JUSTIFICADO POR FE
de Teresita Perez
Hecho de barro el hombre,
se rebajó a ser carnal.
Contra el lodo de su carne
tendrá mucho que luchar.
La semilla de la fe
contra la carne hace guerra
como la que cae al suelo
lucha contra la tierra.
De Dios proviene la fe.
Cual semilla que se siembra,
brota, comienza a luchar.
La lucha de la fe son pruebas.
El árbol, según su género,
nunca deja de crecer;
así en su ministerio,
cada cual trabaje fiel.
Las hojas son para alivio,
remedios de sanidad,
como la misericordia
en las obras de bondad.
Luego el árbol echa flores,
la fe ramos de obediencia.
La naturaleza avanza
al par de la santa ciencia.
El fruto es la santidad
y su fin la vida eterna.
(Romanos 6:22)
Y el siclo perfecto cierra.
Se repite vez tras vez.
Hay más frutos, más semilla,
que son una fe mayor,
contínua, que no termina.
La fe viva mira al cielo
como el árbol de la selva
con sus ramas extendidas
en alabanza perpetua.
Mientras más pruebas, más fuerte.
Mientras más bondad, más hojas
que al cansado de luchar
refrezca bajo su sombra.
Se comienza a obedecer,
y brotan flores hermosas.
Se multiplica el perfume
por aumentarse las rosas.
Y llega la santidad.
Ya el fruto se puede ver.
Es precioso de mirar,
y delicioso comer.
Ese fruto sin pecado
en santa cena comamos.
Al carácter del Señor
seamos todos transformados.
Yo no quiero una fe muerta,
cual semilla que no brota;
sino la fe de Jesús,
obediente y llena de obras.
Como aceite que suaviza
cae la lluvia primera
y ayuda a la semilla
a vencer en primavera.
La cosecha es abundante
en la planta que crecía
si al fin de la temporada
cae la lluvia tardía.
Así también yo quisiera
dar frutos de santidad
y que coma y se deleite
toda la humanidad.
Por eso pido, Señor,
la lluvia que cae temprano,
mi carácter que suavise,
las pruebas no sean en vano.
Quiero ser la tierna planta
que rompe al duro terreno
por las lluvias de tu Gracia,
por tu Espíritu sereno.
Y así, al final de la obra
que quieres hacer conmigo,
amoldándome a ti,
a tu carácter divino,
pido lluvias otra vez,
torrenciales, te suplico,
tu Espíritu Santo en mí,
así como en el principio.
Entonces es que seré
alimento, sombra, fresco.
Y habrá valido la pena
tu corrección, que agradezco.
De semilla a muchos frutos,
de fe a santificación,
cada etapa bajo gracia,
por tu Espíritu en acción.
Me empino buscando el cielo,
y lo haré aun después
que en tu juicio me pronuncies:
"Justificado por fe."
Copyright 1992, 2020 © Teresita Perez
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