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Para terminar, no puedo dejar de
escribir una líneas que intenten explicar, por lo menos en parte, lo que
significa para mí el montañismo.
Y
digo intentar, porque tengo la certeza que ellas no podrán hacerlo a cabalidad.
Esto, debido a que el deseo de subir montañas es un impulso del espíritu y se
necesitan condiciones literarias fuera de mi alcance para llevar a las palabras
un sentimiento tan íntimo, tan personal."
¿Cómo describir aquí la relación
que se da con la naturaleza? Muchas
veces me han comentado, aquellos que no escalan, lo maravilloso que deben ser
los paisajes de alta montaña. Sin duda lo son, pero la verdadera e inmensa
belleza se da en la comprensión profunda que se logra del paisaje, del ambiente
de montaña y, por ende, de la relación que uno establece con él. El regocijo
del espíritu que se obtiene de la contemplación es menor comparado con la
plenitud de todo el ser al vivir una intensa relación basada en el conocimiento
profundo logrado tras largos años de compartir roca y hielo, calmas y
tormentas, cumbres y valles.
¿Cómo explicar la relación que se
da con los compañeros? Con ellos que, aquí en la ciudad, se discute
vehementemente sobre temas que parecen trascendentales. Pero que en la montaña,
unidos por una cuerda, se confía no sólo en el éxito de la ascensión, sino que
nuestras propias vidas a las habilidades del otro. Cambia, entonces, toda la
escala de valores y la gran mayoría de aquello por lo que luchábamos "allá
abajo" tan encarecidamente, parece banal y efímero. Se valora inmensamente
lo simple y sincero; un buen apretón de manos y un amanecer; la solidaridad y
la bondad. ¿Cómo describir la íntima satisfacción sentida al lograr vencer la
propia debilidad física? En el montañismo no competimos contra nadie, sólo
contra nosotros mismos. Todo el cuerpo dice que ya no da más, que no puede
seguir, que no tiene sentido seguir, pero no se da por vencido y da otro paso,
se respira profundamente una y diez veces y se da otro.
Al final, dar esa lucha, aunque
no se venza, aunque no se llegue a la cumbre, trae una recompensa espiritual
tan valiosa como la que más en
términos materiales."
Rodrigo Jordán.