AMOR INCONDICIONAL




de Teresita Perez

Olvidado entre las sombras
y por el tiempo arrugado,
humilde y ya gastado,
al trapo nadie lo nombra.
No es pañuelo ni es alfombra.
Nada tiene de excelencia.
Pero lleno de clemencia
para que todo reluzca,
soportó a la mano brusca
y se arriesgó la existencia.

Mi madre no tiene honores.
No es atracción a la gente.
Es débil de cuerpo y mente.
Mas en sus tiempos mejores
no buscó alegres sabores,
sino criar en virtud
a sus hijos, su actitud
fue servir llena de amor.
Al terminar su labor
no tenía juventud.



Cuando de niños pequeños
se llenaron sus dos brazos
se gozó en darles a abrazos
y velar sus dulces sueños.
Protejerlos fue su empeño.
Y aún las viles miradas;
las palabras despiadadas;
los rechazos por sus niños;
no alteraron el cariño
vencedor que ella les daba.

Tratada cual trapo sucio.
Y cruelmente aconsejada:
Que no valía de nada
su tan grande sacrificio
porque aún sus propios hijos
le pagarían con mal.
No cambió su amor leal.
Su felicidad era ellos.
Y se encaneció el cabello
de amor incondicional.

Copyright @ 1985, 2020 Teresita Perez



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