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La mente evoluciona. Por tal motivo, el querer parar ese proceso, es para mi gusto, una infamia, es "contra natura"; cosa que hizo y ha querido hacer la iglesia durante todo el tiempo de su estancia entre nosotros, gente de occidente. Si consideramos que una religión por definición quiere decir unión, mas no opresión y menos a través del miedo, la inevitable contradicción salta a nuestros ojos. Se hace evidente.
La iglesia como casa de Dios ¿Qué dios?, ¿será el dios que quiere que el ser humano se quede sin esa evolución para poder ejercer el poder sin interrupciones? ¿Acaso la casa del progreso no existe en la iglesia? ¿Hay que ser retrógradas e involucionistas para ser buenos, no pecar y no irnos al infierno? No es más que la mierda disfrazada de bondad divina.
Debajo de las sotanas existe muerte y destrucción, debajo de las banderas está el fascismo y el imperialismo, las fronteras crean guerras y los estandartes de la iglesia quieren unir con su falsa fe a los miserables que sufren por tales consecuencias y crean circunstancias para poderles decir que existe un destino, que es ese su destino; ¡malditos manipuladores de conciencias! ¡Creadores de lo no existente! ¡Aduladores de la falacia!. ¿Cual destino?, ¡No son ellos los que tienen el destino en la boca!
¡No al condón!, gritan al unísono los seudo-caballeros misóginos de la iglesia, no al condón en el nombre de Dios; mientras países enteros mueren por las enfermedades que esto conlleva; ¡no al condón! dice el Papa, ¡muéranse hijos de la chingada!, siempre y cuando sea "en el nombre de Dios".
¿En dónde esta el nombre de Dios?, ¿en una moral caduca, obsoleta, que no aplica a las necesidades de nuestro siglo? ¿A eso le llamamos religión?.
Enmascarados del bien, concebidos por el mal.
Encontremos un antídoto contra la estupidez, ya que no es, sino hasta que caemos en ella, que la muerte se justifica a sí misma.
Por el pensamiento y la razón.