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JOB. ELSUFRIMIENTO DE ESTE HOMBRE, SU TORMENTO, SU PACIENCIA Y SU HUMILDAD FINAL SE HAN CONVERTIDO EN UNA DEFINICIÓN DE LA FE

 

 

Hace muchos, muchos años había un hombre bueno que se llamaba Job. Job era un hombre muy rico, de hecho en todo Oriente no había hombre tan rico como él; tenía ovejas y camellos y bueyes y burros que se contaban por millares.

 

Job era un hombre que servía a Dios. Intentó vivir como Dios quería que viviese y siempre fue amable y discreto. Cada día rezaba a Dios por sus hijos y decía: - Tal vez mis hijos hayan pecado o desterrado a Dios de su corazón. Le rezaré a Dios pata que los perdone.

 

En una ocasión los ángeles estaban delante del señor y Satán también se acercó como si fuera uno de ellos. Dios, nuestro Señor, vio a Satán y le dijo:

-         Satán, ¿de dónde vienes?

-         Vengo de recorrer roda la Tierra observando a las personas que allí viven – respondió el demonio.

-         ¿Has visto a mi siervo Job? ¿Has visto que no hay otro hombre como él en la Tierra, bueno y perfecto, temeroso de Dios y que no hace nada malo?

-         ¿Por qué ha temerle Job a Dios? ¿Acaso no has bendecido su trabajo y lo has hecho rico?. Pero si alargases la mano y se lo quitaras todo, se alejaría de ti y te maldeciría.

-         Satán, te doy poder sobre todo lo que posee Job, puedes hacer lo que quieras con sus hijos, sus rebaños y su ganado. Tan solo aparta tu mano de su persona.

 

Entonces Satán se fue y pronto empezaron los problemas para Job. Un día en que sus hijos e hijas comían juntos en casa del hermano mayor, un hombre llegó corriendo a casa de Job y dijo: -Los bueyes estaban arando y los burros comían junto a ellos cuando aparecieron los salvajes del desierto y han matado a los hombres y a los animales. ¡ Yo soy el único que ha logrado escapar con vida !

 

Mientras este hombre hablaba, otro llegó corriendo y dijo: - Un rayo ha caído sobre las ovejas y sobre los hombres que la cuidaban. ¡ Yo soy el único que ha logrado escapar con vida !

 

Antes de que lograra terminar su relato llegó otro que dijo: - Unos enemigos han llegado y se han llevado todos los camellos. Han matado a los hombres que allí estaban. ¡ Yos soy el único que ha quedado vivo ¡

 

Al mismo tiempo llegó otro hombre más y le dijo a Job: - Tus hijos e hijas estaban comiendo juntos cuando un repentino vendaval del desierto ha azotado la casa, que les ha caido encima. Todos han muerto. Sólo yo he sobrevivido.

 

Sí, en un solo día, todo lo que poseía Job le fue arrebatado y de ser rico pasó de pronto a ser pobre. Cayó de bruces ante el Señor y dijo: - Sin nada llegué al mundo y sin nada me iré. El Señor me lo dio y el Señor me lo ha quitado. De modo que Job no le dio la espalda a Dios ni le pareció mal su voluntad.

 

De nuevo los ángeles del cielo se reunieron delante del Señor. El Señor le dijo a Satán: - ¿Has visto a mi siervo Job?. En todo el mundo no hay hombre más bueno que él. Un hombre perfecto, temeroso de Dios, que no comete ningún acto impuro.

 

Entonces Satán respondió: - Un hombre daría todo lo que tiene por salvar su vida. Pero si alargas la mano y tocas sus huesos y su carne, te volverá la espalda y te maldecirá. Y el Señor respondió: - Pondré a Job en tus manos. Haz con él lo que te apetezca, pero no le quites la vida.

 

Satán tocó a Job y le provocó una sarna maligna que abarcaba todo su cuerpo. Job se sentó con un gran dolor sobre sus llagas pero no pronunció una palabra contra Dios. Su esposa le dijo: - ¿Qué sentido tiene servir a Dios? ¡Más te valdría maldecirlo y morir!. Job le respondió: - Hablas como una ignorante. ¿Qué aceptamos de Dios las cosas buenas y no vamos a aceptar también las malas?

 

Así que Job no habló en contra de Dios. Unos amigos fueron a visitarlo y consolarlo, conversando con él. Pero sus palabras no eran palabras de consuelo, pues creían que todas esas desgracias habían caído sobre él para castigarlo por algún gran pecado, e intentaron que les contara. ( en aquella época la gente creía que las desgracias y enfermedades, la pérdida de amigos y de posesiones eran castigos de Dios por los pecados de los hombres).

 

Job dijo que no había hecho nada malo pero que no diría que Dios lo había tratado injustamente al hacerlo sufrir. No comprendía los designios divinos, pero creía que el Señor era bueno y se ponía en sus manos. Al final, el mismísimo Dios habló con Job y con sus amigos, y les dijo que no era tarea de los hombres juzgar a Dios. Y como pese a todas las desgracias Job le había sido fiel, el Señor volvió a bendecirlo, le quitó la sarna y lo curó, y le dio más de lo que había poseído, el doble de ovejas, de bueyes, de camellos y de burros. Volvió a darle siete hijos y tres hijas, y en toda la Tierra no hubo mujeres más bellas que las hijas de Job. Vivió largo tiempo entre riquezas, honor y bondad y disfrutando de los cuidados de Dios.

 

 

 

                                                                                  Dra. Raiza Hernández

                                                                       Médico Familiar. U.E. Fermín Toro

 

 

 

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