por PATRICIO DE ICAZA
Ghandi Libros, primavera 2006.
1. Aunque aparentemente diversa, tu obra en mi opinión es
una sola: Mogador como metáfora y encarnación plena del deseo. ¿Qué construye a
qué? ¿Mogador a Ruy Sánchez o viceversa?
ARS: La mejor respuesta a tu pregunta es este libro Nueve
veces el asombro. AhÃ
verás que Mogador es muchas cosas a la vez: es una mujer deseable descrita como
ciudad. Es una ciudad imaginaria inspirada en un puerto amurallado que existe
en el norte de África. Es un lugar
de mestizaje fecundo donde el deseo vive una situación privilegiada. Es un eco
fiel y alborotado de las pasiones que viven los personajes de mis novelas. Es el nombre de una dimensión de la vida que está a la vez muy adentro y
muy afuera de nosotros: el hilo vivo del deseo que nos obliga a explorar
nuestra interioridad profunda cuando más deseamos a alguien o a algo que está
un poco más allá de nuestro alcance.
Por todo esto, Mogador es esa realidad que me ha permitido a lo largo de
los años ir ejerciendo una actividad literaria maniática, obsesiva, artesanal,
perversa.
Tienes razón al preguntar
si yo hice a Mogador o Mogador me ha hecho a mÃ. Y las dos cosas son ciertas.
Pero habrÃa que añadir que Mogador, en todos estos años y todos estos libros,
me ha permitido entrar en contacto directo con muchos lectores insospechados
que me han comunicado de diferentes maneras su universo de deseos. Mogador se
ha convertido en un puente profundo con la gente deseante y un método de
exploración poética del deseo. Es una exploración obsesiva y eso le da unidad,
pero cada libro es completamente distinto al otro. Esta diversidad formal y
unidad estética son parte integral del proyecto.
2. ¿En el imaginario Mogadoriano
puede encontrar un lugar el hombre sin deseo? ¿Qué papel pueden representar los
ascetas y los mÃsticos?
ARS: He querido creer que no hay hombres
sin deseo de algún tipo. Pero hace poco conocà a uno que perdió el deseo por
una enfermedad neurológica. Y era una persona adorable y adorada por su
familia. Estaba en un mundo de deseo a pesar de haber disminuido el suyo. Nadie
es ajeno radicalmente al deseo en
el sentido más amplio del término, que es el que permea mis libros. No sólo el
deseo sexual que puede y debe ser intermitente. Los Sonámbulos de mis novelas
son quienes se reconocen en la más alta intensidad de su deseo erótico.
Y creo que los mÃsticos y los ascetas son
deseantes radicales. El mÃstico dea a Dios como un amante, el asceta se impone
un rÃgido ritual para alcanzar su deseo. El sentido de sus vidas es un deseo de
tocar lo sagrado: un deseo trascendental. Tu pregunta va directo a señalar un
situación clave para mÃ: con el tiempo me he dado cuenta de que vivo la literatura
de una manera que para algunos es extraña: como una especie de vocación mÃstica
–una mÃstica herética en la cual la mujer amada es una especie de diosa.
Escribir es un ritual sensorial cotidiano para alcanzar esa dimensión
excepcional que para mà es la revelación poética y erótica. Experiencia,
revelación y conocimiento: narración, poesÃa y prosa al mismo tiempo.
3. Creo que tus libros son cada vez
más breves por transparentes, al lograr una mejor fusión entre la letra y la
carne. Asà como hay una constante perfección en tu escritura, ¿qué
transformaciones han tenido lugar en tu cuerpo para ser más sensible a esa
tensión vital que recorre toda tu obra?
ARS: Mi escritura es mi cuerpo. Suena
raro pero es cierto de múltiples maneras. Para comenzar nuestros cuerpos están
hechos de un breve porcentaje de materia y uno mucho más grande de imaginación.
Las palabras son objetos sensoriales que establecen el vÃnculo entre esas dos
realidades corporales. Por otra parte, las palabras son parte de mà cuando
voy pronunciándolas, ejerciéndo su
sentido y su sonido. Las palabras moldean mi cuerpo y su relación con el mundo,
lo conforman. Por eso toda la introducción de Nueve veces el asombro en la cual los amantes se dan cuenta de
que las palabras se integran a sus labios adoloridos de tanto morderse uno al
otro, como alimentos que nutren su cuerpo y especias que lo aderezan para
entregarlo amorosamente al otro.
4. Me sorprende muchÃsimo que consideren tus libros
novelas, cuando en realidad son tan rÃtmicos y sensuales; insinuaciones, entre
puertas que nos permiten asomarnos a mundos infinitamente diversos. ¿A qué le
atribuyes todo esto?
ARS: La industria editorial
necesita clasificaciones de las obras escritas que lógicamente no se ajustan a
todas las obras. Lo malo es cuando la escritura de esas obras diferentes es
condenada por ello, en vez de cuestionar las clasificaciones. Como si ajustarse
o no a lo esperado por crÃticos esquemáticos o editores industriales fuera un
criterio de calidad literaria.
Mi posición como escritor
es escribir lo que necesito en la forma que necesito, procurando una excelencia
en la realización estética pero sin preocuparme un ápice por cómo será esa obra
clasificada después al publicarse. Nueve veces el asombro es una muestra evidente de esa libertad
genérica que trato de ejercer.
5 .Cada nuevo libro de Alberto Ruy
Sánchez funciona como diapasón del tiempo propio e interno de tu cuerpo, pero
tal vez también como cartografÃa del infinito “erosâ€? que es la vida. ¿Alguna
vez has pensado en ser un mero instrumento por el cual habla la pasión?
ARS: En todo caso mi pasión, no la pasión. Y la mÃa aprende y se prende
(se incendia y se sostiene) de las pasiones que encuentro. Una parte
fundamental de mi pasión es ampliamente hedonista e incluye el placer de ir
comprendiendo algunas veces de qué manera existe y funciona la pasión de otras
personas. Y muy especialmente de ese gran misterio que para los hombres es el
deseo de las mujeres. Como escritor logro, algunas veces, ser el instrumento
que encuentra las palabras para que otros designen sus deseos: instrumento del
encuentro y la feliz promiscuidad de los amantes, cuando hay suerte.
6. Tu labor como editor es muy semejante
a la del calÃgrafo de Los
Jardines Secretos de Mogador, pareciera una constante invitación a la
sensualidad.
ARS: Como editor, en el proyecto Artes
de México es claro que
establecà muchas lÃneas de continuidad con mi labor de escritor. Hay un gran
cuidado por la forma, y de manera extendida hay esa búsqueda del placer de
comprender múltiples dimensiones de México y sus relaciones con el mundo. Pero
esa búsqueda serÃa distinta sin el punto de vista de Margarita De orellana, que
es historiadora y estudiosa de nuestras culturas. Lo mismo que el trabajo
indispensable de Alfonso Alfaro. Entre los tres orientamos lo que ahora es Artes
de México. Y la
realización se hace con un equipo de trabajo amplio y muy capaz. Y un grupo de
veinte socios abiertos y visionarios. Entre todos hacemos de la edición de Artes
de México un acto público
de placer compartido.
7. Muchas veces has señalado nuestra proximidad a nuestro
pasado hispanoarábigo, ello sin duda forjó una manera muy peculiar de enfrentarnos al mundo. Por eso nada más
lejano a la sensibilidad mogadoriana que la fórmula del best seller anglosajón,
¿cómo conciliar o sobrevivir a eso? Se trata finalmente de un embate contra la
poesÃa. Hay un obsesión desmesurada entre los editores por la concreción y la
simplicidad, nada más ajeno al tiempo mogadoriano.
ARS: El mundo anglosajón vive una
tiranÃa de los géneros más aguda que el mundo francés, por ejemplo. Es lógico,
ya que la cultura moderna angloprotestante funciona casi exclusivamente a base
de modelos: macdonalds, mycrosoft, hyatt. Facilitan la producción y el consumo.
Y se aplican también impetuosamente en la industria editorial. Lo malo es que
la tecnologÃa anglo para producir y vender libros, con su rÃgida clasificación
mental y estética, impregna otras culturas como la nuestra. Por ejemplo, cada
vez es más frecuente que los editores y libreros usen esa absurda clasificación
tÃpicamente angloprotestante entre lo que llaman “ficción y no-ficciónâ€?. Y
piensen que esa aberración clasificatoria es normal y hasta natural. Olvidan la
riqueza y variedad de la literatura hisopanoamericana porque es más difÃcil de
clasificar tanto libro “raro�. Como si una selva literaria fuera pavimentada
para venderse mejor. Por suerte todavÃa hay un público hispanoamericano para
nuestras rarezas.
Y
lo único que nos queda hacer es perseverar tercamente en lo que hacemos y cómo
lo hacemos. Y, si tenemos suerte, estabelciendo vÃnculos con ese público que
detecta lo vivo y sincero del artista y lo quiere leer y compartir con otros
lectores. Es muy interesante que, en literatura, la promoción de boca a boca es
más efectiva que la publicidad masiva. la verdadera literatura nos habla al
oÃdo. Sigamos susurrando nuestra poesÃa como una forma de tocarnos a fondo. El
sistema anglosajón está hecho de movimientos de aplanadora y, cÃclicamente, de
crisis. En sus crisis surgen nuevas editoriales pequeñas y osadas y es una de
las oportunidades para establecer vÃnculos vivos y diferentes con los lectores.
8. Cuáles son los autores esenciales en las bibliotecas
mogadorianas, los que encienden el sexo y no las demás pasiones.
ARS: Seguramente la biblioteca mogadoriana está llena de
sorpresas que aún no conozco. Pero si te hablo de algunos autores que me
atreverÃa a llamar mogadorianos no pertenecerÃan necesariamente a eso que
llaman literatura erótica sino a vertientes que palpitan al filo de la
literatura y el pensamiento en general. Autores que encienden, más que el sexo,
una llama de afirmación vital que es a la vez revelación poética y
conocimiento. Autores cuya escritura es un ritual: Samuel Beckett a la cabeza,
que es mi guÃa de intensidades y mi mayor influencia. Pier Paolo Pasolini,
Rainer Maria Rilke, Enrique Molina, Gerard de Nerval, Alan Ligthman, Italo
Calvino, Elias Canetti, Jeanette Winterson, Alberto Savinio, Louis Ferdinand
Celine, W.G. Sebald, Panait Istrati, Malcom Lowry, D.H. Lawrence, Vladimir
Yankelevich, Fernando Pessoa, Gustav Herling, Goran Petrovic, Ibn Hazm, Eugenio
de Andrade, Gilles Clement, Juan Goytisolo, por mencionar sólo unos cuantos.
9. No es
casual que el Mogador el órgano sexual más obsceno, poderoso y radical sea la
boca. Por eso mismo, ¿acaso podemos decir que decir es desear?
La boca que dice
es sexo que canta.
Decir es desear
y tocar con manos invisibles.
Decir es
saborear al mundo
y ser devorado por él.
Decir es entrar
en la selva
con
los ojos cerrados.
Decir es soñar y
actuar el sueño.
Decir consume
nuestro aliento
pero
nos da existencia.
Decir conjura
las ausencias.
Decir es parvada
de nubes
y
polvo en estampida.
Decir hace
llover, apaga estrellas,
retira
mares, rompe piedras.
Decir es música
muy lenta.
Decir nos
conduce al fondo del silencio:
un abismo habitado de deseos.
Decir es y no
es.
10. Finalmente, ¿cuál es la mejor manera para llegar a
Mogador?
Sin duda por agua, viendo surgir del horizonte sus murallas.
También es aconsejable llegar en caravana, cruzando a paso de dromedario el mar de arena que es el Sahara. Unos
cuantos llegan en avión. Pero al aterrizar asustan a las cabras que comÃan
tranquilas sobre las copas de los árboles. Sobre los arganos que rodean a la
ciudad justo antes de las dunas.
Llegar
a Mogador exige un viaje por lo menos doble: hacia el norte de Africa y hacia
el cálido sur de nuestros cuerpos porque Mogador es una dimensión de nuestra
existencia: interioridad a flor de piel. Hay quienes se duermen tranquilos y
despiertan en Mogador, generalmente muy bien acompañados. Y hay incluso quienes
han llegado a Mogador leyendo algún libro. Es curioso que preguntes esto. ¿SabÃas
que uno de los posibles nombres que
tuvo en una versión anterior Nueve veces el asombro fue Instrucciones para llegar
a Mogador?