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   Marcos, Scherer y Televisa
Si como sugirió don Jesús Reyes Heróles, en política la forma es fondo, no cabe duda que la esencia de nuestra política nacional ha sufrido mutaciones de magnitud. Las formas hablan de un momento cualitativamente distinto. Y aún así, el asombro parecería haberse extraviado ante la "cotidianidad" de las novedades. Lo inconcebible de antaño es ahora parte de la normalidad. ¿Quién debería sorprenderse? Nadie, excepto alguno que otro despistado que conserva en la memoria los recuerdos de un ayer que no se permitía las formas que hoy con tanta naturalidad se pasean por la esfera pública de nuestra incipiente democracia. Tal es el caso del encuentro televisado entre el subcomandante Marcos y el periodista Julio Scherer García.

Dos personajes, el líder de la guerrilla más connotada del país cara a cara con uno de los referentes ineludibles del periodismo nacional. Ambos capturados, recreados y emitidos por las cámaras de una empresa televisiva que no hace tanto tiempo constituía un modelo antitético del periodismo practicado este fin de semana. ¿Don Julio Scherer en Televisa? ¿El mismo que durante años fue anatematizado por "nuestro" implacable Big Brother de avenida Chapultepec? ¿El periodista de posturas no negociables ante el poder, en la barra programática de la corporación mediática que por tanto años vivió el amasiato político más escandaloso del país? ¿Un periodista de perfil tan radicalmente liberal y el guerrillero "estrella" de la selva chiapaneca arropados por el medio de comunicación más influyente de la sociedad? Nuevas formas, nuevo fondo. Quién lo duda.

De madrugada, a las puertas de la capital y en la víspera del asalto pacífico al Zócalo, Marcos y Scherer sostuvieron una conversación pausada, relajada y podría decirse casi privada de no ser por las miles –tal vez millones-- de miradas que seguramente se posaron tras el televisor en esa noche sabatina. Más de una hora de transmisión en el Canal 2, el de las estrellas. Marcos hablando de Marcos, del momento político y del futuro; el carismático guerrillero, entre susurros y sarcasmos, formas poéticas y advertencias, disertó como acostumbra hacerlo. Marcos parodiado en los comerciales de los patrocinadores. Marcos y Viana. Ni modos, es el precio a pagar por la popularidad mediática. Y por si no bastara, el hombre de la vía armada debió alternar con los mensajes de la vía electoral, la del 2 de julio. Entre la realidad y la utopía. Noche redonda.

Los medios, Fox, las falsas expectativas, la rebeldía, el espíritu revolucionario, los héroes nacionales, las vías del cambio social, el papel de los movimientos armados, el comandante "Germán", el periodo de "sombras" del neozapatismo y la sinceridad personal, fueron los ejes temáticos de la conversación en Milpa Alta. Demasiados tópicos en juego. El guerrillero refrendó su anti-foxismo pero acreditó el origen legítimo del régimen encabezado por el panista. Ironías, pues. Pocos aliados de Marcos como el presidente Fox, y sin embargo, se mueve: "Este país no necesita que lo gobierne un locutor" sentenció el guerrillero comunicador. El burro hablando de orejas, habría dicho cualquier escolar en su hora de recreo. Los medios ahora definen todo –se quejó certeramente. Ya no hay hombres de Estado, sino políticos supeditados a los mercadólogos, sentenció. Kundera, quizá, habría hecho una pertinente aclaración: no se trata de los mercadólogos sino de los imagólogos. Deciden quién debe sobresalir y quién no, deciden el circo y delinean a los payasos. Lo dijo el subcomandante frente a las cámaras.

No faltaron las sorpresas. El subcomandante zapatista resultó ser un admirador de Francisco Villa. Fueron sus tácticas de guerra, aseguró Marcos. Pero gracias a Friederich Katz, en recientes declaraciones a la prensa, ahora sabemos que tal vez la admiración del cyber-guerrillero del sur por el villismo esté vinculada a las estrategias comunicativas del centauro norteño: "Marcos maneja bien su relación con los medios, pero es porque se apoya en una buena tradición: estoy pensando en Pancho Villa –afirmó el historiador de origen austriaco. Él fue el primer gran revolucionario que entendió la importancia de los medios. Siempre hubo corresponsales que lo acompañaban, daba entrevistas constantemente, hizo un contrato con Hollywood para filmar sus batallas, incluso sus tropas recibían uniformes nuevos para rodar algunas escenas con una mejor imagen, tuvo relación con los periódicos extranjeros más importantes. Ya había entendido la importancia de los medios." (La Crónica, 11 de marzo de 2001). ¡Que cosas! La tradición mediática revolucionaria una aportación mexicana a la cultura universal.

Pero de entre todas las ideas vertidas por Marcos en el diálogo con don Julio Scherer, hay una que se dibuja como el preludio de un desenlace cercano; el brinco a la política desde una plataforma no-guerrillera. A pregunta expresa, el hombre del pasamontañas se definió como "un rebelde que busca el cambio" y no como revolucionario. Elaboró una crítica a la vía armada, a los métodos violentos, y remató confesándose parte de la "rebeldía social", como expresión alterna al camino revolucionario. Y sentenció: "estamos dispuestos a pasar de la clandestinidad a la vida pública...no nos espanta firmar la paz con la derecha...estamos dispuestos a desaparecer...no tenemos vocación suicida". El dato no es menor. Es, podría decirse, el reconocimiento tácito de que los tiempos han cambiado y exigen otras estrategias si es que acaso el movimiento pro indigenista y anti neoliberal encabezado por el enmascarado desea sobrevivir. En eso Marcos tiene mucho que aprender de Televisa.

La toma pacífica del Zócalo capitalino, al igual que la apertura de los medios frente al neozapatismo, son síntomas casi inequívocos de que el final de una etapa está por consumarse. A Marcos y al EZLN, lo acepten públicamente o no, se les ha ofrecido una salida digna en la que nadie aparezca derrotado y todos se acrediten parte de la victoria. Comenzando con ellos mismos y concluyendo con los poderes Legislativo y Ejecutivo de la federación. La marcha desde el sur profundo, el posicionamiento en la capital, la atención de los medios, la sanción de personalidades internacionales y hasta el clima festivo del "ingreso triunfal" al corazón del país, hablan de formas y de fondos políticos distintos. De escenarios políticos que tendrán en la ley de la Cocopa su consumación. Y si así es, entonces se puede suponer que Marcos, el sincero Marcos –según confesión ante Scherer y Televisa— está próximo a perder la máscara para no perder la guerra. Falta poco para constatarlo.

Pablo Arredondo Ramírez




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