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Literatura>cuentos>Los Amigos.          Autor: Fernando Soriano Cortes  

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Relatos de campo.

"Mi llegada".

"Sorpresas".

"Matrimonio".
"Amar a una desconocida".
"Nueva vida"

 De a dos, ahora...

 V

Hoy para todos es un gran día, pero para Fernanda parece que es el fin del mundo, y por la mañana soleada, salgo a caminar un instante y preferí estar solo un momento, me siento en un viejo tronco seco a la orilla de un arroyo que corre sin prisa.

Estoy pensando en cómo será mi vida de ahora en adelante y mientras aplico mi filosofía sobre mi existencia, alguien toca mi hombro para hablarme.

Me doy vuelta y es Pedro, nunca olvidaré su rostro desde aquel encontrón.

Me habla con mucho valor, me pongo de pie y soy más alto que él, entonces ahora el muchacho retrocede unos pasos pero eso no lo hace menos valiente.

- Con usted quería hablar Don Arturo –es desafiante su tono de voz -. Ni piense que me va a levantar a la Fernandita, la cabra es mía ¿me oyó?, Mía –me repitió.

- Baja el tono, conmigo no grites, no soy sordo, y ya elegí a la Fernanda y punto, me gusta y se acabó.

- ¿Así?, Usted se cree dueño de todo esto ya, las personas no le pertenecen, aquí en el campo todo es libre, naide tiene dueño pa’ que uste’ se sepa, afuerino mal encachao’.

- Mira muchacho, tus palabras no me intimidan en lo absoluto, no me hagas perder tiempo.

- No se va a quedarse na’ con mi negra ¿escuchó?, Nortino cochino.

Él mismo terminó el diálogo, me insulta y luego se va, pero esto no se va a quedar así, que se ha creído, campesino ordinario, huaso bruto.

 

Fernanda esta hermosa y es eso lo único que se comenta, no me han dejado ver a la novia pues dicen que es mala suerte, nos casaremos por la tarde y luego seguirá la fiesta aquí en la hacienda, dicen que las celebraciones duran hasta muy tarde, casi hasta el amanecer.

Yo también debo arreglarme bien, y me pongo mi mejor traje, mi mamá me ayuda con la corbata y tengo una cierta emoción en el pecho, ¡sí hasta estoy nervioso!.

- Mamá, ¿Así estoy bien, me veo galante? –le pregunto mientras me veo frente al espejo y no puedo creer lo que voy hacer, por un momento parece un sueño, una alucinación todo esto.

- Estás lindo hijo- sin embargo a ella todo le parece encantador y genial, mi matrimonio repentino.

Delia por supuesto está presente y muy bonita por cierto.

Mi padre me lleva antes a la iglesia, y hay mucha gente que no me han visto ni en pelea de perros, ja, así dicen. Estoy un tanto impaciente pues Fernanda no ha llegado y Don José la trae, yo vine con mi padre y madre.

Mi papá me habla por lo bajo y está conmigo en la puerta de la iglesia.

- Calma Arturo, ya debe de llegar.

Lo miro y no me siento impaciente, estoy más relajado, total don José no sería capaz de quedar en ridículo ante toda esta gente, un exportador exitoso, no, no... hay vienen.

Mi corazón da martillazos en mi pecho...

 

 

Delia está sentada al lado de Fernanda y no deja de mirar su hermoso y largo vestido, que le queda a la medida de su hermana.

- Yo debería estar ahí, no tú –aún guarda recelo por la decisión de Arturo.

- Él elegió, yo no tengo la culpa –responde Fernanda -. Y como mi papá nos vendió por sus tierras, ese afán de deshacerse de ellas.

Don José la detiene.

- Calla la boca niña, te casas y punto, nadie te ha vendido.

Creo que voy a desfallecer de la emoción, al ver a esa endomoniada mujer hermosa bajar del auto, toda de blanco radiante, es mi novia y pronto mi esposa, como ha cambiado, creo que me brillan los ojos y antes que se acerque más, debo entrar y esperar en el pasillo de la iglesia. Un sudor frío corre por mi frente y no sé que me está pasando.

Y Fernanda está tan seria, la gente ha de pensar que trae una pistola en la espalda.

Al fin en el altar, nos preguntan y yo soy el primero en dar el sí, ya estoy medio casado falta ella. El cura repite la pregunta, me asusta está como ida.

- María Fernanda Encina Valdivia, tomas por esposo a este hombre, Arturo Ismael Rodriguez Vergara.

Me mira y luego mira al cura, cierra y habre los ojos rápidamente y contesta.

- Sí, acepto.

No hubo ni una sonrisa de su parte, yo sé que voy contra su voluntad, me prometo a mi mismo ahora delante de Dios que no es mi intención hacerla sufrir, prometo no obligarla a nada tampoco, todo será como ella disponga, aceptaré sus decisiones, mi señor lo prometo... y ya tengo que besarla para sellar el pacto.

Fue un beso corto, pero igual cerré los ojos.

Volvimos a la hacienda, pero era el terreno de una hermana de la señora Teresa, mucho más apartada del pueblo que la otra, y ahí nos espera una gran recepción, con fiesta y alboroto, a medida que pasan las horas se oscurece y la cosa se pone mejor, me invitan a bailar y yo sólo veo la cara de Fernanda y se me quitan todas las ganas. La señora Teresa me tira de un brazo para movernos un poco.

- ¡Venga Arturo, conmigo!, Ya tendrán tiempo de explorarse, bailemos mientras.

- Mamá –le reprendió Fernanda.

Bailo unos instantes y de pronto mi esposa se ha desaprecido, la busco y está a la orilla del río sentada y se abesinaba una tormenta, entonces quise llevarmela de ahí.

- Fernanda, es mejor que vallamos a casa, va a llover –y parecía no oirme -. Fernanda te estoy hablando.

- Si te oí.

- Es que no me respondes.

Se pone de pie junto a mí y me mira resignada dispuesta a lo que venía ahora.

Cambia sus facciones y su tono de voz es un tanto meláncolico.

- Ahora cuando lleguemos, me vas a tomar en tus brazos, vamos a hacer el amor y después... ¿después qué Arturo?. No nos amamos, ¿es bueno eso?.

- No entiendo nada de lo que me dices. Fernanda –me pongo serio -. A mi no me importa si no quieres estar conmigo, no voy a obligarte.

Y sonríe como una niña.

- ¿En serio? –me abraza brevemente y casi no entiendo su actitud -. Eres muy generoso Arturo –camina unos pasos hacia delante -. Quizás algún día me enamore de ti.

Nos adelantamos y esta noche nadie llegará a la casa, estamos completamente solos, ahora en su habitación.

Todo esto me recuerda un poco a Elvira, es la primera vez en tantos años que voy a dormir con una mujer que no sea ella, bueno ahora Fernanda es mi esposa y eso cambia las cosas.

Camina hasta mí y me pone nervioso, muy cerca de mí cierra los ojos y me roza los labios con los suyos, es un instante previo a lo que vendrá después, de todas maneras me gusta.

- Arturo; olvida las tonterías que dije en el río. Tómame y su respiración se acelera de apoco y despacio, hasta casi confundirse con la mía -. Ambos queremos lo mismo y nadie me está obligando, más que este deseo que llevo dentro y mi cuerpo que me pide que se una con el tuyo en un abrazo que pueda durar toda la noche, vas a ser el primer hombre en mi vida, el primero y el único...

Y cierra los ojos y no puedo dejar de besar su hermoso cuello y me acaricia el cabello provocando una electricidad en todo mi cuerpo, ya su voz cambia y esta más agitada.

- Me voy a... a ena -enamorar de ti Arturo –me murmura en palabras cortadas.

- Yo también –me sale desde el corazón aquella breve frase.

Al principio me empiezo a sentir extraño cuando estoy casi sobre ella, viéndome ahí, tendidos en la cama, aquel lugar tan blando y exquisito, aún tiene su vestido de novia y con cuidado voy bajando la cremallera por su espalda, cuando empieza a descender el vestido por sus hombros, y poco a poco quedan al descubierto esas formas perfectas que marcan esos pechos erguidos y firmes, la pobre está nerviosa y siente miedo, pues me lo expresa en sus gestos y como me detiene en algunos momentos.

- Arturo –la miro y le hago caso -. Tengo miedo.

Le creo pues veo en sus ojos apesar de que está todo oscuro, ese brillo en la mirada de niña asustada, me sonrío y es que esta mujer será sólo mía, yo seré su dueño , ya casi siento que me pertenece de apoco y se va entregando mi hermosa mujer endemoniada, cuánto rechazo sintió hacia a mi, y no la culpo, pues soy un desconocido y le produzco una cierta distancia comprensible.

- Fernanda, mi amor, déjame verte, quiero recorrerte entera –la beso varias veces en esos labios encendidos de pasión que me provocan un deseo inmenso.

 

Siempre hay una resistencia natural de una mujer virgen, pero eso no es impedimento para que finalmente sea mía y con todo la pasión que tengo para entregar, mi pasión y mis ganas las puse en esta hermosa noche, no sé por

Qué, pero me sabe a miel, dulce caramelo que me deja un sabor a piel nueva en mi piel, una aventura llena de ternura y a diferencia de las otras veces, todo parece como una fantasía romántica, Fernanda se entrega a mi ansiedad sin más ni más, dando todo lo que puede de ella, es mi mujer, alguien que nunca pensé sería, y la que creí, nunca fue o nunca quiso serlo, tal vez... la cosa es que ahora me siento bien y quiero que Fernanda se sienta cómoda conmigo y ojalá logre enamorarla para que juntos salgamos a delante, tal vez este matrimonio a la fuerza resulte un acierto.

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@rte

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