La vida requiere que a veces se tenga que acudir a los medios de
comunicación, para efectuar públicamente precisiones y aclaraciones que llegan
a ser necesarias, cuando, en virtud de declaraciones formuladas, o de ser autor
de un libro, se dan o pueden darse tergiversaciones o interpretaciones
equivocadas sobre una postura personal.
En mi caso particular, ello parece ser así, como consecuencia de haber
escrito el libro “OVNIs: La Agenda Secreta”, publicado en Montevideo el
pasado 16 de marzo, por Editorial Cruz del Sur.
El libro ha significado un esfuerzo de casi tres años de preparación y
elaboración, respaldados por una intensa labor de búsqueda de información y
estudio, más mis 49 años de investigador y estudioso de los Fenómenos Aéreos
Anómalos, comúnmente conocidos como “Ovnis”.
La larga y proficua trayectoria del Centro de Investigación de
Objetos Voladores Inidentificados en el Uruguay, la entidad nacional
pionera en su específico campo de acción, avala una tesitura intelectualmente
honesta, objetiva, que jamás ha buscado lucrar con el tema, explotando la
credulidad de algunas personas, ni le ha hecho el juego a nadie, respondiendo a
ningún esquema de ocultamiento de los hechos.
En el C.I.O.V.I. se ha buscado conocer todas las hipótesis
elaboradas para procurar explicar estos Fenómenos, sin adherirse en particular
a ninguna.
Pero con el correr de los años, el conocimiento no se estanca sino que
se desarrolla y evoluciona. Hay hipótesis que necesariamente hubo que ir
descartando por ser insuficientes o no adecuarse para explicar este tipo de
Fenómenos.
Otras siguen vigentes, y se han incorporado nuevas, que merecen su
consideración.
Así las cosas, deseo hacer públicamente las siguientes precisiones:
1)
Un escéptico, se caracteriza por negar la mera existencia de Fenómenos
Aéreos Anómalos. Afirma que los tales no existen, fuerza explicaciones
convencionales, y básicamente, se niega a considerar que el tema merezca ser
investigado y estudiado científicamente.
2) Un creyente, es alguien que acepta de buena fe y en su totalidad,
todo
tipo de testimonio, sin entrar a discurrir la lógica interna del mismo,
las posibles condicionantes físicas, psicológicas, culturales que pueden
haberlo provocado, ni la personalidad de quien dice haber visto algo extraño en
el cielo. También es en el fondo, una negativa a una investigación seria y a un
estudio concienzudo de cada caso.
3) Un investigador parte de la base de testimonios, testigos y múltiples
elementos que rodean a una observación, y analiza meticulosamente cada uno de
ellos, aplicando un pensamiento lógico y el método científico, para arribar a
un resultado válido, verificable y transmisible. Un investigador busca
evidencias que permitan sustentar un relato dado. No cree a priori, ni niega a
priori.
En mi libro, el Capítulo final se titula “Una penúltima palabra”,
simplemente porque en algo que aún se investiga y estudia, nadie puede tener
una palabra final. Al menos yo no la tengo. Y porque ese es el espíritu esencial
que anima a la ciencia, siempre buscando respuestas, siempre ajustando sus
modelos explicativos, siempre dispuesta a cambiarlos si dejan de ser útiles.
También en mi libro, he sintetizado y reproducido los principales
conceptos y hallazgos de un importantísimo estudio oficial secreto, que
las autoridades británicas decidieran hacer público en mayo de 2006. Su
importancia es del más alto nivel. Y en ese estudio, queda abierta la
posibilidad de que existan Fenómenos Aéreos Anómalos para los cuales es imposible
–desde el presente- tener ninguna explicación racional y aceptable. Y así
consta.
A mayor abundamiento, di una conferencia pública en el Planetario Municipal
de Montevideo, en abril, que titulé “Y...¿si los OVNIs existen?” en la
que hacía una autocrítica a la forma en que hemos trabajado el tema por
décadas, y planteaba un nuevo enfoque, dinámico, pro-activo, de salir al
encuentro de estos Fenómenos, abrigando la posibilidad de que en el escaso
margen de un 1,5% extraño, (ocupado principalmente por fenómenos naturales no reconocidos
por la ciencia hasta mediados de la década
pasada, por características del plasma iónico antes no estudiadas en detalle, y
por sofisticados aparatos aéreos experimentales u operacionales) pudiese haber
algo de origen exógeno, lógicamente sin aventurar ninguna idea acerca de su
específico origen.
Considero pues, que en forma más que suficiente, estos tres aspectos que
he mencionado, el capítulo final de mi libro, el Anexo con los conceptos del
documento británico, y el contenido de mi conferencia, explicitan claramente
que en manera alguna niego la posibilidad de Fenómenos que sigo estudiando e
investigando, en la medida que se den denuncias de observaciones. De otra forma, sería un contrasentido.
Pero por la misma razón, no puedo afirmar que los OVNIs son “naves
extraterrestres”; pienso que el concepto de “naves” es obsoleto; y estoy
convencido que sólo dándole caza a estos Fenómenos, con variado instrumental
para un registro adecuado de sus características, se podrán obtener ciertas
respuestas que tal vez, culminen siendo más acordes con los más actuales
conceptos manejados en Física.
Julio de 2007.