El movimiento obrero retrocede ante el castrismo.
La ocupación armada de la CTC el primero de enero de 1959 crea las condiciones para que el movimiento obrero organizado iniciara un proceso en el que cada día renunciaba, o le eran arrebatadas, conquistas logradas en un siglo.
El 17 de abril, en el Central Park de Nueva York, Fidel Castro define los principios que dice sustentan su pensamiento político con las palabras siguientes: "La democracia, que sólo habla de derechos teóricos y olvida las necesidades del hombre, no es ni sincera ni verdadera. Ni dictadura del hombre, ni la dictadura de una clase de grupos, de castas, de la oligarquía: Libertad con pan, pan sin terror; eso es el Humanismo".
Pretendiendo ser consecuente al anterior pronunciamiento, un grupo de sindicalistas del Movimiento 26 de Julio creó un denominado "Frente Sindical Humanista" en el que se excluía a los comunistas, que estaban haciendo todo tipo de presión para volver a capturar el movimiento obrero organizado.
La presión se incrementaba en la marcha por el poder absoluto de Fidel Castro. Él no confiaba ni en los viejos ni en los nuevos sindicalistas que sustentaban los principios de una Central Obrera autónoma, no partidista y democrática. Tampoco confiaba en la mayoría de los combatientes contra la dictadura de Batista. En fin, creía que con su capacidad de organización y vulnerabilidad política, los comunistas serían dóciles a su dictado.
En octubre se crearon las milicias de trabajadores con gran entusiasmo popular. Pero las esferas del gobierno real muy pronto comenzaron a marginarlas; consideraban, con razón, que las mismas estaban muy vinculadas al movimiento sindical. Se creó la escuela de oficiales de milicias en Matanzas, pero estaba decidida su disolución; progresivamente se incorporaban elementos seleccionados al ejercito y organismos de seguridad.
Fidel Castro destituye al Dr. Manuel Urrutia, Presidente de la República, y asume públicamente el poder político y militar que de hecho lo ejercía desde la jefatura de las Fuerzas Armadas.
Manuel (Manolo) Fernández, Ministro del Trabajo, figura legendaria de la Revolución Cubana, renuncia a su cargo en el gobierno formal, no sin antes por decreto determinar que para ser delegado al X Congreso de la CTC era condición insoslayable ser elegido por los trabajadores del sindicato correspondiente al centro de trabajo en que el aspirante ejercía su condición de trabajador. Con este decreto invalidaba la posibilidad de elección de cuadros sindicalistas comunistas que hacía décadas no ejercían su condición de trabajadores.
A mediados de mayo se convoca el XXIV Consejo Nacional de la CTC con el objeto de trazar las pautas organizadoras para el X Congreso; Fidel Castro se hizo presente y trazó la línea a la que tenía que ajustarse la dirigencia obrera: El objetivo central del trabajo sindical habría de orientarse a un apoyo irrestricto al gobierno, desechando las viejas practicas reivindicacionistas y de reclamación de mejores salarios, y confiar en el gobierno que no daría lo que no podía dar. Todos aplaudieron, y nadie se atrevió a la menor objeción, o a plantear tema alguno como era tradicional por el Consejo Nacional como centro de atención del Congreso.
Fuera del consejo se produjo la única voz discrepante: la declaración pública de la Comisión Obrera del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) firmada por Cesar Lancis, como su Secretario General, y otros dirigentes obreros.
El 18 de noviembre se inicia el X Congreso de la CTC. La representación obrera era real: 2,584 delegados debidamente acreditados. La cifra de cuadros comunistas electos es todavía muy discutible. Conforme mi investigación, eran 87. Otros cálculos que pueden considerarse creíbles hacen llegar el total a 300. Es necesario hacer constar que las presiones, intimidaciones e inhabilitaciones, sin procedimiento legal alguno, a viejos sindicalistas opositores activos contra la dictadura de Batista que ostentaban prestigio sindical a nivel nacional se les impidió que fueran candidatos a delegados al Congreso.
La tensión en el Congreso se incrementa por horas cuando se acerca la fecha de su apertura. Muchos sindicalistas integrantes del Movimiento 26 de Julio temían ser desplazados por los cuadros del Partido Socialista Popular (partido comunista de Cuba). Se hablaba de vetos a unos y a otros por diversas razones. La mayoría de los delegados se identificaba como del Movimiento 26 de Julio. Había una amplia gama de Auténticos, Directorio Revolucionario, y una minoría insignificante de comunistas.
A nosotros (Comisión Obrera del Directorio 13 de Marzo) se nos citó a la Secretaria de Organización de la CTC para plantearnos una candidatura unitaria para la dirección de la central sindical. Respondimos que toda candidatura unitaria era válida siempre que respondiera a la proporción a los delegados acreditados en el Congreso, e insistimos que era fundamental un vigoroso frente de los sectores representativos de la Revolución Cubana.
El Congreso inició sus actividades mediante discursos de David Salvador, nuevo Secretario General de la CTC, cargo ocupado al desplomarse la dictadura de Batista. Estaban presentes Raúl y Fidel Castro. La tensión y las protestas ganaron confrontación y extensión entre los delegados; las demandas diversas se incrementaron y ganaban pasión: Se multiplicaban reuniones privadas de las mini-fracciones y consignas diversas: "No a los vetos; la CTC sólo para el 26 de Julio; unidad sí, comunistas no; unidad, los talleres del periódico Hoy para la CTC" -diario de los comunistas cuyos talleres fueron comprados con fondos sindicales en su mayor parte-. Mediante propaganda se afirmaba que el objeto de una recaudación era para editar un periódico para el movimiento obrero organizado. A Lombardo Toledano, el líder comunista mexicano especialmente invitado, al hablar al pleno del Congreso haciendo grandes elogios a Fidel Castro, varias voces se alzaron gritándole: "Eso mismo decías de Batista".
David Salvador, actuando como Secretario General de la CTC y conforme a los acuerdos del Consejo Nacional, quizás pretendió atenuar la crisis que se incrementaba con la tensión y el lenguaje agresivo de delegados que repudiaban la participación de los comunistas o rechazaban los vetos que se rumoraban en pasillos, oficinas y calles alrededor del Palacio de los Trabajadores. En su discurso de apertura expresó: "No hemos venido a este Congreso a demandar aumentos de salarios o reducción de jornadas. Hemos venido a reconocer que la tarea fundamental del trabajador es apoyar la revolución, consolidarla e impulsarla..."
Raúl Castro, como invitado especial, hizo uso de la palabra, expresando repetidamente: "Recuerden que tenemos que sacudir la mata, incluso en las organizaciones obreras, porque por ahí pueden quedar vestigios del mujalato..." Se refería a Eusebio Mujal.
Los gritos ganaban intensidad y desbordaban el Palacio de los Trabajadores, impugnando la presencia de los comunistas en la dirección de la CTC (sólo 26). Se oía: "unidad sí, comunismo no", y otros más agresivos. Era evidente que el primer Congreso se le iba de las manos a sus organizadores.
Fidel Castro ordena que David Salvador se traslade a la redacción del antiguo periódico Alerta, cercano al Palacio de los Trabajadores. En ese momento se llamaba Revolución, luego Granma. Le demanda preparar una candidatura unitaria de miembros del Movimiento 26 Julio para la dirección de la CTC, al objeto de evitar que en la misma aparecieran personas no confiables. Por supuesto, requería de su aprobación.
Fidel se trasladó al Palacio de los Trabajadores con una fuerte escolta militar. Tomó por segunda vez la palabra en el Congreso, en esta ocasión por algo más de dos horas, alegando entre otras cosas que le habían asegurado que su vida corría peligro al personarse en el Congreso; pero, no obstante ello, estaba allí porque tenía confianza en los trabajadores. Atacó a los que se proclamaban veintiseístas y humanistas, porque el término de veintiseísta pertenecía a los combatientes del Moncada, y humanista porque eso era una doctrina de su paternidad. Agregaba que había que darle un voto de confianza a David Salvador para que éste confeccionara una candidatura de unidad (que se había aprobado anteriormente en el periódico Revolución).
La primera consecuencia del Congreso fue que se generalizó la intimidación en el movimiento obrero en todos los niveles. Persecuciones, inhabilitaciones, destituciones o simple exclusiones sin ordenamiento jurídico en que se sustentara contra los que habían participado en el movimiento laboral o insurreccional y no manifestaban acatamiento sin condiciones. El sometimiento se imponía y no se permitía iniciativa alguna por activistas sindicales.
El 24 noviembre de 1959, mediante la Ley 647, se faculta al nuevo Ministro del Trabajo para intervenir cualquier sindicato o federación sindical. El 7 de enero de 1960, al efecto de concretar la subordinación sindical del movimiento obrero, a propuesta de Jesús Soto, el nuevo Comité Ejecutivo de la CTC-Revolucionaria acordó autorizar la "depuración" de aquellos dirigentes sindicales que fueran considerados "anticomunistas" o "contra-revolucionarios".
Esta fase del proceso culmina cuando el nuevo Ministro del Trabajo, Augusto Martínez Sánchez, disuelve la Federación de Trabajadores de la Construcción, y David Salvador, como Secretario General de la CTC, se le enfrenta por esa resolución. En consecuencia se ve obligado a presentar su renuncia como dirigente obrero. Poco después es detenido y condenado a largos años de prisión.
Réplica y comentarios al autor: r.simeon@psrdc.org
|