Luis Jiménez de Asúa: elabora una tipología partiendo del plano y
la óptica en los que se mueve el delincuente. Ubica a las víctimas en dos
categorías sustánciales:
Victimas indiferentes: al victimario le es indiferente la víctima contra
la cual ejerce violencia. Ejemplo típico es el arrebato. Al victimario no
le interesa ni el nombre, ni la condición de la víctima, lo único que
interesa es apoderarse de los valores que lleva.
Víctimas determinadas. El victimario dirige sus actos contra una persona
determinada. Ejemplo, en el crimen pasional, al hombre que mata a la mujer
que le ha sido infiel, no le da igual matarla a ella que a otra mujer; tiene
que ser determinada, concreta, esa mujer.
Víctimas resistentes. es aquélla víctima que ante un ataque con un
cuchillo o revolver, se defiende de tal manera que pueda llegar a matar
en legítima defensa.
Víctimas coadyuvantes: son aquellas que "colaboran" a su
propia victimización. Asúa pone como ejemplo de víctimas coadyuvantes a
las víctimas de tiranicidio, los homicidios justicieros, loas
homicidios pasionales, los duelos, la riña, el suicidio, los delitos
sexuales, las muertes y las lesiones en accidentes causados por otros y
aquellos contra la propiedad, en especial la estafa.
Crítica de esta tipología: no es una clasificación sino que más bien
se trata de una sistematización de tipo genérico. Sostiene que las víctimas
anónimas o indefinidas no tienen mayor relevancia para la victimología.