Egipto Antiguo
¡Oh, alma ciega! Ármate con la antorcha de los Misterios, y en la noche terrestre descubrirás tu Doble luminoso, tu alma celeste. Sigue a ese divino guía, y que él sea tu Genio. Porque él tiene la clave de tus existencias pasadas y futuras.
Llamada a los Iniciados
(del Libro de los Muertos)
Escuchad en vosotros mismos, y mirad el infinito del Espacio y del Tiempo. Allí se oye el canto de los Astros, la voz de los Números, la armonía de las Esferas.
Cada sol es un pensamiento de Dios, y cada planeta un modo de este pensamiento. Para conocer el pensamiento divino, ¡oh, almas!, es para lo que bajáis y subís penosamente el camino de los siete planetas y de sus siete cielos.
¿Qué hacen los astros? ¿Qué dicen los números? ¿Qué ruedan las Esferas? ¡Oh, almas perdidas o salvadas!: ¡ellos dicen, ellos cantan, ellas ruedan, vuestros destinos!
Fragmento (de Hermes).
El nombre de Hermes Thoth, fue aquel misterioso y primer iniciador del Egipto en las doctrinas sagradas.
Hermes es un nombre genérico como Manú y Buda, pues designa a la vez a un hombre, a una casta y a un Dios. Como hombre, Hermes es el primero, el gran iniciador del Egipto: como casta, es el sacerdocio depositario de las tradiciones ocultas; como Dios, es el palneta Mercurio, asimilado con su esfera a una categoría de espíritus, de iniciadores divinos; en una palabra: Hermes preside a la región supraterrena de la iniciación celeste.
En la economía espiritual del mundo, todas esas cosas están ligadas por secretas afinidades como por un hilo invisible. El nombre de Hermes es un talismán que las resume, un sonido mágico que las evoca. De ahí su prestigio.
Los griegos, discípulos de los egipcios, le llamaron Hermes Trimegisto o tres veces grande, porque era considerado como rey, legislador y sacerdote. El caracteriza a una época en que el sacerdocio, la magistratura y la monarquía se encontraban reunidos en un solo cuerpo gobernante. La cronología egipcia de Manethón llama a esa época el reino de los dioses. No había entonces ni papiros ni escritura fonética, pero la ideografía sagrada existía ya: la ciencia del sacerdocio estaba escrita en jeroglíficos sobre las columnas y los muros de las criptas. Considerablemente aumentada, pasó más tarde a las bibliotecas de los templos.
Los Egipcios atribuían a Hermes cuarenta y dos libros sobre la ciencia oculta. El libro griego conocido por el nombre de Hermes Trimegisto encierra ciertamente restos alterados, pero infinitamente preciosos, de la antigua teogonía, que es como el fiat lux de donde Moisés y Orfeo recibieron sus primeros rayos. La doctrina del Fuego principio y del Verbo Luz, encerrada en la Visión de Hermes, será como la cúspide y el centro de la iniciación egipcia.
Camelot (El Sueño de una Epoca Dorada)