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Un perro y su escritor
Víctor Aquiles Jiménez H. | |
Debo reconocer que los perros me caen de rebote, unos más que otros y solamente recuerdo a un par que alguna vez me hayan mordido, y, no olvido las dentelladas. Podría hablar de mis inolvidables perros que he tenido anteriormente, pero me distraería inevitablemente de mi objetivo que es hablar de Hero, un perro mestizo entre perro labrador, alaskan malamute y rottweiler, de un color mostaza, veteado como una hiena, con tintes oscuros mezclado a cierto tono color zanahoria en el pecho musculoso y con una cola blanca alzada y enroscada que se me figura un gancho para colgarlo de cualquier sitio. La mezcla de estas tres razas le dan una apariencia poco común, sin embargo, su aspecto es fiero, porque visto de frente es un rottweiler, pero de perfil parece cambia de forma entre labrador y alaskan. Posee una agilidad elástica que lo hace muy veloz dada sus largas y chuecas patas y una descomunal fuerza. Tiene unos colmillos de miedo eso sí. Pero iré de a poco dando detalles de su cuerpo y figura porque ahora sólo deseo hablar de una sola cosa que lo hace único en el mundo, habla, y es muy impertinente, nadie lo sabe, sólo yo y a decir verdad no quiero que nadie lo escuche porque me puede meter en serios problemas. No sé cómo aprendió a hablar, pero debe ser que como yo vivo desde hace un tiempo en un departamento luego de mi separación, y él haciendo causa común conmigo salió también cagando, porque si la que fuera mi señora no me aguantó más a mí, menos iba a soportar a mi perro regalón; que dicho sea de paso lo compró ella para que cuidara la casa y fuera el sostén psicológico de un hijo adolescente que necesitaba una mascota ¿quien entiende a las mujeres? Yo como soy solidario con los animales me lo quedé. Quiero dejar en claro que desde el principio yo lo odié porque venía a interrumpir el dulce odio, y valga la reiteración, que mi esposa estaba incubando hacia mí, pero no es de eso lo que deseo hablar, sino que del perro, que dadas sus taras productos de las mezclas y del desarraigo de la camada y de su madre, llegó a casa, pese a tener apenas dos semanas de vida, hecho una máquina de destruir ya que todo lo que se le pusiera por delante con sus filudos colmillos lo hacia picadillo o harina flor, nada escapó, ni siquiera los cables de la electricidad de los equipos de computación le hicieron entrar en razón, pese a los tremendos golpes de corriente que recibía. Quizás fueran esos golpes los que removieran sus neuronas y le volvieran inteligente poco a poco. Es bueno que les diga que, si bien es cierto su modulación es buena, hay que tener cierto entrenamiento para entender lo que dice, porque cuando habla lo hace muy rápido en un tono aflautado como si se le fuera la voz, pero tratándose de un perro, es una tremenda gracia. A veces le sale la voz bien timbrada, especialmente cuando se encuentra relajado y yo estoy escribiendo en este computador, ah, lo otro que no he dicho es que sabe leer, y supongo escribir además. Menudo perro -dirán ustedes- así es pero me he cuidado de no hacerlo público hasta hoy. El problema, como ya lo dije es que es muy impertinente y tiene pegado decir “me cago en la leche” y otras menudencias. Yo no sé si esto lo habrá aprendido de la tele, de Internet, cuando leo la prensa, o de los noticieros de los canales españoles o de las teleseries, hasta joder dice y se calla cuando le miro, porque no me gusta que se las dé de español, cuando él es un perro, aunque no le guste lo sueco, pero de escandinavo no tiene nada, de chileno tampoco, pero para mí es un perro ciudadano del mundo. Yo no sé por qué no le gustan los suecos, siendo procreado y nacido aquí, pero no se asusten, tampoco le gustan los árabes, los chinos, los marroquíes ni los negros, tampoco los caucásicos, etcétera. No no es racista, porque son los olores los que no soporta, bueno, mi olor lo ama, porque soy su amo, y no le importa como huela. Tiene la maldita mala costumbre de oler el culo de los demás sin ningún tapujo y como si no le bastara la clasificación huele las partes delanteras también, así con descaro. Las que más se incomodan con estas olfateadas son las mujeres. Cuando comemos frente a frente, él en su plato y yo en el mío, que a veces intercambiamos, por hacer algo solamente, suele hablarme, preguntando qué comida haré al otro día, porque es lo único que le interesa, creo yo. El otro día le pregunté de puro aburrido qué pensaba del rey de Suecia, y él rápido como bala me respondió: “Me cago en el rey”. Yo le hice callar, pero dijo reafirmándose: “¡Sí, me cago!”. Totalmente irreverente. Tuve que darle una bofetada, mejor dicho un coscacho en la cabeza, porque mal que mal es el rey de Suecia y gracias a este país es que yo puedo escribir libremente y comer, aunque no siempre ha sido así. Me mostró amenazadoramente sus colmillos y escondí mi mano por si acaso. Para ver que opinaba del rey de España y poder comparar así sobre sus convicciones sobre los monarcas le pregunté por Juan Carlos, su repuesta ustedes la deben estar adivinando: “Me cago en el rey Juan Carlos de España también”. Y de paso me dijo: “¡¿Por qué no te callas?!” Yo no sé que tendrá contra los reyes especialmente, lo que es a mí me fascinan, porque gracias a ellos puedo escribir cuentos de princesas, príncipes, reyes y plebeyos, quizás se deba que a menudo hago referencia que por mis venas corre sangre aristocrática. Es lo único que se me ocurre pensar porque él se sabe un perro sin identidad ni pidigrí y le cargan mis lucubraciones. Para quitarle el complejo de perro sin raza definida un día hice una ceremonia en mi pequeño departamento y lo investí como caballero, como no tenía espada utilicé un cuchillo, desde entonces es el primer perro caballero que hay en Suecia, pero tengo la impresión, espero equivocarme, que desde ahí comenzó su repulsa a los reyes y la monarquías del mundo, pero, insisto, él no es anarquista, socialista ni comunista, ni republicano, porque varias veces me ha dicho que no le interesa la política porque es muy sucia, se pasa por el culo el grado de caballero que le otorgué -me lo ha dicho. Me hizo ver que le encantaba el presidente Chávez, que le encontraba cojones cuando el rey de España le hizo callar y porque él le ha pedido al monarca insistentemente que se arrepienta. Hero me ha hecho profundos comentarios sobre latinoamérica, haciéndome ver que en latinoamérica hubo una guerra contra España hace cerca de doscientos años y que, luego de formar varios países de repúblicas, España sigue mandando con un rey capaz de hacer callar nada menos que a un presidente del país donde salió Simón Bolívar, el libertador americano. —¿Cómo es que un rey de un país que vencido en una guerra de independencia puede hacer callar apenas dos siglos más tarde a un notable representante del espíritu independentista? ¿Quién puede entender a los hombres -preguntó Hero-, para qué pelearon y derramaron tanta sangre entonces, si un rey viene a decirle a un descendiente de esos luchadores “¿Por qué no te callas”? Es complicado hacerle saber a un perro que el rey de España no estaba pensando en hacer callar al presidente de Venezuela, porque se le salió el grito desesperado que emitió para todo el mundo, ya que posiblemente estaba pensado en los problemas que tenía en casa con una de sus hijas la infanta no sé cuanto que se separaba, y es muy probable que haya estado pensando quizás en su esposa la reina y se le salió a viva voz ese famoso ¿Por qué no te callas? Tal vez haya estado hablando con la reina Sofía, del problema, y se le salió precisamente la frase cuando Chávez dictaba su inflada cátedra revolucionaria a los demás insignes presidentes de América del Sur. Chávez, no escuchó, le contaron y él las ha emprendido luego contra el rey. Tampoco creo que el rey ni el presidente español hayan estado realmente molestos con el presidente de Venezuela cuando trató de fascista a Aznar, ex presidente español, porque éste conspiró en su contra en su momento. Fascista o no, es algo que a mí me tiene sin cuidado, porque incluso me caía bien Aznar, porque le encontraba parecido a Mario Moreno, Cantinflas, el inolvidable y famoso actor y bufo mejicano. Quiero dejar en claro que escribo de esto porque mi perro sacó a colación el tema nada más, y a mí, que soy cuidadoso en mis dichos y expresiones y nunca trato de sobrepasarme en el trato hacia los demás, porque uno nunca sabe quien estará en el poder, y no hay nada más jodido que ganarse la mala de los políticos, pero mi perro me ha dicho que él se caga en los políticos, y que le interesa un pucho la política además. Claro, como es un perro, no teme por represalias, ya que solamente desea que yo siga vivo para solucionarle los problemas, especialmente de supervivencia. Jamás entenderá, o no quiere hacerlo que, sus impertinencias me pueden acarrear más de algunas molestias, y de eso es lo que escribo hoy, ya les seguiré contando otras menudencias de mi perro cuando me habla de sus impresiones. Seguimos luego.
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Escritor chileno Víctor Aquiles Jiménez H.
nació en San Antonio, el 17 de junio de 1944 en
Chile, pero su padre en un olvido involuntario
lo inscribió el día 9 de julio del mismo año.
Recientemente ha sacado el
Libro de
las profecías felices, que es una
segunda parte de Megalaxia Ciudad Infinita.
Es delegado oficial de la Sociedad
Científica de Chile en Suecia desde 1989.
Fue propuesto como Miembro Agregado por el Dr.
Eduardo Frenk (Premio Doctor Honoris Causa por
la Universidad de la Paz 1988), Presidente de la
Sociedad Científica entonces. El reconocido Dr. Alfredo Givré,
de nacionalidad argentina, Director de la
Fundación Givré le nombró delegado en Suecia en
1989.
Víctor Aquiles Jiménez H. es Doctor of
Philosophy en Sociología, por la Pacific Western
University de California, USA.
Desde 2008 es Técnico Superior de Hipnosis Profesional de la Escuela
Técnica de Hipnosis, Valencia, España y Delegado
en Suecia. |