Lo hemos pensado. A
cualquiera le pasó en algún momento por la
cabeza. El amor de nuestra vida tal vez esté
en Japón, o a la vuelta de la esquina. Tal
vez cerca, más de lo que creemos. Mientras
tanto, Yago - un hombre solitario, que
vive en Iguazú, Misiones - sabe que cuando
una bengala es disparada al cielo, alguien
está en peligro, hay que apagar un incendio
o socorrer un animal. Mientras tanto, Morena,
una mujer de ciudad, muy eléctrica por
cierto, se prepara para escribir su informe
en una notebook. Aunque el celular le suene,
y tenga que atender y no pueda parar un
segundo, los escenarios - la brutal
naturaleza de Cataratas del Iguazú junto a
la afrodisiaca y maníaca ciudad de Buenos
Aires - son tan distintos como lejanos, al
igual que los personajes. Hasta que ella,
cansada de sus malas relaciones con los
hombres (en especial la última) decide que
necesita vacaciones. Su mejor amiga, Laura,
la convence de que vayan juntas a Iguazú.
Ellos, se tienen que descubrir, así como
también se tienen que revelar las propias
historias. Yago deberá sobrellevar el
hecho de que aquél que lo crió toda la
vida, no es su padre biológico. Morena,
aceptar la violenta verdad: su padre es el
culpable del asesinato de la madre de Yago.
Las líneas se cruzan, se enredan, se
desatan. Los personajes de Yago,
Pasión Morena se cruzan, se enredan,
se desatan, pero también se quieren.