A primeros días de Abril, el
periodista argentino Rodolfo Barros, que escribe para una muy conocida revista
bonaerense, me envió por correo electrónico una serie de preguntas a manera de
reportaje, las cuales oportunamente contesté.
Habiendo transcurrido más de un mes, considero propicio el momento para
dar a conocer sus preguntas y mis respuestas, en la seguridad de que serán de
provecho para los lectores.
Lic. Milton W. Hourcade
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¿Qué es un OVNI?
La pregunta
así planteada implica de suyo un enfoque ontológico que debería admitir una
única respuesta. O sea, sería como
decir “Un OVNI es tal cosa”.
Pero, bajo el categorema OVNI caben múltiples entes, por lo cual la
pregunta necesita ser modificada. Me parece que tal vez fuese más acertado
preguntar ¿a qué se le llama OVNI?
Y esto nos lleva de la mano al origen. En primer lugar, la palabra OVNI
es una sigla que significa Objeto Volador No Identificado. Ni más, ni
menos que eso.
Es una traducción del original en inglés U.F.O., designación inventada
en 1952 por un militar de Inteligencia de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, el
Capitán Edward J. Ruppelt.
En su libro “The Report on Unidentified Flying Objects” (Doubleday
& Company, Nueva York, 1956, 315 págs.)
Ruppelt explica: “UFO es el término oficial que yo creé para remplazar las
palabras “platos voladores”. (pág. 13).
Como una connotación al margen, pero que no hay que dejarla de tener en
cuenta cuando esto se pone en el contexto de la entonces Guerra Fría, la
pronunciación de UFO, es you foe, que significa “Ud. enemigo”.
Digo esto porque de un punto de vista práctico, y tremendamente importante para
la defensa de Estados Unidos en aquellos tiempos, algo “no identificado” en el
cielo podía ser eventualmente una nave o misil soviético y por tanto, implicar
que se era espiado o se estaba bajo ataque.
Tan fue esto así, que la propia Fuerza Aérea creó el Ground Observers
Corp, el Cuerpo de Observadores Terrestres (noviembre de 1951), que reunía a
ciudadanos que voluntariamente se ofrecían para observar el cielo y –siguiendo
un preciso manual de instrucciones—denunciar el avistamiento de cualquier cosa
que les pareciera extraña.
Con el transcurrir del tiempo, muchos ufólogos (ovnílogos) se dieron
cuenta que la sigla era insuficiente o no podía aplicarse estrictamente a la
realidad, por cuanto se habla de “objeto” y muchas veces se trata de
manifestaciones energéticas. Se habla de “volador”, pero a veces hay cosas en
tierra.
Finalmente, la parte más interesante de la sigla son las dos últimas
palabras “no identificado”. Inmediatamente hay que preguntarse: ¿por
quién?, ¿cuándo?, y hasta ¿dónde?.
¿Quién es la persona o la institución que identifica?. ¿Qué
conocimientos tiene o de cuáles dispone para hacer la identificación?. ¿Qué
procedimientos de investigación y estudio ha aplicado para lograr la
identificación? ¿Se ha seguido el método científico, se ha usado el sentido
común?
En segundo lugar, ¿cuándo se hace esa identificación?. Porque lo que en
1947, o 1955, o 1968 podía clasificarse como “OVNI”, (no queriendo con ello
decir más que lo que la sigla en sí misma significa) hoy puede tener una
explicación, porque la ciencia ha avanzado, documentos secretos han perdido el
carácter de tales y el conocimiento es mayor, y muchas cosas que entonces no se
sabían hoy se saben y por tanto se está en condiciones de identificar lo que
antes no se pudo.
¿Dónde se realiza la investigación y el estudio?. A veces hay factores
económicos limitantes. No se dispone de los medios, de los instrumentos, de los
laboratorios etc. donde realizar ciertos análisis, procesar cierta información.
O simplemente, supóngase el caso de un avión experimental extranjero de
características no-convencionales, sobrevolando territorio de otra nación, a
altísima velocidad, a muy gran altura.
Difícilmente quien investigue el caso va a tener una respuesta. Es muy
posible que el propio país sobrevolado
no haya sido informado del experimento, de modo que todo puede concluir en un
“no identificado” en función del lugar en que ocurrió, pero no porque no
hubiera en realidad una explicación.
A lo largo de los años, individuos e instituciones han dado diferentes
definiciones de “OVNI”.
Para la Fuerza Aérea de Estados Unidos, OVNI es “cualquier objeto aéreo
que el observador es incapaz de identificar”.
Cuando se identificaba, el caso quedaba explicado y cerrado. Si no se
identificaba, la USAF lo catalogaba
como “Unknown”: desconocido.
Yo he listado 10 definiciones distintas de OVNI. Para algunos, es el objeto
o fenómeno observado, para otros es la percepción del objeto o luz
vistos, y para otros el informe de lo percibido. Para unos es lo que el testigo no
pudo identificar, para otros es lo que no se pudo identificar después de una
investigación y estudio sobre bases científicas.
En general se ha adoptado por esta segunda postura. Nosotros en CIOVI “clasificamos un caso
como correspondiente a OVNI luego de un proceso de investigación, estudio y
análisis exhaustivos, aplicando el método científico, mediante el cual ha sido
imposible adscribir lo observado y/o registrado, y/o detectado originalmente, a
nada artificial o natural conocido”
Por otra parte, la propia insuficiencia de la sigla ha llevado a que
diversas instituciones optaran por otras. La Aerial Phenomena Research
Organization (APRO) usó la sigla UAOs (en inglés), por Objetos
Aéreos No-convencionales. El Dr. William K. Hartmann prefirió hablar de EFOs
(en inglés) por Objetos Voladores Extraordinarios. El organismo oficial de
investigación en Francia les llamó PAN (en francés) por Fenómenos
Aeroespaciales No-identificados. En Argentina se les ha llamado FAI, por
Fenómenos Aéreos Inusuales; OANI, por Objetos Aéreos No Identificados; FAD,
por Fenómenos Aéreos Desconocidos; FIDE, por Fenómenos Insólitos Del
Espacio; MANI, por Manifestaciones Aéreas No Identificadas; y FANC,
por Fenómenos Aéreos No Convencionales.
Si se sigue usando principalmente la sigla OVNI, es más porque se
ha hecho habitual, y sin duda la más aceptada, pero no porque sea la mejor.
Ningún investigador o grupo culmina un caso que le resulte inexplicable
calificando a lo observado como “desconocido”, sino como OVNI.
Pero hay que reconocer que “OVNI es en último término, una
declaración de perplejidad o de ignorancia, pero en manera alguna una
afirmación, por cuanto de serlo, la propia sigla se transformaría en una
incongruencia conceptual”. (de mi trabajo “Una aproximación adecuada al
tema OVNI”, usado oportunamente por Profesores de Astronomía como texto
guía para el tratamiento del tema en clase, en
Enseñanza Secundaria de Uruguay.
Catalogar a un caso como correspondiente a OVNI, indica que se ha
llegado al último paso de un proceso.
Como escribió hace años el distinguido ufólogo argentino Prof. Oscar
Adolfo Uriondo: “OVNI es una categoría no susceptible de reducción
ulterior”, para el momento en que se efectuó, me permito agregar.
Porque el método científico indica que hay que estar abierto a una
revisión, por lo que en realidad se trata de una clasificación
operativamente final.
¿Por qué se los “confunde” con naves extraterrestres?
Se los confunde, porque ese ha sido el deliberado propósito de los
organismos de inteligencia aérea que necesitaron crear una “cortina de humo”, o
una “historia de cobertura”, que ocultara las actividades de experimentación u
operación de ciertos aparatos aéreos –no sólo aviones—de formas y performances
no habituales, para fines de defensa, estratégicos y de espionaje, durante la
Guerra Fría.
Es necesario recalcar que el tema surge en 1947 con la Guerra Fría, y
muere cuando ésta termina.
A los mismos organismos de inteligencia ya no les es necesario apelar a
la fantasía de la gente haciéndole creer que hay “VEDs” –Vehículos
Extraterrestres Dirigidos—como algún “sabihondo” gusta decir por ahí, o naves
“extraterrestres”, porque lo que antes había que hacer desde el aire, ahora se
hace desde el Espacio.
La inteligencia militar se encargó de crear un ámbito bi-polar, en el
cual, funcionaban bajo su control los “creyentes” y los “escépticos”, la
mayoría de los cuales adoptó posiciones honestamente, no teniendo conciencia de
que formaban parte de un juego en que otros ponían las reglas.
Se engañó deliberadamente al público. Pero, puede aceptarse que dadas
las circunstancias fue un mal menor necesario, y se apeló al mismo.
A la creación del mito de los extraterrestres, han convergido
científicos pagos para lanzar tales ideas, más algunos inocentones, y
fundamentalmente el uso masivo, sostenido y persistente de todos los medios de
comunicación: espectáculos teatrales, conferencias audiovisuales, diarios,
revistas, libros, cine, televisión, viajes a ciertos lugares, casettes, videos,
CDs, DVDs, y la Internet.
Una vez echada a rodar al bola de nieve, ésta tomó impulso por sí misma
y se incrementó a proporciones que ni sus inventores esperaron, quizás.
De paso y como puede suponerse, hay quienes han obtenido pingües
ganancias de todo esto, porque vieron la veta a explotar comercialmente, e
hicieron del tema su “modus vivendi”. Esa es la gente que autotitulándose de
“ovnílogos”, (única forma de buscar
hacer valer sus temerarias aserciones)
siempre va a vincular su actividad a la generación de ganancias.
Ese es el mismo tipo de personas que cuando no pasa nada, pues inventa
un “caso”, o paga a alguien para que haga declaraciones sensacionales, o fuerza
un acontecimiento que de otro modo tendría una explicación racional, para darle
un tono fantástico. Filmaciones y fotos
mediante, todo queda luego listo como material para un próximo libro o para un
espectacular “show”.
Esto ha ocurrido en Estados Unidos, en España, en Perú, y en la
Argentina, para citar algunos ejemplos y para que se entienda que el tema de
“cómo hacer plata con los platos voladores” ha sido un desgraciado mal
universal.
Es necesario que la gente analice estas cosas. Que no sea tan crédula.
Que se haga la pregunta: esta persona, ¿saca alguna ganancia monetaria de todo
esto que hace?.
En mi libro “Elementos de Ovnilogía” (ed. Mano a Mano,
Montevideo, Uruguay, 1989, 102 páginas) digo en la primera frase del Prefacio,
como para poner las cosas bien en claro: “Un
Ovnílogo es alguien que no vive de los OVNI, sino para los OVNI”.
Afortunadamente, tanto en el campo de la
Ovnilogía oficial en algunos países, como de la privada, hay gente sacrificada
y honesta, que se ha dedicado al tema por un genuino interés intelectual. A esa
gente, el tema OVNI le ha costado y le sigue costando dinero, horas sacadas al
sueño, al descanso, a la familia. Más allá o más acá de que sus posiciones en
torno al tema puedan haberse quedado en los años 40 o estén actualizadas,
merecen respeto.
¿Cómo se sabe quiénes son?. Muy fácil. Esa
gente no hace dinero a costas del tema. No lo usa como mercancía.
Que no haya extraterrestres paseándose por
nuestro planeta un día sí y otro también, no quiere decir que en la inmensa
vastedad del cosmos no puedan existir otras formas de vida evolucionadas, aún
en grado superior al nuestro. Pero las distancias entre galaxias son tan
enormes, que hacen que semejante visita diaria y reiterada, sea imposible.
El argumento a veces usado de que “si
nosotros fuimos capaces de ir a la Luna, ¿por qué alguien no puede venir a la
Tierra?” es totalmente falaz o revela una astronómica ignorancia. Quienes pretendidamente “vienen” de visita,
no procederían de una distancia tan corta como de la Luna a la Tierra. Ni
siquiera de una distancia como desde Plutón a la Tierra. Estamos hablando de distancias de miles de
millones de kilómetros. Distancias tan
grandes que si los visitantes enviaran a su planeta de origen un mensaje
diciendo “llegamos a destino”, pasarían milenios antes que fuese recibido.
Nuestro
planeta es otro desde 1957 en adelante. La humanidad de hoy no es la de la
década de los 40 e inicios de los 50. Hoy tenemos en torno a nuestro planeta
una vigilancia permanente de satélites tripulados y automáticos, que con
cámaras infrarrojas, sistemas de rayos láser, y lentes de extraordinaria
perfección, pueden detectar objetos de apenas centímetros, a centenares de
kilómetros de altura. No hay absolutamente nada que pueda atravesar esa red de
detección y transmisión de datos, sin ser captado. Y no hay nada que la haya
atravesado en esa condición.
No existe posibilidad de que
gobiernos de ideologías y sistemas totalmente diferentes, se pongan de acuerdo
en una confabulación mundial a tan vasta escala, que mantuviesen en secreto una
situación de planeta sitiado por la presencia de una inteligencia extraña.
La NASA tiene un protocolo preciso a seguir para el caso de que se diese
un contacto con una civilización inteligente extraterrestre. Ese protocolo
jamás fue necesario ponerlo en práctica.
Ya quien en vida llegase a ser un
buen amigo del CIOVI, el Dr.Joseph Allen Hynek (considerado la máxima
autoridad en materia de OVNI a nivel mundial) lo había dicho en Montevideo, en
la reunión con científicos y técnicos
organizada por CIOVI en la Agrupación Universitaria,en 1984, y previamente lo
había escrito en el libro del cual fuera co-autor con Jacques Vallée, titulado "The edge of Reality" (El
filo de la realidad), publicado en 1975. Y cito textualmente a Hynek, en la
pág. 252: “Pero esas malditas cosas se ajustan perfectamente bien a nuestro
planeta. Este es un punto importante que a menudo es pasado por alto."
En Montevideo, Hynek subrayó el hecho de esa adecuación a la atmósfera, a la
presión atmosférica, y a la gravedad de
nuestro planeta, como razones fundamentales que le llevaban a rechazar el
origen extraterrestre de los OVNI. (grabación en archivos del CIOVI).
He podido estar al lado del F-117
"Stealth", el caza bombardero más moderno del mundo, equipado con
"bombas inteligentes". Yo les aseguro, que (antes de que se
difundiera su imagen por los diversos medios de comunicación) si no supiéramos
de su existencia, y nos encontrásemos de golpe
con uno de estos aparatos negros, parado en un campo,y lo miramos de
frente, (ni qué decirles si es de noche) no sólo nos llevamos el susto de
nuestra vida, sino que cualquiera lo denunciaría como OVNI.
Algo más: uno de los pilotos con
los que conversé, me decía que cuando
ellos estuvieron volando una escuadra de esos aviones, en vuelos nocturnos, en
una zona secreta al Oeste de Estados Unidos, surgieron denuncias locales de que
la gente había visto OVNIs. Y riéndose, culminó diciéndome:"la gente no
sabía que éramos nosotros".
¿Cuáles son los fenómenos naturales y no naturales más comunes que son tratados como OVNIS?
La contestación a esta pregunta llevaría a hacer una lista muy extensa
de fenómenos naturales y artificiales, lo cual sería muy tedioso.
En los naturales, y de carácter óptico y astronómico, tenemos los
meteoritos, los parhelios y parselenos (fenómenos ópticos luminosos que muchas
veces se ven “acompañar” el vuelo de aviones), las variaciones cromáticas y paralácticas
que presentan astros muy brillantes vistos a baja altura angular debido a
refracción atmosférica, halos, espejismos, inversiones de temperatura que
provocan reflejos de superficies metálicas detectables en radar, “duendes y
chorros” (espectaculares formaciones plasmáticas en la alta atmósfera, de
coloración roja, verde o azulada, que la ciencia reconoció de mediados a fines
de la década pasada), rayos azules (rayos de ese color que también se les
conoce como “rayos revertidos” porque parten de una nube hacia arriba y no
hacia abajo), rayos globulares (de formas y colores variados, y de duración que
va desde segundos a varios minutos), formaciones de plasma iónico en torno a
líneas de alta tensión, fuegos de San Telmo, y lo que aún está en estudio con
muy interesantes características, el fenómeno que se agrupa bajo la designación
de “luces terrestres”, geometeoros o luces telúricas, que se da en zonas de
fallas geológicas, zonas propensas a terremotos, zonas montañosas, y cerca de
cursos de agua.
En los artificiales: Rreentrada
de satélites, caída de chatarra espacial.
Disparos de cohetes (cuando los rusos lanzaban cohetes desde su base en
Baikonur, los mismos trazaban una trayectoria que les hacía sobrevolar la
Antártida y el Cono Sur donde quemaban una de las etapas. Se veían entonces
puntos luminosos de color rojo anaranjado que luego se expandían formando una
enorme voluta de color verdoso azulado. Algunos pilotos denunciaron que “el
OVNI se me vino encima”).
Experimentos en la ionósfera. Por ejemplo la Argentina realizó desde dos
de sus bases el lanzamiento de cohetes que expandían nubes de gases de bario o
de sodio. Como esos lanzamientos se efectúan luego de la puesta de sol,
mientras ya hay oscuridad, los rayos tangenciales del astro hacen que esas
nubes brillen en el cielo. Las nubes que adoptan extrañas formas se expanden.
La gente tiene la sensación de que se les acercan. Más de una vez fueron
denunciados como “OVNIS”, y el aparente acercamiento fue interpretado como “una
maniobra inteligente”.
Experimentos con rayos láser. Una vez en Buenos Aires se efectuó uno
desde el Planetario de Palermo, y mucha gente denunció ver un OVNI que hacía
maniobras en el cielo. Lo mismo ocurrió
una vez sobre la rambla de Pocitos en Montevideo.
Reflejos de faros o reflectores en capas de nubes.
Experimentos con microondas que pueden provocar alucinaciones al afectar
la base física (neurológica) del cerebro.
¿Podría explayarse en el caso de nuevos dieños de
aviones?
Si me explayo, corro el riesgo de que el reportaje no se publique por
demasiado extenso.
Baste señalar que los nuevos diseños de la tecnología “stealth” (uso de
formas, materiales, pinturas, inserción de los motores, modificación en
toberas) hace que los aviones más modernos de uso militar sean prácticamente
no-detectables por el radar.
Aprovecho para señalar que uno de los argumentos más preferidos por los
ovnílogos para demostrar la existencia de extraños artefactos en el cielo (que
los ha habido y seguirá habiendo, pero de tecnología humana) era que “los
radares los detectan”. Si esos aparatos
extraños fuesen extraterrestres, habría que concluir que su tecnología está
atrasada respecto de la humana. Y si es así, ¿cómo se explicaría que llegaran
hasta nosotros?
Hay aviones sin cola, que usan lo que se llama “canards”, superficies
planas, y toberas vectoriadas para hacer sus maniobras, como el X-36 de la
Boeing, y el MANTA, de la Northrop-Grumman.
Vendrán los aviones a reacción de “ala caja”, que son aviones bi-planos,
donde las alas superiores están curvadas hacia atrás, y las inferiores hacia
delante, o viceversa, juntándose en los bordes.
También vendrán los aviones de Cuerpo de Ala Combinada. Las empresas
Lockheed Martin, Airbus y otras ya tienen sus proyectos. Son verdaderas alas
volantes gruesas, que se funden con la cabina del avión y pasan a ser parte de
la misma, pudiendo llevar de 400 a 800 pasajeros. Unos monstruos del aire.
Está también el proyecto de avión de combate de ala variable, que se
extiende totalmente o se pliega hacia atrás, y por supuesto, el Falcon, que es
un proyecto estadounidense para disponer de un avión de combate hipersónico que
partiendo del territorio continental de ese país, pueda efectuar un ataque en
cualquier parte del mundo en cuestión de dos horas para el 2025. Es un
verdadero triángulo volante. Y a
prepararse, pues dadas sus características, es imposible que los modelos
experimentales sólo puedan sobrevolar territorio estadounidense. Necesariamente
volarán sobre otros países, los cuales ni se van a enterar.
Pero mención especial y aparte –con o sin características
“stealth”—merecen los Vehículos Aéreos No-Tripulados (UAVS, por su sigla en
inglés), los Vehículos Aéreos No-Tripulados de Combate (UCAVS), y los Rotores
Aéreos No-Tripulados (UARS). Particularmente los dos primeros, son triángulos o
alas volantes, de tamaños medianos a pequeños, de color negro mate, que en
lugar de metal usan materiales compuestos, y que son dirigidos desde tierra a
control remoto, por computadoras.
A ello cabe agregar dos modelos por ahora experimentales de formas
totalmente insólitas. Uno es el UCAV
X-47 “Pegasus”, de la Northrop-Grunman, un trapecio volante que
de frente parece un “plato volador”.
El otro es el “Bird of Prey” (Ave de Rapiña) de la Boeing. Un
aparato demostrador de tecnología cuya existencia se reveló públicamente el 18
de octubre de 2002, ¡luego de 10 años de mantenerlo en secreto!. Materiales compuestos, diseño virtual
tridimensional por computadora, sin cola, con alas quebradas, cualquiera que lo
llegase a ver puede pensar cualquier cosa menos que se trata de un avión. Ya
realizó casi 40 vuelos de prueba.
El “Bird of Prey” es un excelente ejemplo que derriba otro argumento
usado por los “ovnílogos” para hacer descartar la posibilidad de que algo
terrestre y extraño pueda ser experimentado en territorio extranjero.
Este aparato de la Boeing fue experimentado en el Pacífico Sur y sobre
Chile.
Con formas como dos globos superpuestos, caso del Sentinel
canadiense, o de un anillo volante, caso de Cypher, hay toda una gama de
aparatos que pueden permanecer flotando en el aire, y de pronto
desplazarse en forma vertical u
horizontal, capaces de confundir al ocasional observador.
También vale la pena mencionar la existencia de globos super presurizados
de ultra alta duración. Más de 100 días en el aire, a decenas de kilómetros de altura, atravesando continentes. Y
atención, ¡se han lanzado desde la Antártida!. Esos globos vistos al
crepúsculo, iluminados por los rayos solares, o a pleno día –dado que su
superficie es plateada brillante—han dado lugar a denuncias de OVNI,
concretamente, en Australia.
¿Qué opina de ovnílogos como Fabio Zerpa?
Mi opinión sobre auténticos ovnílogos, y los que se autotitulan de
tales, ya la expresé más arriba.
Respecto del actor sobre el cual Ud. me pregunta, dejo que la opinión
sobre el mismo la den los cronistas de espectáculos. Yo no lo soy.
Lic. Milton W. Hourcade
Virginia, Abril 3 de 2004.