¿Qué debe pretenderse de la investigación y estudio
de un caso?
Los ufólogos llamamos “caso” a la denuncia de OVNI, efectuada por una o más personas.
Una vez planteada la denuncia, tiene que dar comienzo la investigación.
La misma tiene que hacerse diligentemente, no
semanas, meses o años más tarde. Debe necesariamente hacerse “in situ”, porque
es la única forma de efectuar importantes mediciones, reconstruir lo
acontecido, y tener una impresión directa de los testigos, su medio, etc.
No se deben hacer entrevistas por teléfono, correo
electrónico, fax o carta. La validez de las mismas es muy pobre, y no pueden
servir como elementos básicos para el posterior estudio de los
acontecimientos. A lo sumo puede entenderse
que –dadas las posibles distancias geográficas entre el lugar donde reside el
ufólogo y el lugar de los acontecimientos— posteriormente a la tarea “in
situ” puedan solicitarse precisiones, aclaraciones, o ampliaciones por esos
otros medios.
La complejidad de un caso puede determinar que se dé rápida participación en el mismo a especialistas en distintas disciplinas, ya sea meteorología, astronomía, aeronáutica, botánica, geología, psicología, medicina, fotografía, radar, etc. quienes desde sus respectivas especialidades, podrán brindar informes que ayuden a comprender, y a descartar posibilidades de explicaciones convencionales para lo acontecido. Si no se dispone de esos contactos, es obvio que el estudio que se haga de un caso no va a tener ni la profundidad ni el alcance debidos, y por tanto las posibles conclusiones a que se arriben, tendrán una dudosa validez.
Ante un caso, es necesario operar con la más
drástica objetividad. El ufólogo no puede usar el caso como trampolín para
justificar sus propios puntos de vista sobre el tema, y buscar elementos que
sirvan de apoyatura a sus propias tesis. Por el contrario, lo único que se
requiere es que se busque exactamente la verdad, y develar de la manera más
racional posible, qué es lo que realmente ha sucedido. Sentido común y el
rasero de Occam son dos buenos consejeros.
Tampoco se trata de especular acerca de posibles explicaciones, cuando éstas no pueden probarse. Es necesario contar con elementos sólidos como para poder explicar lo aparentemente extraño, pero nunca forzar una explicación, si la misma realmente no puede respaldarse fácticamente, o con opiniones especializadas y altamente respetables.
A lo largo de décadas, hemos sigo testigos de muchos
“casos” que han adquirido fama internacional, y que en realidad ni siquiera han
sido debidamente investigados.
Un caso no está investigado cuando sólo se dispone de
declaraciones de los testigos, y tal vez de algunas fotos de ellos y del lugar
del presunto acontecimiento extraño.
Tampoco un caso se prueba por el uso de “detectores de mentiras”, o
regresión hipnótica.
Si hay instrumentos involucrados, es menester conocer con el manual de fábrica las características de esos instrumentos, y cuáles son sus posibles problemas, así como constatar fehacientemente si estaban calibrados, funcionando correctamente, o debieron ser reparados antes o después del acontecimiento OVNI, por ejemplo.
Una vez reunidos absolutamente todos los datos, toda la información, todos los informes técnicos y/o especializados, entonces se llega recién a la etapa de estudio del caso, la cual es el camino hacia una conclusión.
Pero el estudio requiere que primero se haya cumplido
con lo que llamamos la investigación de campo. No es de recibo que
alguien pretenda estudiar un caso que nunca investigó, y lo haga cómodamente
desde su escritorio, para especular con posibles soluciones.
Los ufólogos de escritorio, son una caricatura de un
verdadero ufólogo. Éste, se ensucia sus manos de barro, suda bajo el sol o se
empapa bajo la lluvia, pero comienza su actividad donde tiene que ser: allí
donde acontecieron los hechos.
Aquí no se trata de que alguien haga alarde de
destreza mental, ingeniosidad, o perspicacia. Se trata de llegar a la verdad,
pero fundamentalmente y por ello, de tener honestidad intelectual y ejercerla.
Reitero, hay casos famosos, que no fueron debidamente
investigados, o investigados y punto. ¿Qué investigación meticulosa y a fondo
se hizo del caso Antonio Villasboas en Brasil, o del caso Betty y Barney Hill
en los Estados Unidos?. ¿Qué investigación y estudio adecuados se hicieron de
las fotos de la Ilha da Trindade o del caso Pascagoula?
Pienso que cuando se investiga y estudia
correctamente, los resultados aparecen con diáfana validez. Como el caso de las
fotos de San José de Valderas, o el del lanzamiento de un cohete Polaris por un
navío de guerra estadounidense en las Islas Canarias.
Como –en Uruguay—infinidad de casos que fueron
motivados por satélites artificiales, bengalas, aviones en la ruta Buenos
Aires-Montevideo, Venus, Júpiter y hasta la misma Luna. La expansión de gases
en la alta atmósfera, producto de la quema de la última etapa de cohetes rusos
lanzados desde Plesetsk, o las “asociaciones indebidas” (como me gusta
llamarlas) entre un apagón local y niños jugueteando con faros contra una capa
baja de nubes.
También se me hace necesario decir que no debe
influir un falso nacionalismo al tratar un caso, lo cual puede llevar a no
querer reconocer o aceptar que de pronto el caso tuvo como origen las
actividades de otra nación en territorio de uno. Por ejemplo, los casos que pueden gestar ciertas operaciones o
maniobras militares, con participación de buques y aviones extranjeros, en el
territorio de un determinado país. O bien el traspaso de la frontera o
“invasión” de un avión espía, de un país,
a otro con el cual tiene fronteras.
Si éstas son las circunstancias, y las mismas
racionalmente pueden explicar el caso, no hay que forzar explicaciones
retorcidas, para no querer reconocer la realidad, porque ella no guste.
Y si un ufólogo o institución ufológica, tiene
ciertas limitaciones prácticas para obtener en su país determinados análisis,
etc. debe acudir a pedir inmediata ayuda internacional, porque otros pueden
contribuir eficazmente a tales efectos, con la finalidad de completar el estudio
de un caso. Creo que en ese sentido, la red ufológica Anomalist, es un
excelente medio para requerir y eventualmente obtener tal ayuda.
Eso es lo que debe pretenderse que esté detrás de un
caso OVNI, cuando se le presenta como tal.
La casuística OVNI –hay que reconocerlo
honestamente-- está llena de casos no investigados, o mal investigados (lo cual
es prácticamente lo mismo) que buscan “probar” la presencia de lo extraño, y
casos “solucionados” que responden a meros ejercicios de especulación para negar
toda posibilidad de algo diferente.
Sobre esas endebles bases, nada firme puede sostenerse. De modo que caen
de suyo las estadísticas, y los porcentajes basados en las mismas.
Sólo son válidos los porcentajes de casos explicados
e inexplicados que surgen de una auténtica y eficaz labor de investigación y
estudio, como, a vía de ejemplo, la que el CIOVI ha llevado a cabo durante
décadas en Uruguay.
Milton W. Hourcade
Virginia, mayo 2004.