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JESÚS MISERICORDIOSO

En el año 1931, apareció el Misericordioso Salvador a
la hermana Sor María Faustina en Polonia.
Ella escribió:
Por la tarde, cuando yo estaba en mi celda, vi a Jesucristo
vestido de blanco. Una mano estaba levantada en ademán de
bendecir y con la otra mano se tocaba el vestido , en el
pecho. De la hendidura de su vestido, que parecía un poco
abierto en el pecho, brillaban dos rayos largos. Uno era rojo
y el otro blanco. Yo me quedé en silencio contemplando al Señor.
Mi alma estaba llena de miedoy felicidad, pero también rebosando felicidad. Después de un rato me dijo el Señor:
 

"Dibuja mi imagen, tal como tú me ves con la inscripción:
JESÚS YO CONFÍO EN TI.
Mi deseo es que esta imagen  sea venerada en el mundo entero. Aquellos
que adoren esta imagen, les prometo no extraviarse jamás.
El rayo de luz significa el agua de mi costado que purifica el alma;
el rayo encarnado, mi sangre, la cual da vida a las almas.
Estos dos rayos se desprendieron de las profundidades de mi misericordia cuando fue perforado mi corazón
por la lanza. Ellos protegen las almas que mi ofendido
Padre quiere castigar. Bienaventuradas las almas que viven
bajo la sombra de estos rayos. La mano justa de Dios las
salvará. Las casas, e incluso las ciudades donde se venera
esta imagen, las protegeré y salvaré. La humanidad no va a
encontrar ni tranquilidad ni paz, mientras no se dirija con
plena confianza al Dios Misericordioso..."
"Yo prometo que el alma que honrare esta imagen
no perecerá. Yo también le prometo, ya aquí en la tierra,
victoria sobre sus enemigos, pero especialmente en la
hora de la muerte. Yo, el Seññor, la defenderá como a
Mi propia Gloria".

El Señor le pidió a Sor Faustina que escribiera la siguiente jaculatoria y que la rezara con frecuencia:
 

"Oh Sangre y Agua que brotásteis del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, Yo confío en Ti".

En Sus revelaciones a Sor Faustina, nuestro Señor pidió una oración especial y una meditación de Su Pasión cada día a las tres de la tarde, la hora que recuerda Su muerte en la Cruz.

"Cuántas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete totalmente en Mi misericordia, adorándola y glorificándola."

Suplica su omnipotencia para el mundo entero y especialmente para los pobres pecadores, ya que en ese momento se abrió de par en par para cada alma. En esa hora puedes obtener todo lo que pides para ti y para los demás. En esa hora se estableció la gracia para el mundo entero: la misericordia triunfó sobre la justicia. En esa hora procura rezar el Vía Crucis, en cuanto te lo permitan los deberes; y si no puedes rezar el Vía Crucis, por lo menos entra un momento en la capilla y adora en el Santísimo Sacramento a Mi Corazón que está lleno de misericordia. Y si no puedes entrar en la capilla, sumérgete en oración allí donde estés, aunque sea por un brevísimo instante... (Diario, 1572).

Quizás no todos podamos rezar las Estaciones del Vía Crucis o adorar a Jesús en el Santísimo Sacramento, pero todos sí podemos detenemos mentalmente durante un "brevísimo instante", pensar en Su abandono total a la hora de la agonía y rezar una breve oración, como por ejemplo,

"Jesús, por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero".


A la Divina Misericordia

Acudo a Tu misericordia Dios Compasivo, ya que sólo Tú eres bondad. Aunque mi miseria es grande y mis ofensas muchas, confío en Tu misericordia porque eres el Dios de la misericordia y desde tiempo inmemorial nunca se ha oído, ni el cielo ni la tierra recuerdan, que un alma confiada en Tu misericordia, haya quedado decepcionada. Oh, Dios de piedad, sólo Tú puedes justificarme y jamás me rechazarás, cuando yo, arrepentida, me acerque a Tu Corazón misericordioso, del cual nadie ha sido rechazado jamás, aunque haya sido el pecador más grande (Diario, 1730). [Porque tu Hijo me aseguró:] Antes el ciclo y la tierra se vuelven a la nada, que Mi misericordia deje de abrazar a un alma confiada (Diario, 1777). Oh, Jesús, Amigo del Corazón solitario, Tú eres mi puerto, Tú eres mi paz, Tú eres mi única salvación, Tú eres la serenidad en los momentos de lucha y en el mar de dudas. Tú eres el rayo brillante que ilumina el sendero de mi vida. Tú eres todo para el alma solitaria. Tú comprendes al alma, aunque ella permanezca callada. Tú conoces nuestras debilidades y como un buen médico consuelas y curas, ahorrándonos sufrimientos, como un buen experto (Diario, 247).


Alabanzas de la Beata Sor Faustina a la Divina Misericordia

El Amor de Dios es la flor, y la Misericordia es el fruto.

Que el alma que duda lea estas consideraciones sobre la Divina Misericordia y se haga confiada.

Misericordia Divina, que brota del seno del Padre, en Ti confío.

Misericordia Divina, supremo atributo de Dios, en Ti confío.

Misericordia Divina, misterio incomprensible, en Ti confío.

Misericordia Divina, fuente que brota del misterio de la Santísima Trinidad, en Ti confío.

Misericordia Divina, insondable para todo entendimiento humano o angélico, en Ti confío.

Misericordia Divina, de donde brotan toda vida y felicidad, en Ti confío.

Misericordia Divina, más sublime que los cielos, en Ti confío.

Misericordia Divina, fuente de milagros y maravillas, en Ti confío.

Misericordia Divina, que abarca todo el universo, en Ti confío.

Misericordia Divina, que baja al mundo en la Persona del Verbo Encamado, en Ti confío.

Misericordia Divina, que manó de la herida abierta del Corazón de Jesús, en Ti confío.

Misericordia Divina, encerrada en el Corazón de Jesús para nosotros, y especialmente para los pecadores, en Ti confío.

Misericordia Divina, impenetrable en la institución de la Santa Hostia, en Ti confío.

Misericordia Divina, en la institución de la Santa Iglesia, en Ti confío.

Misericordia Divina, en el sacramento del Santo Bautismo, en Ti confío.

Misericordia Divina, en nuestra justificación por Jesucristo, en Ti confío.

Misericordia Divina, que nos acompaña durante toda la vida, en Ti confío.

Misericordia Divina, que nos abraza especialmente a la hora de la muerte, en Ti confío.

Misericordia Divina, que nos otorga la vida inmortal, en Ti confío.

Misericordia Divina, que nos acompaña en cada momento de nuestra vida, en Ti confío.

Misericordia Divina, que nos protege del fuego infernal, en Ti confío.

Misericordia Divina, en la conversión de los pecadores empedernidos, en Ti confío.

Misericordia Divina, asombro para los ángeles, incomprensible para los Santos, en Ti confío.

Misericordia Divina, insondable en todos los misterios de Dios, en Ti confío.

Misericordia Divina, que nos rescata de toda miseria, en Ti confío.

Misericordia Divina, fuente de nuestra felicidad y deleite, en Ti confío.

Misericordia Divina, que de la nada nos llamó a la existencia, en Ti confío.

Misericordia Divina, que abarca todas las obras de Sus manos, en Ti confío.

Misericordia Divina, corona de todas las obras de Dios, en Ti confío.

Misericordia Divina, en la que estamos todos sumergidos, en Ti confío.

Misericordia Divina, dulce consuelo ara los corazones angustiados, en Ti confío.

Misericordia Divina, única esperanza de las almas desesperadas, en Ti confío.

Misericordia Divina, remanso de corazones, paz ante el temor, en Ti confío.

Misericordia Divina, gozo y éxtasis de las almas santas, en Ti confío.

Misericordia Divina, que infunde esperanza, perdida ya toda esperanza, en Ti confío.

Oh Dios eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia Misma.



Sor María Faustina (25/8/1905 - 5/10/1938)

 
 



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Caracas, octubre de 2000
Página realizada por Marisela Brombin
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