Alberto Ruy Sánchez:
Arquitecto del deseo
University of Louisville
Desde
aquella tarde soleada de 1975, cuando Alberto Ruy Sánchez se acercó por barca
al puerto de Essaouira, esa ciudad marina en la costa Atlántica de Marruecos no
ha dejado de obsesionarlo y seducirlo, como una mujer inaccesible que invita al
viajero con su mirada a explorar sus calles laberínticas y penetrar los
jardines que quedan al otro lado de sus murallas blancas.1 A partir de ese
momento de epifanía, la ciudad mítica de Mogador (nombre antiguo del puerto de
Essaouira), comenzó a erigirse, primero en la imaginación del autor como el
objeto de un deseo insondable, y después como el espacio narrativo de lo que
llegaría a ser una tetralogía de novelas que aborda los cuatro elementos: el
aire, el agua, la tierra y el fuego. En
sus novelas, Ruy Sánchez explora las infinitas formas del deseo a través de una
"prosa de intensidades," una narrativa de ruptura que debe mucho a la
poesía, la música, las artes plásticas, la arquitectura y el diseño
gráfico. Mientras que en su primera
novela, Los nombres del aire (1987; México: Alfaguara, 1996), la
búsqueda de amar y ser amado se encarna en una figura femenina, en su segunda
novela, En los labios del agua ( México: Alfaguara, 1997), la indagación
por los motivos del deseo se realiza a través de las aventuras de un
protagonista masculino que lleva en su nombre, Juan Amado, la estampa de su
obsesión. En estos días el autor está
terminando la tercera novela de la serie, La piel de la tierra o Los
jardines secretos de Mogador, y dentro de poco podemos preguntarle cómo se
relaciona esta novela a las dos anteriores.
Esta
noche quisiera hablarles acerca de En los labios del agua, una novela de
composición tan sencilla, pero a la vez
tan compleja, como un mosaico de azulejos cuyas líneas convergen y se apartan
ante los ojos de quien busca el sitio de sus orígenes en su trama
invisible. Como el halaiquí, el cuentero ritual de la plaza de Mogador que transporta
a los que lo escuchan a otros mundos, Ruy Sánchez invita a sus lectores a
acompañarle a su protagonista en el viaje que emprende para seguir las huellas
del calígrafo árabe Aziz Al Gazali, fundador de Los Sonámbulos, una casta de
hombres y mujeres para quienes el deseo es la brújula que orienta su
destino. El lector que acepta la
invitación a penetrar en el laberinto de este libro construido a base de
manuscritos, tratados, cartas, cuadernos, poemas, caligrafías, sueños y
recuerdos, entre otros artificios, debe abandonar las expectativas
convencionales que se asocian con una estructura narrativa falocéntrica. En vez de seguir una línea rígida que desde
la exposición anhela cumplirse en un clímax para anudar luego todos los hilos
extraviados del texto en un desenlace nítido y limpio, la narrativa de este
autor incita al lector impaciente a detenerse en la lectura, a prolongar su
propio deseo y saciar momentáneamente su sed con las palabras que se derraman
en la página como el agua de una fuente.
Como
punto de partida para nuestro análisis de En los labios del agua,
podríamos considerar como matriz de la novela el azulejo, "una de las más
versátiles invenciones" de la arquitectura mexicana que proviene del mundo
árabe, donde es conocido como el zelije.2 Ruy-Sánchez
revela la importancia de esta forma de cerámica en una entrevista con Angel
Gurría Quintana: "he querido que la novela sea como un azulejo árabe--un zelije--, cada una de cuyas piezas
separadas funcione por sí misma. Al
mismo tiempo, todas unidas forman parte de un juego de geometrías más
complejo" (10). Para este autor, la
literatura se concibe como "un trabajo artesanal"3 cuya
construcción minuciosa se arma con equilibrio, armonía y vitalidad con la meta
final de "que el libro le hable al lector de sí mismo," (Pérez
Salinas 3), sobre todo, de sus propios deseos.
Esta misma filosofía estética rige la producción de cada número de Artes
de México, la revista que el autor dirige desde 1988. Como todos los tomos de la revista, el
número dedicado a los azulejos es "una invitación a la mirada y a la
reflexión," como explica Ruy Sánchez en el ensayo editorial:
Acerquémonos entre ellas
[nuestras cerámicas] a nuestros azulejos como una de las expresiones estéticas
que hablan con desenvoltura de lo que somos y hemos sido. Pero, sobre todo, disfrutemos sus formas con
la sensibilidad tanto como con la inteligencia. Porque en cada azulejo delgado hay una profundidad cultural,
histórica, muchas veces insospechada. A
los azulejos se aplica de alguna manera la afirmación de Paul Valéry: "no
hay nada más profunda que la piel".
(9)
Si pudiéramos aislar los
múltiples recursos narrativos que en su conjunto forman el fotocalco azul de la
novela, veríamos que las líneas del diseño maestro dibujan el retrato borroso
del protagonista y narrador Juan Amado González, trazando el perfil de lo que
es y de lo que ha sido. El lector va
armando poco a poco las piezas del mosaico que revelan fragmentos de la vida
del narrador, un escritor mexicano de origen sonorense-arábigo-andaluz que
descubre en el mundo árabe las semillas de su propia identidad y la de sus
antepasados.
El
título del primer capítulo, "Antes de que todo cambie, contar esta
historia," establece para el lector desde el principio que el acto de
contar una historia constituye el eje de la novela, y que cierto sentido de
urgencia va a informar esta narración introspectiva. Sin embargo, la imagen provocativa de la portada del libro, y la
prosa sensual de las páginas iniciales, le sugieren al lector que el placer va
a ocupar un lugar privilegiado en su lectura, y por lo tanto, debe gozar
primero y pensar después en las verdades sorprendentes que se esconden bajo la
piel de esa prosa nocturna. Las
primeras imágenes de la novela despiertan los sentidos del lector, comenzando
con el tacto: "La noche que guardas
en la mano, la noche que abres para acariciarme, me cubre como un manto
navegable," después la vista: "Voy hacia ti, lentamente. En la noche, el brillo de tus ojos me
conduce," y entonces el oído: "La
noche en el hueco de tus manos canta como el mar, con furia"
(15).
De
pronto, el tono de la narración cambia, y un narrador, todavía anónimo para el
lector, capta nuestra atención al confesar la razón por la cual escribe lo que
estamos leyendo. Llegamos a saber que
ha vivido nueve años con "una historia quemándo[se] la lengua," que
ésta no es la primera vez que él ha intentado contarla, y que si no se apura,
es posible que la historia se le escape como agua entre las manos. Entonces revela el nombre de su destinatario
y los motivos que le incitan a escribirle: “Ahora de nuevo, quiero contar esta
historia, pero esta vez para hablarte y tocarte con mis palabras, Maimuna, y
con las de Aziz que he hecho mías. Cada
parte de esta historia es como un azulejo distinto. Los combino para dibujarte la geometría de mis deseos, de mis
búsquedas, de mi lucha contra el vacío” (20).
En
su forma más sencilla, Ruy Sánchez define la novela como "una larga carta
de amor escrita por un hombre que perdió a una mujer y la busca por el
mundo" (Castro 3c). En su libro Fragmentos
de un discurso amoroso, Roland Barthes, maestro entrañable de Ruy Sánchez,
dice que a través de la carta de amor el enamorado trata de establecer
"una correspondencia" con la amada ausente: "Como deseo, la
carta de amor espera su respuesta; obliga implícitamente al otro a responder, a
falta de lo cual su imagen se altera, se vuelve otra" (52). De hecho, en su búsqueda por Maimuna, por
gozar otra vez del éxtasis amoroso que sintió cuando bailaron juntos y después
hicieron el amor por primera vez, la imagen de su amada "se altera, se
vuelve otra," o mejor dicho, otras, como nos explica el narrador: “Maimuna
me había dejado hundido en un delirio por ella. En todo y en todos quería encontrarla. Y fue así como entré en un torbellino de posesiones que a ratos
parecía completamente caótico y a ratos obedecer a una geometría perfecta”
(75).
La
"geometría perfecta" de la espiral de deseo en que entra Juan Amado
se basa en el número nueve. Maimuna le
había enseñado en la pista de baile del Salón Veracruz que hay "nueve
niveles de la escalera iluminada," nueve placeres que "conducen hacia
esa sensación de tocar la luz, de convertirse en una flama que baila
libremente" (64). Aprendió con
Maimuna que hacer el amor es como bailar con la luz, ascender por la espiral de
deseo en círculos concéntricos que no tienen principio ni fin, como estar
dentro de un mágico "Aleph" eterno e infinito.
La
estructura de la primera parte de la novela, llamada "El agua de los
Sonámbulos," gira en torno al número nueve también, ya que consiste de
nueve capítulos narrados por Juan Amado que se alternan con nueve sueños que
pertenecen a un manuscrito del calígrafo Aziz Al Gazali titulado Una espiral
de sueños. La insistencia en el
número nueve no es una coincidencia, sino una decisión deliberada del autor de
construir la novela a base del cuadrado védico, una retícula utilizada por los
azulejeros árabes para crear el diseño de sus formas geométricas.4 Los nueve
capítulos que constituyen la carta de amor que Juan Amado le escribe a Maimuna,
se relacionan con los nueve sueños eróticos que Aziz le escribió en forma de
"cartas breves" a Hawa, su amada perdida. Es a través de Leila, una cantante brasileña que es la octava
mujer en la serie de sus encuentros amorosos, que el narrador descubre que su
propio destino está relacionado con el del calígrafo árabe. Leila le regala a Juan Amado el manuscrito
de Una espiral de sueños, y le revela que ella y él pertenecen a la
casta de los Sonámbulos, unos seres que cumplen los deseos ajenos e
irrealizados de otras personas que nunca conocieron.
Al
leer el manuscrito, Juan Amado se da cuenta que los nueve sueños eróticos
reflejan de alguna manera u otra el torbellino de posesiones que le condujeron
hasta Leila, y sospecha que una mujer más le espera para completar la cifra
mágica de nueve planteada por Aziz. Se
pregunta si todas las coincidencias compartidas se deben al azar, o si es
posible que él sea "una pieza muy pequeña en un juego muy grande"
(84) concebido hace muchos años por el calígrafo.
Entonces Juan Amado emprende un
viaje iniciático para buscar todo lo que puede encontrar sobre la vida de Aziz
y su obra como manera de desentrañar la clave de su propio destino. Sus investigaciones le llevan a remotas
bibliotecas y librerías en muchas partes del mundo, y finalmente a Mogador, la
ciudad de Aziz.
La
novela que el lector tiene entre sus manos es la recopilación de la pesquisa
literaria que Juan Amado le reconstruye para Maimuna. Le informa a ella que hace muchos años en Mogador, Aziz escribió
varios manuscritos que giran en torno al deseo, incluso Una espiral de
sueños, La inaccesible, Los nombres del aire y El tratado
de lo invisible en el amor. Este
último manuscrito tiene dos subtítulos; en una primera versión aparece Notas
sobre la casta de los Sonámbulos, y en una versión posterior Los labios
del agua, que lleva una corrección para decir después En los labios del
agua, subtítulo que es tachado y reemplazado finalmente por La danza del
fuego. El recurso narrativo de la
intertextualidad funciona como vasos comunicantes o cajas chinas que entrelazan
los manuscritos ficticios de Aziz con varios libros ya publicados por Ruy
Sánchez, y dos más que el autor va a publicar para completar su tetralogía de
novelas.5
En
conclusión, al volver a trazar para Maimuna los pasos que recorrió en busca de
las huellas de Aziz, Juan Amado dibuja su propio mandala, mezclando con sus
palabras y las de Aziz la arena de dos desiertos lejanos. A cada extremo de este mandala laberíntico
se encuentran los cuatro puntos cardinales de la materia: agua, aire, tierra y fuego,
unidos en el centro por el deseo, esa fuerza vital que lleva al ser humano a
reconocerse en la imagen del otro. Al
escribir la historia de su búsqueda del paraíso perdido, Juan Amado se da
cuenta de que las palabras conjuradas por el deseo pueden cruzar mares y
desiertos, anulando la distancia, el tiempo y el olvido en su afán por llegar
al ser amado.
Notas:
1. Ruy
Sánchez narra la historia de su llegada a Essaouira en De cuerpo entero
(44-45).
2.
Véase el número 24 de la revista Artes de México (1994), una edición
dedicada a las diversas manifestaciones creativas de los azulejos en la
arquitectura mexicana. En su ensayo
editorial, "El azulejo, una piel profunda," Alberto Ruy Sánchez dice
que "el azulejo es en México una muestra de los orígenes árabes de nuestra
cultura." (9).
3.En
una entrevista con José de Jesús Fajardo, Ruy Sánchez explica que considera su
labor editorial en la revista Artes de México y la creación de obras
literarias como "un trabajo artesanal" (9).
4. En
una entrevista con Silvina Espinosa de los Monteros, Ruy Sánchez se refiere a
la importancia del cuadrado védico en la novela de la siguiente manera:
La clave del diseño tiene movimiento. Para hacer eso los artesanos necesitan una
trama invisible, un dibujito que nosotros no vemos pero que está implícito como
la retícula de las páginas impresas de los periódicos. Esa retícula tiene una base: el cuadrado
védico, una fórmula a través de la cual pueden coincidir en el mismo plano
diferentes formas geométricas. Yo traté
de encontrar esa retícula alrededor del número nueve. (57)
5. En
su entrevista con Ruy Sánchez en octubre de 1996, Patricia Velázquez Yebra nos
explica que "La danza del fuego y Los sueños de la tierra,
que plantea[n] la búsqueda del paraíso, son los otros dos volúmenes que
integrarán esta tetralogía, aunque Ruy Sánchez no especificó para cuando
estarian listos, ya que se tarda mucho entre la realización de un libro y
otro" (4). El autor está por
terminar Los sueños de la tierra cuyo nuevo título será La piel de la
tierra o Los jardines secretos de Mogador.
Obras Citadas
Barthes, Roland. Fragmentos de un discurso amoroso. Trans. Eduardo Molina. México: Siglo Veintiuno, 1996. Trans. of Fragments
d'un discours amoureux, 1977.
Castro, José Alberto. "Entrevista con escritores: Propongo un
boicot al orgasmo como fin último de la vida sexual: Ruy Sánchez." Noticias [Oaxaca] 23 oct. 1996: 3c.
Espinosa de los Monteros,
Silvina. "Alberto Ruy Sánchez: Las
caligrafías del deseo." La
Cultura en México 7 de nov. 1996,
suplemento de ¡Siempre!: 56-57.
Fajardo, José de Jesús. "Alberto Ruy Sánchez o la defensa de la
sensualidad." Siglo Veintiuno
[Guadalajara, México] 6 dic. 1996, suplemento de La fiesta de los libros:
8-9.
Gurría Quintana, Angel. "Geometrías del deseo: Entrevista con
Alberto Ruy Sánchez." La
Jornada Semanal [México, D.F.] 3 nov. 1996: 10-11.
Pérez Salinas, Claudia. "La literatura y el deseo: Una
entrevista con Alberto Ruy Sánchez."
Reforma: El Angel [México, D.F.] 1 de feb. 1998, num. 212: 3+.
Ruy Sánchez, Alberto. De
cuerpo entero. México: UNAM, 1992.
---."El azulejo, una piel
profunda." Artes de México
24 (1994): 9.
---. En los labios del agua.
México: Alfaguara, 1996.
Velázquez Yebra, Patricia. "Alberto Ruy Sánchez explora el deseo
en su nueva novela." El
Universal [México: D.F.] 10 de oct. 1996, sec. cultural: 1+.
Rhonda Dahl Buchanan se doctoró en la Universidad de Colorado en 1982, y desde 1984 ha sido profesora en la Universidad de Louisville donde enseña literatura hispanoamericana. En 1989 ganó el President's Young Investigator Award, y en el 2000 el importante Distinguished Teaching Professor Award de la Universidad de Louisville. Prepara un libro sobre la literatura argentina y el exilio incluyendo ensayos sobre Mempo Giardinelli, Ana María Shua, Héctor Tizón, Tununa Mercado y Alicia Kozameh. Es editora de un libro de ensayos sobre la obra de Shua que la OEA publicará pronto. Sus ensayos críticos, traducciones y entrevistas con autores hispanoamericanos han sido publicados en revistas y antologías estadounidenses, argentinas, mexicanas, colombianas, cubanas y españolas. Países donde con frecuencia es invitada a dar conferencias.