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Mientras dormías.



Hace poco pareció en la tevé una película, que le han traducido el nombre como
“Mientras dormías”. Tremendo fiasco ha resultado ser, que el file fue, todo él,
una estupidez.

Lo primero que imaginé para el nombre, fue la historia de este personaje singular,
que pasó su vida en una evasión de ensueño, viviendo lo mínimo, a penas respirando,
jugando a existir lo mínimo necesario, negando su existencia en la existencia
ajena. Un mes, dos, tres años, cinco… La vida entera sin vivirla.

Pensé primero en hacerlo recapacitar, hacerlo coger impulso y justo antes de
despegar los pies, quitarle el suelo, asesinarlo mediante alguna enfermedad, que
en sus años de letargo, estuvo aguardando dentro… Mientras dormía.

Reforcé luego la idea justificando su recapacitación. El pasado tendría que cobrar
vida, regresar de ultratumba para decirle <<No he muerto, he sobrevivido a pesar
de tu olvido. Seguí andando mientras tu dormías y ¡mírame!, no soy más pasado,
sino presente y futuro>>.

Quien recapacitó fui yo. La idea me pareció muy simple y por demás trillada.

No se daría cuenta de nada, un poco por costumbre, un poco por decisión. Pero ahora
habría que justificar el título, que es, de entrada, lo mejor de la obra.

Dejé esa línea pendiente y contemplé otra posibilidad. Un día, un solo día. Un
cambio de rutina. Sí, un apagón a media noche; perfecto espacio para hacer crítica
al gobierno. El despertador eléctrico dormido y mi personaje también. Aquí se
vuelve todo una locura, y es que me vienen a la mente más ocurrencias para un día
que para la vida entera del personaje anterior.

El verso me ha reclamado, y tiene razón. Un poema quedaría perfecto.
Mientras dormías
y mi sueño resbalaba de la cama
mientras dormías y
mis manos temblorosas te buscaban
como náufragos
hacia tus costas arrastrados
La salvación en ti…

O separarlos. él deseándola, ella durmiendo y una noche que se confunde con lo
eterno. Jugar con imágenes, que por momentos hagan parecer que están en la misma
cama, y luego alejarlos tanto como la física permita y más allá, que al cabo la
física al poeta no le importa.

Una carta… Mientras dormías he cogido mi ropa, te he robado un par de fotografías
del álbum púrpura que escondías tras el espejo. Son de nuestro último viaje,
seguro no las echarás de menos…
Por en medio decir: El estudio ha quedado como
lo querías, limpio y ordenado, aunque a decir verdad ha quedado un poco vacío.
La sala y comedor han quedado impecables, no hay más planta que la adorne, se
puso mustia a pesar del agua.
Y así hasta vaciar el departamento entero. Te hice
café; para cuando despiertes seguirá caliente, pues he calculado la hora. Disfrútalo,
que su sabor amargo no lo dan los granos ni su tueste, sino mi desolación. ¡Te amo!,
y en secreto te he dicho adiós, desde el umbral, mientras dormías.


Y aquí paro, pues las demás ideas me las ha borrado una tormenta que se me vino
de pronto. Mas no he de mentir, las nubes grises ya me acosaban desde hace días.


Guillermo Rendón