La carita sucia
Por un sólo día al año, en medio de la grotesca realidad de la vida de este siglo,
entre guerra, maltrato, corrupción, soledad, enfermedad, pobreza, malos hábitos en la
prisa del comprar y vender, te debe sorprender una carita sucia.
Hay que mirar al cielo, tener esperanza, atreverse a soñar con el Niño Jesús, (que es
la razón de la Navidad), un sueño que ha durado dos mil años, una estrella que ha
iluminado el firmamento histórico de la opulenta ignorancia de los segadores de versos y
belleza; son los que se disparan la maroma de amasar fortunas de espaldas a Dios.
Parece que se ha olvidado el contenido y el contexto de la Navidad, tomándola como
pretexto para la borrachera, la comilona y ausencia de amor, hermandad, humanidad,
ternura.
¿Qué celebra el 90% de este mundo? ¿Qué celebra? Esta es la pregunta.
¡Oh, Señor! Hoy más que nunca te necesita el mundo que creaste, van por el camino hacia
la tierra prometida, a la casa del "Pan", el antiguo Belén donde descansa un
pequeño niño entre pajas, cuyos ojos miran la noche de los tiempos desde el amor y la
eternidad; una carita sucia que sonríe desde su humilde riqueza para enseñarnos que sin
El no hay Navidad.
- Por Karmen Mercado - |