Now Playing: Entre realidad y ficcion, solo cabe verosimilitud
?NARRATIVA DE LA VIOLENCIA O DISPARATE ABSOLUTO?
El sensei Nagata era conocido en la vieja Lima por matar un burro de un solo golpe de mano. Fue el primer maestro de karate que conocieron los hijos de inmigrantes japoneses en nuestro pais. Al otro lado del Pacifico, Masutatsu Oyama acostumbraba hacer identica exhibicion, pero con un pesado toro. Treinta a?os despues Jackie Chan incursiono en el septimo arte e hizo mas de 50 peliculas de kung fu. Este actor se hizo millonario como acrobata de la pantalla grande, pero sus aventuras eran tan inverosimiles que provocaban (y provocan) las carcajadas del publico. Imaginemonos que pensaria el difunto Nagata, como tambien el hasta ahora sobreviviente Oyama, sobre Jackie Chang. Si ellos le dijeran “payaso”, sus fans les responderian: “pero es famoso”. Ahora imaginemos que dirian los dos renombrados expertos si Jackie Chang les espetara: “gracias a mi exito, las artes marciales han llegado a Hollywood”.
Igual nos pasa a quienes hemos llevado el tema de la violencia politica a la literatura, desde los a?os ochenta, cuando vemos surgir –en el nuevo siglo- a los Jackie Chang de la narrativa peruana. Por mas que alguno de ellos tenga la buena intencion de “representarnos” o “sacarnos del anonimato”, le diremos la vieja frase: no me defiendas, compadre. Despues de ganar al lector con un solo golpe de mano, podemos criticar a quienes hacen veinte maromas increibles para distraccion de un publico ingenuo.
Pienso que el tema de la violencia politica no puede ser reducido a un thriller. Segun el informe de la Comision de la Verdad y Reconciliacion, esa etapa historica le ha costado al Peru 69 mil muertos aproximadamente. Por este motivo y por el saldo de dolor que ha dejado en miles de familias peruanas, es sumamente importante la posicion del autor que pretende tratar el asunto. Alguien me dira que cada quien hace lo que quiere con su novela. Yo contesto que eso no condiciona mi opinion.
Ya nos hemos referido a la novela de Alonso Cueto, “La hora azul”, que gano el premio Herralde. Ahora nos referiremos al joven narrador Santiago Roncagliolo y a los desaciertos de su novela premiada por Alfaguara: “Abril rojo”.
Roncagliolo no comete tan frecuentemente los errores de parrafo que Cueto ha heredado del Vargas Llosa senil. Parece que ha tenido mayor labor de correccion. Pero, si se trata de proferir espumarajos quechuas o de levantar la vista hacia el agujero -una fosa comun repleta de cadaveres- o de "quemar sus ultimos cartuchos, como los heroes" (p.113), o de hacer que un helicoptero retroceda, llegaremos a celebrar el absurdo absoluto. La primera puede pasar por una figura literaria hecha por un narrador occidental e hispanohablante frente al quechua que no entiende; por lo tanto, no esta despojada de discriminacion. Nunca he escuchado un "espumarajo" quechua, pero puedo imaginar que quiso decir el autor, a traves del narrador, desde una mentalidad tipicamente lime?a. En cuanto a la ubicacion de la fosa, la narracion previa es explicita respecto a que los personajes tienen que ascender, por lo menos una cuesta, antes de darse de narices con los cadaveres. Pero una vez que Chacaltana ha subido esa cuesta, es improbable que tenga que "levantar" la vista hacia el hoyo. El hueco no esta en el espacio sideral. En cuanto a quemar sus ultimos cartuchos "como los heroes", los peruanos conocemos unicamente a un personaje de nuestra historia que mantuvo ese juramento: Francisco Bolognesi, antes de morir defendiendo el morro de Arica que fue tomado por los invasores chilenos. Por lo tanto, no se alude a "heroes" en plural. Como Mario Suarez ha demostrado, segun su pericia aeronautica en la FAP, no pueden "retroceder" los helicopteros. ?De donde les invento el autor la palanca de retroceso?
El personaje principal:
Sobre el personaje principal, dice la contracaratula: “El investigador de los asesinatos es el fiscal distrital adjunto Felix Chacaltana Saldivar. A el le gusta que lo llamen asi, con su titulo y todo. Y el fiscal Chacaltana nunca ha hecho nada malo, nunca ha hecho nada bueno, nunca ha hecho nada que no estuviese claramente estipulado en los reglamentos de su institucion. Pero ahora va a conocer el horror. Y el horror no se ha leido el codigo civil”.
La Ley Organica del Ministerio Publico no reconoce el cargo de “fiscal distrital”, sino que el cargo titular mas bajo es el de fiscal provincial. Si el autor se hubiera dedicado mas a investigar la materia de su novela, habria puesto a Felix Chacaltana Saldivar como fiscal provincial adjunto bajo las ordenes de un fiscal provincial titular. Un fiscal adjunto, es un vice-fiscal o segundo del principal que esta a cargo de determinada fiscalia.
Pero como de confundir se trata, este fiscal "distrital" no desfila con el escalon del Ministerio Publico o de la Fiscalia en la procesion de semana santa, sino con la escuadra del Poder Judicial. Cualquiera diria: “ni que fuera juez o secretario de juzgado”.
Como el autor no conoce las funciones del Ministerio Publico ni de los fiscales, hemos visto que pone en la contra-caratula que Chacaltana "va a conocer el horror. Y el horror no se ha leido el Codigo Civil". En declaraciones del autor dice que Chacaltana "cree en la ley y el orden y sabe recitar de memoria el Codigo Civil". Pero la labor de un fiscal como Chacaltana no corresponde precisamente a resolver casos de interes privado, sino de interes publico. Por lo tanto, lo que deberia conocer mas un fiscal en lo penal, ademas de la Ley Organica del Ministerio Publico, no es el Codigo Civil, sino el Codigo de Procedimientos Penales, la Constitucion y –principalmente- el Codigo Penal. Puede tranquilamente obviar en sus labores cotidianas el Codigo Civil. Se trataria, segun lo que cuenta la novela, de un fiscal provincial en lo penal a quien corresponde intervenir en la investigacion el delito desde la etapa policial, no de un fiscal “distrital” en lo civil.
Confusion de instituciones y de epocas.-
En 1922 se creo la Guardia Civil del Peru (GC) cuyo mitico lema fue "El honor es su divisa". Durante decadas los peruanos nos acostumbramos a diferenciar a la Guardia Civil de otras instituciones policiales como la Guardia Republicana (GR) o la Policia de Investigaciones del Peru (PIP). Esta triparticion de la labor policial duro hasta el primer gobierno de Alan Garcia, quien en 1988 creo la Policia Nacional del Peru (PNP) cuyo lema es "Dios, Patria y Ley".
Si la novela de Roncagliolo narra los hechos que se suceden en la post guerra, precisandose enmarcados en la etapa de pacificacion fujimorista, se supone que el lema citado no corresponde con la epoca ni el espacio-tiempo narrado. Cuando dice: "En la pared colgaba el escudo de la policia con su lema: el honor es su divisa" (p.71), se evidencia la ignorancia del autor respecto a las instituciones de su pais.
Continuemos con la confusion de instituciones. La Guardia Civil (GC) despues de las guerrillas de 1965 recibio un curso de especializacion en lucha antisubversiva a cargo de una mision militar norteamericana. La mision yanqui impulso a que la GC crease un cuerpo o batallon antisubversivo, llamado los Sinchis. Cuando se unificaron las tres instituciones policiales en una sola (PNP), los Sinchis conservaron su identidad y peculiaridades.
Veamos que nos pretende decir Roncagliolo: El comandante Alejandro Carrion Villanueva al inicio de la novela es presentado como militar. Pues bien, en la pagina 182 este comandante del Ejercito Peruano (EP) confiesa: "En esa epoca yo era capitan. Era el superior inmediato de Caceres".
En cuanto a este personaje, el Perro Caceres, Carrion sostiene: "Era una mierda de gente. Un sinchi. A esos los tenian pudriendose en una base de la selva. Luego los trajeron aqui para ponerse al dia" (178). Pero en la pagina 133 se le hace figurar como el teniente EP Alfredo Caceres Salazar, o sea como un oficial del Ejercito Peruano (EP). Se repite seguidamente en la pag. 181: “daba orden a sus sinchis de hacerlo” para que despues en la pag. 326 vuelva a reafirmar “Alfredo Caceres Salazar, teniente del Ejercito del Peru”.
Notese que la confusion de instituciones es fruto del descuido en cuanto al hecho historico que se pretende usar de telon de fondo. Los sinchis -como ya explicamos- son miembros de un cuerpo de la antigua Guardia Civil especializado en lucha antisubversiva. Su base tradicional de entrenamiento esta enclavada en la selva central, en Mazamari, cerca de Satipo, departamento de Junin. Por lo tanto, el teniente Caceres no puede figurar primero como oficial del Ejercito (EP) y luego ser descrito como un SINCHI.
La equivocacion es mayuscula en boca del personaje que narra la trayectoria de Caceres, se?alando que a los sinchis los tenian pudriendose en la selva y los trajeron a Ayacucho "para ponerse al dia". La verdad fue a la inversa: los sinchis combatieron a la subversion en Ayacucho dos a?os antes de que entrase a tallar el Ejercito y la Marina. En sintesis, tenemos un teniente del Ejercito que luego se le identifica como miembro de la policia y viceversa; y un comandante del Ejercito que cuenta al reves la historia de la lucha antisubversiva.
En escatologia no le va mejor a Roncagliolo. Cuando escribe: "Sobre la pared colgaba una imagen de Cristo en claroscuro, elevando las manos hacia el Se?or" (p.55) nos somete a un riguroso desafio de interpretacion teologica. ?En que quedamos? ...?Cristo es el Se?or o el Se?or es una persona distinta a Cristo?... Tres personas distintas y un solo Dios verdadero, indica el catecismo. ?El titulo se?orial le corresponde a una sola persona de la santisima trinidad?
En cuanto a armas, le corresponde a un narrador de la violencia saber siquiera lo mas elemental. Para el autor los efectos del disparo de una pistola calibre 9 mm (arma corta) se parecen a los de una escopeta calibre 12 (arma larga). “Era la primera vez que disparaba en su vida. El disparo sono mucho mas fuerte de lo que habia calculado y lo empujo hacia atras, hasta hacerlo caer sobre el cuerpo. La bala reboto contra las paredes, atronando la casa con el eco agudo de sus golpes en la piedra”, (Pag. 262). Jamas he conocido alguna pistola de 9 mm., automatica o semiautomatica, que produzca esos efectos. En sintesis, el disparo de pistola nunca empuja hacia atras al tirador. Es un error imperdonable para quien pretende narrar la violencia. Igual es cuando afirma “como si la pistola fuese una metralleta de helicoptero” (p.321), pues las metralletas son armas unipersonales, no de artilleria aerea. Los helicopteros usan ametralladoras, no metralletas.
CONCLUSIONES.-
Santiago Roncagliolo ha hecho una novela que, en terminos formales, esta bien fabricada. Tiene paginas bien hechas, aunque el argumento a veces sea contradictorio. Lleva al lector a un desenlace sorprendente, pero retrasa demasiado la llegada al climax de la narracion. Para ser una gran novela, le faltan ingredientes que son exigibles en el tema de la violencia politica que vivio el Peru. Necesita verismo, investigacion del tema y de los detalles que enriquezcan el universo narrado. Los detalles son sumamente importantes para que los peruanos podamos identificarnos con eso que se nos cuenta y tomarlo seriamente.
La primera ley que reconocen para la novela los teoricos de narratologia, es la ley de verosimilitud. Esta apunta a la credibilidad de la ficcion narrativa. La novela entra?a la creacion de mundos imaginarios verosimiles. Es decir, creibles y aceptables a pesar de su condicion ficticia. La verosimilitud de los sucesos presentados en la novela nos pareceria asi tan convincente que terminariamos por olvidar que se trata de una fabulacion. La verosimilitud consiste en mantener el equilibrio entre ambos extremos, realidad y ficcion, maxime si se escribe de hechos historicos o de un contexto historico significativo.
En este campo es donde operan los detalles que pedimos. El arma empleada, las instituciones operantes, el perfil psicologico del personaje principal, etc. Todos y cada uno de ellos, cuando son mal tratados por error u omision, terminan entrampando a la novela o llevandola al sitio donde acumulamos los textos que merecen una sola lectura.
Desde el punto de vista politico, esta novela abona la corriente burguesa de literatura de post guerra. No contiene una critica de los sucesos que han marcado a fuego el subconsciente colectivo de millones de peruanos. Tampoco se puede leer entre lineas la posicion del autor. Por eso se enmarca en la secuencia narrativa de Vargas Llosa (“Historia de Mayta” y “Lituma en los Andes”) y de Alonso Cueto (“Palido Cielo” y “La hora azul”). Hasta alli los Jackie Chang de la narrativa de violencia politica le han abierto el camino al Karate Kid que Alfaguara puede promocionar. Pero recordemos que ese film, a pesar que ha vendido millones de boletos, no convence a ningun practicante serio de artes marciales.