OVNIanécdotas III – “¡Tiburón!!”
Es una tarea fundamental de
cualquier investigador serio del Fenómeno Ovni, realizar la recolección primaria de datos en
el propio lugar donde se realizo la
supuesta observación denunciada.
Esto significa que quienes integramos el CIOVI, hemos tenido que trasladarnos,
a lo largo de los años, a lugares muy distantes y en oportunidades además, de
difícil acceso.
Para ello hemos recurrido a diferentes medios de transporte que nos llevaron
por tierra, aire y también por agua...
Esto último ocurrió en oportunidad de la investigación del famoso caso ocurrido
en la Isla de Lobos el 28 de Octubre de 1972.
Concurrimos a dicho lugar distante a 7 millas de la costa Atlántica de Punta
del Este en una embarcación muy funcional pero nada confortable.
En ella nos embarcamos Milton, Agustín y quien escribe, Germán, por el CIOVI,
acompañados por el testigo del caso y un integrante de la Fuerza Aerea Uruguaya
(FAU), que era en esa época nuestro enlace con dicha arma. Además por supuesto
iban un par de tripulantes de la embarcación.
Durante el trayecto de ida hacia la isla, nos comentaron que en las
proximidades de la misma solían aparecer tiburones, atraídos por los lobos
marinos que habitan allí en grandes cantidades.
Arribamos al lugar, realizamos las tares correspondientes a la investigación y
en determinado momento se nos comunico que debíamos volver a la brevedad a
Punta del Este ya que el mar se estaba poniendo "picado". Había
marejada.
Emprendimos entonces la vuelta e inmediatamente notamos la diferencia con el
viaje de ida. La embarcación se movía bastante navegando en aguas muy agitadas,
con grandes olas de un color verde intenso... Nosotros viajábamos sentados en
la popa de la misma, sobre el piso, aferrados fuertemente a los bordes.
Agustín tenia una mano sumergida en el agua, en una especie de juego.
De pronto oímos un grito: TIBURON!! y al instante varias detonaciones de arma
de fuego . Alguien le había disparado con una pistola. Llegué a ver la típica
aleta gris oscura por un breve momento, antes de que se sumergiera
desapareciendo.
Agustín se incorporó y preguntó: ¿..donde? Se le respondió que muy cerca de
donde tenia la mano sumergida en el agua. Se sentó nuevamente y por el resto
del trayecto no volvió a meter la mano en el agua.
Afortunadamente la jornada terminó bien, la misión se cumplió, Agustín volvió a
su casa con sus dos manos intactas y el tiburón, quizás, con algunos raspones
en su anatomía...
Esta es una pequeña anécdota, que creo sirve para ilustrar sobre los riesgos
que hemos corrido a lo largo de los años dedicados a la tarea de investigación,
que no es --como muchos pueden pensar-- solamente una tarea de escritorio.
Germán S. Vázquez