AMOR INCONDICIONALde Teresita Perez Olvidado entre las sombras y por el tiempo arrugado, humilde y ya gastado, al trapo nadie lo nombra. No es pañuelo ni es alfombra. Nada tiene de excelencia. Pero lleno de clemencia para que todo reluzca, soportó a la mano brusca y se arriesgó la existencia. Mi madre no tiene honores. No es atracción a la gente. Es débil de cuerpo y mente. Mas en sus tiempos mejores no buscó alegres sabores, sino criar en virtud a sus hijos, su actitud fue servir llena de amor. Al terminar su labor no tenía juventud. Cuando de niños pequeños se llenaron sus dos brazos se gozó en darles a abrazos y velar sus dulces sueños. Protejerlos fue su empeño. Y aún las viles miradas; las palabras despiadadas; los rechazos por sus niños; no alteraron el cariño vencedor que ella les daba. Tratada cual trapo sucio. Y cruelmente aconsejada: Que no valía de nada su tan grande sacrificio porque aún sus propios hijos le pagarían con mal. No cambió su amor leal. Su felicidad era ellos. Y se encaneció el cabello de amor incondicional. Copyright @ 1985, 2020 Teresita Perez English Español |