Del encuentro aquel,
de la persecución febril, de aquel día en que la virginal existencia de una
sabina fue tomada; de ese surge mi
pensamiento. Si la historia no se debe repetir yo lo hago sin importar las
advertencias.
Por eso me jacto de
su poma como si fuera mía, asumo sus deberes olvidados y sufro sus penas
-Ahora,
hermano mío, quita esa mueca de asombro. Los muertos asustados nunca lucen
bien.
Guillermo Rendón