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Literatura>cuentos>Los Amigos.          Autor: Fernando Soriano Cortes  

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Relatos de campo.

"Mi llegada".

"Matrimonio".
"Amar a una desconocida".
"De a dos ahora...".
"Nueva vida"

"Sorpresas".

II

 No sé como empezar este bello día, ya hemos terminado el negocio y sólo me resta marcharme lejos de aquí, hasta mi casa nuevamente, mis vacaciones me esperan, aunque las pase solo, será lo mismo, me servirá para pensar y olvidar, tengo que divertirme en el mes de descanso que tengo.

Don José me acompaña a la estación y ahí me embarcaré en el tren hasta Santiago, una noche de viaje, la señora también vino y Delia por supuesto, Fernanda está en casa, no le interesa supongo. Pasé diez días aquí y enrealidad lo disfruté bastante.

- Don Arturo, ha sido muy agradable su estadía, ojalá tuviéramos la oportunidad de recibirlo nuevamente, y no por trabajo – me dijo Don José.

Me sonrío contento por la calidez de esta familia.

- Bueno quizás, en mis vacaciones pase por aquí, tengo pensado viajar.

Ahora Delia se me acerca y toma mis manos con cariño.

- Será un gran placer tenerte aquí en casa de nuevo, ojalá vuelvas pronto –ella también me invita, que tierna esta muchacha, su estatura me hace recordar a la de Elvira, como de metro sesenta y cinco. Que agradable es ella y que calidez hay en sus palabras.

Despues de tanto halago uno no sabe que decir.

- Ya me están convenciendo, el tren ya se va- me despido de todos y Delia con un beso en la mejilla que me suena muy cariñoso. Así me despido de la familia Encina, o parte de ella.

 

En Santiago hay un agetreo terrible, sobre todo en ese aeropuerto, temprano en la mañana, no sé vienen llegando unas personas importantes, por eso hay tanto movimiento, creo que está hasta la prensa, que locura.

Aún debo esperar mi avión, tengo para rato, bueno esperaré que más da, también tengo que llamar a mi casa para avizarles que en un par de horas estaré de regreso.

Menos mal que las horas se pasan rápido y ya me voy, es que anhelo tanto estar de vuelta en mi casa, no es que los Encina me hallan tratado mal, es sólo que la mamá es más tierna y me hace cariñitos con el desayuno en la cama.

Después de una semana de trabajo, vuelvo a la empresa y voy hasta la oficina de mi jefe para que me dé las últimas instrucciones.

- Bien Arturo, hiciste un excelente trabajo, las utilidades que nos va a traer esa exportación serán enormes. Y cuéntame ahora¿te aburriste mucho en el campo?.

Pienso antes de contestar.

- La verdad es allá hace mucho frío y siempre está lloviendo, pero no, más trabajo también habia descanso, en el campo se acuestan temprano y también madrugan.

- Elvira me preguntó mucho como te estaba yendo y no quise decirle nada.

- Hizo muy bien señor Galdames, lo de Elvira se terminó para siempre –espero haberme creído aquello.

Me entrega una carta de felicitaciones y todo lo demás, también me da un gran abrazo y me desea lo mejor para mis vacaciones.

Paso por contabilidad y me dan mi cheque, una gran suma.

Luego voy al banco y deposito un poco, lo demás lo retiro con mi tarjeta de crédito, por eso no tengo problemas.

Mi mamá está en casa ya con el almuerzo servido y muy seria también.

- ¿Qué pasa? –le saludo con un beso pero está extraña -. ¿Sucede algo? – y ya estoy dispuesto a sentarme.

- Arturo –parece que va a empezar un discurso presidencial -. Elvira vino y te dejó esto –me muestra un sobre cerrado -. Me tomé la libertad de saber que era y no es una carta de amor precisamente.

- No le entiendo –de verdad no comprendo lo que decía.

- Como puedes ser tan irresponsable y no pongas esa cara de víctima que ya no eres un niño, me doy cuenta perfectamente bien que te comportas como un hombre, pero un hombre inmaduro.

No sé que bobadas eran esas.

- Haber, haber, espere un segundo- la detuve -. ¿Me puede explicar lo que está hablando?, Por qué no le entiendo nada.

- Me lo ocultaste, ocultaste un secreto, ¿hasta cuando Arturo por Dios?.

- Mamá- ya se termina mi gran paciencia -. Mamá puede ser clara si es mucha la molestia.

- El embarazo de Elvira, aquí están sus resultados. Está embarazada, la dejaste embarazada –repite sin cesar-. ¿¡Cómo pudiste ser tan descuidado!?.

Me asombra, pero eso no podía ser cierto y le arrebato el papel de las manos a mi madre y leo los exámenes, efectivamente estaba embarazada. Cierro mis ojos y me dejo caer en el sillón resignado por una culpa que parece no ser mía, no sé.

No dije nada y mi mamá se desespera.

- ¿No vas a decir nada? –me presiona.

- Pe... pero que quiere que diga –la miro -. Esto es tan repentino, no me lo esperaba.

- Ja, haces las cosas y después desconoces los resultados.

- No le hablo de eso, mamá escúcheme –la miro y la obligo a ponerme atención -. Puede que ese hijo no sea mío, se le olvida que ella me engañó, me fue infiel, quién sabe. Yo quiero los exámenes de sangre, ella no puede afirmar que soy el padre.

Madre mía y ahora que hago, como me voy de vacaciones tranquilo, no puedo, pero hasta cuando esa mujer me arruina la vida.

Tengo que tomar una determinación y no puedo irme así no más, esa aprovechada, vio que tengo dinero ahora, como estoy de pago pensará que me voy a casar con ella y a esa pobre criatura como si fuera mía, no, esto no se queda así.

Estoy en su casa y le hablo directamente, menos mal que está sola y conversamos, pero a mi no se me puede pedir calma y la sacudo de los brazos con fuerza.

- ¡Cómo puedes inventar una cosa así!, descriteriada, con un hijo no se juega. ¿Hasta cuando vuelves un infierno mi existencia?.

- Me haces daño Arturo –la suelto y mis ojos están desorbitados -. No puedes negar que estoy esperando un hijo –dice tan tranquila -. Y es tuyo –por su tono de voz parece que mentía.

Me acerco y le hablo alto.

- Te enredaste con otro tipo, haz memoria – pero sigue mintiendo y se le nota -. Y me quieres endozar ese hijo a mí, es tú problema si estás embarazada, yo quiero pruebas, que demuestren que soy el padre. Además hace mucho tiempo que no estabamos juntos, yo diría que un mes.

- ¿Y cuando te quedaste aquí?, No fue hace menos de un mes.

Eso no es cierto.

- No sucedió nada –le digo a los ojos -. Ya estoy harto de todo esto, no pienso hacerme responsable si es que ese hijo no es mío, yo sé muy bien que no es mío-repito con fuerza -. Nos vamos a tomar muestras de sangre para comprobar la paternidad, ese tipo y yo.

El lunes me veo obligado a ir a hasta la clínica y en la sala de espera, mi turno para tomar las muestras. Elvira aparece un poco tarde y la veo muy serio ni la saludo, en el fondo estoy un poco nervioso por que luego hay que esperar los resultados.

El otro descarado llega media hora atrasado, se quita los lentes de sol y nos mira a ambos.

- Hola- que sonrisa de farsante tiene este imbécil -. Elvira –le habla por lo bajo pero igual le escucho -. Esto es ridículo, ese hijo no es mío. Él es tu novio, no yo, lo nuestro fue una aventura paradisiaca ¿me entiendes?, Sólo nos divertimos un momento.

Los interrumpo y ya no aguanto más.

- ¿Quién va a entrar primero? –lo miro a él y es sutilmente inferior a mí, a veces pienso, cómo Elvira pudo engañarme con tipo como este -. Lo haré yo, para salir más rápido.

La enfermera levanta la manga de mi camisa y con una aguja grande la clava en la vena, me duele un poco y entonces veo como corre mi sangre.

Sentado en la camilla miro hacia todos lados para no ver como mi sangre se va en una pequeña muestra, debo pensar que es para mi bien.

Lo único que quiero es saber los resultados para irme tranquilamente de vacaciones.

Los días corren tan lento que parece que nunca lo voy a saber, estoy en mi habitación mirando el techo como si en él fuera a encontrar la solución a mis problemas. También me acuerdo de Delia –sonrío -. Que bonita muchacha, tan simpática y para que hablar de Fernanda, que belleza de mujer, por más que trato de borrar siempre veo su imagen, no la puedo olvidar... su cuerpo, su hermoso rostro, toda ella, completa de pies a cabeza, como una diosa, una tentación echa mujer. Y hablando de allá, esta mañana me ha llamado Don José y también la señora Teresa, muy atentos querían saber como estaba y como me va, naturalmente no podía contarles los hechos... en fin me pidieron que fuera a verlos y eso es lo que voy hacer, sí, estoy muy seguro, me hará bien.

El sábado me he enterado de los resultados através de la madre de Elvira, aquellos estuvieron listos el jueves y la descriteriada no me dijo nada. Soy tan feliz, mi sangre no coincide y que peso me saqué de encima, en realidad no hubiera sido tan malo ser papá, Ja ja, debe ser lindo, ya me entró la ternura, no, no, no, ya estoy libre y creo que esto me ha dado más fuerza para vivir y disfrutar de todo lo que la hermosa vida me brinda.

Ha pasado una semana desde mí casi paternidad y como ya lo dije antes, estoy en Cauquenes otra vez, disfrutando del campo, y paseando otra vez con Delia, ¿puedo creerlo? , Sí Delia, es tan agradable.

- Que bueno que volviste, pensé que no te vería nunca más –ahora baja la vista un poquito avergonzada -. Cuando mi mamá me lo dijo, me puse muy contenta –me mira y sé sonrié ruborizandose un poco.

No quiero incomodarla.

- Gracias –sonrio yo también -. La verdad es que necesitaba salir de la rutina y escapar de algunas cosas –recuerdo lo de Elvira y ahora me es muy desagradable.

Mientras me enseña las plantaciones, de frente a nosotros aparece Fernanda de repente y que alivio verla depués de tanto tiempo, aunque sea desagradable conmigo.

Se dirige a su hermana.

- Mi mamá te está buscando –dice y ya se va, pero se detiene -. Quiere hablarte.

- Ya voy, Arturo ¿me esperas?.

- Sí –y Fernanda sigue ahí.

Nos miramos un instante y luego me habla.

- Así es que volvió Arturo ¿le gustó el campo? Parece.

- Me gusta algo más que el campo –le contesto y ella asiente.

- Ah – mira a todos lados y luego a mí y se acerca mucho más, ya no hay distancia entre nosotros.

Me mira más y más cerca y yo no sé por qué estoy tan nervioso. Le digo un pequeño piropo, tampoco sé como reaccionará.

- Eres demaciado hermosa para ser real... y me gusta cuando sonríes – en un breve instante lo hizo.

- A mí me gusta cuando me mira –acaba.

Y se va dejándome solo pero que importa si a Fernanda le agrada que yo la mire, y que bueno es eso, para empezar digo.

En la noche Don José me ofrece un coñac y lo acompaño, no soy muy adepto al trago, pero como está un poco helado el clima, no me niego, a él parece que la bebida le habre el apetito de fumar también, eso sí que yo no, no fumo.

Este hombre, robusto, grande y con un poco de panza... es muy cálido, me siento tan bien en esta casa que me quedaría para viviendo siempre.

Moja sus bigotes blancos en el coñac y luego me habla.

- Usted me cae muy bien joven Arturo, y además le confieso que le tengo bastante confianza, al menos cuando sale con mi hija Delia, -se me acerca y me confiesa en secreto -. Usted es de su agrado –yo sólo río -. Usted le gusta a la Delia.

Fernanda está escuchando y su rostro cambia de distintas maneras, Arturo no sabe que ella está escondida detrás de la pared, y se entera de todo, su hermana Delia pretende a Arturo.

La verdad es que me sorprende mucho aquello, Delia.

- Bueno, ella es agradable y... muy linda.

Fernanda escucha con atención y su pensar se confunde con respecto a Arturo.

- Sí usted quisiera –me cuenta Don José -. Ella podría ser algo más que su amiga.

Caramba, ya me están endosando a la muchacha –pienso.

Me sonrío y no sé que decir.

- Bueno, la verdad es que por ahora no tengo intención de comprometerme con nadie, hasta hace muy poco rompí un compromiso, estuve a punto de casarme y no resultó.

- No me diga –se asombró.

- Así es –bajo la vista recordando brevemente la historia.

- No le quiero preguntar, usted habrá tenido sus motivos –es respetuoso y discreto por eso lado.

Lo miro y ya no me da vergüenza decirlo, después de todo no había sido mi culpa.

- Ella me engañó, me fue infiel con un tipo que no vale la pena y lo peor de todo es que espera un hijo suyo –parece que el licor me está entrando en la sangre y me pongo a contar sin pudor.

La joven abre tremendos ojos también sorprendida, sin querer ya conoce parte de la vida de Arturo, aquel desagradable desconocido que ha irrumpido la tranquilidad de su existencia.

Don José me escucha con atención especial y muy serio respetando mi confesión sin preguntas.

- ...Y lo peor de todo es que me culpaba de la paternidad, hablando bien en confianza y entre hombres, no le niego que sea inocente, pero usted es hombre y sabe cuando un hijo no es suyo.

Le confieso bien francamente y Don José se sonríe entendiendo lo que quería decir.

Ella da un suspiro y cierra los ojos brevemente, se apega más a la pared y ya no quiere seguir escuchando.

En la mañana me levanto un poco tarde y aquí ya están todos en pie, me doy una suave ducha refrescante y me visto con mi jersey favorito, mis jeans viejos y gastados que me encantan y mis zapatos gruesos y grandes.

Salgo hasta el pasillo y la señora Teresa está en un tremendo alboroto junto a Antonia, la criada.

- Señora –está agitada la mujer vieja -. ¡Es verdad, es verdad! –repite tantas veces.

Y por la cara de aflicción que tenían, pregunté curioso.

- ¿Sucede algo?.

Entonces sus rostros se transforman en angustia y temo algo grave.

- No sabe Arturo, el novio de la Fernandita –y ni siquiera alcanzo a preguntar otra vez -. Se dio un tiro.

Parece increíble, si dos noches anteriores había charlado con él un instante y pareció un poco pesado, bastante diría yo, pero que pasaría ¿por qué?.

- ¿Estaba endeudado? –es lo único que se me ocurre preguntar.

Y Fernanda entra de improviso, muy apenada y afectada, mira a todos sin creerlo también, lo que sí puedo notar, es que le dura poco la pena o al menos inventa una.

- Lo oí todo mamá, es terrible –se pone a llorar de pronto, mucho y yo soy el único hombre para consolarla en un hombro fuerte.

Entonces parece que yo doy la iniciativa con un mínimo movimiento y Fernanda corre a mis brazos desconsolada. Ahora yo me siento más desconcertado, la bella me abraza y yo la consuelo de manera muy tierna acariciando su suave cabello negro y de pronto me mira a los ojos y los suyos llenos de lágrimas, estamos muy cerca y con todo el mundo alrededor.

- Era mi novio, nos íbamos a casar pasado mañana –me lo dice con tanta pena, pero resulta, que ella no quiere a nadie según Delia -. Perdóneme Arturo, me dejé llevar por las emociones- y me deja y yo no quiero que me deje, que nos quedemos así todo el tiempo, pero creo que nadie se da cuenta de mis sensaciones.

La señora pregunta las causas, si es que hubo algún motivo.

Antonia responde.

- No, no se sabe, tan sólo que amaneció muerto en la cama ésta mañana - y eso parece que más duele en Fernanda, algo tenía que sentir, algún cariño al menos.

Después de aquella mala noticia, hay un gran silencio en la casa que asusta un poco, yo no sé que hablar ni como actuar sin ofender a nadie. Delia me hace un poco de compañía en la sala.

Mirando el campo por la ventana con las manos en los bolsillos me lamento de los hechos.

- Que lástima, aquel hombre. Se está investigando las causas que lo llevaron a ello –muevo la cabeza en negativa.

Y Delia se acerca despacio y en silencio hasta mi, pues siento su perfume, es diferente al de Fernanda, más suave y dulce, como ella.

Yo sigo hablando.

- Y Fernanda, pobrecita, está tan triste con la muerte de su novio, me imagino como se debe estar sintiéndo ahora.

- No creas –dice de lo más tranquila -. En el fondo eso es lo que quería.

Eso es una acusación muy grave en contra de su hermana, la miro asombrado, pensé que era más sútil.

- ¿Cómo puedes decir algo así?, Es tu hermana.

- Hay Arturo, se nota que no conoces a la Fernanda, no quería ni un poco a Tomás, lo detestaba, siempre decía que le daba asco.

- Eso no quiere decir que desee su muerte –le aclaro y me da rabia aquel comentario -. No creo que sea tan mala.

- Además dicen que Tomás estaba metido en un lío con unos bandoleros que robaban y mataban ganado. Y en la muerte de unos campesinos también, no era una blanca paloma, eso nadie lo sabe, mi mamá no le quiso contar a Fernanda – hace una pausa y cambia su tono de voz -. Arturo –me toma de los hombros y me obliga a mirarla fijamente, se acerca con delicadeza y mira mis labios, y yo también vi los suyos tan rosados y su rostro... su rostro claro casi como de luna, es hermosa, sus cabellos rubios, largos ondulados que suavemente caen por sus hombros.

- Valla novio –digo después.

La muchacha está cerca y casi me besa, cierro los ojos por inercia y quiero darle un beso, para que pruebe mi boca, ya es mucho tiempo y habíamos hablado demasiado... al final el beso dura más de la cuenta.

Fernanda entra apurada a la sala y de improviso ve aquella escena de Arturo y su hermana Delia besándose, y la situación la detiene casi instintivamente para esconderse y esperar que terminaran, y como una dulce tortura de deseo, ver los besos de Arturo que se disparan hacia otra boca, la que no era la suya, una boca que no los merecen.

Se muerde los labios y cierra los ojos, unos celos la invadieron de pronto, con rabia, su pecho agitado se contrae rápidamente y tiene que esperar pacientemente.

La dejo por qué es una locura, y no está bien.

- Delia –me seco la boca y camino en círculos -. Delia, esto no es correcto –la miro sinceramente.

Ella se acerca con interrogante.

- ¿Por qué? , Sí estaba todo tan bien Arturo. Tú me gustas, me gustas mucho ¿no te has dado cuenta de eso?.

Era que no, si el padre ya me lo había dicho.

- Sí, claro que sí, pero yo...

Y entonces Fernanda aparece más seria que nunca, la miro de inmediato, tratando de disculparme pero sin notar, la mujer me ve sólo a mi, tan sólo a mi, a su hermana ni luces.

- ¿Has visto a mi mamá? –le pregunta a Delia y ahora deja de mirarme y ojalá no halla visto que besé a su hermana -.La estoy buscando y no la encuentro.

Pero jamás la había visto a así, tan perpetua, no me mira más a la cara , más , y me duele mucho ,creo que ya sabe todo.

Delia se demora en contestar.

- Eh, no sé –no le da más importancia.

Y yo entro al juego.

- Creo que está en el huerto –le contesto

Fernanda me mira ante mis palabras.

- No le pregunté a usted–cierro mis ojos y ella sale muy rápido.

Delia está seria y desagradada con la situación, con mi actitud y la de su hermana.

- Siempre tan desagradable y molesta, nunca puede ser amable, ni siquiera disimulando.

No le contesto, y como se pasó el día llegó la noche y está muy bella, me acuerdo no sé por qué de Elvira, esa maldita mujer que me hace sufrir todavía de manera indirecta, pero tanto me afecta su actitud, no puedo soportar que me halla engañado de esa manera. Eso de que la mujer sufre más, después de una ruptura es sólo un mito, pues el hombre sufre de igual manera, si es que ella sintió algo.

Salgo a caminar mucho, no me importa la oscuridad ni que llueva, nada de eso, mientras más lejos esté mejor, así nadie me ve y cuando ya me acerco al río hay una sombra que está sentada en la orilla, al principio me da miedo caminar más pero creo que me ha visto.

- Arturo –es la voz en tono suave de Fernanda, eso me da más calma.

Camino hasta ella y me siento muy cerca, como siempre quise estar.

- Fernanda –está tan oscuro y cuando rozo sus ropas de casualidad están mojadas, empapadas, claro por la lluvia -. Estás... mojada –y siento algo que hace tiempo ninguna mujer provocava en mi, ni Elvira ya.

- Arturo – se me acerca y me mira fijamente, y yo también temblava de frío -. Arturo... –repite con esos labios carnosos llenos de pasión, que me provocan un deseo tremendo de tenerlos junto a los míos -. ...Hace frío y ... –moja sus labios.

Fernanda desliza sus manos en mi pecho y ya casi me besaba.

Acerca sus labios hacia mí y luego jugando se tiende en el suelo y no puedo resistir más.

La besé. Y que sabor me transmite aquella boca. Mis manos quieren tocarla pero está prohibido su cuerpo para mí, pues ahora que su novio se había muerto está cerrado su corazón para cualquier extraño. Aún así caí sobre ella y no puedo evitar besar su cuello oloroso, su cuerpo entero era como de flores y, mi Fernanda, ya casi la siento mía, pues se estremece cuando la aprieto contra mí.

- Arturo –me mira a los ojos -. Eres tan... tan atractivo, mi hermana no te merece –no sé por qué me está diciendo esas cosas -. Además me tiene envidia –se endereza y me sigue contando -. De seguro te habló pestes de mí, que yo era cruel y que quería que Tomás muriera.

Eso era cierto.

- Sí, eso me dijo –no quiero ser de lleva y trae pero se lo afirmo -. En realidad yo no creo que sea así, apenas te conozco pero pareces una buena persona.

Ella se sonríe y aún seguimos así, cerca hasta que se pone de pie y se apega contra una roca que está alrededor del río y me tienta con su mirada invitándome de nuevo para ir hasta ella, no creo que este viviendo este momento, mientras la lluvia cae nosotros estamos, juntos, al menos eso creo.

Camino hasta ella, y la abrazo, la tomo entre mis brazos y la aprieto contra mí con fuerza, Fernanda se estremece un poco y prefiero besar su cuello, ella acaricia mi cabello, y luego la miro, mi corazón late tan fuerte que ella puede sentirlo en su pecho, que también está agitado.

Después mis labios descienden de apoco hasta llegar a su pecho, pero su blusa me detiene en mi loca carrera por descubrir su cuerpo, y yo no hago nada la miro y Fernanda con su mano izquierza suelta un par de botones que aprisionan esos pechos perfectos. Veo su escote y me quedo mudo un instante y luego vuelvo en sí para besar un poco más a mi bella que se me va como el agua del río.

A lo lejos y apenas me doy cuenta que una voz muy tenue suena con mi nombre, miro a todos lados y realmente Delia me está buscando.

- Es ella –muerde sus labios -. Anda, no quiero que te culpen por qué me desparecí, ve con esa que no es mi hermana.

¿Ah? , me pregunto, de seguro lo dijo con rabia.

Y me lo repite.

- Es cierto, no es mi hermana- me relató aquella historia en pocas palabras -. Mi mamá la adoptó de una campesina creyendo que no tendría más hijos... y luego nací yo.

- Pero... -estoy desconcertado y más perdido que nunca- . Eso nadie lo sabe. ¿Y Delia?.

- Claro que sí –responde y ya estamos más separados, más distantes -. Ve, rápido, después vuevo a la casa.

Le hago caso y estoy todo mojado, y el clima fluvioso no cesa, no me apuro hasta que encuentro a Delia que me hace señas desde un buen trecho lejos de la casa.

- ¡Arturo, rápido, estás todo mojado! –me grita y miro atrás, Fernanda no estaba, había desaparecido como por arte de magia. No importa, mejor así.

Adentro de casa, Delia viene detrás de mí interrogándome y yo que me apuro, entro a la habitación y antes en la puerta la detengo.

- Delia, por favor, necesito cambiarme de ropa.

- Arturo, ¿no viste a mi hermana? –y su pregunta más me sabe a interrogación.

- No –contesto sin duda y cierro la puerta.

Uf, que vida, que besos de esa mujer endemoniadamente hermosa, me tiene loco, me gusta mucho, pero a veces recuerdo a Elvira, no puede ser que todos nuestros años juntos se pierdan así como así, lamentablemente no se pueden recuperar.

Fernanda tarda en regresar y la lluvia no le importa en lo absoluto, ya está acostumbrada a esas aguas que caen desde el cielo para bendecir la tierra y sus frutos. La muchacha entra a la casa y sus ropas muy mojadas, apegadas a su cuerpo marcando todas sus formas armoniosas y movimientos graciosos al caminar. Al llegar al final del pasillo se apoya en la puerta del dormitorio de Arturo y ahí se queda un rato con los ojos bien cerrados oía pasos y de pronto cuando abre sus bellos párpados, mira hacia la manija y la gira para entrar al dormitorio.

Al principio teme hacerlo, pero tener miedo no era algo que formara parte de sus actitudes.

Miro a la puerta y se está moviendo, parece que alguien viene entrando pero muy despacio, para no ser descubierto.

Fernanda se asoma y veo su cabeza, sonrío y me acerco.

- Preciosa ¿qué haces aquí? –realmente me alegra verla.

Pero parece que se asusta cuando me ve envuelto sólo con la toalla, y es que no tengo nada más puesto.

- Estás –mira mis piernas un momento y mi cuerpo entero -. Estás... –y entra un poco más -. ¿Ya te quitaste la ropa mojada?.

- Sí –me miro y realmente ella está nerviosa.

- Mejor me voy.

La dejo hacerlo, pues aún es como una niña, apenas tiene veinte años y sabe muy poco de la vida, no tiene experiencia, pero a pesar de que Delia y yo tenemos la misma edad, me gusta más Fernanda... ah –doy un suspiro -. Con quién me voy a quedar, -pienso en voz alta -. Me gusta Fernanda, pero Delia es mayor y también posee grandes atractivos... vamos a ver quién conquista mi corazón primero.

 

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