¿Animal racional? (Ja!)
El ser humano es un
ente condenado al fracaso. Desde su misma creación ha tropezado
siempre con dificultades, por otra parte inherentes a él. Digo
que está condenado por ser consciente. La consciencia es su
maldición, la roca atada a su pierna en el momento de subir a la
superficie.
El hombre hasta estos días necesita obedecer: es triste
admitirlo, pero la humanidad posee un fetiche por la dominación.
Paradoja del autodenominado el "animal racional": al
tiempo que se pone por encima de cosa habida y por haber, se
vanagloria de su intelecto tan poderoso, e impone su
superioridad; crea "algo", sin cara, forma, o cualidad
material, por encima de él: ese "algo" es Dios. Bicho
vanidoso el hombre: su superior es creado igual a él. La
humanidad está infectada por las contradicciones.
Es más, prueba clara de la superioridad de la raza humana se
otorga a sí misma soy yo. Yo creo dar con estas soporíferas y
redundantes líneas la clave para la explicación de la
naturaleza de la humanidad, cosa que, denlo por hecho, no
alcanzaré. Es que la palabra escrita es un instrumento tan
poderoso, que quien se lo apropia y llega a utilizarlo de una
forma medianamente correcta, es elevado a una especie de Olimpo
entre los mortales. Me refiero a que tengo la ilusión de que
escribiendo alcanzaré cierto status y prestigio que de otra
forma no lograría. Pero, he aquí la desgracia, soy consciente
de eso, y eso es lo que me destruye.
Los hombres de que tuvieron dominio sobre el arte de las letras,
los intelectuales, gozan de un prestigio que descansa sobre bases
muy poco sólidas ¿quién los ha puesto ahí? ¿Qué pasaría si
quisiéramos removerlos de su Olimpo? De seguro, toda la casta de
intelectuales pequeñoburgueses podría el grito en el cielo al mínimo
atisbo de tocar sus ídolos de bronce. Estos ídolos a los que me
refiero necesitan una limpieza, no limpiarlos, sino sacarles lo
que el paso del tiempo ha hecho en ellos. Ha llegado el momento:
las palomas han sido demasiado irreverentes con nuestros
referentes...
Concluyo: emprender un camino implica la aceptación del fracaso,
y la humanidad, porfiado espécimen, decide emprenderlo. Es que,
como dijo sabiamente la Negra, a veces no hay nada bueno en la
televisión.