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  Carta Abierta A Los Boricuas


 

25 de febrero de 2001

 

Querido habitante:

 

Te escribo, porque necesito encarecidamente que por medio tuyo pueda comunicarme con mis habitantes.  He intentado hablar directamente con ellos, pero no me escuchan.  Yo ya no cuento para ellos.  ¡Si supieran que si yo muero, ellos también morirían conmigo!

 

Cuando estaba llena toda de taínos, era feliz.  Me querían, me adoraban, me cuidaban.  Hacían de mí, aunque diminuta, una isla gigante en sensillez.  Y yo, agradecida, les brindaba toda mi belleza.  

 

Pero un día arribaron a mis playas unos hombres blancos cegados de poder y de codicia.  Acabaron con mis taínos al querer hacerlos esclavos.  En sustitución, trajeron unos hombres de piel oscura encadenados.  ¡Ese fue el día más negro de mi existencia!

 

No puedes imaginarte lo mucho que sufrí con la desaparición de mis taínos.   Sin embargo, logré sobreponerme a mi pena.  Le pedí al Gran Hacedor que me diera nuevos habitantes.

 

Aquellos hombres blancos, junto con los de piel oscura que trajeron y algunos de los pocos taínos que quedaban se unieron en raza, religión y cultura dando origen a mis actuales habitantes.  Heredaron la hospitalidad y la bravura de mis bien queridos taínos, la docilidad de aquellos hombres de piel oscura y la religiosidad de los conquistadores blancos.

 

Un funesto día, me invadieron los del norte.  Mis centenarias murallas no resistieron el embate de sus mortíferas armas, y caí derrotada, inerme, indefensa.  Desde entonces, mi salud se deterioró rápidamente.  Ya casi no puedo sostenerme sobre el mar.   Mis fuerzas me abandonan.

 

En mis pesadillas, no dejo de ver cómo los invasores se aprovecharon de su condición de gente religiosa, buena, humanitaria y hospitalaria, para  someterlos a sus caprichos.  Los convencieron con  vanas promesas de progreso.

 

Primero, quisieron imponerles su idioma, pero fracasaron.  Era como quitarles la respiración.  Luego, cuando estallaron aquellas sangrientas guerras mundiales, les impusieron su ciudadanía con la excusa de que los tratarían como uno de ellos.   No sabían que era un plan maliciosamente trazado para llevárselos y usarlos como carne de cañón en esas fracticidas guerras.    

 

Cuando quisieron tener gobierno propio, inventaron uno que resultó ser una colonia disfrazada de falsas promesas.  Para dar "la ilusión de progreso" hicieron que muchos de mis habitantes emigraran en masa a sus ciudades e impusieron un programa genocida de control de natalidad donde se llevaron a cabo operaciones ilícitas usando todo tipo de drogas anticonceptivas experimentales que diezmó peligrosamente mi población.  Cerraron varias escuelas por falta de niños.

 

Los que emigraron al norte se encontraron con un pueblo hostil y racista.  Los marginaron juntándolos en guettos.  No permitían que estudiaran en las escuelas junto con los blancos.  

 

Mientras eso ocurría, expandieron sus mortíferas bases militares en todo mi territorio.  Cada vez que algunos de sus buques y submarinos nucleares roza mis playas, tiemblo con sólo pensar en un accidente desgraciado.  

 

Cuando explotaron mis tierras agrícolas, trajeron una gran cantidad de industrias contaminantes, como las farmacéuticas que envenenan mis cuerpos de agua.  La concentración de sustancias tóxicas es tal que mis playas parecen un cementerio de desperdicios.     

 

Cuando de nuevo sienten que  mis habitantes no pueden soportar más tanta persecusión y mentiras, implantan un nuevo programa de dádivas:  El Programa de Cupones de Alimentos.  Les ofrecen dinero "gratis" dizque para comprar alimentos.  Alimentos que empacan para vendérselos a diez veces su precio original.  

 

No tienen alternativa, pues los obligan a comprar en sus mercados y transportar la mercancía en su marina mercante, ¡la más cara del mundo!  Más aún, ¡no tienen que pagar por las billonarias bases que sembraron en mi suelo  y  que tanto daño me hacen!

 

Los tienen maniatados.  Si quieren comerciar con otros países tienen que pedirles permiso (que casi nunca se lo dan).  Si quieren hacer sus propias leyes, deben velar que no estén reñidas con las de ellos.  

 

Para reforzar todo ese plan de "eñagotamiento" les pintan un panorama de progreso sobre unas bases de endeudamiento y desenfrenado consumismo.  Esto hace que se "enbrollen"  más y más al tratar de alcanzar un ilusorio estado de vida confortable.  Al no lograrlo, se vuelven corruptos, se enferman mentalmente o recurren a las drogas.  

 

De ahí que surja en ellos ese sentimiento de pequeñez, de indecisión, de no atreverse a ser ellos mismos.  Se aferran a su  impuesta ciudadanía por temor a perder esos "bienes terrenales".  Algunos, hasta llegan a la desfachatez de que si le quitan  la susodicha ciudadanía, cogen sus "motetes" y se van al norte. ¡Si supieran que allá los consideran algo menos que nada!   Otros, llenos de prejuicios y de un asimilismo extremo esconden su puertorriqueñidad hasta el colmo de negarse a si mismos.

 

Como ves, he pasado por grandes penurias, sinsabores y tristezas.  He sufrido la exterminación de mis benditos indios taínos, la horrenda esclavitud negra, las invasiones contínuas de piratas y corsarios.  Pero lo más que me duele es que mis propios habitantes me desprecian.   ¡Ingratos!  Yo que siempre les he brindado la belleza de mis paisajes, mis limpios y cristalinos manantiales para que sacien  su sed, mi fértil tierra para su sustento.  Ahora me lanzan a un lado como se arroja un papel viejo.

 

¡Oh, habitante  mío que aún me quieres, intenta convencerlos de que defiendan esta desgraciada isla que hace más de 500 años lucha por liberarse del yugo de sus opresores!   ¡Quiero ser libre, libre como el viento!  Hazle saber que su puertorriqueñidad, su lengua y su cultura son los escudos que deben usar para defenderme de mis detractores.  Y que nunca me nieguen su amor que yo nunca se los he negado.  

 

Ahora que se encuentran en tiempos de su definición como pueblo, diles que sean como Hostos que dió su vida por mí, para liberarme.  Que no permitan que me tome otros 500 años de dominación para alcanzar la emancipación política, económica y social mía.

 

Tu isla que te quiere,

 

Puerto Rico

 

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PD:  Si es posible, manda esta carta a todos los amigos que puedas por email o por carta.   Cambia la fecha por la actual y el saludo de Querido habitante por  Querido (nombre de tu amigo o amiga)  ¡Ah, y no te olvides de defender a mi Isla Nena!  Gracias.  ¡Que Dios te bendiga!

 

Rey Acv2

 

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