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Cómo casos uruguayos terminaron          Por Milton W. Hourcade

 en los archivos del Blue Book  

Una historia de inocencia y conexiones de las Fuerzas Aéreas   

 

El comienzo

 

¿Cómo podría definir lo que era el Centro de Investigación de Objetos Voladores Inidentificados (C.I.O.V.I.) de Uruguay, cuando comenzamos nuestra labor de investigar y estudiar los OVNIs?

 

No vacilaría en decir que éramos un grupo de jóvenes con enorme entusiasmo y voluntad de hacer cosas, ciertamente influídos por la Ovnilogía estadounidene, que teníamos la esperanza de encontrar esos muy sobresalientes e insólitos casos de Verdaderos-OVNI (True-UFO, TRUFO como en inglés les llamó el Dr. Hynek) pero partiendo desde cero, obviamente sin experiencia y creando nuestros propios criterios para realizar nuestro trabajo lo mejor posible.

 

Entonces éramos incapaces de pensar en los extraños y complicados vericuetos que tiene el ambiente OVNI.  Tomábamos las cosas de manera muy simple y directa, como parecían ser.

 

Para nosotros, el hecho de la la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) hubiera dedicado tiempo, dinero y personal para investigar los OVNIs, significaba que había que vérselas con algo serio e importante. Y nos sentimos listos para hacer nuestra propia contribución.

 

Comenzamos el 29 de abril de 1958. En todo el mundo habían entonces más de 300 organizaciones privadas dedicadas a propósitos similares, a demás de las pocas –como el Blue Book— que eran oficiales.

 

En Uruguay, la Fuerza Aérea no tenía una política o una comisión dentro de sus filas para encarar el problema de los OVNI.

 

Tan pronto como CIOVI se creó pensamos que sería totalmente apropiado que nos reuniéramos con gente de la Fuerza Aérea Uruguaya para hacerles saber de que estábamos ahí, quíenes éramos, qué intentábamos hacer y cómo, y compartir información si eso era de su interés.

 

El acuerdo

 

La respuesta de la Fuerza Aérea Uruguaya no pudo haber sido mejor. Pudimos reunirnos con el mismísimo Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, el Brigadier (Aviador) Conrado A. Sáez.  Creo que eso ocurrió un año y medio después de nuestra creación. Por casi 40 minutos dialogamos con este hombre que escuchó cuidadosamente lo que teníamos que decir, tomó algunas notas, mostró su interés en el tema y adoptó ciertas decisiones.

 

Siempre recuerdo su figura alta, sus ojos claros y su sonrisa apacible. Era un auténtico hombre del aire, alguien que gusta volar, extender sus ojos al azul del cielo y experimentar esa extraordinaria sensación de casi estar flotando en el aire.

Y se tomaron decisiones. De ahí en adelante, nuestra relación formal con la Fueza Aérea Uruguaya sería a través de la Segunda División llamada “Información”. Décadas más tarde llegamos a saber que es la División dedicada a la taera de Inteligencia. La Fuerza Aérea nos proveería de valiosa información acerca de tráfico aéreo –civil y militar—si lo necesitábamos para el estudio de un caso.  Eventualmente la Fuerza Aérea nos proveería con transporte, particularmente para cubrir ciertos casos que podían estar muy lejos de Montevideo, la ciudad capital.

 

Fuimos muy reacios a solicitar transporte aéreo, pero contamos con transporte terrestre durante unos años, y la labor de la FAU en ese sentido fue encomiable.

 

Y por último, pero no menos importante, la Fuerza Aérea sugirió que aceptáramos tener Tarjetas de Identificación que nos pudieran ayudar en nuestras actividades.

 

Esas tarjetas de identificación tenian en una cara la foto del portador, su nombre y el número de Cédula de Identidad (el documento nacional de identificación en Uruguay).  Del otro lado, decía que el portador, Consejero Directivo del CIOVI, estaba autorizado para desempeñar tarea de investigación de casos OVNI. Tenía el sello de la Fueza Aérea y la firma del Comandante en Jefe.

 

Nunca necesitamos esas tarjetas en nuestro país, pero demostraron ser útiles en el exterior.

 

Le ofrecimos a la Fuerza Aérea mantenerle informada de manera actualizada de los casos reportados por la población uruguaya y compartir con ellos nuestros archivos de casos investigados y estudiados por nosotros.  Y nos pusimos a disposición por cualquir consulta relativa a nuestra área.

 

El Blue Book

 

Debemos a nuestro buen amigo Jan Aldrich y su Proyecto 1947, llegar a conocer que los primeros casos que investigamos y estudiamos en Uruguay, hicieron su camino a los Estados Unidos, y más específicamente a los archivos del Blue Book.

 

Para todos nosotros en C.I.O.V.I. eso fue una verdadera sorpresa. Nunca nos imaginamos que hubiera sucedido semejante cosa. Nadie nos dijo nada en su momento, ni después.

 

¿Cómo sucedió eso?

 

Hoy lo vemos como otra razón por la cual perder esa inociencia que teníamos al comienzo mismo de nuestras actividades.

 

Si se nos hubiera pedido contribuir con el Proyecto Blue Book, ciertamente sé que nos hubiéramos sentido honrados de hacerlo.  Pero entonces, ¿por qué el misterio, por qué el secreto?

 

Si se hubiera llegado a un acuerdo semejante, ello no hubiera significado que íbamos a ir corriendo a la prensa para declarar orgullosamente “estamos trabajando con el Blue Book”.  Nosotros supimos mantener secretos. Hemos mantenido algunos de ellos hasta el día de hoy. Hemos sabido cumplir con la palabra empeñada. Lo continuamos haciendo actualmente. Es parte de ser Ovnílogo.

 

Ahora, mirado en restrospectiva, es una sorpresa encontrar algunos casos uruguayos, simplemente abreviados y traducidos para los propósitos del Blue Book.

 

No necesitamos exprimir nuestra imaginación para hallar fácilmente cómo sucedió.

 

De todos los casos en archivo que compartimos con la Fuerza Aérea Uruguaya, alguien en la oficina del Agregado Aeronáutico de la USAF, probablemente trabajando en el mismo edificio del Comando de la Fuerza Aérea Uruguaya, miró los casos y tradujo detalles de ellos que fueron enviados a la sede central del Blue Book para sus propios archivos.

 

¿Qué puede significar eso?

 

Puede significar que durante algunos años –finales de los cincuenta y principios de los sesenta—gente del Blue Book trató de recoger información de todas partes del mundo que tratara sobre OVNIs. Posteriormente la podrían comparar con su propia información tratando de hallar patrones, hacer estadísticas, o usar como un argumento de que el problema OVNI no era exclusivamente estadounidense.

 

Quizás ese fue el trabajo de los muchachos pro-ET dentro de la USAF, como algunos dicen que habían, o quieren que pensemos que habían.

 

Pero realmente fue un trabajo de Inteligencia Aérea.  Seguramente ellos querían estar al tanto de cualquier suceso aparentemente extraño en cualquier parte, en caso de que pudiera ser algo que estuvieran haciendo los soviéticos.

 

Quizás también estaban interesados en saber qué es lo que nosotros estábamos haciendo. ¿Quiénes éramos?. ¿Cuánto podía confiarse en nosotros?

 

Ahora que conocemos mejor qué fue el Blue Book y que no fue, esto encaja perfectamente dentro del marco de sus operaciones.

 

Una copia desclasificada –o sea, a la que se le quitó el carácter de secreto--  de esos archivos muestra que la persona responsable de enviarlos a los Estados Unidos fue J.Craig Teller, Tte. Coronel, Agregado Aeronáutico de la USAF.

 

El título del documento es “Reporte de Información de Inteligencia Aérea” y otra página era “Registro de Control de Distribución”, en la cual estaban escritas la cantidad de copias del informe a ser distribuidas entre diversas oficinas de Estados Unidos.

 

Es interesante notar que 2 copias iban al ATIC (Centro de Inteligencia Técnica Aérea) sede del Blue Book,  1 copia al SAC (Comando Aéreo Estratégico), 4 copias a la NSA (Agencia Nacional de Seguridad), y 6 copias a la CIA (Agencia Central de Inteligencia).

 

Había también 5 copias que iban a diferentes personas trabajando en la oficina del Presidente, y otra copia que iba al CSI (Centro para Estudios de Inteligencia) una organización dentro de la CIA.

 

La interrogante que queda es ésta: ¿en cuántos países hubo operaciones similares? ¿Cuántos casos de todo el mundo terminaron en los archivos del Blue Book?

 

Pero hay algo más, y evidente. No sólo el Blue Book estaba tras el tema OVNI, sino muchas otras agencias del gobierno estadounidense, algunas de las cuales han rechazado tener algo que ver con el tema, como la NSA, por ejemplo.

 

Para constancia, adjuntamos a esta nota, fotocopias de los formularios referidos más arriba.

 

 

 

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