A 44 años del 23 de Enero

** Dos son las lecturas sobre el acontecimiento histórico del 23 de Enero de 1958: una, el innegable origen popular; dos, los resultados contrarios a ese origen. Marcos Evangelista Pérez Jiménez, conspirador junto con Rómulo Ernesto Betancourt Bello, para derribar al Gobierno absolutamente democrático de Isaías Medina Angarita, una vez caído Gallegos, instauró un régimen autoritario al desconocer los resultados de las elecciones del 30 de noviembre de 1952, de corte nacionalista con ribetes fascistoides, gran constructor de obras de infraestructura que aún perduran, pero sin dar muestras de aflojamiento porque impuso el lápiz rojo del censor y no tuvo el acuerdo (que sí llevó a cabo su mentor, el general peruano Manuel Odría) de convocar a elecciones libres para perderlas y retornar al poder, cinco años más tarde por la vía democrática.

** Sin embargo, con todo y el carácter represivo del Gobierno de Pérez Jiménez, en nueve años asesinó a una docena de dirigentes políticos; en cambio la democracia formal que no representativa que le sucedió, tiene en su haber: las matanzas de Barcelona con fusilamientos masivos de los insurrectos de Carúpano, de Puerto Cabello y de Cantaura, además de las desapariciones bajo el período de Raúl Leoni Otero (Donato Carmona es un ejemplo claro), los cortes de manos a guerrilleros exterminados para identificarlos y la acción vandálica de arrojar, desde helicópteros, a indefensos izquierdistas. Ese comportamiento del puntofijismo es resultado de las intrigas palaciegas de la madrugada del 24 de Enero de 1958, que protegió la retirada de la dictadura y creó las condiciones para cuarenta años de gobiernos basados en las concepciones más reaccionarias y derechistas.

** En cambio, el 4 de Febrero de 1992, reivindica el espíritu unitario cívico-militar el 23 de Enero de 1958. Ese 23 de Enero de la Junta Patriótica y de los combatientes del Barrio La Charneca, que arrancaban trozos del pavimento para arrojarlos contra quienes defendían a la dictadura. Por eso hay motivos para celebrar el origen del 23 de Enero y más que suficientes para también hacerlo con los rebeldes militares del 4 de febrero de 1992, quienes reeditaron los combates populares de la resistencia. Es así como las dos manifestaciones de mañana representan aspectos diferentes del país actual: quienes nos inspiramos en el origen popular del acontecimiento hace 42 años y aquellos que disfrutaron de cuatro décadas en el Gobierno, que son el producto de los golpes palaciegos de la madrugada del 24.

Cuando en la madrugada del 23 de Enero de 1958, el cielo de Caracas retumbó por el despegue de "La Vaca Sagrada" hacia la República Dominicana, llevando al dictador Marcos Evangelista Pérez Jiménez, al exilio, después que consideró insostenible la posición de su Gobierno, el cual realmente inició cuando el 2 de diciembre de 1952 desconoció las elecciones ganadas por Jóvito Villalba Gutiérrez el 30 de noviembre anterior. Pérez Jiménez reeditaba así el golpe de estado que llevó al poder en la Francia ya no revolucionaria, Napoleón Bonaparte, también un 2 de diciembre. Su estilo de Gobierno nacionalista pero con apego a la situación imperante en el mundo de la guerra fría y el macartismo. Consideraba que adecos y comunistas partían de la misma esencia y los persiguió con saña, asimismo lo hizo con los urredistas, de cuyas filas formaba parte Luis Miquilena.

Para Pérez Jiménez, la transformación del medio físico venezolano fue una prioridad y debemos aceptar que las obras de infraestructura realizadas bajo su régimen, aún perduran en Venezuela, han pasado a ser parte muy importante de la economía nacional.

Emprendió el rescate del sistema nacional de ferrocarriles, iniciado a fines del Siglo XIX por Antonio Guzmán Blanco, con el tendido de Puerto Cabello a Barquisimeto, único tramo que por cierto aún funciona. También estableció el inicio de los complejos petroquímicos, construyó la Autopista Caracas-La Guaira y estaba comenzando los estudios de la Zona del Hierro. No puede negarse que la labor material de Pérez Jiménez fue de capital importancia, tampoco la posición altiva frente al imperio, cuando propone en Panamá un fondo de 1.000 millones de dólares de Estados Unidos para luchar contra la pobreza en América Latina, adelantando que Venezuela aportaría el 10%. Todo eso está bien y mejor hubiese sido si quienes le sucedieron en el poder continuaban y mejoraban esos planes, lejos de tal iniciativa abandonaron muchos y aquellos que finalmente llevaron a cabo: el Puente sobre el Lago de Maracaibo y la Autopista Coche-Tejerías, resultaron mutilados, en la práctica inutilizados.

Si Marcos Evangelista Pérez Jiménez convoca a elecciones en vez de una caricatura de plebiscito, al final de su mandato, las iba a perder con toda seguridad; pero en cinco años recuperaría el poder porque el desencanto popular puesto de manifiesto bajo el régimen de Betancourt que dio lugar a dos divisiones de Acción Democrática, sin duda que le elegiría para la Primera Magistratura. Ocurrió una votación altísima en Caracas que lo hizo senador, lo que demuestra la verdad de cuanto afirmamos. Allí cometió otro error de fondo, en vez de quedarse en Venezuela y defender su curul senatorial, prefirió marchar al más largo exilio de nuestra historia, circunstancia que aprovecharon los puntofijistas para enmendar la Constitución y prohibir que pudiera presentarse nunca más a un cargo electivo. La burla del plebiscito, golpe de estado contra su propia Constitución, hizo que avanzara una conspiración popular, a la cual se sumó la institución armada dejada de lado por el dictador, quien en sus últimos tiempos gobernó con dos siniestros civiles: Laureano Ballenilla Planchart y Pedro Estrada.

DOS LECTURAS DE LA FECHA

Hablando con rigurosidad histórica, el 23 de Enero de 1958 tiene dos lecturas. La huida del dictador presionado por la resistencia civil que en las calles se expresó con combates frontales, donde el pueblo puso heroísmo y utilizó trozos de pavimento para combatir a las fuerzas leales al régimen. Ese fue un triunfo revolucionario: Pérez Jiménez se fue al exterior convencido que el país estaba alzado, que el pueblo repudiaba la conculcación de las libertades ciudadanas; pero los resultados reales, tangibles, fueron distintos al propósito de redención popular, a los anhelos de disminuir la pobreza, de construir un país industrial para la cobertura de sus necesidades y con una producción importante de alimentos. Todo lo contrario, en la madrugada del 24 de Enero de 1958, hubo seis juntas de gobierno, la última de ellas incluyó a Abel Romero Villate y Roberto Casanova como integrantes, hecho que dio lugar, frente al Palacio Blanco, a manifestaciones populares para sacarlos de allí, no debían estar formando parte del Ejecutivo quienes fueron estrechos colaboradores del dictador.

Pero la sustitución de Casanova y Romero se hizo con Blas Lamberti y Eugenio Mendoza, este último anunció que se pagarían todas las deudas contraídas por el Gobierno derrumbado, entre ellas, una cuantiosa: ¡4.000 millones de dólares estadinenses para la construcción de la entonces urbanización 2 de Diciembre, hoy 23 de Enero! El cemento, las cabillas y demás elementos empleados en esa construcción, fueron vendidos por el integrante de la junta, Eugenio Mendoza. Esta acción dio como resultado la primera devaluación del bolívar en el Siglo XX, de 3,33 por dólar a 4,50, inicio de una tortura permanente que el puntofijismo se encargó de intensificar. No es lo mismo el origen del 23 de Enero, popular y revolucionario, que sus resultados, reaccionario y derechista. Se sustituyó un régimen autoritario pero nacionalista por otro formalmente democrático pero que no representó nunca al pueblo, que hizo y deshizo, acabó con las reservas de combatividad popular, convirtiendo a los pobres en mendigos a los cuales se les contentaba con una bolsa de comida y una lámina de zinc.

¿Cuál es el papel que en la historia ocupan los militares que se rebelaron el 4 de febrero de 1992? Sencillamente de rescatadores del origen revolucionario del 23 de Enero de 1958. Siendo este el caso, ambas fechas hay que recordarlas: una porque en su origen fue popular aun cuando los resultados hayan sido otros, debido a la prevaricación de civiles que derribaron inicuamente a Medina Angarita; otra porque reivindicó el origen de ese 23 de Enero de 1958. Ahora, cuando retorna el espíritu del 23 de Enero y, por encima de todo, sus objetivos, con la actual etapa revolucionaria, hay que insistir que el 4 de Febrero revive los ideales de la Venezuela irredenta, que aún tiene mucho por andar para consolidar las instituciones nuevas, donde el funcionario público sea en realidad un servidor de los anhelos populares. Y el protagonismo corresponda al pueblo.


Tomado de El Aragueño


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