemente ‘música colombiana’.

 

Como podemos observar el desplazamiento de un tipo de música por otro en el rubro de ‘música de Colombia’ se encuentra completamente relacionado con la pugna de los partidos políticos por la hegemonía del país. Cuando estos dos géneros se enfrentan por la total representatividad de la geografía nacional no lo están haciendo simplemente dos tipos de música, el acento del enfrentamiento se encuentra en otro lugar muy lejano a los instrumentos, ritmos y melodías. El enfrentamiento real se da entre dos ideologías, entre diferentes maneras de concebir la vida, la religión, la sexualidad, el espacio público y privado, las estéticas; es finalmente entre diferentes concepciones y apropiaciones de lo social y cultural, que en este caso se ven representados de manera simplificada por los partidos políticos.

 

Al revisar de manera detallada la cultura representada por el vallenato encontramos de fondo que es la que representa a los grupos sociales que en lo político se ven aglutinados por el liberalismo. De similar forma el bambuco representó durante casi dos siglos (Miñana,1997:8) a los grupos sociales del interior que eran el caudal electoral del partido Conservador. Mientras la élite del interior, líderes del partido Conservador, mantuvo una clara hegemonía sobre el resto del país, esta mantuvo su propia estética musical idealizada, el bambuco, como representativa de la nación. Hacia la mitad del siglo XX, el liberalismo toma fuerza y logra romper la hegemonía conservadora; es en este momento que el vallenato logra entrar a la región Andina y poco a poco desplazar al bambuco de la posición de ‘legítimo representante del sentir nacional’.