Guillermo Rendón
El ropaje del cielo no es azul.
Es un negro devorador
con diamantes de color lunar
que son bellos, frívolos
y lejanos.
Los jardines no son plantas.
Es la tierra que ha enfermado
pues la vegetación le causa anemia,
obligándola a nutrirse de carroña
y excremento.
La voz ya no es un canto.
Es la secuencia de sonidos ondulantes
que lastiman a los oídos,
aturden al cerebro
y disecan el corazón.
Por eso, el hombre ya no es humano.
Es una bestia putrefacta
que construye para poder destruir,
que se alimenta para poder asesinar
y que odia para permanecer.