5 de diciembre del 2002
René Tamayo León
http://www.eleconomista.cubaweb.cu/
El Premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, comenta sobre las posibilidades de los nuevos gobiernos populares de América Latina para enfrentar riesgos de la magnitud del ALCA y la necesidad cada vez más inminente de poner la unidad por encima de todas las prioridades
Luiz Inacio Lula da Silva y Lucio Gutiérrez son los nombres más recurrentes por estos días en los pueblos latinoamericanos. Las recientes elecciones en Brasil y Ecuador, trajeron más aliento al empuje popular que crece por día en el continente.
Pero para el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, América Latina está, sobre todo, ante la urgencia de la unidad y el fin de la fracturación.
Y está a tiempo de lograrla antes del ALCA, pues existe una conciencia cada vez más fortalecida, y se generan otros caminos a través de los pueblos, y no solo de quienes pronto asumirán la primera magistratura.
--Los presidentes electos de Brasil y Ecuador, con una propuesta electoral muy cercana a los pueblos, asumirán el poder en medio de una espantosa crisis económica, pero, sobre todo, maniatados por las exigencias del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, las imposiciones de Estados Unidos y la amenaza inminente del ALCA. Son agudos dilemas en los que mucho pesarán las decisiones económicas de los nuevos gobiernos, sin embargo, no están claras esas agendas. ¿La falta de programas económicos precisos no será una debilidad más en los mandatos que ambos iniciarán a inicios del 2003?
--El gobierno de Lula es un signo de esperanza y una capacidad de construcción que se fue generando en Brasil a través de muchos años y ahora da los frutos. Pero él, Lucio en Ecuador, y Chávez en Venezuela, tienen problemas distintos. La construcción es distinta. Lula parte del sindicalismo y de las comunidades eclesiásticas de base, tiene un apoyo de la iglesia brasileña. Asumió no solo con el gran apoyo de las masas populares, que le dieron un voto de confianza, sino también con el de los empresarios.
"Pero es un grave error pensar que el problema es únicamente económico. Es político y es cultural. Desde ahí hay que comenzar a rever las cosas, y no significa que la economía haya que dejarla a un lado.
"Uno de los ejes a analizar es porqué los países latinoamericanos, sus gobiernos, no se unen para tratar las cosas fundamentales. Hay una fractura del pensamiento, una dispersión donde cada uno trata de salvarse solo. Es como si a un náufrago le tiraran un salvavidas de plomo.
--Como la deuda externa.
--El FMI, Estados Unidos, no quiere tratar el problema de conjunto, sino de manera individual; así puede dominar a los gobiernos latinoamericanos. En conjunto, el problema entonces sería para el FMI, el BM y el gobierno de Estados Unidos.
"Pero, cómo puede darse con esta fractura del pensamiento latinoamericano. Por eso digo que es un problema cultural.
"Cómo puede ser que ante esto no se unan los gobiernos. Nosotros estamos proponiendo llevar el tema a la Corte Internacional de La Haya, para determinar sobre la deuda lo legítimo de lo ilegítimo. Sin embargo, no hemos logrado hasta ahora, a pesar de tantos años de lucha, la unión, esperemos que Lula lo haga con Argentina y con el resto de los países latinoamericanos."
--Lula es la gran esperanza.
--Asumirá el poder con el campo minado. El sistema le ha dejado minas por doquier. Tendrá que tener mucho cuidado para detectarlas y sacarlas. Se enfrenta, además, con muchas debilidades en el camino, como la casi desintegración del MERCOSUR, debido a la fuerte crisis argentina y la gran presión de Estados Unidos para destruir ese mercado. Y el ALCA llevaría a la destrucción ya no solo de él, sino también del Pacto Andino, y de otros mecanismos subregionales.
"Desde el punto de vista económico y de las presiones del FMI y el BM, Lula va a tener dificultados, por eso, dentro de pocos días irá a Argentina para ver cómo fortalecer el MERCOSUR a pesar de la debilidad de nuestro país.
"Y también tiene un frente interno muy complejo y difícil: las políticas sociales, superar el hambre, la exclusión social, la pobreza y generar fuente de trabajo. Y eso no se arregla con asistencia. América Latina no podrá arreglar nada con políticas asistenciales. Estas son buenas para determinados sectores, pero es negativa para la capacidad de un pueblo de poder tener nuevos conceptos de desarrollo y de vida.
--Recién usted estuvo en Ecuador, en las manifestaciones contra el ALCA, ¿qué desafíos tendrá el gobierno de Lucio Gutiérrez?
--Lucio Gutiérrez tuvo algunas posiciones interesantes, pero en el momento en que nosotros estábamos allí para la reunión del ALCA, cuando todavía él era candidato a la presidencia, se fue a Estados Unidos a negociar con el Fondo Monetario Internacional y con el Departamento de Estado. No sé si desde una estrategia es lo válido, pero en esos momentos se necesitaba que estuviera en el país, acompañando las manifestaciones populares, la reflexión y construyendo desde las bases.
"Si siempre privilegiamos al Imperio, ¿a dónde vamos? Para mí, Lucio Gutiérrez todavía es una incógnita, pero esperamos que la misma sociedad ecuatoriana comience a perfilar propuestas y alternativas. Esperamos por las alianzas que tiene con el movimiento popular, con el indígena, que fue el que lo apoyó y le facilitó su triunfo electoral.
"Hay que ver cuáles son ahora sus propuestas de gobierno. No se le conoce todavía muy claramente. Una cosa son los discursos, las campañas electorales, y otra después las realidades concretas cuando se tiene que asumir, cuando se tiene que construir, y eso no se improvisa. Pero a Lucio Gutiérrez le deseamos lo mejor y vamos a tratar de acompañar y de ver. Hoy nadie da un cheque en blanco. La experiencia nos dice que hay que apoyar, ser prudente y ser coherentes entre lo que se dice y lo que se hace."
--Usted plantea que la viabilidad de la alternativa de los nuevos gobiernos descansa, más que en el problema económico, en lo político y lo cultural; sin embargo, Hugo Chávez entró al gobierno y propugnó una nueva Constitución, tiene un apoyo en los sectores más populares y humildes, ha recuperado parte de su unidad política y cultural --incluso estos lo repusieron en el poder después del golpe de Estado--, pero a veces parece que Chávez no podrá.
--No he dicho que ha de aislarse una cosa de otra. Es algo integral: económico, cultural y político, pero no es solo un problema económico. En mi opinión, Chávez abrió demasiados frentes de un solo golpe, no tuvo la estrategia de ver cómo focalizar las cosas con todos los grandes aportes que hizo en la Constitución bolivariana, pero tampoco se puede olvidar que los enemigos son muy poderosos.
"Los empresarios no quieren perder sus privilegios, y los medios de prensa están tratando de destruirlo, de mostrar una imagen negativa de Chávez en el mundo, sin que haya una alternativa para oponerse a esa presión. Lo mismo puede pasar en Brasil con Lula si llega con un proyecto y este no tiene los medios, el apoyo del pueblo y de los empresarios.
"Pero Lula sí tiene el apoyo de los empresarios y viene trabajando con ellos. Los empresarios en Brasil tienen conciencia nacional, los venezolanos no la tienen, al igual que los argentinos. ¿Cómo es posible que en Argentina haya 220 000 millones de dólares de capitales nacionales fuera del país? Porque no creen en el país.
"Los empresarios venezolanos tienen la misma mentalidad que los argentinos. No defienden la industria nacional, el capital nacional; trabajan permanentemente con el capital financiero, y este no es productivo, es especulativo.
"¿Cuál es la diferencia entre un capital nacional llevado a la capacidad productiva de desarrollo del país, y un capital financiero? Que el segundo busca únicamente la especulación, que sube y baja la Bolsa de acuerdo a la sensibilidad especulativa y psicológica. ¿Dónde está el capital productivo para el desarrollo de un país?
"Creo que son los conceptos entre el capital financiero y el productivo. Y no solo es eso, sino también la distribución de ese capital, cómo se realiza. Creo que hay discutir a fondo con el empresariado. Saber dónde se ubica."
--¿Una salida autóctona para América Latina tiene que pasar necesariamente por la posición de los empresarios?
--Vengo de la reunión de resistencia contra el ALCA en Quito, Ecuador. Participé del encuentro de parlamentarios y de las organizaciones sociales populares, pero habían otros dos. Por un lado se reunían los empresarios latinoamericanos para tratar todos el mismo problema el ALCA, y por otro, los ministros de Comercio.
"Eran cuatro reuniones paralelas en compartimentos estancos. ¿Qué nos dice esto? Que hay una fractura del pensamiento. Todos eran latinoamericanos y todos con distintas visiones. Los ministros apoyando la constitución del ALCA con un sometimiento total y absoluto a la directiva de Estados Unidos y el FMI; los parlamentarios con una sensibilidad, pero alejados de la reunión del pueblo; los empresarios totalmente aislados, por suerte hubo reacciones de estos, pero no fue por una conciencia nacional, sino especulativa: se oponían a los subsidios agrícolas de 190 000 millones de dólares de Estados Unidos a sus productores; no estaban pensando desde una política de integración continental.
"Esto tiene que ver con lo cultural. Es clara la diferencia: cómo puede ser que los latinoamericanos se reúnan en compartimentos estancos."
--Mucho se habla por estos días, que el ALCA se decide en Brasil; que si Lula lo rechaza, está condenado a muerte.
--No lo creo. La esperanza para resistir al ALCA está en toda América Latina, no en un país. Brasil solo no puede. Por muy grande que sea, se lo van a devorar.
Parar el ALCA será posible siempre y cuando nos podamos unir; cuando marche el movimiento colectivo latinoamericano, pero hay que generar nuevas formas en el hacer político.
"Lula necesita que lo ayuden. Debemos ayudar para ayudarnos. Esto es recíproco.
No podemos pensar que el problema del ALCA se resolverá 'si Lula sube' y se opone. Una cosa es lo que se quiere, y otra es lo que se puede.
"Te decía que a Lula le dejaron el campo minado. La pregunta es, ¿cómo vamos a ayudar a sacar las minas y construir nuevos caminos, pero juntos?"
--¿Y cómo ayudar a Lula y a Brasil?
--A través de la unidad, de generar otras instancias sociales, políticas, culturales.
De cómo vamos enfrentar las relaciones económicas con el resto de los gobiernos sometidos, serviles y que han traicionado a nuestros pueblos.
--¿Están muy lejos las alternativas autóctonas?
--El único país que tiene un proyecto para América Latina es Estados Unidos y no es a favor de nuestros pueblos. Al ALCA hay que rechazarlo porque no podemos ir a negociar con Estados Unidos en inferioridad de condiciones y con una situación de debilidad total y absoluta. Es imposible si no fortalecemos primero los acuerdos regionales y las políticas comunes.
"Estados Unidos sabe perfectamente qué es lo que quiere de nosotros, pero los latinoamericanos todavía no sabemos qué queremos para nuestros países, hacia dónde vamos, qué es lo que queremos construir.
"Por eso no podemos hablar de una cuestión puramente económica, sino también política y cultural. Hay un problema de repensar hacia donde va América Latina.
Este es el gran debate que nos debemos, tenemos que tener una mirada hacia adentro. Siempre estamos hablando hacia fuera. Es como, 'si el emperador estornuda, el resto se resfría'.
"¿Por qué no nos reunimos, más que para el ALCA, para discutir cuáles son las alternativas? ¡Ah, no! Lo hacemos cuando nos ponen el dedo en la llaga y comienza a dolernos, entonces reaccionamos."
--Cuando nos dan los palos...
--Aquí mismo en Cuba, a mediados de los años 80, se trató el problema de la deuda externa, y ahora cómo estamos: más pagamos, más debemos y menos tenemos. Estamos mucho peor que antes. Siempre tenemos tiempo para estar peor.
"Los gobiernos latinoamericanos, con una conciencia y un pensamiento fracturado, no tuvieron el coraje para tratar de conjunto algo que desde aquellos años ya se venía planteando. Esto pone en evidencia que no es una cuestión de números, sino de conceptos; del pensamiento.
"Esta gran fractura la han logrado a través de la imposición del pensamiento único y no del pensamiento propio. Estamos pensando a ver qué hacer cuando nos dan el palazo en la cabeza, entonces reaccionamos. Esto tiene que ver con una conciencia cultural, educativa, con un pensamiento propio de las alternativas que tenemos y los desafíos para la construcción de nuevas sociedades, de lo cual depende el presente y el futuro de nuestros pueblos cuando los gobernantes nos están hipotecando, aplican políticas suicidas y se entregan al FMI."
--¿Cuál es la base de ese pensamiento único?
--Es todo el sistema de dominación: 'es esto, no hay salida o es el abismo'. La masificación cultural. Un general norteamericano dijo, 'tenemos ganado el 50 por ciento de cualquier guerra'; le preguntaron porqué, y respondió: 'porque los hemos dominado culturalmente'.
"Ese es el pensamiento único. Más del 95 por ciento de las películas que se ven son norteamericanas; ¿cuándo vemos cine latinoamericano?, ¿cuál es la música?... Hay mucha gente que se dice de izquierda, van a las movilizaciones, y después almuerzan en un McDonald y toman Coca Cola.
"El pensamiento propio, en cambio, es el fortalecimiento de las identidades, la conciencia crítica, la responsabilidad de los caminos que tenemos que tomar. Es la memoria. Y la memoria no es para quedarnos en el pasado; la memoria nos tiene que iluminar el presente."
Tomado de Rebelión