La Huelga de Cananea y de Río Blanco.
Desde principios de 1906 en Cananea también se había prendido el fervor revolucionario, Lázaro Gutiérrez de Lara, que sostenía relaciones epistolares con Ricardo Flores Magón y recibía el periódico Regeneración, organizo el "Club Liberal de Cananea", donde se propagaban ideas que no solamente eran contrarias al régimen de dictadura de Porfirio Díaz, sino que expresaban principios de transformación social profunda, influidos por los ideales del socialismo, que entonces aún no se había dividido por estas latitudes en socialismo autoritario y socialismo libertario, sino que se hablaba de reivindicaciones sociales inmediatas y de luchas encaminadas a la Revolución Social finalista.
En Cananea había descontento entre los trabajadores de la empresa norteamericana que explotaba las minas de cobre - The Cananea Consolidated Cooper Company - que pagaba unos salarios bajisimos y permitía que a los trabajadores se les tratara inhumanamente por parte de los empleados norteamericanos, especialmente por algunos capataces. La situación era cada vez más difícil y la tiranía en las relaciones entre obreros y patronos era cada vez mas critica. Al fin, como había de suceder, el día 1º de junio de 1906 comenzó la huelga.
El pliego de condiciones que presentaron a la empresa los obreros huelguistas - condiciones que el abogado patronal califico de absurdas - decía:
"1. Queda el pueblo obrero declarado en huelga.
"2. El pueblo obrero se obliga a trabajar bajo las condiciones siguientes:
La destitución del empleo del mayordomo Luis (nivel 19).
El mínimo sueldo del obrero será de cinco pesos, con ocho horas de trabajo.
En todos los trabajos de "Cananea Consolidated Cooper Co.", se emplearán el 75% de mexicanos y el 25% de extranjeros, teniendo los primeros las mismas aptitudes que los segundos.
Poner hombres al cuidado de las jaulas que tengan nobles sentimientos para evitar toda clase de irritación.
Todo mexicano, en los trabajos de esta negociación, tendrá derecho al ascenso, según se lo permitan sus aptitudes."
William Green, gerente de la empresa, más que responder al memorándum, se preparo para atacar por la fuerza a los huelguistas. Armó a sus trabajadores norteamericanos y pidió refuerzos a las autoridades del otro lado de la frontera, las que no tardaron en enviarle parque y fusiles. En las primeras horas de la tarde se organizó una manifestación en la que participaron unos tres mil trabajadores, que desfilaron por las calles de la población y se dirigieron hasta la maderería de la Cananea Cooper para invitar a los obreros que todavía trabajaban a que se les unieran al movimiento, cosa que éstos hicieron inmediatamente, provocando este hecho la ira de los jefes norteamericanos. Los hermanos Metcalf, desde un balcón arrojaron agua con una manguera sobre los manifestantes, quienes respondieron con una lluvia de piedras... y la contrarrespuesta fue un tiro que mató instantáneamente a un obrero. Se desencadeno entonces la lucha y los hermanos Metcalf y diez trabajadores resultaron muertos en el primer encuentro. La lucha se reanudó en más de una ocasión durante ese día y el siguiente. León Díaz Cárdenas, en su libro "Cananea primer brote del sindicalismo en México", describe así aquella lucha: "Los obreros, indignados, no podían repeler la agresión.
Inermes, contestaban a los disparos con maldiciones y con piedras, trabándose una lucha desesperada y desigual, como que de un lado estaban el gobernador de Estado de Sonora -mexicano-, Rafael Izábal, que, como es de suponer, estaba de parte de los patronos norteamericanos, que había llegado a Cananea con cerca de cien hombres armados, las autoridades locales, los empleados extranjeros de la compañía y 275 soldados norteamericanos, que llegaron al mando del coronel Rining, que había cruzado la frontera a
petición del propio gobernador Izábal, del otro lado estaban los cinco mil trabajadores de las minas de cobre.
Hubo un tercer combate en el que nuevamente ofrendaron su vida los trabajadores, y, finalmente, perdieron los trabajadores, sometidos por las armas, por la amenaza que hiciera el jefe de las fuerzas represivas de enviar a los huelguistas a luchar en contra de la tribu yaqui y por el hambre, que se hizo insufrible.
Las cárceles se llenaron de huelguistas, los dirigentes fueron condenados a sufrir quince años de prisión en el castillo de San Juan de Ulúa, la espantosa cárcel donde el porfirismo enterraba a sus víctimas.
La huelga de Cananea fue el primer suceso de importancia capital en las luchas obrero-patronales, tanto por los ideales que se manifestaban en el proletariado, ideales de innegable esencia libertaria y anarquista, como por sus consecuencias inmediatas y la influencia que posteriormente había de tener en el desarrollo del movimiento obrero mexicano, prostituido por el liderismo politizado y gansteril.
Los antecedentes inmediatos de la huelga de Río Blanco pertenecen, sin ninguna clase de dudas, a la propaganda magonista, que se había extendido considerablemente desde que apareció Regeneración, el 7 de agosto de 1900.
A mediados de 1906 se había creado en Río Blanco una "Sociedad de Obreros Libres". Bien pronto se fundaron círculos afines en Puebla, Querétaro, Jalisco, Oaxaca y Distrito Federal, los cuales reconocían al de Río Blanco como centro director. El órgano periodístico Revolución Social sostenía ideas inspiradas en los principios del programa del Partido Liberal de los Flores Mágon, principios radicales y de abierta y decidida oposición al régimen del general Díaz. Las opiniones revolucionarias del periódico alarmaron con sobrada razón a los capitalistas..."
Esa alarma de los capitalistas a que se refiere Silva Hersog se cristalizó en un reglamento por el cual se prohibía a los obreros que se organizaran, bajo la pena de perder el trabajo. Esta actitud patronal, unida a las represalias que ya se tomaban contra los trabajadores que más se significaban por sus actividades propagandísticas, provocaron la indignación de los obreros, que protestaron.
Como el conflicto que se iniciaba amanazaba la tranquilidad del país y representaba un ejemplo revolucionario ante el cual no podía permanecer impasible el régimen porfirista, el gobierno central intervino, y sus obreros y patronos sometieron sus querellas al arbitraje del dictador.
Pôrfirio Díaz, el dictador, dio un laudo - que fue hecho público en el Teatro Gorostiza, de Orizaba, con presencia de delegaciones de los trabajadores de las fábricas de Orizaba, Río Blanco y los alrededores el cual no era más que una serie de amenazas para los trabajadores y una suma de privilegios para los capitalistas. Don Porfirio, una vez más, afirmaba su posición al lado de los privilegiados. Los trabajadores, indignados, rechazaron el laudo presidencial y se decidieron a emprender una lucha sin cuartel contra sus explotadores y contra el dictador.
El día 7 de enero de 1907 no entraron los obreros a trabajar. Por distintos rumbos de la ciudad fueron apareciendo compactos grupos de trabajadores que se concentraron frente a la fábrica mostrando su firme decisión de huelga.
En esa actividad valiente no fueron las mujeres las menos decididas, y los nombres de Dolores Larios, Carmen Cruz, Isabel Díaz de Pensamiento y Lucrecia Tóriz han pasado a la historia como heroínas de aquellas jornadas. Cuando los trabajadores estaban congregados frente a la fábrica, en Río Blanco, los dependientes de las tiendas de raya cruzaron algunas palabras poco amistosas con un grupo de obreros. Menudearon las injurias y sonó un tiro. Un obrero cayó muerto. Alguno de los dependientes había disparado su pistola. En entonces la muchedumbre, indignada, se arrojó sobre la tienda de raya y, después de saquearla, la incendió. La muchedumbre, formada por hombres, mujeres y niños, enardecida y ansiosa de vengar la injusticia de su vida miserable resolvió marchar rumbo a Orizaba. Una fracción del 12º regimiento, mandada por el general Rosario Martínez, apostada en la curva de Nogales, al aparecer la multitud hizo fuego contra ella sin previo aviso ni intimidación. Después de repetidas cargas cerradas quedaron las calles sembradas de cadáveres de hombres, mujeres y niños. Durante el resto de ese día y parte de la noche los soldados se ocuparon de cazar a los pequeños grupos de obreros dispersos que huían para tratar de salvarse. La persecución fue despiadada y se extendió hasta las laderas que circundan la ciudad.
Hubo más de cuatrocientas víctimas y a la mañana siguiente, frente a los escombros de la tienda de raya, en Río Blanco, fueron fusilados Rafael Moreno y Manuel Juárez, presidente y secretario, respectivamente, del "Gran Circulo de Obreros Libres"" A otros militantes se les condenó a trabajos forzados en los insalubres y lejanos territorios de Quintana Roo. Los sucesos de Río Blanco como los de Cananea royeron los cimientos del sólido edificio de la dictadura hasta dejarlo en inminente peligro de derrumbe. Los ideales revolucionarios del movimiento obrero de influencias anárquicas habían arraigado la rebeldía justiciera en los obreros de Río Blanco, que pagaron su tributo de sangre a la Revolución Mexicana, esta revolución que en tan poca medida ha sido para los obreros.
(Tomado de la revista "Tierra y Libertad" #245 Octubre de 1963- Méx. DF).
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