¡Ahora sí! Esta vez con poco mas de 200 metros de cuerda salimos con rumbo al Cerro Grande. Ahora nos acompañaba Mauricio Tapie de la Sociedad Mexicana de Exploraciones Subterráneas (SMES), un espeleólogo de primera línea y con muchísima experiencia en el descenso de sótanos, El primer objetivo sería terminar de explorar los dos sótanos que hablamos dejado pendientes y después, si había tiempo, encontrar otros que valieran la pena.

El primer sótano, Mitch Ventura ya lo había encontrado hacia tiempo sin poder bajarlo por falta de cuerda. Es una caída de unos 40 metros. En el fondo que es de forma alargada existe una Caverna en uno de sus extremos y cerca de ella un pozo de poca importancia. A este Tiro lo llamamos el Pozo de la Llama por una de las formaciones de la Caverna. Como datos curiosos, en una sección de esta cueva se encontraron algunos huesos (parecían de vaca) enterrados en el lodo. También había millones de pequeños moscos (Chironomídos) en una grieta y era tal su concentración que no se podía respirar.

Por la tarde del mismo día, decidimos bajar el tiro donde meses antes Mitch tuvo problemas. El primero en bajar fue Mauricio, y a medio camino, nos salió con la noticia! iEste tiro yo lo conozco!

Se llama el Pozo de Lentiscos y Carlos Lazcano publicó una foto de el en algún lado.” Puestas así las cosas, yo ya ni baje, además de que mi lampara no quería funcionar. así que salió Mauricio y mejor nos fuimos a cenar... y a dormir que al día siguiente bajaríamos el tiro donde yo me había quedado colgado y que debería medir 200 metros como mínimo.

Muy de mañana estuvimos listos y bajamos el sótano. Pocos metros después, llegamos a la pendiente donde terminaba el tiro pequeño. Otra vez Mauricio por ser el de mas experiencia fue el primero en bajar! ¡ y sorpresa!, el tiro media solo otros 26 metros. Me puse de todos colores. Güey ¿ Porqué eres tan Güey? ¿ De dónde sacaste otros cien metros? Una vez repuesto del ridículo, bajé yo también. Si era cierto, yo había estado a solo 26 metros del piso la vez anterior. Lo que pasó fue que el fondo estaba formado por lodo negro y justo debajo de la cuerda había una pequeña depresión también negra y esa depresión era el agujero negro que yo había visto la última vez. Después de pedir disculpas por el error exploramos aquel sótano. Tenía algunos pasajes aunque ninguno de importancia pero aun así era imponente la vista desde ahí abajo. Comimos algo ahí mismo, tomamos medidas, fotografías y salirnos. De cualquier modo, aquel había sido el tiro mas profundo que yo he bajado. Así que no me puedo quejar.

Al día siguiente por la mañana tuvimos visitas. Eran personas de la Universidad de Guadalajara y del ejido de El Terrero. Querían saber si alguno de nosotros era Carlos Lazcano ya que les habían dicho que estabamos explorando los sótanos y el había hecho lo mismo en años anteriores. Después de recomendarnos que tuviéramos cuidado con las fogatas y todas esas cosas, Sergio Graff, quien es el encargado de esta parte de la reserva de la biosfera de la Sierra de Manantlán, nos dio la noticia de que la UDG había editado un libro sobre los sótanos y cavernas de esa zona. El tenia uno en su oficina así que nos invitó a que lo viéramos y claro, fuimos. Pues si, aquel libro estaba lleno de información importantisíma para nosotros. Rápidamente consultamos aquel tesoro para ver si los sótanos explorados los dos días anteriores eran realmente inexplorados. El de Lentiscos estaba efectivamente explorado, no así los otros dos de los cuales el mas profundo ocuparla el sexto lugar de profundidad para aquella zona.

Después de agradecer el favor ahora si, sabiendo que partes no estaban exploradas, iniciamos una caminata buscando sótanos.

Primero encontramos uno pequeño y después otro que si prometía algo. Midió un total de 62 metros. Lo chistoso aquí fue que la primera medida fue de unos ochenta metros, calculando la cantidad de cuerda sobrante, pero la desilusion llego cuando nos dimos cuenta de que la cuerda no estaba amarrada de uno de sus extremos. A este sótano lo llamamos EL TAPADO gracias a Mauricio, quien debido a tanto tiempo que debió esperar midiendo y explorando la cueva, no pudo acudir a un llamado urgente de la naturaleza. Ese fue el ultimo día de exploraciones pero siempre con la idea de regresar a esta bellísima zona de Manantlán.