SACRIFICIO  VIVO

 

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable  a Dios, que  es  vuestro culto racional.

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de  vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta [Romanos 12:1-2].

Sacrificio, en términos de las Escrituras, es una ofrenda, un ofrecimiento hecho a Dios. Cuando se habla de ofrendas en el pueblo de Dios, en general se tiende a pensar en apor-taciones de dinero para la obra de Dios. Pero hay otras ofrendas que la Biblia nos menciona.

 

En el Antiguo Testamento, Dios le enseñó a su pueblo a adorarle por medio de sacrificios. Principalmente, se ofrecía un animal en ofrenda.  En el sacrificio como expiación por el pecado, que se conocía como holocausto, se sacrificaba un carnero sin defecto [Levítico 6:1-9].  Esto  representa el sacrificio del Cordero de Dios, Jesucristo [Isaías 53:10].  En el libro de Hebreos capítulo 9, encontramos la explicación del porqué ya no tenemos que ofrecer estos sacrificios pertenecientes al primer pacto. Es que el Cordero de Dios se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí  mismo para quitar de en medio el pecado [Hebreos 9:26].

La Palabra nos habla de ofrendas o sacrificios espirituales.  Ofrendas que son aceptables a Dios por medio de Jesucristo [1 Pedro 2:5], como lo son el sacrificio de alabanza y el hacer bien y la ayuda mutua. De estos sacrificios ¡se agrada Dios! [Hebreos 13:15 y 16].  No podemos dejar de mencionar el sacrificio que nos menciona el Salmo 51:17: Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. . .

 

En la palabra con que comenzamos - Romanos 12: 1 y 2, el apóstol Pablo nos habla de un sacrificio espiritual: el presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo.  Es esta una ofrenda ¡VIVA! ¡Dios se agrada en gran manera  cuando le ofrecemos este sacrificio!, que es, nos dice la palabra,  nuestro culto racional.  ¡Gloria a Dios! ¡Por medio de este sacrificio le vamos a ADORAR!  Eso es  lo que significa  rendir culto - adorar.  

Te dije que en el Antiguo Testamento, Jehová Dios le había enseñado a su pueblo a adorarle por medio de sacrificios.  Ahora veremos como le vamos a adorar por medio del sacrificio vivo de nuestros cuerpos. . .

 

Adorar es ENTREGA, RENDICIÓN total a nuestro Dios. Nuestra adoración ha de ser racional. En el idioma inglés, el significado en el original de racional es: “reasonable”, que significa: razonable. Quiere decir que es algo razonable lo que se nos pide. Todos los hijos de Dios podemos hacerlo. ¿Sabes el porqué?  Porque después de todo, ¡quien adora al Padre es el Hijo en nosotros!

El término racional significa también: “aceptable”. Permíteme  recordarte la palabra que mencionamos en 1ra de Pedro 2:5: Somos un sacerdocio santo que está llamado a  ofrecer  sacrificios espirituales ACEPTABLES a Dios por medio de Jesucristo.  ¡Aleluya!

¡Agradable  y  aceptable a Dios  ha de ser nuestra ofrenda de adoración! Y para que esto sea una realidad, El nos manda a no conformarnos a este siglo. Esto quiere decir que no nos “amoldemos” al tiempo y al ambiente que nos  rodea en el orden del mundo.

El Señor nos manda también a TRANSFORMARNOS por medio de la renovación de nuestro entendimiento. Nuestro entendimiento en lo natural ha de ser ¡renovado,  transformado por el entendimiento del Espíritu de Dios!  Y como resultado, comprobemos cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. . .

¡Este es el propósito en todo este proceso - que vengamos a conocer a  plenitud la voluntad de Dios para con  nosotros.

 

Tengamos presente que lo que le ofrecemos al Señor en ofrenda nos ha sido primero  concedido  por el mismo Dios.  En 1ra. de Crónicas 29:14 leemos: Pues  todo es tuyo,  y de lo recibido de tu mano te damos.  En otras palabras, todo lo que le podamos ofrecer en ofrenda al Señor le pertenece a El. ¿O que tienes que no hayas recibido? [1Corintios 4:7]. En este tiempo en que vivimos, mas que nunca,  el Señor nuestro Dios esta demandando de sus hijos que le ofrezcamos, que le entreguemos, que le RINDAMOS todo.

¡Que no nos quedemos con nada, porque ni siquiera nuestra  vida nos pertenece! Todo esto se hará presentando nuestros  cuerpos en ofrenda  viva delante de Dios. . .

¿Que significa todo esto? 

Te invito a que me acompañes al libro de Levítico capítulo 1ro. 2 al 9.  Fue allí en donde el Espíritu de Dios me reveló esta palabra de Romanos 12: 1 y 2.

Levítico es el libro de las ofrendas. Ofrece detalles en cuanto a la conducta, adoración y servicio del pueblo de Israel.  En este primer capítulo se nos narra como habló Jehová Dios a Moisés diciendo: Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda [v.2].  

Esta ofrenda, como ya te habíamos mencionado al comienzo de la enseñanza, es la que se conocía como holocausto, y se ofrecía por la expiación del pecado. El animal a sacrificarse debía ser macho y sin defecto [v.3].

Veamos el proceso que se debía seguir al traer el animal delante de Jehová para ser ofrecido en sacrificio. Vamos a tratar de imaginarnos la escena.  Pidamos al Señor que nos podamos IDENTIFICAR con el animal que ha de ser sacrificado. Pues este representa a todos aquellos que nos hemos acercado a la presencia de Dios, en Cristo, a ofrecernos en sacrificio vivo. . .

Proceso del Sacrificio

 

El holocausto es la primera ofrenda que Dios describe.  En este sacrificio en particular, la persona que hubiera pecado, llevaba al sacerdote un animal, que debería ser sin defecto.

Este animal representaba la perfección que demanda Dios y la naturaleza perfecta del verdadero sacrificio que había de venir – Jesucristo, el Cordero de Dios. 

Lo primero que sucedía en este sacrificio, era que la persona colocaba su mano sobre la cabeza del animal simbolizando la total identificación con el animal como su sustituto.  Simbólicamente, transfería su pecado al animal y así sus pecados le eran quitados [expiados].

Esto es lo que significa expiación = borrar el pecado por medio de un sacrificio.

Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya [v.4].

 

Quiero decirte que en todo este proceso que vamos a estar estudiando, iremos identificándonos con la palabra de  Efesios 4: 22-24:

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos  engañosos,  y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. 

También nos identificaremos con el pasaje de Colosenses capítulo 3 y 4:1 al 6, donde se nos habla de la necesidad de hacer morir lo terrenal en nosotros. . .

 

Cuando nos presentamos delante de nuestro Dios a ofrecernos en sacrificio vivo, a OFRENDAR nuestra vida  voluntariamente, a entregarnos a El, somos aceptados en Cristo, el Cordero de Dios, que se sometió al sacrificio en el altar de la cruz del Calvario por nuestros pecados. . .

 

La Cabeza del Holocausto

 

Entonces degollará el becerro en la presencia de Jehová; y los sacerdotes hijos de Aarón ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor sobre el altar. . . [v.5]

Estamos claros en cuanto a lo que esto significa para nosotros.  Esa sangre ofrecida y derramada sobre el altar de Dios nos habla de la sangre de Cristo que fue derramada para limpiarnos de nuestro pecado. 

Al que nos  amó, y nos lavó de nuestros pecados  con  su  sangre [Apocalipsis 1:5 b].

Cuando hemos sido salvos, decimos que le hemos “entregado” nuestra vida al Señor.  Sí, es cierto, es nuestra vida  la que estamos presentando en el altar de Dios.  Pero sucede, que hay quienes piensan que eso es todo. Que ya somos salvos por su gracia y misericordia y que no hay  nada que  el  Señor demande  de  nosotros.   ¡No es así!

Después que hemos “entregado” nuestra vida al Señor, entonces comienza el proceso de ir aprendiendo a rendir todo lo que pertenece a la vieja naturaleza, al viejo hombre en nosotros.  El proceso de “santificación” le han llamado.  Esto es algo que tomará tiempo.  Conforme a  la disposición de nuestro corazón se irá  llevando  a cabo  la obra. . . 

 

Para ir despojándonos de ese viejo hombre y ser renovados en el espíritu de nuestra mente, tenemos que dejar que se nos  CORTE la cabeza.  ¡Hemos de ser degollados! 

¿Para que queremos nuestra cabeza? 

Así “descabezados” es como vamos a vivir la palabra de Efesios 1:22: Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas  las  cosas a la iglesia.   

Nuestra cabeza representa el gobierno del viejo orden de la naturaleza carnal de la cual tenemos que ir despojándonos  para que sea depositada en el altar de Dios y sea consumida por Su fuego, y así comencemos a vivir en el nuevo orden de la naturaleza espiritual, que es Cristo en nosotros. . .

. El cerebro. Este es el miembro de la cabeza en donde está nuestra mente, nuestro intelecto, nuestro pensamiento. La mente es la que dirige nuestra vida en términos naturales.   Jesucristo, quiere tomar  nuestra cabeza  y  cortarla con la  Espada del Espíritu que es su palabra! [Efesios 6:17].   ¡Y quiere en su lugar, ponernos Su Cabeza! ¡Para que disfrutemos del privilegio y la bendición de que sea Su mente la que nos dirija!

El apóstol Pablo nos dice en Corintios 2:16: Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. Una vez se nos imparte la mente de Cristo, ya nada podremos ni pensar ni hacer separados de El [Juan 15:5]. Y Sus pensamientos, que ciertamente son mas altos  que  los  nuestros, tal como dice Isaías 55: 8, 9, serán  nuestros pensamientos. ¡Aleluya!

¡Estamos en el proceso de ser transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento! [Romanos 12:2]. 

 

. La boca.   El  Señor Jesús nos dijo que de la abundancia  del corazón habla la boca [Mateo12: 34].

¿Que está abundando en nuestro corazón?   ¿Está abundando la palabra de Cristo?

La palabra de  Cristo more en  abundancia en vosotros nos dice Colosenses 3:16. 

Además nos dejó dicho el Señor: No lo que entra en la boca contamina al hombre;  mas lo que sale  de  la  boca,  esto contamina al hombre [Mateo 15:11].

¿Que está hablando nuestra boca? Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. [Efesios 4:29].

En la boca está la lengua. El apóstol Santiago en el capítulo 3 de su epístola, nos habla y nos advierte de la condición de ese miembro de nuestro cuerpo que es la lengua, que con-tamina todo el cuerpo. La lengua no puede ser dominada por el hombre carnal. Con ella bendecimos y maldecimos cosa que no debe ser. . .

Es por eso que lo que sale por nuestra boca y lengua carnal tiene que ir al altar de Dios para ser consumido y que a cambio se nos imparta la boca y la lengua de sabios de nuestro Señor Jesucristo. 

Jehová el Señor me dio lengua de sabios,  para saber hablar palabras al cansado  [Isaías 50:4a].

 

En la boca está también el sentido del gusto. Dice Job 12:11 que el paladar gusta las viandas. ¿Que está gustando nuestro paladar, nuestro sentido del gusto espiritual?  ¿Estamos gustando de la vianda espiritual, que es la  palabra  REVELADA  de  Dios,  o  todavía  nos estamos alimentando de  leche?  Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía [1Corintios 3:2].

Si aún no somos capaces de poder gustar de la palabra de  Dios revelada por el Espíritu, ¡presentémonos ante Su altar  para  que seamos capacitados para ello!  Esto se hará posible al rendir nuestra capacidad natural de entendimiento del  viejo  hombre  en  nosotros. . .

 

. Los ojos.  Así nos dice el Señor: Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno [Mateo 5:29].

¿Como estamos ejercitando nuestro sentido de la vista, tanto en lo natural como en lo espiritual? ¿Que está entrando por nuestros ojos?  ¿Lo que agrada, o lo que desagrada a Dios?  Porque a veces parece que tuviéramos puesta nuestra mirada en todo menos en el Autor y Consumador de  nuestra fe.  ¡No miremos las cosas que se ven!, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las cosas que no se ven son eternas [2 Corintios 4:18]. Hagamos como Moisés ¡que se sostuvo como viendo al Invisible! [Hebreos11:27]. ¡Amén!

Y si lo que esta entrando por nuestros ojos está siendo de tropiezo para que la obra de transformación que Dios se ha propuesto hacer en nuestras vidas se detenga, ya es hora de presentarnos ante el altar de Dios y entregarlos en sacrificio vivo para que sean sacados y echados fuera y ¡recibamos  la  impartición de la VISIÓN perfecta de nuestro Señor Jesús!

 

. Los oídos. Ciertamente el oído distingue las palabras [Job 12:11].  De nuevo hagamos la pregunta: ¿Que estamos escuchando?  ¿Lo que agrada, o lo que desagrada a Dios? 

Podría alguien decirme:  Pero entonces si no vamos a poder ni ver ni escuchar nada mas que lo que agrada a Dios pues tendríamos que apartarnos del  mundo, encerrarnos en algún lugar.  ¡No es así!  Tenemos la  promesa del Señor Jesús en Juan 17: 12 al 18, que El nos ha de guardar del mal en medio del mundo.  No tenemos que salir fuera del mundo.   El nos ha enviado allí así como el Padre le envió a él, a hacer la voluntad del que nos ha enviado. No puedo yo hacer nada por mi mismo; según oigo,  así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del  Padre [Juan 5:30]

Esto dijo el profeta Isaías: Despertará, mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.  Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás  Esta palabra será una realidad cuando hayamos rendido nuestro sentido natural del oído en el altar de Dios para que sea el sentido del oído espiritual del nuevo hombre en Cristo el que oiga en nosotros! 

 

 . La nariz.  Por la nariz es que  percibimos los olores. Los agradables y los desagradables. Es del sentido del olfato que estamos hablando. El olfato espiritual me habla del DISCERNIMIENTO, del poder juzgar entre una cosa u otra.  ¿Que estamos oliendo? ¿Estamos discerniendo entre lo que huele a Cristo y  lo que no huele a El? 

¿O estamos como dice el Salmo115:6, entre los que tienen narices y no huelen? 

¿Nos da lo mismo si huele o no a Cristo  lo que percibimos? ¿Cuando escuchamos algo que huele a “contaminado”, vamos a la Biblia a corroborar que eso es lo que ha hablado Dios, o damos  por sentado que es así porque lo dijo alguien reconocido dentro del pueblo de Dios?  Mira que tal persona que hayas escuchado, esté enseñando al pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y que esté enseñando a discernir entre lo limpio y lo no limpio [Ezequiel 44:23].  Digo esto, porque me consta que hay muchos que así hacen. No comprueban  por las Escrituras lo que “huelen” por ahí. Es esa la razón primordial del porqué hay tanta confusión  dentro del pueblo de Dios.

¡Llevemos nuestro discernimiento en la carne al altar de Dios para que sea consumido y  solo  habite  en  nosotros el discernimiento del Espíritu Santo de Dios!

 

El Cuerpo del Holocausto

 

Y desollará el holocausto, y lo dividirá en piezas.

Luego de cortarle la cabeza, el cuerpo del animal a ofrecerse en sacrificio, era desollado. Esto significa que le quitaban la piel. Entonces este era despedazado [v.6].   Era partido en piezas para ser colocado en el altar por los hijos de Aarón, el sumo sacerdote [v.8]

Así también ha de suceder con nosotros. Hemos de ser “despedazados”. Antes de ir al altar de Dios para ser “sacrificadas”, cada  pieza  nuestra, cada parte de nuestra naturaleza carnal, del viejo hombre en nosotros, ha de ser partida, cortada por la Espada del Espíritu que es la palabra de Dios que es viva y eficaz,  y mas CORTANTE que toda espada de dos filos; y penetra hasta PARTIR el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón [Hebreos 4:12].

 

La Grosura del Holocausto

 

Después que el sacerdote acomodaba la cabeza y las demás partes del animal en el fuego [v.8], acomodaban la grosura de los intestinos.  La grosura es la grasa que cubre las partes internas del animal, no solo de los intestinos sino también de los riñones, el hígado y los  ijares,  que son  las  cavidades  entre  las  costillas  y  las  caderas [Lev. 3: 9,10]. 

En el relato de Levítico 3, en el verso 16, se nos dice que toda la grosura es de Jehová.  Al arder en el fuego,  el olor de la grosura era olor grato, aceptable a Jehová. 

La grosura es la parte más rica del animal.  Es donde está el sabor. Cuando se asa  la carne al fuego, el buen olor que sale de ella lo provee su  grasa. . . 

¿Como podemos aplicar esto a nosotros y que significado tiene para nuestra vida?  ¿Que es la ‘grosura’ nuestra?  ¿Que es la parte mas rica que tenemos en nuestra  naturaleza carnal?  ¿Que es lo que cubre nuestras “partes internas”?   ¿Que es aquello que tenemos PEGADO de nuestro ser  interior que consideramos lo mas rico o importante en nuestra  vida?

La ‘grosura’ es todo aquello en lo natural que estimamos mas de lo debido.  En especial es todo aquello que ha venido a tener un sitial en nuestra vida que tiende a tratar de competir con el mismo Dios en nuestra atención. 

Viene esta ‘grosura’ en ocasiones a convertirse en dioses ajenos o ídolos, como deseemos llamarle. Esto sucede a  menudo aunque no lo aceptemos, o quizá es que no nos hayamos dado cuenta de la situación.

Pido al Señor en esta hora que nos dejemos escudriñar por su Espíritu y que podamos ver en que consiste nuestra ‘grosura’.  Puede que sea nuestra familia, ya sea los padres, el esposo, la esposa, ó los hijos. Puede ser también nuestra casa.  O nuestro trabajo. . .

Y, ¿qué de nuestra preparación académica?

O la posición económica, social o profesional que tengamos.  Pueden ser ciertos llamados “amigos”. . .

En ocasiones pudiera ser algún deporte. O nuestra apariencia física. En algunos puede ser las llamadas “modas”.  Y también algún talento con el cual nos estemos destacando. Y para otros puede ser su ideal político. Y no sé  ¡cuántas cosas más!

¿Sabes qué también puede convertirse en “grosura”? La organización religiosa a la que podamos pertenecer.  También las posiciones que tengamos dentro de la iglesia. Lamentablemente, algunos han usado y continúan usando su posición dentro de la iglesia para engrandecerse y hacer de ella un “dios”, poniendo su mirada en la posición que ocupan  y  no en aquel que les llamó y les puso allí. . .

¡Es hora de que se alleguen al altar de Dios y rindan allí la ‘grosura’ de su posición de liderazgo para que entonces vengan a  ser  verdaderos  líderes  en  Aquel  que  les  llamó  con  llamamiento  santo!

El apóstol Pablo es un ejemplo perfecto del siervo de Dios que ha aprendido a entregar en ofrenda agradable todo lo que consideraba importante de su viejo hombre.  Pablo lo estimaba todo como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en El. . . [Filipenses 3:8].  

Dios  quiere  que  le  entreguemos, que  le rindamos  nuestra ‘grosura’.  Lo primero que El quiere hacer es cortarla de alrededor de nuestro ser interior, circuncidar nuestro corazón [Romanos 2:27].  Pues aunque quizá  ni cuenta nos damos, muchas veces nos sucede como el Señor nos dice en Mateo 13:15: Nuestro corazón está ENGROSADO y esto nos causa que no podamos ver ni escuchar ni entender con nuestro corazón, ¡y nos convirtamos a  El  y  El nos sane!   

Dios quiere que nuestra ‘grosura’ sea  consumida  en  su altar. A cambio, El cubrirá nuestro corazón con la verdadera GROSURA, ¡con lo mas RICO que El nos puede dar!

¡Con quien El se complace, y en el que somos aceptos y aprobados - su Hijo Jesucristo! ¡Olor grato a Jehová!  ¡Aleluya!

 

Las Entrañas del Holocausto

 

Y  lavará con agua los intestinos [v.9a].  En la traducción al inglés de la Biblia, dice “inwards”, que significa: “partes internas”.  Se refiere no tan solo a los intestinos sino a todas las partes internas del animal o las entrañas como nos dice el verso 13 del mismo capítulo primero de Levítico.  

Luego que se le había cortado de alrededor toda la grosura de las entrañas, estas partes internas del animal se lavaban con agua. Entonces se ponían a arder en el altar. Era  ofrenda  encendida de olor  grato para Jehová [v. 9b].

 

Entrañas es lo más oculto, lo más íntimo o principal de algo. Nuestro hombre interior, en donde está nuestra alma y nuestro espíritu, es lo más oculto e íntimo que tenemos.

Nuestras “entrañas”, de donde nuestra “grosura” ha sido cortada,  han de ser lavadas con el Agua de la Palabra.

Nos dice el Señor que estamos limpios por la palabra que nos ha hablado [Juan: 15: 3].

¡Nos ha santificado, purificado en el lavamiento del agua por la palabra!

[Efesios 5:26].

Las funciones de nuestros órganos internos en lo natural, representan funciones pertenecientes a nuestras entrañas espirituales. Algunos de estos órganos pertenecen al sistema  digestivo.  Esto nos habla del digerir la comida espiritual - la palabra de Dios.  Lo que entra a nuestro sistema digestivo espiritual que no pertenezca al Alimento de Vida - toda malicia, engaño, hipocresía, envidias, detracciones, ha de ser desechado [1 Pedro 2:1], y echado fuera de nosotros por nuestros “intestinos” espirituales, el Espíritu de Dios en nosotros, que examina todo lo que entra, retiene lo bueno [1 Ts. 5:21],  y desecha lo que no nos aprovecha!  ¡Amén!

 

. Los riñones.  Estos filtran la sangre. Si dejan de funcionar, la sangre se envenena  y  se nos va la vida.  La palabra nos enseña que en la sangre está la vida.  Así también  el Espíritu de Dios en nosotros es el FILTRO que tiene funcionando a capacidad y a perfección el flujo de la Sangre de Cristo en nosotros para que Su Vida se manifieste a plenitud en nuestras vidas!  ¡Gloria a Dios!

Si en nuestra vida de relación con el Espíritu Santo de Dios, en alguna ocasión permitimos la intervención de la carne, acudamos de inmediato al Altar de Dios y dejemos que el fuego purificador del altar de Dios queme, consuma todo lo que hayamos hecho que no sea agradable a nuestro Dios para que el olor de nuestra ofrenda suba como olor fragante a la presencia del Padre.  ¡Amén! 

 

Las Extremidades del  Holocausto

 

Y lavará con agua las piernas [v.9a]. Las piernas  sabemos que son las extremidades del animal.

Nosotros también tenemos extremidades, que son los brazos  y  las piernas. En los brazos están las manos. Esto nos habla del SERVICIO en el Señor. . .

En las piernas están los pies.  Esto nos habla del caminar.  El CAMINAR del creyente en Cristo es la forma de éste obrar.  Nos habla el caminar del TESTIMONIO que damos. El servicio y el caminar van juntos.  Nuestro servicio y nuestro caminar en el Señor también tienen que ser  lavados  por el Agua de Vida, por la Palabra de Dios.

Hubo una ocasión en que el Señor Jesús comenzó a lavar los pies de los discípulos.  Entonces vino Simón Pedro; y le dijo: ¿Señor tú me lavas los pies? 

Respondió  Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. 

Pedro le dijo: No me lavarás  los  pies jamás. 

Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. 

Le dijo Simón Pedro: Señor no solo mis pies, sino también las manos y la cabeza. 

Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.  Porque sabía quien le iba a entregar. [Juan 13: 5 -11].

Habíamos mencionado cuando tratamos lo de las entrañas, que el Señor  ha  lavado estas con su Palabra.  Aquí el Señor vuelve a recalcar que ya El nos ha lavado, pero que falta por limpiarnos los pies. Luego de su partida al Padre, sus discípulos iban a comenzar a ser sus testigos. A ser sus instrumentos para él continuar manifestándose aquí en la tierra.  Iban a ser los pies del Señor caminando, haciendo su obra sobre la tierra.

Igualmente es con nosotros.  Para tener parte con el Señor Jesús, ¡nuestros ‘pies’ necesitan ser lavados continuamente por él! Esto debido a la contaminación que podamos adquirir en el contacto que hagamos con la ‘tierra’ - con el orden carnal y mundano.

Así como dijo Simón Pedro digamos nosotros: ¡Señor, no solo mis pies, sino también las manos y la cabeza!  

 

¡Ay del mundo por los tropiezos!  porque  es  necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo.  Por tanto, si  tu  mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti;  mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno [Mateo 18: 7, 8].

Al  igual que el Señor dijo con el ojo nos repite aquí con la mano o el pie. Si tenemos alguna ‘mano’ o ‘pie’ que nos esté siendo de tropiezo, ¡dejemos que el Espíritu de Dios  los corte! Esa ‘mano’ y ese ‘pie’ son las “ayudas” que  hemos AÑADIDO en el quehacer nuestro en el Señor, en  nuestra forma de caminar, de comportarnos  en el Reino, y que no están conforme a lo que el Señor  aprueba.

¡Son muchas las  “ayudas” que usamos a  la hora de caminar en el Señor!   Ayudas que nos parecen muy buenas y de las cuales dependemos para “hacer” la obra de Dios conforme a nuestro pensamiento carnal. Y que quizá funcionen bien a nivel del mundo. ¡Pero que no le son agradables a Dios en  Su casa que es  la iglesia! 

Son muchas las cosas en la que se envuelve el pueblo de Dios creyendo que las hacen “para la gloria del Señor”. Porque las ven hacer a otros y sin pedir dirección al Señor, las imitan. Y el servicio y el caminar vienen terminando en obras muertas. No son las buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas [Efesios 2:10].

Las buenas obras son las que son dirigidas por el Espíritu. Son obras producto de la fe del Hijo de Dios en nosotros [Santiago 2: 14-20]. ¡Porque es el fruto de esa fe lo que nos va a identificar como verdaderos hijos de Dios! Recordemos que es por nuestros frutos que nos vamos a dar a conocer [Mateo 7:16]. 

Presentemos pues nuestra obra en el Señor en el altar de Dios.  El Fuego de Dios la ha de probar: La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará,  pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cual sea, el fuego la probará. . .

[1Corintios 3:12-15]. 

No reine pues el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros MIEMBROS al pecado como instrumentos de iniquidad, sino PRESENTAOS vosotros mismos a Dios como vivos dentro de los muertos y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. [Romanos 6:12,13].  ¡Amén!

¡Ofrenda encendida de olor  grato a Jehová!

 

 

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