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La "historia detrás" de esta reflexión:
Un día estaba en el colegio universitario, me encontraba sola, esperando la hora
para tomar una clase, y mientras tanto, pensaba en las muchas
cosas que he vivido, en las veces que Dios me ha cuidado, y en lo mucho que le debía agradecer.  Como siempre tenía papel y lápiz en mano, comenzé
a escribir lo que sentía.  Le agradecí por mi niñez, mi adolescencia, mi juventud,
pero luego añadí las demás etapas que aún no había vivido en ese entonces,
como la adultez y la ancianidad.  Así quedaría como la oración, no mía,
sino de toda aquella persona que estuviera sintiendo lo mismo que
yo sentía en ese momento y que llegara a recibir en sus manos ese mensaje.







Gracias...



Gracias, mi Creador:


Cuando aún no había nacido, los meses más tiernos, cuidaste de mí, me ayudaste a formarme, me diste un corazón limpio, un cuerpo saludable y sano. Me diste un hermoso lugar donde crecer, el vientre de mi madre. Aún ahí, te sentí a mi lado.

Gracias, mi Padre:


En el momento de nacer, el momento más grande de mi existencia, me tendiste por primera vez tu mano y yo me así fuerte a ella y nací. Lloré, porque extrañaba el primer hogar que me diste, pero tuve alegría porque te sentí junto a mí, en el calor de los brazos que me rodeaban, en la voz de mi madre, en el amor que me prodigaban, en las esperanzas de mis padres.

Gracias, mi Protector:


En los primeros años de mi vida, los más dulces e inocentes, estabas conmigo. Gracias porque me diste amor, porque me diste unos padres, un hogar, unos hermanos, una familia. Gracias, porque en los momentos en que mi vida peligraba, Tú pusiste tu mano protectora sobre mí.

Gracias, mi Amigo:


En mis años de adolescencia, mis años más difíciles, estabas muy cerca de mí. No me abandonaste en ningún momento, aún cuando me rebelaba, desobedecía, no comprendía muchas cosas, dudaba de todo, aún cuando estaba muy lejos de ser un adolescente ejemplar, Tú me diste apoyo, fortaleza y mucha vida para transitar sin mayores problemas ese puente que me llevaba de la niñez a la juventud. Gracias porque me acompañaste también al enfrentarme al gran problema de tomar mis primeras decisiones significativas.

Gracias, mi Confidente:


En la juventud, mis años más plenos, seguiste junto a mí. Me diste nuevas experiencias. Velaste mi camino y me libraste de tantos errores que pude cometer. Gracias porque me has dirigido y he luchado por ser quien soy todavía hoy. Gracias porque me cuidaste de tantos peligros que me acechaban. Gracias, sobre todo, porque en cada momento que necesité de un amigo, Tú estuviste aquí, escuchándome, oyendo cada cosa que quería decirte: mis problemas, preocupaciones, tristezas, mis triunfos, alegrías, sueños y todas mis peticiones.

Gracias, mi Ayuda y Sostén:


En mis años de madurez, los de más conocimientos y experiencias vividas, aún seguiste conmigo. Gracias porque pude darle a mi familia todo lo necesario, porque tuve fuerza y perseverancia para hacer mi trabajo, mi propósito en la vida. Gracias porque en ti he encontrado toda la ayuda, todo el apoyo, toda la fortaleza.





Gracias, mi Consolador:


En mis años de ancianidad, los que más te agradezco, te sentí aquí. Gracias porque aunque me sentí solo y triste, Tú me diste consuelo. Gracias porque me diste amor cuando me sentí incomprendido y abandonado. Gracias porque me has dado largos años de vida en los que has tenido cuidado especial y me has bendecido.

Gracias, mi Dios:


Porque eres Dios, gracias por tu infinito amor, por tu misericordia, por tu protección, por tu bendición. Gracias por todo lo que me diste. Por mis padres, hermanos, familia, hogar, sustento, amigos, hijos, nietos, abrigo. Gracias por la Naturaleza, por el cielo azul, por la gente, por la capacidad de amar, creer, pensar, crear, procrear, elegir, ayudar, servirte y adorarte. Gracias por estar junto a mí y permitirme llegar hasta ti. Gracias por Jesucristo, por tu Espíritu, por tu Libro Santo. Gracias porque aunque soy débil y pequeño, tu gran amor me hace tu hijo.

Gracias, mi Salvador:


Porque tu inmensa misericordia me ha alcanzado y algún día moraré en tu Ciudad Santa. Y te alabaré y te adoraré.

Gracias mi Señor:


Por tu infinito amor...


Yaz ©
4-jun-90



















Copyright Yaz © 2001
Ultima actualización:  August 24, 2001