Esta página está dedicada a la banda de rock revelación de 1998 .
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Acto 1: los ochenta fueron una mierda. Ok. Yo escribía
una columna bajo el nombre de rally nocturno en una
revista que ya no existe entre, algún mes de 1989 hasta
algún momento entre 1990 o 1991.
Ahora casi diez años después, en lo que se refiere a
escena rockera, saco conclusiones.
Entonces lo principal es ponernos en situación ... Hoy estamos mejor.
Mucho mejor si sos parte del público (cualquier estilo) o sólo mejor si
tocas en una banda. Digo esto ante la inminente revalorización de los
ochenta. No estoy muy seguro pero creo haber leído en alguna (buena)
crítica del segundo disco de Cienfuegos algo acerca de la gloriosa década
pasada.
NO!! ERROR!!! Los ochenta como década rockera comienzan más bien
hacia 1982. Antes sólo había oscuridad y aburrimiento. Como cuando el
inicio de los tiempos, antes de la separación de los continentes, sólo había
jazz-rock.
Bueno, en 1982 asoman la cabeza los primeros punks y allá voy yo. Hacia
1985 un medianamente decente movimiento de rock underground se
debatía entre el dark, el punk y la policía federal. ‘86 y ‘87 fueron un poco
mejor, pero con la llegada de la hiperinflación las sombras volvieron a
cubrirnos a todos.
¿Cómo era? Un público que nunca era demasiado, ni en cantidad ni en
entusiasmo, llegaba a, supongamos ... el Parakultural. Un ambiente
húmedo y oscuro lo recibía. Siempre (y quiero decir, siempre) una bonita
patrulla de la federal ejercía su profesión de molestar de alguna forma. A la
hora de la música, un sonido deficiente, hacía lo posible por arruinar lo que
quedaba de fiesta. Y a través de todo esto uno veía. ¿Que veía?, tal vez
con un poco de suerte una buena noche de Harry, El Lado Salvaje, Don
Cornelio, Los Corrosivos, Todos Tus Muertos. O con mala suerte,
cualquier otra banda.
Después, en el regreso a casa, comenzaba una especie de Juego de la Oca
que incluía los skins, la policía, anfetaminas con vino, depresión inigualable
o lo peor de todo, el 60 lleno. Sin estaciones de servicio con el Sheraton
dentro, ni fiestas rave, ni remises, la noche ochentística underground se
estiraba hasta límites inconcebibles de infortunio.
Vos me dirás que casi todo esto sucede ahora mismo. No, los ochenta
eran tenaces a la hora de sufrir. Algo bueno había, y es que podías ver a
Sumo en vivo y sentirte menos solo, pero ésa es otra historia. 1998 me
parece más interesante que 1988. La gente puede expresarse más libre.
Los chicos encontraron un lugar donde tocar. Quiero decir, cualquier
chico ensaya en su casa sus primeras clases de batería y, salvo un caso
extremo de mala suerte, los vecinos NO llaman a la policía. En 1998, con
un poco de compromiso y confianza, podés grabar un disco. Preguntale a
los rockeros del 84, cuán bueno es eso.
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