TUVE MIEDO DE AQUEL ESPECTRO


Etimología de la Vida Cotidiana                               Por SAMUEL WOLPIN


Hay duplas que no se empardan: cuerpo y alma, fresco
y batata, gallinas y bosteros, Gath & Chaves. Pero una
dupla es insuperable: Gardel y Le Pera.

                                             

Precisamente, poco antes de hacerse inmortales, grabaron en 1935,
"Volvió una noche". El libreto no es tan, tan original que
digamos: la mina retorna, creyendo que si él le perdona
su felonía y su crueldad, todo volverá a ser como en los
viejos tiempos. "Mentira, mentira -le contesta el tipo-,
las horas que pasan ya no vuelven más y el cariño es
sólo un fantasma del viejo pasado".
  Sin embargo, lo que realmente le asusta es la pinta de ella,
"aquel espectro que fue locura en mi juventud". Entonces le echa
aerosol para bichos y la pianta del bulín. The end.
Espectro viene del latín specere, mirar. Fantasma deriva
del griego phántasma, aparición. Ambos son sinónimos
de alucinación, irrealidad, fantasía, ensueño, visión.  La
fantasmagoría es una ilusión óptica. Los clásicos
literarios más conocidos acerca del tema son las obras
de Shakespeare, «Ham-let» y «Macbeth», en las cuales
los fantasmas de seres asesinados se les aparecen a los
protagonistas.  También «El fantasma de la Opera» fue
un éxito, pero la película «El fantasma de la libertad», de
Luis Buñuel, es, por su título, lo que más se acerca al
significado de fantasma: una ilusión. 
Volvamos al argumento de nuestro tango.
Siempre van a reaparecer espectros que fueron locuras
de nuestra juventud. No sólo amores imposibles;
también volverán ideales
utópicos, profesiones quiméricas, empresas
descabelladas y posesiones fantásticas. Todas estas
entidades mitológicas que una vez engendró una
imaginación afiebrada, quizás vuelvan como fantasmas
de noches insomnes. Y les tememos a esos espectros.
Tememos que vengan a pedirnos un lugar junto a
nosotros.  Tememos que comparen lo que soñamos ser
en nuestra juventud con lo que ahora somos.  Amigo,
amiga: no se asuste de estos fantasmas que no pueden
resucitar. Si usted se da cuenta que son espectros de
mirada triste y sin luz, simplemente téngales piedad y
verá como se irán con una mueca vencida, en silencio,
sin un reproche.  Después, mírese en el espejo sin
temor -porque usted no es ningún espectro, ningún
fantasma-, y dele las gracias a tantos inviernos
transcurridos, gracias a los cuales aprendió a vivir la
realidad, y a los que después inexorablemente siguió la
piadosa primavera. La vida es un tango; y, como todo
tango, termina de una sola forma: ¡chán, chán!

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