LA CONQUISTA DE

LA BOCA DEL DIABLO

LA ESPELEOLOGIA MEXICANA HACE 35 AÑOS UNA ENTREVISTA CON PEDRO HITZ

John Pint: ¿QUÉ TIPO DE CUEVA ES LA BOCA DEL DIABLO?

Pedro Hitz: Así lo llaman los Indios del rumbo. Es un pozo o sumidero mayormente vertical, a un lado de un río cercano a la población de Taxco, Guerrero. Seguramente fue hecho por filtraciones del río. Se conoce también como el Pozo de Meléndez... Había una voz que la familia Meléndez, unos ricos comerciantes de Taxco, usaban este pozo para depositar allí a sus enemigos para exterminarlos. Pero no encontramos nada de huesos humanos, sino solamente unos cuantos huesos de vacas.

J. Pint: ¿EN QUÉ AÑO HICIERON SU EXPLORACIÓN?

P. Hitz: Nosotros fuimos en 1954, hace ya un montón de años, pero todavía tengo un croquis de la misma configuración de la Cueva. Nuestra exploración fue hecha por un grupo, la mayoría médicos militares. Nunca hemos presumido de ser científicos o nada por el estilo. Llamábamos a nuestras salidas “las movidas”, es decir que nos movíamos mucho, y en este caso era la verdad, Supimos que iban •a ir unos americanos a explorar este pozo y entonces nos apuramos nosotros ¡porque no queríamos que ningún grupo extranjero nos ganara!

J. Pint: ¿QUÉ SISTEMA DE DESCENSO EMPLEARON?

P. Hitz: En vista de que se supo que la Boca del Diablo es un tiro vertical, optamos por contratar una grúa para que con su cable de acero y una polea que colgamos entre dos arboles sobre la mera boca del Diablo, nos ayudara a bajar más cómodamente y sobre todo para subir después.

J. Pint: ¿Y EN ESTE MOMENTO TENÍAN UNA IDEA DE QUE TAN PROFUNDO ERA?

P. Hitz: No. Era un rumor de que eran 400 metros o más y entonces nuestra gran preocupación era que las grúas nunca tienen 400mts de cable para sacar un coche de una barranca. Entonces, hicimos contacto con un representante sueco de aceros y de cables de acero y pedimos que nos facilitare el cable porqué pues tampoco éramos millonarios. Y el Señor, el jefe gerente del negocio, nos dijo, “pero ustedes saben que esos 400 metros de cable aunque sea delgado, pesan un ...... Pues eran un peso terrífico, total dijimos, vamos a ver, que tan largo es el cable de la grúa y resulto que era suficiente ya que la profundidad total de la Cueva era 175 metros y la parte donde utilizamos el cable no eran más que 85 metros, así es que alcanzó muy bien. La cosa es que la grúa se echó en reversa encima de la polea. Luego sí, conseguimos arneses de las paracaidistas militares que nos ayudaron a amarrarnos y primero bajaba uno, después se vio que también se pueden llevar dos o hasta tres personas al mismo tiempo.

J. Pint: ¿CUANTAS PERSONAS BAJARON?

P. Hitz: Pues por los menos ocho gentes. Como cosa curiosa, nada más para mencionar, nuestro guía o jefe tenía una mujer muy miedosa y él le tuvo que jurar que no bajaría, así es que se puso a manejar la grúa y. por su desesperación o su tristeza de no poder bajar, empezó a tomar tequila en gran cantidad junto con el encargado de la grúa. Y los dos estaban ya tan borrachos ¡que era un peligro como manejaban la grúa!

J. Pint: ¿QUÉ USARON PARA LUCES?

P. Hitz: Ah! Esto es muy interesante. Para luces, claro que teníamos nuestras lámparas de gasolina y otro médico tenía la idea de usar un tipo de luz de bengala, pero era hechizo, él mismo lo hizo (era oftalmólogo) o sea que se puso a hacer cosas fuera de su profesión. Entonces hizo unas luces de magnesio que eran un tipo de antorchas. Pero aparte de eso también contratamos una pequeña planta de luz. Conseguimos también bastante alambre y teníamos la planta arriba y llevamos los alambres hasta abajo para tener luz allí. Claro, como los alambres eran delgados no había mucha luz allí abajo y nos daban unos toques terribles cuando bajábamos y los tocábamos. También usábamos esos pequeños teléfonos “field” del año del caldo, un sobrante del ejército, con una manijita ¡y también daban cada toque!

Lo más simpático también era que ya al medio día del domingo el dueño de la planta de luz vino a reclamar su dinamo porqué tenía que trabajar anunciando el cine, así es que nos quitó la planta y entonces, como habíamos establecido un campo o una estación intermediaria en el primer piso del pozo, los que seguían adelante eran nada más dos o tres y esos se llevaban las antorchas de luz de magnesio y con eso se iluminaban, y cuando estaban los que quedaban en la plataforma como intermediarios de repente salían unos humos blancos intensos de donde habían bajado los demás. Y se llenó todo eso de humo blanco y empezó el pánico ¡se está incendiando la Cueva! ¡sáquenos inmediatamente!, Entonces fue cuando sacamos de a tres con la grúa para salvarles la vida... ¡y eran las malditas antorchas de magnesio las que hicieron tanto humo y tanta cosa!

J. Pint: ¿USTEDES FUERON LOS PRIMEROS EN BAJAR A ESE POZO?

P. Hitz: Bueno, no los primeros porque otros ya habían bajado algo pero no llegaron muy lejos. J. Pint: ¿ENCONTRARON ALGO INTERESANTE ADENTRO?

P. Hitz: No, pero en la superficie encontramos un monstruo de boa que unos mataron a pedradas pero no teníamos con qué amarrarlo. Entonces uno se quitó el cinturón y casi se le cayeron los pantalones.

J. Pint: ¿HABIA AGUA EN EL POZO?

P. Hitz: No. Seco.

J. Pint: ¿MURCIELAGOS?

P Hitz: No. Tampoco.

J. Pint: ENTONCES, DE ESE POZO NADIE SALIÓ CON LA HISTOPLASMOSIS.

P. Hitz: No, pero en una exploración de las grutas de Cacahuamilpa, la mayoría de nuestro grupo contrajo la histoplasmosis, de la que entonces no se sabía nada del origen, o sea que es el guano que la causa. Estábamos trepando y hacíamos una pausa, y a comer y a beber, manos sucias y todo. Yo tuve que hacer un viaje la semana siguiente de la exploración, y me fui a Monterrey, ahí tenía yo un trabajo y no tuve ningún efecto. A mi no me tocó nada. Y cuando regresé, oí que estaban hospitalizados, muy graves, y que los estaban tratando de pulmonía. Había un suizo que estaba muy malo. Los mexicanos que estaban allí, siendo médicos militares hablan oído de la histoplasmosis y tenían sospecha de que podría ser eso. (La enfermedad se conoce de hace cincuenta años o más). Habían, recién recibido medicinas contra histoplasmosis en el hospital militar y se trató todo entre amigos y al pobre suizo que perdió el contacto con nosotros lo trataron otros médicos que no tenían la menos idea, pero también a él más tarde nuestros compañeros le consiguieron la medicina correcta. Y es interesante que fue la primera vez que se conoció el caso de histoplasmosis aquí en México. Esto era en el año 52 o 54, antes de la Boca del Diablo.

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