Destaca por encima de
todo el patrimonio rupestre, del paleolítico superior,
hallado en la Cueva de Tito Bustillo y a lo largo del
Macizo de Ardines y que año tras año aporta novedosos
hallazgos de una relevante cultura primitiva asentada a
orillas del Sella.
Durante la Edad Media se vivió un considerable esplendor
gracias a los astilleros, que se nutrían de la madera
que se hacía bajar por el Sella, y al comercio marítimo,
especialmente de la sal, indispensable para la salazón
de pescados.
El estuario del Sella fue un importante enclave
ballenero. Durante el siglo XVIII Ribadesella intentó
consolidarse como primer puerto asturiano y puerto de
enlace con Castilla. Pero, quizá por influencia de
Jovellanos, las inversiones se fueron hacia el puerto de
Gijón y hacia la carretera de Pajares
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