(Caamanc
Cadeú)
En una escondida y fértil cañada de aproximadamente 16 km. de largo y unos 800
m. de ancho promedio, que como una grieta se abre en el corazón de la Sierra de
la Giganta, se asientan los pintorescos poblados de San Miguel y San José de
Comondú, distantes entre sí unos cuatro kilómetros.
Correspondió al padre austríaco Franz Inama, en 1750 la construcción del
templo, compuesto por una gran estructura de tres naves. En 1827 la misión fue
abandonada y a principios del presente siglo fue demolida gran parte de la
iglesia para la construcción de una escuela. Actualmente se puede apreciar una
de las naves auttenticas, la cual permanece abierta al culto, así como grandes
bloques de muros en ruinas a su alrededor que dan una idea de la magnitud del
edificio original. Se conservan tres campanas con las fechas de 1697, 1708 y
1741.
Durante mecho tiempo los Comondú fueron pueblos próspero y casi
autosuficientes, sus huertos producían toda clase de frutos, legumbres y
hortalizas. Los viejos trapiches se desperezaban durante la época de la
molienda cada año y elaboraban diversos productos derivados de la caña, se
fabricaba excelente vino en alambiques caseros así como aceite de oliva.
Fernando Jordán decía que Comondú olía a vino y aceite de oliva. Agregaríamos
que también a miel de caña, leña de mezquite y a geranios. La ganadería
proveía de carne, queso, mantequilla, requesón y pieles que permitían
manufacturar diversos artículos, especialmente los sacos (zurrones) en los que
se empacaban dátil, higo, uva, para etc., productos que eran enviados al
interior del país.
(Kadacaaman)
En un fértil y pequeño valle, rodeado de sierras y desierto, se asienta esta
hermosa población, donde el río subterráneo aflora en un borbollón que al
represarse se convierte en una quieta laguna bordeada de tulares y carrizales,
por cuya ribera corre la carretera de acceso que llega directamente a la
encantadora plaza principal adornada por gigantescos árboles de la india; es
precisamente frente a esta donde se levanta la imponente iglesia de la misión
de San Ignacio de Loyola, con su espléndida fachada ornamentada en piedra
labrada y en cuya construcción se utilizaron bloques de roca volcánica de 1.20
mts. de espesor y en parte debido a esto la edificación ha permanecido casi
inalterada al paso de los años.
Tiene una buena oferta de servicios turísticos como hoteles de tres estrellas y
clase económica, campos para casas rodantes. restaurantes y facilidades para
excursiones.
(Viggé-Biaundó)
En la parte más alta de la sierra de La Giganta, aproximadamente a unos
35 kilómetros al suroeste de Loreto, justo en el”Ojo de Agua Biaundó” se
erige la hermosa iglesia de la Misión de San Francisco Javier, que con una
pequeña Capilla fuera fundada por el Padre Francisco María Píccolo en 1699,
que hubo de ser abandonada a los ataques de indios hostiles.
El Padre Juan de Ugarte restableció la Misión en 1701 en el sitio actual
iniciando la construcción de obras de canalización y almacenamiento de agua
para el cultivo de trigo, maíz, frijol, vid, árboles frutales y olivos,
algunos de ellos en producción todavía.
El Padre Miguel del Barco fue quien decidió la construcción de; actual
edificio misional en 1744, por estar el anterior amenazando ruina, éste fue
terminado y bendecido en Abril de 1758, después de haber sufrido varias
interrupciones en su edificación debido a la dificultad que representaba
conseguir a los maestros que quisieran venir a tierras tan remotas.
Construida de cal y piedra de cantera sacada del arroyo de Santo Domingo , con
cimientos y muros muy firmes, techos de bóveda con su crucero y media naranja
bien hecha, se mantiene casi en perfecto estado de conservación. En su interior
se puede apreciar un altar de madera estofada con 5 óleos y la imagen de San
Francisco Javier, realizados en México y que se consideran verdaderas reliquias
del arte religioso colonial, así como mobiliario y vestiduras de la época.
Actualmente el templo de la Misión permanece abierto al culto y es muy visitado
por el turismo que para llegar a él tiene que recorrer aproximadamente 32 kilómetros
de brecha por la altísima sierra, bordeando profundos y fértiles cañones con
paisaje verdaderamente espectaculares, pasando por el rancho de Las Parras,
donde hay una capilla y una hermosa huerta de naranjos y olivos, ambas muy
antiguas.
San Javier destaca también por la hermosura de sus huertos y
excelente clima, así como por las fiestas del santo patrono que durante varios
días se celebran a partir del 3 de Diciembre de cada año y a las que acuden
cientos de peregrinos.
(Añuití)
En la parte meridional de la península de Baja California, allá donde el
horizonte no tiene límites, se ubica la hermosa e histórica ciudad de San José
del Cabo, designada por Sebastían Vizcaíno como “Puerto de San Bernabé”:
en el siglo XVI, cuando éste buscaba un punto de abrigo para la Nao de China
que viajaba desde Manila a Acapulco y con frecuencia sufría de los ataques de
piratas. Por tal motivo este puerto alcanzó gran importancia para la navegación
transpacífica, ya que se identificaba por tener un manantial de agua dulce que
ofrecía un abasto seguro del vital líquido a las naves procedentes de Asia,
que le llamaban “Agua Segura”.
San José del Cabo fue fundado el 8 de abril de 1730 por el jesuita Nicolás
Tamaral y padre visitador José Echeverría, originalmente la misión se
estableció cerca de la playa, junto al estero del lugar, cambiándose poco
después por considerar el sitio como insalubre, al lugar que actualmente se
conoce como San José Viejo. Con el tiempo el padre Tamaral levantó la iglesia
en lo que hoy es Santa Rosa, sitio donde en 1734 el misionero fue sacrificado
por pericúes insurrectos, quienes antes habían dado muerte al padre Lorenzo
Carranco en la misión de Santiago (Aiñini).
Como consecuencia del alzamiento indígena, y al término de este, se estableció
el presidio de San José en 1737; como su jefe se designó a Bernardo Rodríguez
Larrea; se destinaron a este nuevo cuerpo 30 soldados con la orden de que debía
de funcionar independiente del presidente de Loreto y sin injerencia de los
misioneros, lo cual provocó grandes contrariedades, entre otras maltrato a los
indios por los soldados y un grave retraso en la colonización, por lo que
posteriormente se revocó esta orden.
En 1793 el templo de la misión fue destruido por inundaciones y
fue reconstruido en 1799. Un ataque del navío “Independencia” al mando de
insurgentes chilenos el 17 de febrero de 1822 fue rechazado y dejó la misión
en tan pésimas condiciones que acabó por se abandonada permanentemente en 1840
influyendo también para esto la falta de personal.
San José del Cabo es una cuna de hombres ilustres: Mauricio Castro Cota fue el
jefe del movimiento contra la invasión norteamericana; el profesor e
historiador Pablo Leocadio Martínez Márquez, periodista en sus inicios,
escribió obras de teatro, didácticas e históricas, pero sobre todo destaca
por su Historia de Baja California, importantísima obra traducida al inglés en
1960; Jesús Castro Agúndez, ilustre maestro, funcionario del sistema educativo
nacional, cronista del estado y senador, escribió varios libros, especialmente
de carácter anecdótico inspirados en la tierra y la gente que tanto amó;
Braulio Maldonado Sández, abogado, diputado por Baja California Sur dos veces,
diputado federal y primer gobernador de Baja California, escritor, analista y
activista político.
Actualmente San José del Cabo brilla en el panorama universal. Conforma, con
Cabo San Lucas un corredor turístico en un franja costera de 33 km. de longitud
donde además de la extraordinaria belleza del paisaje, con playas de ensueño
aptas para todos los deportes acuáticos, ofrece una enorme variedad de
servicios turísticos, aeropuerto internacional, hoteles de todas categorías,
marinas, campos de golf, tenis, extraordinarios restaurantes con la mejor cocina
nacional e internacional, centro nocturnos, facilidades para la pesca deportiva
considerada como el principal atractivo de la zona, y todo lo que el turista más
exigente puede esperar de un polo turístico de tal magnitud.
(Chiriyaqui)
En el valle de Santo Domingo, enmedio del más desolado desierto y a unos
53 km. al sureste de Ciudad Constitución, se ubica la comunidad de San Luis
Gonzaga, asiento de la misión del mismo nombre. En 1721 el padre Clemente
Guillen localizó este sitio estableciendo ahí una visita de la misión de
Nuestra Señora de los Dolores. Posteriormente en 1740, con un donativo de Don
Luis de Velazco, Conde de Santiago, se fundó la misión por el padre Lambert
Hostell, sustituido después por el también jesuita Johan Jakob Baegert, a
quien correspondió la construcción de la iglesia de la misión, la cual se
conserva en buen estado y en uso, no así los edificios anexos que están prácticamente
en ruinas.
Durante 17 años el padre Baegert vivió en San Luis Gonzaga, de lo cual resultó
su libro “Noticias
de la Península Americana de California” uno
de los estudios más discutidos e interesantes sobre la misión, la población
indígena y la región colindante, considerado como un valioso y objetivo
testimonio que ha servido de consulta para muchos importantes estudios sobre la
historia de Las Californias.
En San Luis Gonzaga se cuenta con un internado rural que reúne a los niños de
la jurisdicción con más de trescientos habitantes, para su educación
primaria. Cuenta también con una aeropista y las poco frecuentes visitas de
algunos turistas y estudiosos de las misiones.
El acceso más fácil esta a la altura del kilómetro 194 de la carretera La Paz-Ciudad Constitución, por la brecha que va a la presa El Iguajil. Es de recomendarse visitar este hermoso e histórico paraje, que luce como una esmeralda incrustada en la sabana gris del desierto, que nos ofrece una clara visión de la reciedumbre de los antiguos californios que tenían resuelta la manera de vivir en perfecta armonía con su medio ambiente natural y del esfuerzo de aquellos que llevaron adelante la epopeya evangelizadora en aras de su fe.
La misión de Santa Rosalía de Mulegé se ubica en una loma, desde donde se puede contemplar un hermoso panorama de los huertos, palmares, el río y estero de Mulegé, en cuyas márgenes esta asentada la población, distante unos tres kilómetros de la costa del Mar de Cortés.
Abandonada en 1828, ha sido restaurada en diversas épocas, conserva en la
actualidad su características arquitectónicas originales en el exterior, no así
en su interior.
En la Bahía de Santa Inés, el 14 de septiembre de 1719 fue botado al agua el
primer barco construido en las Californias, utilizando maderas de la región
montañosa de Mulegé; a esta nave se impuso el nombre de “Triunfo de la Santa
Cruz”.
El 2 de octubre de 1847 se escenifico aquí una heroica acción de armas en
contra de los invasores norteamericanos, las fuerzas mexicanas integradas por un
grupo de militares y voluntarios al mando del Capitán Manuel Pineda, resultaron
victoriosos en esta batalla.
(Conchó)
En el maravilloso paisaje donde concurren la sierra de la Giganta, el
desierto y el Mar de Cortés, con las islas de Coronado, del Carmen y Danzantes,
se ubica Loreto el asentamiento humano más antiguo de las Californias, fundado
por el jesuita Juan María de Salvatierra en 1697, con el establecimiento de la
misión de Nuestra Señora de Loreto.
En 1769 partió de Loreto el franciscano Junípero Serra a la colonización de
la Alta California; San Diego, Sacramento, Monterrey, Santa Bárbara y San
Francisco son algunos de los más relevantes resultados de esta hazaña.
Loreto ha sido declarado como la “Capital Histórica de Las Californias”,
por los Gobiernos de Las Californias mexicanas y estadounidense, de esta
declaratoria existe un manifiesto en el museo de Las Misiones anexo al templo
misional, donde también pueden apreciarse importantes testimonios de sus casi
trescientos años de historia.
En el valle del Pilar rodeada de sembradíos, huertos frutales y a unos tres kilómetros de la costa del Pacífico, se ubica la hermosa población de Todos Santos. Con un excelente clima, arquitectura de estilo colonial y una interesante historia que nos dice que como parte del acervo misional de Baja California Sur, Todos Santos originalmente fue pueblo de visita, fundado por el jesuita Jaime Bravo en 1723, dependiente de la misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz. La misión de Todos Santos se fundó gracias a un donativo de la señora Rosa de la Peña, el cual se determina no emplear en hacer un nuevo establecimiento sino darle al ya existente la categoría de misión; ésta recibe en honor de su benefactora el nombre de Santa Rosa de Todos Santos, habiendo sido su fundador y primer misionero el padre Segismundo Taraval en 1733. En 1749, al quedar abandonada la misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz, la población de ésta se traslada a Todos Santos y es a partir de entonces que lleva el nombre de Nuestra Señora del Pilar de Todos Santos.
Todos Santos ha dado a Baja California Sur algunos de sus hombres más ilustres.
Destacan el General Manuel Márquez de León, quien tomó parte activa en la
guerra de la Reforma y contra la Intervención Francesa; liberal escritor y
periodista descansa en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres en La Paz. El
Coronel Clodomiro Cota Márquez sobresalió por su lucha a favor de los derechos
y libertades individuales y en defensa de la patria oponiéndose a la Intervención
Francesa. El General Agustín Olachea Avilés, revolucionario, Secretario de la
Defensa Nacional y dos veces Gobernador de Baja California Sur, cuando era
territorio. El General José Antonio Melitón Albañez, revolucionario, y
Dionisia Villarino Espinoza, llamada cariñosamente La Nicha o La Corónela ,
revolucionaria y genuina exponente de la calidad y el valor de la mujer
sudcaliforniana.
La vencidad de Todos Santos con el océano Pacífico, aparte de dotarlo de un
clima fresco todo el año , le proporciona las playas más hermosas a mar
abierto, entre las que destacan San Pedrito, Los Cerritos, Los Esteros, Punta
Lobos, La Poza y Batequitos. En algunas de éstas se practica la tabla-vela
(surfing).
Localizado casi exactamente a la mitad del camino entre La Paz y Cabo San Lucas, resulta un sitio muy visitado por el turismo local y el extranjero que gustan de su clima, tranquilidad y belleza. En la visita a este lugar hay que incluir la Casa de la Cultura y el Teatro Manuel Márquez de León. Todos Santos ofrece al visitante algunos interesantes servicios turísticos tales como hoteles pequeños y limpios, campamentos para casas rodantes y excelentes restaurantes.