La espiral narrativa de Mogador

Nueve veces el asombro

 

Entrevista con ALBERTO RUY-SANCHEZ

por PATRICIO DE ICAZA

Ghandi Libros, primavera 2006.

 

1. Aunque aparentemente diversa, tu obra en mi opinión es una sola: Mogador como metáfora y encarnación plena del deseo. ¿Qué construye a qué? ¿Mogador a Ruy Sánchez o viceversa?

 

 ARS: La mejor respuesta a tu pregunta es este libro Nueve veces el asombro. Ahí verás que Mogador es muchas cosas a la vez: es una mujer deseable descrita como ciudad. Es una ciudad imaginaria inspirada en un puerto amurallado que existe en el norte de África. Es  un lugar de mestizaje fecundo donde el deseo vive una situación privilegiada. Es un eco fiel y alborotado de las pasiones que viven los personajes de mis novelas.  Es el nombre de una dimensión de  la vida que está a la vez muy adentro y muy afuera de nosotros: el hilo vivo del deseo que nos obliga a explorar nuestra interioridad profunda cuando más deseamos a alguien o a algo que está un poco más allá de nuestro alcance.  Por todo esto, Mogador es esa realidad que me ha permitido a lo largo de los años ir ejerciendo una actividad literaria maniática, obsesiva, artesanal, perversa.

Tienes razón al preguntar si yo hice a Mogador o Mogador me ha hecho a mí. Y las dos cosas son ciertas. Pero habría que añadir que Mogador, en todos estos años y todos estos libros, me ha permitido entrar en contacto directo con muchos lectores insospechados que me han comunicado de diferentes maneras su universo de deseos. Mogador se ha convertido en un puente profundo con la gente deseante y un método de exploración poética del deseo. Es una exploración obsesiva y eso le da unidad, pero cada libro es completamente distinto al otro. Esta diversidad formal y unidad estética son parte integral del proyecto.

 

2. ¿En el imaginario Mogadoriano puede encontrar un lugar el hombre sin deseo? ¿Qué papel pueden representar los ascetas y los místicos?

 

ARS: He querido creer que no hay hombres sin deseo de algún tipo. Pero hace poco conocí a uno que perdió el deseo por una enfermedad neurológica. Y era una persona adorable y adorada por su familia. Estaba en un mundo de deseo a pesar de haber disminuido el suyo. Nadie es ajeno radicalmente al deseo  en el sentido más amplio del término, que es el que permea mis libros. No sólo el deseo sexual que puede y debe ser intermitente. Los Sonámbulos de mis novelas son quienes se reconocen en la más alta intensidad de su deseo erótico.

    Y creo que los místicos y los ascetas son deseantes radicales. El místico dea a Dios como un amante, el asceta se impone un rígido ritual para alcanzar su deseo. El sentido de sus vidas es un deseo de tocar lo sagrado: un deseo trascendental. Tu pregunta va directo a señalar un situación clave para mí: con el tiempo me he dado cuenta de que vivo la literatura de una manera que para algunos es extraña: como una especie de vocación mística –una mística herética en la cual la mujer amada es una especie de diosa. Escribir es un ritual sensorial cotidiano para alcanzar esa dimensión excepcional que para mí es la revelación poética y erótica. Experiencia, revelación y conocimiento: narración, poesía y prosa al mismo tiempo.

 

3. Creo que tus libros son cada vez más breves por transparentes, al lograr una mejor fusión entre la letra y la carne. Así como hay una constante perfección en tu escritura, ¿qué transformaciones han tenido lugar en tu cuerpo para ser más sensible a esa tensión vital que recorre toda tu obra?

 

ARS: Mi escritura es mi cuerpo. Suena raro pero es cierto de múltiples maneras. Para comenzar nuestros cuerpos están hechos de un breve porcentaje de materia y uno mucho más grande de imaginación. Las palabras son objetos sensoriales que establecen el vínculo entre esas dos realidades corporales. Por otra parte, las palabras son parte de mí cuando voy  pronunciándolas, ejerciéndo su sentido y su sonido. Las palabras moldean mi cuerpo y su relación con el mundo, lo conforman. Por eso toda la introducción de Nueve veces el asombro en la cual los amantes se dan cuenta de que las palabras se integran a sus labios adoloridos de tanto morderse uno al otro, como alimentos que nutren su cuerpo y especias que lo aderezan para entregarlo amorosamente al otro.

 

4. Me sorprende muchísimo que consideren tus libros novelas, cuando en realidad son tan rítmicos y sensuales; insinuaciones, entre puertas que nos permiten asomarnos a mundos infinitamente diversos. ¿A qué le atribuyes todo esto?

 

ARS: La industria editorial necesita clasificaciones de las obras escritas que lógicamente no se ajustan a todas las obras. Lo malo es cuando la escritura de esas obras diferentes es condenada por ello, en vez de cuestionar las clasificaciones. Como si ajustarse o no a lo esperado por críticos esquemáticos o editores industriales fuera un criterio de calidad literaria.

Mi posición como escritor es escribir lo que necesito en la forma que necesito, procurando una excelencia en la realización estética pero sin preocuparme un ápice por cómo será esa obra clasificada después al publicarse. Nueve veces el asombro es una muestra evidente de esa libertad genérica que trato de ejercer.   

5 .Cada nuevo libro de Alberto Ruy Sánchez funciona como diapasón del tiempo propio e interno de tu cuerpo, pero tal vez también como cartografía del infinito “eros� que es la vida. ¿Alguna vez has pensado en ser un mero instrumento por el cual habla la pasión?

 

ARS: En todo caso mi pasión, no la pasión. Y la mía aprende y se prende (se incendia y se sostiene) de las pasiones que encuentro. Una parte fundamental de mi pasión es ampliamente hedonista e incluye el placer de ir comprendiendo algunas veces de qué manera existe y funciona la pasión de otras personas. Y muy especialmente de ese gran misterio que para los hombres es el deseo de las mujeres. Como escritor logro, algunas veces, ser el instrumento que encuentra las palabras para que otros designen sus deseos: instrumento del encuentro y la feliz promiscuidad de los amantes, cuando hay suerte.

 

6. Tu labor como editor es muy semejante a la del calígrafo de Los Jardines Secretos de Mogador, pareciera una constante invitación a la sensualidad.

 

ARS: Como editor, en el proyecto Artes de México es claro que establecí muchas líneas de continuidad con mi labor de escritor. Hay un gran cuidado por la forma, y de manera extendida hay esa búsqueda del placer de comprender múltiples dimensiones de México y sus relaciones con el mundo. Pero esa búsqueda sería distinta sin el punto de vista de Margarita De orellana, que es historiadora y estudiosa de nuestras culturas. Lo mismo que el trabajo indispensable de Alfonso Alfaro. Entre los tres orientamos lo que ahora es Artes de México. Y la realización se hace con un equipo de trabajo amplio y muy capaz. Y un grupo de veinte socios abiertos y visionarios. Entre todos hacemos de la edición de Artes de México un acto público de placer compartido.

 

7. Muchas veces has señalado nuestra proximidad a nuestro pasado hispanoarábigo, ello sin duda forjó una manera  muy peculiar de enfrentarnos al mundo. Por eso nada más lejano a la sensibilidad mogadoriana que la fórmula del best seller anglosajón, ¿cómo conciliar o sobrevivir a eso? Se trata finalmente de un embate contra la poesía. Hay un obsesión desmesurada entre los editores por la concreción y la simplicidad, nada más ajeno al tiempo mogadoriano.

 

ARS: El mundo anglosajón vive una tiranía de los géneros más aguda que el mundo francés, por ejemplo. Es lógico, ya que la cultura moderna angloprotestante funciona casi exclusivamente a base de modelos: macdonalds, mycrosoft, hyatt. Facilitan la producción y el consumo. Y se aplican también impetuosamente en la industria editorial. Lo malo es que la tecnología anglo para producir y vender libros, con su rígida clasificación mental y estética, impregna otras culturas como la nuestra. Por ejemplo, cada vez es más frecuente que los editores y libreros usen esa absurda clasificación típicamente angloprotestante entre lo que llaman “ficción y no-ficciónâ€?. Y piensen que esa aberración clasificatoria es normal y hasta natural. Olvidan la riqueza y variedad de la literatura hisopanoamericana porque es más difícil de clasificar tanto libro “raroâ€?. Como si una selva literaria fuera pavimentada para venderse mejor. Por suerte todavía hay un público hispanoamericano para nuestras rarezas. 

         Y lo único que nos queda hacer es perseverar tercamente en lo que hacemos y cómo lo hacemos. Y, si tenemos suerte, estabelciendo vínculos con ese público que detecta lo vivo y sincero del artista y lo quiere leer y compartir con otros lectores. Es muy interesante que, en literatura, la promoción de boca a boca es más efectiva que la publicidad masiva. la verdadera literatura nos habla al oído. Sigamos susurrando nuestra poesía como una forma de tocarnos a fondo. El sistema anglosajón está hecho de movimientos de aplanadora y, cíclicamente, de crisis. En sus crisis surgen nuevas editoriales pequeñas y osadas y es una de las oportunidades para establecer vínculos vivos y diferentes con los lectores.

 

8. Cuáles son los autores esenciales en las bibliotecas mogadorianas, los que encienden el sexo y no las demás pasiones.

 

ARS: Seguramente la biblioteca mogadoriana está llena de sorpresas que aún no conozco. Pero si te hablo de algunos autores que me atrevería a llamar mogadorianos no pertenecerían necesariamente a eso que llaman literatura erótica sino a vertientes que palpitan al filo de la literatura y el pensamiento en general. Autores que encienden, más que el sexo, una llama de afirmación vital que es a la vez revelación poética y conocimiento. Autores cuya escritura es un ritual: Samuel Beckett a la cabeza, que es mi guía de intensidades y mi mayor influencia. Pier Paolo Pasolini, Rainer Maria Rilke, Enrique Molina, Gerard de Nerval, Alan Ligthman, Italo Calvino, Elias Canetti, Jeanette Winterson, Alberto Savinio, Louis Ferdinand Celine, W.G. Sebald, Panait Istrati, Malcom Lowry, D.H. Lawrence, Vladimir Yankelevich, Fernando Pessoa, Gustav Herling, Goran Petrovic, Ibn Hazm, Eugenio de Andrade, Gilles Clement, Juan Goytisolo, por mencionar sólo unos cuantos.

 

9.  No es casual que el Mogador el órgano sexual más obsceno, poderoso y radical sea la boca. Por eso mismo, ¿acaso podemos decir que decir es desear?

 

La boca que dice es sexo que canta.

Decir es desear

 y tocar con manos invisibles.

Decir es saborear al mundo

                    y ser devorado por él.

Decir es entrar en la selva 

con los ojos cerrados.

Decir es soñar y actuar el sueño.

Decir consume nuestro aliento

pero nos da existencia.

Decir conjura las ausencias.

Decir es parvada de nubes

         y polvo en estampida.

Decir hace llover, apaga estrellas,

         retira mares, rompe piedras.

Decir es música muy lenta.

Decir nos conduce al fondo del silencio: 

         un abismo habitado de deseos.

Decir es y no es.

        

10. Finalmente, ¿cuál es la mejor manera para llegar a Mogador?

 

Sin duda por agua, viendo surgir del horizonte sus murallas. También es aconsejable llegar en caravana, cruzando  a paso de dromedario el mar de arena que es el Sahara. Unos cuantos llegan en avión. Pero al aterrizar asustan a las cabras que comían tranquilas sobre las copas de los árboles. Sobre los arganos que rodean a la ciudad justo antes de las dunas. 

         Llegar a Mogador exige un viaje por lo menos doble: hacia el norte de Africa y hacia el cálido sur de nuestros cuerpos porque Mogador es una dimensión de nuestra existencia: interioridad a flor de piel. Hay quienes se duermen tranquilos y despiertan en Mogador, generalmente muy bien acompañados. Y hay incluso quienes han llegado a Mogador leyendo algún libro. Es curioso que preguntes esto. ¿Sabías que uno de los posibles nombres que  tuvo en una versión anterior Nueve veces el asombro fue Instrucciones para llegar a Mogador?